Antonio de Ontañón y Rodríguez (Valladolid, 1674-Algeciras, 1730), un caballero de Santiago en la nueva Algeciras (y II)
INSTITUTO DE ESTUDIOS CAMPOGIBRALTAREÑOS
La familia paterna y la materna, desde los abuelos, estuvo asentada en el barrio vallisoletano de San Juan y en la calle Renedo
Antonio de Ontañón y Rodríguez (Valladolid, 1674-Algeciras, 1730), un caballero de Santiago en la nueva Algeciras (I)
El encargo del cartel de la Exposición Iberoamericana de 1929 de Sevilla a Gustavo Bacarisas (y II)
Como era de esperar todos los interrogados coincidían, en que el pretendiente era natural de Valladolid, hijo legítimo de legítimo matrimonio, al igual que todos sus ancestros, "procreados sin género de bastardía"; que tenía en torno a 50 años (en 1725), que tanto él como sus padres vivieron en el barrio de San Juan y que sus abuelos o los que han oído hablar de ellos, hasta el cuarto grado, eran hijosdalgo de sangre y por tanto cristianos viejos y estaban "limpios de toda raza e infección" de moros, judíos o conversos y por fin, que ni él ni sus antepasados habían sido penitenciados, "ni en público ni secreto", por delito de herejía en el Santo Oficio.
En cuanto a su profesión resaltaban que, con 15 años entró a servir al rey en el arma de infantería y que tanto su padre como su abuelo paterno tuvieron una hacienda en Santovenia, a media legua de la capital, donde tenían "su vecindad y residencia principal", una finca que era cultivada por sus criados.
Reconocían que ni él ni sus padres han sido mercaderes, cambiadores, ni tenido ni ejercido oficio vil, ni mecánico y en cuanto a su calidad no se le considera pendenciero ya que "no ha sido retado, ni infamado", y siempre se ha portado "con grande punto y honra, que puede andar a caballo, y [que] su opinión está cargada entre los hijosdalgo", "sin que se halle ningún pechero", entre los de su linaje.
Su vinculación con el terruño familiar de Castillo, antes en la antigua provincia de Burgos y hoy en Cantabria, se mantenía a pesar de la distancia. Eso le permitió ser elegido regidor en 1718, en 1721 mayordomo de la cofradía del Santísimo Sacramento y en 1725 nombrado para 1726 secretario general de la Junta de la Siete Villas "como originario del lugar de Castillo y al que tocó por suerte este oficio que es el primero y más honorífico de dicha junta", y ello fue posible porque estos "empleos se confieren a los vecinos del lugar poniendo tenientes que les sirvan, debiendo ser unos y otros hijosdalgos". Su teniente para la mayordomía de la cofradía fue Francisco Antonio de Ontañón, hijo de Carlos de Ontañón, señor de la casa de Ontañón y familiar del Santo Oficio.
La familia paterna y la materna, desde los abuelos, estuvo asentada en el barrio vallisoletano de San Juan y en la calle Renedo, en la que nació el capitán Ontañón. El primero en emigrar, desde Castillo, "jurisdicción de las Cuatro Villas de la costa en las Montañas de Burgos", fue el bisabuelo Andrés Ontañón "[de] donde lo son todos los de este apellido" (que frecuentemente también aparece como Hontañón), junto a Castro Urdiales y Laredo.
Este fue el primero que recaló en Santovenia, donde tuvo una baronía desde 1622. Allí fue nombrado por primera vez en 1628 jurado, luego regidor por el estado de los hijosdalgo, y de nuevo en 1649. El bisabuelo llegó a Valladolid para estudiar en su universidad. Su padre, el tatarabuelo Antonio, "se gastó en el más de trescientos ducados, que es más de su legítima paterna y materna" y estuvo relacionado con la Chancillería, ya que uno de sus procuradores fue padrino de su hijo Andrés.
El abuelo fue regidor en 1662, 1664 y por fin alcalde de la Hermandad en 1665 y el padre, Luis, también ejerció cargos propios de su estado en 1681, 1682, 1683 y 1687. La ida a Valladolid no supuso distanciamiento familiar, porque estuvieron "manteniendo siempre todos tres descendientes buena correspondencia con los parientes de este lugar que siempre se ha hecho memoria de ellos como originarios y vecinos, poniéndoles en los padrones y dándoles oficios de este lugar de su estado de hijosdalgo como lo son".
Una de las pruebas consistía en el reconocimiento del escudo de armas familiar, que se veía, ya deteriorado por su antigüedad sobre la puerta de la casa de Carlos de Ontañón, "el mayor del linaje", familiar y notario del Santo Oficio, que vivía allí con su hermano Gaspar, comisario del Santo Oficio de Logroño, "del que es familiar y notario". El escudo estaba formado por “un castillo de plata en campo azul con un león de oro empinante (sic rampante) al castillo".
