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El Apolo de Carteia. Un ejemplo de estatuaria termal romana en el Campo de Gibraltar (y II)

30 años del IECG

La estatua de Apolo hallada en las Termas de Carteia guarda paralelismos con otras esculturas de ambientes similares

El Apolo de Carteia. Un ejemplo de estatuaria termal romana en el Campo de Gibraltar (I)

Uno de los enclaves de Carteia.
Salvador Bravo Jiménez - UNED - CENTRO ASOCIADO DEL CAMPO DE GIBRALTAR

28 de febrero 2022 - 05:00

El Apolo de Carteia como reflejo del clasicismo adrianeo

En 1977, Pedro Rodríguez Oliva publicó un riguroso estudio sobre la escultura que por aquellas fechas se encontraba formando parte de la colección arqueológica municipal constituida en el Museo de San Felipe Neri de San Roque.

Más tarde, en 1984, Carlos Fernández Llebrez y Carlos Gómez de Avellaneda fueron encargados por el Ayuntamiento de San Roque para organizar dicha colección que se encontraba en estado caótico tras la muerte de su encargado, el Cronista Oficial de la ciudad D. José Domingo de Mena.

En esta fecha se elaboró una ficha catalográfica junto con una propuesta de exposición de la escultura pues esta apareció fragmentada en dos partes. Dicha propuesta es la que hoy aparece en su actual emplazamiento, el Museo Municipal de San Roque, a cuyo personal agradezco encarecidamente las facilidades y disponibilidad que me han ofrecido para realizar el presente estudio.

El conjunto escultórico representa a Apolo de pie con tres de sus atributos más característicos: la serpiente Pithon, el Trípode Délfico y la Lira, ésta última fragmentada. La parte baja o plinto desarrolla los pies y parte de la pierna izquierda del dios, probablemente desnudo, que apoya sobre un tocón de árbol. Junto a éste se desarrolla un trípode cuyos bajos rematan en garras de felino.

La parte superior del mismo está compuesta por tres pilastras acanaladas que rematan en capiteles de bandas horizontales dando acomodo a un cuenco hemiesférico con decoración agallonada y borde compuesto. Entre las patas del trípode y los aros que las refuerzan, tiene acomodo el cuerpo del ofidio cuya cabeza, levantada, se dirige amenazante hacia la pierna del dios.

Es una escena que rememora algunos de los pasajes más interesantes de la vida de Apolo. Nuestro protagonista, junto con su hermana Diana, nació del matrimonio entre Zeus y Latona. En el Himno Homérico a Apolo, se narra que estando de parto Latona y ante el temor suscitado por los celos de Hera, llegó la parturienta a la isla de Delos que la acoge para dar a luz a sus gemelos. Al pie del monte Cinto, junto al río Inopo, dio a luz a Apolo apoyada en una palmera, un laurel o un olivo, según diferentes versiones.

La muerte de la serpiente Pithon es la primera de las hazañas del joven Apolo que lo hace a los tres días de vida y a flechazos. Pithon era hija de Gea y desempeñaba en su país de origen (Delfos) funciones proféticas según comenta Higinio o guardiana del oráculo de Temis en Apolodoro. Una vez muerta, la desuella y forma con la piel el trípode de las sacerdotisas del oráculo, llamadas pitias e instituye como recuerdo a su victoria, un homenaje fúnebre a la serpiente, los famosos juegos Píticos. Otra versión narrada en el himno homérico dice que llegado Apolo a Delfos, encuentra a la serpiente cerca de la fuente Castalia y la mata para convertirse a continuación en delfín y marchar a Creta.

Otro de los atributos que aparece en la escultura es la Lira. Hermes, hijo de Zeus y de la atlántide Maya, es protagonista de dos mitos que están relacionados con Apolo: la fabricación de la lira y el robo de ganado a Apolo. Estas dos acciones las realiza el mismo día de nacer. El instrumento lo fabrica con el caparazón de una tortuga y a continuación roba 50 vacas.

Enterado Apolo del suceso por un delator, corre al encuentro de Hermes y tomándoselo a broma, lo lleva con él al Olimpo. A continuación, Hermes toca la lira produciendo en Apolo tal entusiasmo que la cambia por las vacas.

Un episodio centrado en este instrumento es su controversia con Marsias, sileno frigio que se encontró con una flauta y creyendo que era un gran virtuoso, desafió a Apolo a un reto musical.

Vencido por el sonido de la lira de Apolo, Marsias acabó desollado y colgado de un árbol.

Apolo es representado de forma apuesta y vigorosa por lo que comúnmente era venerado en los gimnasios y palestras apareciendo como un joven imberbe y, generalmente desnudo al que, en función de la escena representada, se le irán adosando diversos atributos.

