La Cruz de Lampedusa pasa la cuarentena en Algeciras

Coronavirus

La orden trinitaria de la parroquia de San José Artesano custodia el símbolo bendecido por el Papa Francisco ante la imposibilidad de seguir su recorrido por el mundo

Coronavirus en el Campo de Gibraltar: noticias y última hora

Los cuatro religiosos de la orden trinitaria que custodian la Cruz de Lampedusa en Algeciras.
Los cuatro religiosos de la orden trinitaria que custodian la Cruz de Lampedusa en Algeciras. / Erasmo Fenoy

Algeciras/Surgió como un símbolo de la esperanza que nace del dolor. Un significado plenamente vigente estos días. La Cruz de Lampedusa, construida por el carpintero italiano Francesco Tuccio con los restos de una patera naufragada en el Mediterráneo, permanece desde la declaración del estado de alarma por la pandemia de coronavirus en la ciudad de Algeciras.

Cuatro religiosos de la orden trinitaria de la parroquia de la Santísima Trinidad del barrio de San José Artesano custodian esta pieza, que fue bendecida por el Papa Francisco en 2014, hasta que pueda retomar su periplo por el mundo para concienciar del drama de la migración.

La Cruz de Lampedusa mide 2,80 metros de alto, 1,50 metros de ancho y pesa 60 kilos. Fue realizada con la madera de una barcaza de migrantes que naufragó en octubre de 2013 dejando 366 muertos frente a la isla italiana. En abril de 2014, la fundación italiana Casa del Espíritu Santo y las Artes de Milán se la presentó al pontífice. La bendijo y pidió a los representantes de la fundación que la llevaran por todo el mundo.

Y así ha sido hasta el pasado 14 de marzo, cuando la cruz se encontraba en el Campo de Gibraltar. Había estado días antes en Tarifa y en La Línea cuando la declaración del estado de alarma y el confinamiento forzó la suspensión de todos los actos. En ese momento, la acogía la modesta parroquia que da servicio a la feligresía de San José Artesano y la colindante barriada de La Ermita. Y ahí permanece ante la imposibilidad de trasladarla a Almería, el que iba a ser su siguiente destino.

"Nosotros no tenemos problemas porque se quede aquí hasta que pueda seguir su misión. Es para nosotros un honor. Está custodiada por la comunidad trinitaria y recibe cultos. Además, es la cruz de los inmigrantes que está en una ciudad y una zona muy marcada por la inmigración", explica Sergio García, párroco de la iglesia y uno de los cuatro miembros de la Orden de la Santísima Trinidad y de los Cautivos, una agrupación religiosa que hunde sus raíces en la historia hasta el año 1198.

Para García, este símbolo religioso y su mensaje ha cobrado un nuevo sentido en la pandemia. "Para nosotros, es un signo de la presencia de Dios. Dios está con nosotros en medio de esta pandemia. La cruz surgió como un símbolo de la esperanza que nace del dolor. Ahora, con tanto sufrimiento por esta enfermedad, debe ser también así. Sentimos su presencia como una bendición", relata el párroco.

La iglesia y la orden trinitaria gestionan en el complejo religioso una casa de acogida de la Fundación Prolibertas, la ONG de los trinitarios, que mantiene en estas semanas a una veintena de personas en riesgo de exclusión social, la mayoría migrantes de hasta una decena de países distintos. "Para ellos, la presencia de la cruz aquí es emocionante", destaca García.

Tras el fin de semana del 14 y 15 de marzo, la cruz fue llevada desde la parroquia hasta la capilla que utilizan los religiosos. Los residentes en la casa de acogida participaron en aquel momento que el cura relata con emoción. "Se les explicó el por qué de esa cruz. La mayoría de ellos conocen el sufrimiento que simboliza, porque lo han vivido. Les pedimos que oraran en silencio", relata el religioso.

La comunidad religiosa retransmite en directo a través de Facebook los cultos que recibe la cruz. Durante el triduo pascual de la Semana Santa, del Jueves Santo al Sábado de Resurrección, la Cruz de Lampedusa volverá de la capilla a la iglesia.

La casa de acogida de la Fundación Prolibertas sirve estos días como cobijo para la veintena de personas a las que la pandemia cogió en sus instalaciones. Cada año atiende a más de 600 personas y solo el año pasado logró la inserción laboral de 298 usuarios, detalla Sergio García. Mediante cursos de inserción laboral en materias como la hostelería o camareros de piso, la entidad espera que tras la pandemia la cruz pueda seguir su curso y ellos, su función social de aportar esperanza a la vida.

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