“Los menores extranjeros son el futuro de la sociedad, de lo que seremos”
Entrevista a Francisco Fernández Marugán y Jesús Maeztu | Defensores del pueblo
Los defensores del pueblo reivindican mejoras en la atención a los niños que llegan solos a España
“Cuando una sociedad cierra sus fronteras se muere”, advierten
Los defensores del pueblo llevan años reclamando mejoras en la atención a los menores extranjeros no acompañados que llegan a España, fundamentalmente a través de la costa andaluza. Hace dos semanas decidieron dedicar su reunión anual a esta materia, aprobando en Tarifa una declaración en defensa de los niños y niñas “más vulnerables”. El defensor nacional, Francisco Fernández Marugán, y el andaluz, Jesús Maeztu, repasan en esta entrevista (hecha durante su visita a Tarifa) cuáles son los principales obstáculos que el Estado y la sociedad ponen a estos menores.
–Una de sus grandes reivindicaciones es que los menores no acompañados sean tratados como niños, no como extranjeros. ¿Se está dejando en segundo término su minoría de edad?
Francisco Fernández Marugán:
–De los que vienen tratamos de proteger a dos colectivos: los niños y las mujeres. Son colectivos vulnerables y lo que decimos es que no se puede adoptar un criterio con estas personas que las equipare a otros inmigrantes irregulares. A estos se les puede expulsar, un estado tiene derecho a defender su territorio y su población, pero a las mujeres y los niños hay que darles otro trato. Y especialmente hay que utilizar un sistema más comprensivo con los niños, en el que prime siempre el interés superior del menor.
–Y que el menor sea equiparado al nacional en situación de desprotección.
Fernández Marugán:
–En nuestra sociedad los niños tienen la protección de la sociedad en su conjunto, los que vienen de fuera no. Las sociedades de las que vienen se han olvidado de ellos, a lo mejor sus padres también e incluso puede que lleguen de la mano de alguien que no es su familia. A nosotros nos toca cubrir esas carencias y tratar de darle un nivel de protección similar al que tienen los españoles.
Jesús Maeztu:
–Estamos en un momento en el que la perspectiva ha cambiado, se impone el interés superior del menor. Hasta ahora en la frontera no miraban al niño, miraban a la madre o al acompañante, el niño no era siquiera persona. Se avanza y ya se ve como persona, pero ahora decimos que es inmigrante. ¿Extranjero? No, es un niño. No hay que ponerle apellidos, es un menor, eso es un avance. Y es una manera de entender que ese niño es el futuro de la sociedad, de lo que seremos más adelante.
–Parece que aún queda mucho camino por recorrer para que se generalice ese punto de vista.
Fernández Marugán:
–Las cosas buenas de la sociedad no se consiguen de la noche a la mañana. Las sociedades hay que estar perfeccionándolas todos los días, continuamente. ¿Cuánto falta? No lo sé. Me gustaría vivir en el momento en el que alguien dijera que no hay que luchar por más igualdad y justicia, pero ese momento no llegará. Las cosas que las familias españolas hacen por sus hijos son de una solidaridad y una humanidad que hace 40 años no se daba y queremos que ocurran también para esos niños que llegan aquí. Los niños son el ser más querido y protegido de la sociedad española.
– También plantean que hay que abordar cambios en la aplicación de la legislación de extranjería.
Maeztu:
–Ahora se está viendo que la Ley de Extranjería entra en contradicción con el resto de las leyes de protección al menor. Mientras el niño no se ha tenido en cuenta se ha estado aplicando la Ley de Extranjería al adulto y por ende también al menor. Pero ahora, cuando el niño adquiere carta de titularidad propia y se habla del interés del menor, de la convención del niño, un reglamento choca con el otro. Los defensores pedimos que se adapte la Ley de Extranjería a la del menor. Hay que dar pasos de mejora y las leyes tienen que ir cambiando conforme los criterios básicos van cambiando.
– Han denunciado en numerosas ocasiones la criminalización de estos menores y del resto de la población inmigrante. ¿Les preocupa la expansión de los planteamientos xenófobos?
Fernández Marugán:
–Esta sociedad tiene entre 5 y 6 millones de ciudadanos extranjeros a los que trata razonablemente bien. Alguna vez alguno se va del pico, pero no aprecio ese tipo de actitudes por una razón muy sencilla: los extranjeros son necesarios. En España no nacen niños y nosotros necesitamos población para seguir manteniendo nuestro nivel de desarrollo. Esa población viene del exterior. Lo que hay que hacer es conseguir que esas personas que vienen de fuera sean tratadas al mismo nivel y tengan acceso al mismo conjunto de bienes que el resto de los españoles. El día que consigamos hacer eso lo habremos hecho bastante bien.
Maeztu:
–Añado: imagínese un pueblo que va envejeciendo y cierra las puertas, llegará un momento en que muere en sí mismo. Cuando una sociedad cierra fronteras se muere. Es una oportunidad tener gente que quiere venir, si no tendríamos que cazarla a lazo. Los economistas más sensibles hablan de que las políticas de acogida no son un gasto del estado de bienestar, sino una inversión. Una inversión porque la sociedad va a ser más rica, tendrá una base mayor. Nuestra base poblacional es pequeña, y eso significa pobreza. Es una ceguera contemplar el hecho del otro, del extranjero, pensando en términos de carga más que en los beneficios que tiene (y eso sin entrar en cuestiones éticas). Todos somos de ida y vuelta, cuando se tiene esta mentalidad abierta la sociedad crece y se desarrolla. Estos niños que vienen, si les permitimos desarrollar una vida, van a dar el ciento por uno de lo que se le dé.