Por lo que respecta a la estatua de las termas de Carteia, presenta tres de los típicos atributos apolíneos, el trípode délfico, la serpiente Pithon y la Lira, ésta en estado fragmentario; por tanto, debe adscribirse al tipo definido como Apolo Citaredo o portador de Lira; aunque también la posición de los pies denota la típica postura en S con la pierna izquierda levemente inclinada lo que hace levantar la cadera derecha que evoca las obras de Praxíteles y Escopas del siglo IV a. C. Esta posición obliga a reposar el brazo izquierdo en el soporte que acompañe a la escultura, sea el trípode, tocón de árbol, etc.

Con estas premisas, y remitiendo de nuevo al estudio del Prof. Rodríguez Oliva, la escultura de Carteia emparentaría con tipos bastante conocidos como el Apolo hallado en las Termas de Lepcis Magna que, con el rostro de Antinoo, guarda un paralelo bastante acusado ya que se encontró en un ambiente termal y no admite dudas sobre su adscripción cronológica a tiempos de Adriano.

Esta imagen apolínea de Antinoo presenta similar disposición en cuanto al tratamiento de los pies de la de Carteia al igual que otra proveniente de Apolonia a 12 km de la actual Fier (Albania), aunque la ausencia de lira indica que no correspondería a nuestro tipo. Pero sí identifica a la carteiense como representativa del denominado tipo licio, adscribible a la escuela praxiteliana del siglo IV a. C.

Antinoo como Apolo Licio. Termas de Lepcis Magna. Museo de Trípoli. Imagen de Sebastià Giralt

Proveniente del Museo Arqueológico Nacional de Tarragona nos encontramos con el plinto de una estatua de factura similar a la nuestra. Fue fruto de un hallazgo fortuito en 1976 en el entorno de las termas romanas aunque se diferencia en que apoya el pie izquierdo sobre la cabeza de un bóvido.

Nuestra estatua ha sido relacionada, y así aparece expresamente en la composición que actualmente puede verse en el Museo Municipal de San Roque, con una escultura aparecida en el Teatro de Cartago y que se encuentra en la actualidad en el Museo del Bardo.

Apolo del Museo del Bardo. Dcha: Apolo de Carteia.

Sin embargo, el hecho de que en la estatua tunecina se aprecie cómo el brazo izquierdo apoya en el trípode, hace imposible su relación con la carteiense pues no respondería al tipo citaredo como es el caso que nos ocupa.

Quizás el tipo que más se le parezca, no solamente por la posición de la lira, sino también por la postura en S que se desprende de la pierna ligeramente levantada, sea el famoso Apolo Citaredo atribuido a Timarchides (siglo II a. C.) proveniente de Villa Palombara en Roma y actualmente en los Museos Capitolinos, obra datada en época adrianea o antonina y, por tanto, coetánea de la nuestra.

Se trata de un concepto formal similar a la escultura de Carteia donde aparece el dios apoyando la lira en el trípode y con la pierna izquierda ligeramente flexionada respondiendo al tipo licio.

Detalle de la parte inferior de la escultura carteiense.

Sin embargo, el artista de la obra carteiense prefirió un Apolo desnudo o semi desnudo, pues eso parece intuirse de la total ausencia de vestimenta.

Con todos estos elementos, creo que nuestra estatua guarda bastante similitud con la que se conservaba en la colección de los Condes de Pembroke en Wilton House -Reino Unido- y que, en 1769, James Kennedy describió y realizó un dibujo.

Al parecer, la estatua, junto con otras piezas fue transportada a Inglaterra desde Turquía, probablemente Éfeso, enmarcado en ese ambiente dieciochesco conocido como el Grand Tour.

Si observamos la disposición del trípode junto a la serpiente y la lira, convendremos en que la similitud con la carteiense es clara. También parece apoyar este razonamiento la desnudez que parece representar nuestra estatua; no obstante, el Apolo de Wilton House se aleja del nuestro en cuanto a la disposición de los pies ya que levanta descaradamente el pie izquierdo para facilitar el apoyo del cuerpo sobre la lira.

Conclusiones

Visto lo anterior y ante la ausencia de espacio pues los paralelos son bastante numerosos para este tipo de representaciones, el Apolo de Carteia debe enmarcarse dentro de esa corriente filohelena que resurge con Adriano y que va a desembocar en una carrera de los escultores romanos por copiar obras del neoaticismo imperante en la sociedad culta romana en el cambio de era.

Dos columnas en Carteia.

Sin embargo, varios siglos de tradición escultórica romana no pueden desdeñarse y las copias que se realizan de estas esculturas vienen marcadas con esa impronta romana como el gusto por el desarrollo de elementos sustentadores de la estatua donde el copista parece gozar de gran libertad compositiva.

Si nos detenemos en la escultura carteiense, lo primero que llama la atención es la disposición de los pies, firmes en el suelo y el izquierdo apoyado en lo que presumiblemente podría ser un tocón de árbol; elemento prescindible pues el artista ha colocado a su lado el trípode. Probablemente se sirviera de modelos derivados del citaredo de Villa Palombara, donde se utiliza el trípode para dar acomodo al manto que cae sobre la cintura y la pierna izquierda. Este hecho hace que el elemento que aparece en la estatua sanroqueña adosado a la pierna izquierda realice la misma función que en la capitolina: no tanto la fijación de la estatua, sino permitir el movimiento de apoyo sobre el trípode del peso de la estatua.

