La CE y Reino Unido intentarán cerrar este mes los últimos escollos del Brexit: Gibraltar e Irlanda

Gibrexit

El entendimiento sobre la frontera irlandesa tras meses de tensiones devuelve al equipo negociador europeo la confianza en los británicos de cara a las conversaciones sobre la Roca

Gibraltar, visto desde La Línea.
Gibraltar, visto desde La Línea. / Erasmo Fenoy

La Comisión Europea y Reino Unido realizarán en los próximos días un doble intento de cerrar con éxito el Brexit en las dos fronteras que hasta ahora han supuesto escollos: Gibraltar e Irlanda.

Aunque la salida de la Unión Europea (UE) se produjo hace casi tres años, el acuerdo para regular el paso por la Aduana de La Línea sigue sin lograrse tras diez rondas de negociación. El que determina el tránsito por the Irish border sí se alcanzó, pero su efectividad pasado un tiempo generó tal rechazo en Reino Unido que su Gobierno se vio forzado a intentar cambiarlo. Ese intento de romper el compromiso irritó a la UE y se convirtió en una seria amenaza para el gran Acuerdo de Retirada. Y también para el futuro Tratado gibraltareño. Ahora, el entendimiento con que Bruselas y Londres han inaugurado el año del tercer aniversario del Brexit evita que las conversaciones por Gibraltar se vean afectadas por la tensión en que se hallaban instaladas las dos partes, explican fuentes cercanas al largo proceso.

El doble intento de cerrar con éxito el Brexit será en dos sesiones de negociación separadas y distintas -pero que, inevitablemente, se influyen- que se celebrarán antes de que acabe el mes y a la que llegan por tanto en un ambiente menos enrarecido tras el esperanzador consenso alcanzado el pasado lunes sobre la isla irlandesa. Si se ponen de acuerdo sobre Irlanda no significa que vayan a hacerlo también sobre Gibraltar, pero si continuaba la falta de confianza en el equipo negociador europeo sí se podría ver afectado el proceso gibraltareño de forma negativa.

Este lunes 16 de enero, ambas partes comenzará una fase de negociaciones intensas sobre el Protocolo Irlandés en las que intentarán redefinir asuntos como las reglas comerciales posteriores al Brexit, los controles de productos agroalimentarios, las ayudas estatales o el IVA. La intención es que el acuerdo esté desbloqueado en febrero.

A renglón seguido -probablemente en la última semana de este mes de enero- se llevará a cabo la undécima ronda de negociación sobre Gibraltar, en principio, con un clima más despejado por el acuerdo sobre las irlandas. Algunos miembros de los equipos negociadores (sobre todo el británico) incluso participan de los dos procesos.

Las últimas reuniones con la Roca sobre la mesa se produjeron en noviembre sin resultados positivos porque persistía la desconfianza de la Unión hacia su antiguo miembro. Desde entonces se han producido algunas videoconferencias para intentar acercar posturas, para que no pase demasiado tiempo sin hablar del asunto (Navidad y Año Nuevo por medio) y para preparar la ronda clave de este mes de enero.

Antes de eso, el 10 de noviembre, el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España, José Manuel Albares, pidió al comisario de Relaciones Interinstitucionales, Maros Sefcovic, responsable de las relaciones con los británicos, que intensificara las negociaciones para que Reino Unido diera una respuesta a la última "propuesta global" realizada por el bloque comunitario. El día 26, el jefe de la diplomacia española se reunió con los alcaldes y otras autoridades del Campo de Gibraltar para informarles sobre el estado de las negociaciones. Ahí, el ministro reiteró el deseo de que sea la Policía española la que controle el acceso al Espacio Schengen en el puerto y aeropuerto de Gibraltar si se produce la anunciada supresión de la Verja tras el Brexit, la puerta abierta de la famosa "prosperidad compartida". También apremió a los británicos a "avanzar" para que desatascar la negociación.

Varios vehículos esperan para atravesar el paso fronterizo de La Línea.
Varios vehículos esperan para atravesar el paso fronterizo de La Línea. / Erasmo Fenoy

De nuevo lo hizo el día 14 de diciembre cuando recibió en Madrid al ministro de Exteriores británico, James Cleverly. "Vamos a dar a nuestros equipos el mandato de que hay que avanzar más rápido", ha dicho el ministro español, que ha negado que la negociación haya estado en algún momento bloqueada. "Es evidente que hay avances, cada vez que nos hemos visto los ha habido. Ahora estamos más cerca de un acuerdo que al inicio de la reunión. Si no no estaríamos aquí los dos juntos", apostilló tras referirse a que está en juego el posible uso conjunto del aeropuerto del Peñón y la equiparación de los pensiones de los españoles que han cotizado en Gibraltar con las de los residentes en la Roca, entre otros asuntos.