– Sin embargo parece que en muchas ocasiones ni siquiera las propias administraciones se plantean la llegada de los menores en esos términos. Cuando hubo que acordar un sistema de reparto de los niños ante la saturación de los centros en algunas zonas se ofrecieron muy pocas plazas por parte de otras comunidades.
Fernández Marugán:
–Los que toman las decisiones toman decisiones políticas y recuerdo un profesor que decía que la política es machacar. Estos días he recordado a la diputada María del Mar Julios, de Coalición Canaria, que durante la crisis de los cayucos pedía puesta en pie en el Congreso al resto de grupos que hicieran un esfuerzo por lograr que todas las comunidades hicieran un ejercicio de solidaridad y ayudaran a que esos niños se fueran instalando de una manera tolerante en el seno de la sociedad española. Eso no se ha conseguido todavía, pero eso no quiere decir que no haya que luchar. Hay que seguir luchando. Nosotros hemos venido aquí (a Tarifa) con todos los defensores del pueblo de España y hemos dicho hay que pensar que lo que ocurrió el año pasado (cuando los centros de acogida se vieron desbordados) no debería ocurrir con la intensidad con la que pasó.
– En el caso de Andalucía, la acogida de los menores no acompañados se ha ido derivando a centros de gestión privada. ¿Están de acuerdo con ese sistema?
Fernández Marugán:
–Lo que haya de colaboración público privada si está bien diseñado puede funcionar perfectamente. Me parece bien que las comunidades a la hora de establecer criterios de organización adopten medidas de economía de mercado pero siempre que se respeten los derechos de los niños.
Maeztu:
–Sería imposible atenderlos sin la gestión privada. Ha habido muchas complicaciones para instalar estos centros de menores, presión social, se unen una cierta reticencia en determinados ambientes, un populismo que critica al pobre, al extranjero, al diferente. Hay entidades que los gestionan muy bien, pero la administración mantiene la responsabilidad de controlar e inspeccionar que se haga conforme los criterios de calidad que la administración tiene que cumplir.
–Tras el paso por los centros llega un grave problema para aquellos que cumplen la mayoría de edad y se ven desamparados, cada vez en mayor número. ¿Cómo abordar esa situación?
Maeztu:
–Cuando llegan niños con 17 años no tenemos tiempo, tal y como está la legislación, para regularizar su situación y conseguir que tengan documentación y permiso de trabajo. Hay algunas becas para el año después de cumplir los 18, pero son pocas. Al día siguiente de cumplir la mayoría de edad están en la calle y es duro, yo tengo conciencia de algunos que están en la prostitución porque tienen que comer.
–¿Qué hay que cambiar entonces?
Maeztu:
–Para mí hay dos cuestiones fundamentales: una, respetar el flujo migratorio del menor, su recorrido, que este sea solidario, ordenado y no en manos de la mafia. Como es normal, querrán ir donde hay más oportunidades. Y me pongo ahora en la edad de 15 años. En esa edad hay tiempo de tener la documentación en regla y tener un proceso de inserción laboral. Y ya con 16 años es edad laboral, a esa edad tienen que tener permiso de residencia y permiso de trabajo y esos dos tienen que estar unidos. Ya hay centros trabajando en esa línea de inserción laboral para que tengan armas con las que enfrentarse después a su realidad. Otros centros están facilitando una habitación para los jóvenes con una renta mínima. La atención a los ex tutelados forma parte de reconocer que nosotros no terminamos con los niños a los 18. En los nativos tenemos un cuidado de manutención obligado hasta los 26, ¿porque lo limitamos a los 18 justo al que tiene menos?
– En cuanto a la situación de niñas y mujeres, ¿sospechan de un aumento de casos de trata?
Maeztu:
–En lo que respecta a la trata pasé los primeros años de mandato escuchando testimonios muy trágicos, hay veces que se da incluso la interrupción voluntaria del embarazo porque han sido violadas por las mafias para poder pasar.
Fernández Marugán:
–También hay mujeres a las que les dicen que si vienen embarazadas acceden con más facilidad. Las estrategias migratorias son más numerosas en el mundo de los hombres que en el de las mujeres, llegan más hombres que mujeres por la dureza del recorrido. Me atrevería a decir que la valla de Melilla la han saltado 3 o 4 chicas jóvenes de Camerún. El mundo del que se pone a andar en Camerún es un mundo muy complicado y cada cual hace adaptación al terreno. Los recorridos migratorios son más sencillos para los hombres que para las mujeres.
Maeztu:
–Un joven nos contaba que su madre lo vendió, cuando no tenía el cariño de nadie empezó a andar y ahí se encontró el conjunto de todos los males sin bien alguno. Ante eso ¿cómo se puede vivir cerrando puertas? ¿Cómo puede ocurrir que un alcalde diga que ha conseguido que no vengan los niños que nos van a robar y la gente se lo crea? Si conocieran esa historia creo que actuarían de otra manera. Mientras queda el asco al pobre, la aporofobia. En el momento en que hubiera cercanía se solucionaba.
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