"Después de tocar la gloria, esperaba un percance. El guion del toreo es así"
EMILIO DE JUSTO, TORERO I ENTREVISTA
Nadie daba un duro por su vuelta a los ruedos esta temporada después de sufrir una escalofriante fractura cervical en Las Ventas el Domingo de Ramos
Ha pasado cuatro meses con un collarín que le inmovilizaba el cuello y ha regresado a la cara del toro con triunfos diarios
Otros no lo cuentan. El Domingo de Ramos, un toro de Pallarés lo lanzó varios metros por los aires y la caída contra la arena de Las Ventas le provocó una fractura de las vértebras C1 y C2, lo que los médicos llaman fractura estallido. Aquel desplome sacudió al público de la Monumental madrileña, que esperaba una tragedia como la de Antonio Bienvenida. El reaparecer cuatro meses después sin apenas secuelas va más allá del milagro. Eso sí: la rehabilitación ha sido un quinario, pero Emilio de Justo no deja de darle gracias a Dios.
-¿Cómo se encuentra?
-No me puedo quejar. Estoy bien. Lo que más me está costando es recuperar la movilidad del cuello. Es una de las consecuencias de haber pasado más de tres meses completamente inmovilizado con un corsé. La rotación del cuello resulta fundamental para torear. Según me cuentan los fisios, para llevar una vida normal o con un trabajo menos forzado, quizá no necesitamos usar todos los grados del giro. Pero los toreros forzamos la cabeza, el cuello, el mentón... Voy notando mejoría. Estaré al 70% ahora mismo. Poco a poco.
-¿Y su día a día? Ha vuelto a los ruedos en apenas cuatro meses cuando todos daban su temporada por perdida.
-Sigo yendo a rehabilitación casi a diario, siempre que no me coincida con corridas o tentaderos. Así es como voy avanzando. Además de la limitación de movilidad, tengo algunas molestias. Sobrecarga y dolores puntuales, principalmente, pero lo voy soportando. He demostrado que puedo torear, a pesar de todo. Eso es algo que me da mucha moral. También me hace creer más en mí. Si después de todo lo que ha pasado y de no estar al 100%, he reaparecido así, pienso en lo que seré capaz la próxima temporada.
-¿Está mal visto que un torero reconozca que una cornada o una lesión le duele, que sufre?
-Yo sí me quejo (ríe). Sobre todo en rehabilitación cuando me doblan el cuello para un lado. El secreto realmente consiste en la ilusión que sentimos por recuperarnos y salir adelante. El dolor es igual para todos. La vocación y la afición que sentimos por nuestra profesión es también lo que nos hace superar cosas que ni nosotros mismos pensábamos que las podíamos superar tan rápido. Al menos, hablo de mi caso.
-¿Es consciente de lo cerca que estuvo de morir o de quedar postrado de por vida si la médula llega a quedar afectada?
-Soy consciente de que he tenido mucha suerte de poder contarlo. Le doy gracias a Dios porque me ha brindado una nueva oportunidad de vida. Y también porque, dentro de un tiempo, bastante todavía, no tendré ninguna secuela. Volver a torear sin ninguna consecuencia física ni psíquica lo considero un auténtico regalo de Dios. Ahora lo valoro todo mucho más. Le doy más importancia a lo que mis compañeros y yo realizamos delante del toro.
-El toro de la cogida se lo brindó usted a Iván Fandiño, compañero muerto de una cornada en 2017. Parecía, desde el principio, un oscuro presagio.
-Lo hice en recuerdo de aquel Domingo de Ramos cuando Iván también se encerró con seis toros en Las Ventas. Por mi parte, anunciarme en solitario en Madrid no fue un acto de rebeldía contra el sistema ni nada de eso, como creo que fue su caso. Lo mío se trataba de una ilusión que yo tenía desde niño. Pero, después de todo lo que ha pasado, valoro mucho más aquella apuesta de Fandiño.
-Después de llevarle a la enfermería de Las Ventas, la corrida prosiguió y salieron toros buenos, de triunfo. ¿Le llevaron los demonios de la rabia?
-No he querido ver la corrida repetida. Lo enfoco como algo pasado y no pienso más en ello. Me contaron que, después de mi cogida, varios toros, sirvieron, pero mi mente está en tirar hacia delante y en el futuro. Soy plenamente consciente de que el toreo es así. En este guion hay espacio para la el triunfo, el fracaso, la tragedia... El año pasado (en referencia a la temporada 2021), tuve la suerte de tocar la gloria en Madrid y abrir la Puerta Grande dos tardes consecutivas. Eso es el summum que he vivido como torero. Por eso también, de algún modo, estaba esperando la otra parte del guion, la del percance. Dentro de todo, se ha quedado en un susto muy grande y en una lesión grave que estoy siendo capaz de superar. Y nada más. En el toreo hay que exponer y arriesgar. No hay otra.
-¿Cómo recuerda su reaparición en Almería donde cortó tres orejas?
-Fue de los días más emocionantes que he vivido. Después de pasar tantos meses con un corsé sin poder moverme, el volver a verme en un patio de cuadrillas fue una sensación nueva para mí... parecía un novillero sin caballos que iba a debutar. Un renacer.
-¿Y cómo ha sido seguir el devenir de la temporada desde la barrera?
-Te vas adaptando. Al principio, lo llevaba mal y no me apetecía ver nada. Pero, con el paso de las semanas, me fui conectando a las ferias y seguía a mis compañeros por televisión. Además, casi todos han tenido el detalle de acordarse de mí y de brindarme toros. Eso me ha dado mucha moral.
-Después de todo lo que ha pasado, ¿le queda algún tipo de fantasma?
-Ni amargura ni rencor. Lo que me ha pasado es de torero. Los toros cogen y me ha tocado. Y, si no es ahora, estoy seguro de que volveré a vivir la parte grande de esta profesión. Es una cuestión de paciencia.
-¿Como afronta este tramo final de la temporada?
-Me quedan cinco o seis corridas. Lógicamente, en lo que queda de año, no voy a ir a ninguna plaza de primera porque considero que debería estar al 100% para anunciarme en esos sitios. Tengo que ir recuperando la movilidad del cuello para regresar a las ferias de primer nivel. Mientras tanto, las plazas de segunda y tercera me están ayudando a coger sitio y confianza.
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