Sin embargo, el dios no apoya su brazo directamente sobre el trípode (se intuye en la de Carteia) ya que toda la superficie del cuenco está ocupada por la base cuadrangular de una lira o cítara. Si nos fijamos en el dibujo de Kennedy de la estatua de Wilton House, el hecho de apoyarse en la lira no dota de consistencia a la estatua toda vez que aparece un elemento sustentante a la derecha de la misma que no aparece en la nuestra.

La acción de apoyar el brazo izquierdo en la lira es mero formalismo iconográfico y es por eso que el artista necesita de un soporte, cosa que resuelve apoyando la pierna izquierda en el suelo y dotándole de un tocón al modo que se utiliza en el Apolo del Tíber o en el ya comentado del citaredo de Villa Palombara.

Nuestro artista, por tanto, debió de formarse en un ambiente muy cercano a la tendencia helenizante de moda en Roma en época adrianea y más concretamente la marcada por las copias de estatuas de Timarchides, cuyos recursos formales y estilísticos podemos apreciar en la de Carteia.

Apolo del Tíber. Museo Nacional de Roma. Imagen de Mmarftrejo. Dcha: Detalle de los pies del Apolo de Carteia.

Por otro lado, conviene destacar el tratamiento que hace de los tres elementos apolíneos de la estatua. Así, la serpiente aparece enroscada entre las patas del trípode con su cola y su cabeza justo en la frontal. El artista ha querido, por tanto, asegurarse de que el espectador tuviera una visión completa del ofidio. Esto remarca el carácter de escultura arquitectónica que sin duda tendría nuestra estatua, ubicándose probablemente en una hornacina dentro del edificio termal. Similar disposición la vemos nuevamente en el citaredo de los Museos Capitolinos o en el de Wilton House e incluso en el Apolo de Apolonia.

Por lo que respecta al trípode, éste aparece apoyado en una plataforma a modo de ábaco lo cual lo hace distanciarse del citaredo de Villa Palombara pues éste último apoya directamente en el suelo, y lo acerca a la estatua proveniente del Teatro de Cartago o al Antinoo de Lepcis Magna e incluso al Apolo de Apolonia.

Un último aspecto es la lira, en forma de ábaco siguiendo exactamente el patrón marcado por el citaredo de Villa Palombara. En nuestra escultura, solamente se ha conservado la parte inferior de la caja, pero es suficiente para adscribirla tipológicamente a la mostrada por el Apolo de Timarchides de la que nuestro autor tomaría el modelo sin ninguna duda.

Así, el Apolo de Carteia se configura como un elemento de primer orden en la escasa escultura del periodo adrianeo que se conserva en el Campo de Gibraltar. No cabe duda de que refleja el poder adquisitivo y el refinamiento que la sociedad carteiense gozó a mediados del siglo II al igual que lo refleja la recientemente aparecida copia del Doríforo de Policleto en las termas marítimas de Baelo Claudia.

Quizás una aproximación al aspecto que podría haber tenido la estatua de Carteia la encontremos en uno de los medallones que decoran la fachada de la cara norte del Arco de Constantino en Roma. En dicho espacio, confeccionado en época adrianea, aparece el dios dando acomodo a la lira sobre el trípode y detrás un olivo, situándose la escena sobre un gran altar.

La orilla norte del estrecho de Gibraltar se vio beneficiada por el gobierno de los hispanos que con Trajano primero y Adriano después, contribuyeron a que una parte de la sociedad gozara de una sensibilidad hacia una corriente artística imperante en todo el imperio y que originó un floreciente mercado de copias de obras de arte del tardoclasicismo de autores como Praxíteles o Escopas.

La relación de Carteia con Apolo fue intensa y no se reduce solamente a la estatua analizada que bien pudiera tratarse del encargo de un evergueta o de cualquier personaje adinerado de la ciudad. Existen varios testimonios que vinculan a la ciudad con un más que probable culto apolíneo. Destacaríamos la pieza marmórea aparecida en las inmediaciones del templo republicano con la inscripción (Maxi)mus v(ir) e(gregius) (templu)m Apollinis que fue estudiada por el equipo del Prof. Presedo en los años 80 y una serie de semises emitidos hacia el año 30 a. C. donde en anverso aparece la efigie diademada del dios y en sus anversos la representación de una lira similar a la que puede intuirse en la estatua de las termas flanqueada por los nombres de los magistrados L. Latini y C. Nucia.

La estatua de Apolo aquí brevemente referida es solo un ejemplo de esa sociedad que encontraba en los ambientes termales el goce por la vida y el culto al cuerpo.

Artículo publicado en el número 54 de Almoraima, Revista de Estudios Campogibraltareños (abril de 2021).

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