La familia materna vivió en la parroquia vallisoletana de San Martín, donde fue bautizada la madre del pretendiente, Isabel Rodríguez, pero si en el caso de la familia Ontañón esta llevaba en la ciudad del Pisuerga tres generaciones, la familia Rodríguez sólo llevaba dos, porque el abuelo, Alonso, padre de Isabel llegó desde Cerezal de la Guzpeña a la capital castellana, donde fue regidor teniente.
La documentación de Cerezal se custodiaba en Renedo de Valdetuéjar, allí es por tanto donde se justifica todo lo relacionado con la familia Rodríguez, que tuvo una baronía en Cerezal. De allí fue Alonso Rodríguez, el abuelo, que fue alcalde de la Santa Hermandad en 1652 y que en 1642 "con sus hermanos y parientes, [fue llamado] para que [con] todos los caballeros hijosdalgo estuviesen prevenidos para salir acompañando la Real Persona de su Majestad (Felipe IV) a las fronteras del principado de Cataluña".
La familia aparece en los padrones de moneda forera de 1653, 1662, 1668 y 1674, y en ellos se dice que "todos los del apellido Rodríguez, que se han visto y reconocido, se hallan puestos por hijosdalgo".
El 30 de enero 1725 el rey firmó la Cédula por la que se le concedía el hábito de Santiago, "atendiendo a los servicios prestados" en 1709. Esta cédula, firmada el 1 de febrero de 1725, se registró en la Contaduría de Hacienda, donde se asentaban los registros de mercedes y es la que posibilitó la concesión del título el 18 de octubre de 1725.
La concesión real hacía posible que pudiera recibir el hábito y la insignia de la orden, pero antes, en teoría, debería residir 6 meses en las galeras reales, informándose de ello al capitán general de las mismas y una vez concluido este servicio, ir al convento madre de la orden en Uclés (Cuenca), para aprender la regla "y todo lo que como caballero debe saber, bajo el prior del convento". Además, debería abonar los 350 ducados correspondientes al servicio de montado y galeras, que ingresó en la Contaduría de la Junta de Caballería de las Órdenes Militares, pero que se le devolvió, porque al ser capitán de infantería y haber cumplido con su servicio de guerra viva, se le relevó de este servicio, una vez que lo justificó.
Llegó el día de su toma de posesión, el lunes 19 de noviembre de 1725 en la iglesia del convento sevillano de Santiago de la Espada, hoy convento mercedario de la Asunción, en el que:
"El señor don Lorenzo Ignacio de Ibarburu, caballero profeso del orden del señor Santiago, en presencia de otros caballeros de dicha orden, todos vestidos con sus mantos blancos y en forma de capítulo en virtud de real título de S.M. de este otra parte, con que fue requerido armó caballero a don Antonio de Ontañón, capitán por S. Mg., natural de la ciudad de Valladolid; siendo su padrino don Pedro Manuel Colarte y Rojas, habiéndole calzado dos espuelas doradas, de brida, don Juan Eusebio García Príncipe y don Adrián Delgado y Ayala, caballeros de la misma orden, habiendo precedido ciertas preguntas y respuestas, actos y ceremonias, que disponen las definiciones del orden y caballería del orden del señor Santiago.
Otro sí doy fe que ante mí y dichos testigos en este día luego incontinente que fue armado caballero, estando en dicha iglesia el licenciado fray don Alonso Benegas [..] y Parada, presbítero superior de dicho convento de señor Santiago de la Espada en virtud de este real título fecho en San Lorenzo el Real en 21 de octubre de este presente año, con que fue requerido, dio el hábito e insignia de la Orden de señor San Tiago a dicho don Antonio de Ontañón con las bendiciones y solemnidades que las definiciones de la orden disponen".
Sólo le quedaría por cumplir como último requisito, informar al Consejo de Órdenes, dentro de los 4 meses siguientes a la toma de hábito, hecho imprescindible para que esta toma de hábito pudiera considerarse válida.
Conclusiones
Con esta averiguación se ha podido documentar buena parte de la biografía del capitán (H) Ontañón, un personaje clave en la nueva población de Algeciras y reconocer el proceso dinámico de la emigración familiar desde la cordillera cantábrica a la capital castellana y el área del estrecho.
También cómo se llevaron a cabo las informaciones que condujeron al beneficio del objetivo perseguido, pero queda por rastrear cuál fue su experiencia de "guerra viva", que le relevó del pago del servicio de montado y galeras.
El eco de la figura del Capitán Ontañón traspasó las barreras del tiempo y en concreto en 1926 se pudo oír en el Salón de Sesiones del Ayuntamiento de Algeciras que:
"Se acordó proponer a la Junta Provincial de Beneficencia al letrado en ejercicio de esta ciudad y secretario de este Excmo. Ayto. D. Manuel Pérez-Petinto y Costa, para la instrucción del expediente "ad perpetuam memoria" relativo a la fundación en esta ciudad de D. Antonio de Ontañón, como interesa aquella entidad [que] se haga, siendo esta designación con carácter gratuito".
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