Un Ejército preparado para el siglo XXI

Los últimos acuartelamientos de artillería del Estrecho, El Bujeo y Punta Camarinal, basan su operativa en la flexibilidad y equipos móviles Emplean a 300 militares

Interior del puesto de control, donde se supervisa el tráfico marítimo del Estrecho.
Interior del puesto de control, donde se supervisa el tráfico marítimo del Estrecho.
A. R. Tarifa

03 de octubre 2014 - 01:00

El viento de levante refresca la mañana y enturbia la privilegiada vista del Estrecho que se divisa desde el tarifeño Alto del Bujeo, a unos 320 metros de altitud sobre el nivel del mar pero tan pegado a la costa que huele a salitre. Abajo, el trasiego de buques jalona un día cualquiera en la autopista del mar sin que nada de lo que ocurre sea ajeno a la vista de la moderna infraestructura de vigilancia y seguimiento del acuartelamiento RACTA-4. Cámaras de televisión e infrarrojas, sistemas de radar y comunicaciones de última generación forman parte de la infraestructura puesta al servicio de la defensa nacional en el acuartelamiento; uno de los últimos que quedan operativos en el Campo de Gibraltar tras el progresivo desmantelamiento de las baterías de costa que introdujo al Ejército en el siglo XXI, el que basa buena parte de su acción en la prevención y lucha contra amenazas como la piratería o la guerra electrónica y es capaz de ser tan flexible que no precisa de tantas instalaciones permanentes diseminadas por la costa como antaño.

Los acuartelamientos de El Bujeo y Punta Camarinal son los dos únicos centros que quedan en la zona pertenecientes a una unidad de artillería de costa tras la disolución, en 2007, del RACTA-5, que tenía su base en Algeciras. Los dos acuartelamientos tarifeños del RACTA-4 -con su acuartelamiento principal en Camposoto (San Fernando)- son los herederos del antiguo Cuartel General del MACTA (Mando de Artillería de Costa), también disuelto en 2010.

Una estructura más ligera pero operativa y polivalente que ayer abrió sus puertas para un grupo de asociados a la Asociación de la Prensa del Campo de Gibraltar y del Colegio de Periodistas de Andalucía con el fin de acercar a la ciudadanía sus funciones en tiempos en los que la guerra, para los habitantes de estas latitudes, se libra en los telediarios. Porque disparar alguno de los 18 obuses del grupo de cañones que posee el acuartelamiento -donde trabajan unos 300 militares de tres unidades- pasa a ser algo secundario.

El Bujeo, enclavado 303.143 metros cuadrados dentro del parque natural del Estrecho, tiene como principal misión la defensa de la costa y control del Estrecho. Sus funciones se integran en la Estrategia de Seguridad Marítima que dicta el Ministerio de Defensa.

Desde aquí se participa en ejercicios tácticos, maniobras nacionales y de fuerzas comunitarias además de existir una estrecha colaboración con dispositivos como el Sistema Integral de Vigilancia Exterior o Tarifa Tráfico. Todo el torrente de información se vuelca a la red informática del Ejército (Hércules) para fines estratégicos.

El jefe del acuartelamiento, el teniente coronel José Antonio Cauqui, guía la visita hacia el cerebro del acuartelamiento, que se encuentra en el interior de un búnker edificado en 1988. Consta de doble anillo de protección y en caso de emergencia es capaz de funcionar de forma totalmente autónoma durante 36 horas. En su sala principal, el centro operativo consta de una sala similar a las de control de la Dirección General de Tráfico. Pero aquí no se enfoca a las carreteras, sino a los barcos que desfilan por los paneles con una nitidez envidiable pese a la niebla del exterior.

Para ello se apoyan en las unidades fijas de Punta Camarinal (cuatro radares de exploración y otros cuatro puestos móviles POMO), junto con radares capaces de hacer seguimiento simultáneo a 35 objetivos. Las cámaras alcanzan una distancia de 20 kilómetros. Suficiente para ver e identificar con detalle a los buques.

Fuera, en la helisuperficie, en la muestra del instrumental llama la atención la ausencia de armamento -desplegado por ubicaciones secretas- y sí un sinfín de conexiones Ethernet para una red informática y dos colosales parabólicas para aportar un ancho de banda que es capaz de llegar a los 100 megas (como la fibra óptica) para transmitir imagen, voz y datos en tiempo real a otros acuartelamientos y al resto de la estructura del Ejército. La radio tradicional o láser tampoco falta.

Son, aunque sea un tópico muy recurrente, los ojos del Estrecho. Los que hacen que la angostura entre los dos continentes sea un lugar más seguro.

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