Albares añadió entonces que lo que está sobre la mesa es un "acuerdo global" y que "nada está acordado hasta que todo esté acordado", antes de reconocer que en lo que respecta al Brexit "todo ha superado el tiempo esperado". "La diplomacia y la negociación, sobre todo una tan compleja como esta, requiere tranquilidad, discreción y dejar trabajar a los equipos negociadores porque al final, tanto James Cleverly como yo vendremos a presentar el acuerdo cuando esté todo cerrado", subrayó.

El caso es que las conversaciones se encuentran desde hace meses encalladas sin que ninguna de las partes dé señales de querer renunciar a sus posiciones de partida. Las discrepancias se mantienen en torno a la igualación de las pensiones de los trabajadores españoles con las de los llanitos, la transposición de la normativa medioambiental de los 27 al Peñón, la armonización fiscal de la colonia con España, el sistema de control de las fronteras exteriores y el uso militar del puerto y aeropuerto.

Pasado y presente

Dentro de dos semanas -el 1 de febrero- se cumplirán tres años que Reino Unido y Gibraltar abandonaron la Unión Europea, pero lo hicieron sin llegar a un consenso sobre cómo sería la relación a partir de ese momento entre el Peñón y la comarca española vecina: el Campo de Gibraltar. Sí lo lograron para evitar una frontera dura en el otro enlace terrestre de los británicos con la UE, el que separa Irlanda del Norte (Reino Unido) de la independiente República de Irlanda.

Pero este acuerdo se tambaleó a los pocos meses. Pasados dos años de la salida, el Gobierno británico se descolgó con un intento de reescribirlo. Aquello provocó un desgaste en la confianza de la Unión Europea hacia los británicos que terminó por afectar durante meses a las conversaciones sobre Gibraltar. Si Londres estaba dispuesta a romper en poco tiempo el acuerdo para evitar una frontera dura en Irlanda, ¿qué le impediría hacerlo también con el de la Roca? ¿Cómo se puede negociar un tratado de la complejidad del gibraltareño con alguien que pretende romper otro incluso más complicado?

Irlanda

Tras el divorcio, la provincia británica irlandesa había quedado con un estatus diferente al del resto de Reino Unido que obligaba a realizar controles a los bienes que llegaban desde Gran Bretaña (Escocia, Inglaterra y Gales) a fin de proteger el mercado único, ya que la República de Irlanda sí es parte de la Unión Europea (UE). Estos controles no gustaron al Partido Unionista Democrático, que denunció que la nueva burocracia estaba perjudicando la economía en Irlanda del Norte. Entonces, esta formación adoptó como medida de presión la negativa a formar gobierno de coalición en Belfast hasta que Londres no renegociara otra solución con Bruselas. El resultado es que los norirlandeses llevan sin Gobierno desde el pasado mes de febrero, lo que incrementa la tensión entre católicos y protestantes poniendo en peligro la paz sellada con el Acuerdo de Viernes Santo, que el próximo mes de abril cumple su 25 aniversario.

A comienzos del verano de 2021, el Gobierno entonces liderado por Boris Johnson reclamó más flexibilidad en los controles aduaneros para no enfadar a los unionistas e incluso amenazó con adoptar medidas unilaterales para garantizar que el flujo de bienes no sufriera alteraciones. Es decir, quería romper el protocolo irlandés, incumplir lo pactado, para hacerlo de nuevo.

Un cartel de La Aduana linense.
Un cartel de La Aduana linense. / Erasmo Fenoy

Pero el nuevo primer ministro, el pragmático Rishi Sunak, optó desde su llegada por un tono más conciliador frente al problema, consciente de que se podría generar una guerra comercial con el bloque europeo en un momento en el que la economía británica atraviesa una situación crítica con la inflación disparada por encima del 10% y una deuda pública que roza ya el 100% del PIB.

El pasado lunes 9 de enero, Londres y Bruselas anunciaron un acuerdo respecto al acceso que la UE reclamaba desde hacía tiempo a los sistemas digitales británicos de información aduanera, un avance sin precedentes respecto a un elemento fundamenta del pacto del Brexit.

El ministro británico de Exteriores, James Cleverly, y el vicepresidente de la Comisión Europea, Maros Sefcovic, se reunieron en Londres y, tras meses de desencuentros, por primera vez, ambas partes emitieron un comunicado conjunto en el que, si bien aseguraban que aún existe “una amplia gama de asuntos clave que deben ser resueltos para encontrar un modo de avanzar”, recalcaron que el acuerdo alcanzado era “un requisito previo fundamental para construir confianza mutua, ofrecer garantías de seguridad y poder proveer de una nueva base sobre la que reanudar las discusiones entre la UE y el Reino Unido”.

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