El Campo de Gibraltar, con riesgo moderado por los terremotos

La zona del Estrecho presenta un riesgo moderado y una actividad sísmica escasa pese a que la aproximación entre las placas eurasiática y africana está en el origen de los temblores de Granada

Una vista área de la Bahía de Algeciras.
Una vista área de la Bahía de Algeciras. / A.C.G.

Eran las nueve de la noche del último día de agosto cuando la tierra tembló en el Campo de Gibraltar. El movimiento sísmico, con una profundidad de doce kilómetros, fue percibido en numerosos puntos de Algeciras, La Línea, Los Barrios y San Roque. La gente comenzó a abandonar las tiendas, los cines y los bares y no tardaron en caer las persianas. En el Centro Comercial Bahía Plaza, todas las personas fueron desalojadas, de las salas Odeon y de los comercios. A pesar del susto, los responsables de la Red Sísmica del Instituto Geográfico Nacional quitaron importancia al seísmo. Aquello ocurrió el 31 de agosto de 2016. Es el último movimiento de importancia registrado en la zona.

Y es que el Estrecho de Gibraltar no es un área sísmica muy activa y los terremotos que se originan en ella pasan desapercibidos por su escasa magnitud. Una vez que se producen, independientemente de que sean percibidos o no por la población, los expertos tienen como principal cometido observar, analizar y valorar los datos que van recibiendo en las horas posteriores al suceso.

"El Estrecho es muy tranquilo", afirma María del Carmen Fernández Puga, profesora de Ciencias de La Tierra de la Universidad de Cádiz, que explica que para que estos movimientos sísmicos tengan un efecto en la población -como sucede en estos días en Granada- se tienen que reunir multitud de condicionantes muy complejos que no se dan en el área del Campo de Gibraltar.

"El riesgo está en zonas marinas muy alejadas de la costa, sobre todo por los tsunamis que se puedan generar y afectar a la zona costera. Aunque suene a obvio, la tierra no se acaba en la orilla, continúa aunque en zonas sumergidas", apostilla.

"Aquí la actividad sísmica es muy escasa, comparado con lo que ocurre en zonas del sureste español, como Granada y Almería", insiste.

Los terremotos se producen por la aproximación continua de 4 a 5 milímetros al año entre las placas eurasiática y africana. Es decir, se originan en la franja de agua entre los dos continentes, donde también se ven favorecidos por la migración hacia el Oeste del arco tectónico de Gibraltar, entre Eurasia y África, pero las consecuencias -la mayoría de las veces- no se producen aquí, sino en las provincias de Málaga, Granada y Almería. Influyen la actividad de las fallas y los materiales que forman la corteza terrestre, allí rocas compactas (calizas, dolomías y esquistos). "Es una zona geológicamente muy compleja", subraya Fernández Puga.

"El Valle del Guadalquivir está relleno por gran cantidad de sedimentos de naturaleza arcillosa que es muy deformable ante esfuerzos de pequeña intensidad y que puede generar mayor inestabilidad", manifiesta.

Fernández Puga afirma que en geología "la escala del espacio tiempo es diferente a la humana". En cualquier caso el límite de las placas es complejo e incluso los científicos no se ponen de acuerdo. Lo explica con más detalle Jesús Galindo, catedrático de Geodinámica Interna y subdirector del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (CSIC-Universidad de Granada), en una entrevista realizada por Juan Manuel García Ruiz para la Fundación Descubre: "En el Mediterráneo occidental la placa africana (más estrictamente la placa Nubia) se desplaza hacia el noroeste respecto a la placa euroasiática y produce la formación de las cordilleras Bética en Andalucía y del Rif en Marruecos. Además, una singularidad de esta zona es el movimiento entre ambas placas hacia el Oeste del Arco de Gibraltar que circunda el Mar de Alborán. Toda la zona de deformación entre placas abarca una banda de más de 300 km de anchura entre el Macizo Ibérico (perteneciente a la placa Euroasiática) y la Meseta Marroquí (perteneciente a la placa de Nubia) donde se acomoda la colisión y por ello no hay un límite de placas neto. En todo caso hay zonas donde se acumula más la sismicidad que han sido propuestas como límite de placas, aunque no hay un acuerdo completo entre los investigadores".

Galindo abunda en que "los esfuerzos que sufre la corteza terrestre se liberan por fallas y también por la formación de pliegues". "Los pliegues se forman muy lentamente, de forma imperceptible, pero relajan la tensión y evitan que se generen terremotos. Por ejemplo en la Cordillera Bética el pliegue principal es Sierra Nevada. El comportamiento de las fallas depende del tipo de materiales que afecta. En rocas plásticas, como las arcillas y margas, la deformación producida por el empuje es continua y no produce terremotos. Sin embargo, cuando afecta a rocas cristalinas, compactas y resistentes, como las calizas, dolomías, esquistos granito, etc… se acumulan las deformaciones elásticas producidas por los empujes y es cuando tenemos fallas sismogénicas, las que producen los terremotos".

Peligrosidad sísmica en España.
Peligrosidad sísmica en España.

El Real Observatorio de la Armada define la zona que va desde Las Azores hasta el Estrecho de Gibraltar como de "sismicidad constante, moderada y difusa, con la ocurrencia esporádica de grandes terremotos separados por largos intervalos de tiempo".

Para demostrar que no vivimos en una zona peligrosa basta con recordar el visto bueno dado por los sismólogos a la posible construcción de un enlace fijo en el Estrecho de Gibraltar. En enero de 2014, el Real Instituto y Observatorio de la Armada (ROA) y la Sociedad Española de Estudios para la Comunicación Fija a través del Estrecho de Gibraltar (SECEGSA) desplegaron tres sismógrafos submarinos (OBS: Ocean Bottom Seismometer) de banda ancha sobre el fondo marino del Estrecho, a lo largo de una trayectoria Este-Oeste. Los resultados del estudio confirmaron la escasa-nula actividad sísmica en el área (en el entorno más próximo las magnitudes de los terremotos detectados son inferiores a 3.0).

Y es que, aunque el enclave geográfico del Estrecho de Gibraltar y su entorno poseen una especial importancia en el ámbito de los estudios alrededor de los terremotos, porque aquí se producen importantes fricciones entre las placas africanas y euroasiática que originan unos dos mil movimientos sísmicos al año, la mayoría son, afortunadamente, inapreciables en la mayoría de los casos para las personas, dado que se registran a gran profundidad, aunque no es así para los sofisticados equipos de tecnología avanzada que se utilizan normalmente en este tipo de investigaciones.

La evacuación de los cines de Los Barrios en 2016.
La evacuación de los cines de Los Barrios en 2016. / Fran Montes

A la hora de establecer qué zona de la provincia tiene mayor actividad sísmica, los datos históricos señalan sin lugar a dudas a la Sierra de Cádiz como el área donde se producen más terremotos, aunque en la mayoría de los casos se trata de microseísmos con una intensidad menor a los 3,5 grados.

Dentro del territorio andaluz, la provincia de Cádiz se encuentra englobada dentro de la zona sísmica del Valle del Guadalquivir, un área catalogada como de sismicidad moderada. La mayoría de los terremotos que se registran en esta zona son de magnitud moderada (entre 1,5 y 4,5 grados en la escala Richter) y a una profundidad inferior a 30 kilómetros, por lo que está considerada como una región de baja peligrosidad aparente.

Según el mapa de peligrosidad sísmica de Andalucía, la provincia no tiene ninguna zona con cierto riesgo de que se produzcan terremotos de magnitud superior a los ocho grados. Aunque ni así es posible descartar que pudiese ocurrir en algún momento.

Por ello, cualquier edificio debe diseñarse y construirse según unos parámetros de seguridad ante posibles seísmos, que son máximos en el caso de hospitales, edificios e instalaciones básicas. En el mapa de peligrosidad sísmica, publicado junto a la norma en el BOE el 11 de octubre de 2002, se indica que Algeciras, Los Barrios, La Línea, San Roque y Tarifa tienen una aceleración sísmica básica de 0,04 metros por segundo, el mínimo exigido para que los edificios sean construidos bajo las normas de suelos potencialmente inestables. En Castellar y Jimena de la Frontera este valor es mayor, 0,05 y 0,06, respectivamente. Estos valores decrecen en el centro y norte de la península, y son mayores, por ejemplo, en Huelva, Málaga o Almería.

El Instituto Geográfico Nacional (IGN) dispone de una amplia base de datos a la que puede accederse por Internet tanto para aportar datos sobre temblores sentidos como para consultar los terremotos con epicentro en esta zona.

El último con cierta magnitud es el registrado aquel 31 de agosto de 2016 en San Roque. En Jimena hubo dos en marzo de 2013 un poco más fuertes (4.2 y 5.5) y en Tarifa el 10 de abril de 2009 se produjo uno de 3.6. Castellar (27 de mayo 2004), de nuevo Tarifa (13 de diciembre de 2000), Los Barrios (8 de julio de 1988) o Algeciras (23 de marzo de 1977) también registraron movimientos sísmicos. Todas las localidades de la comarca los han experimentado. Pero siempre con la alarma de la población como única consecuencia.

El terremoto que más se ha sentido en la comarca desde que se tienen datos ocurrió el Día de Todos los Santos de 1755, a las 10:16 con epicentro en el Cabo de San Vicente. Se trata del conocido terremoto de Lisboa, que sacudió durante más de tres minutos con una magnitud de 9 en la escala del momento. El IGN recuerda que los efectos en la zona fueron catalogados como de intensidad V-VI, entre fuerte y levemente dañino, es decir, que fue sentido por la mayoría de los habitantes de la zona tanto dentro como fuera de los edificios, pudieron caerse objetos, desplazarse muebles y sufrir daños algunos inmuebles.

Otro terremoto con efectos de intensidad similar se notó en Algeciras y Ceuta el 29 de septiembre de 1822, con epicentro en el Estrecho de Gibraltar. Pocos temblores más, hasta la actualidad, han sido tan fuertes.

En la comarca se cifran en unos 300 desde 1936. La mayoría, con magnitudes que rondan los dos grados en la escala de Richter y sin grandes daños que destacar.

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