"En ningún otro territorio se da tal concentración de mitos como en el Estrecho"
ENTREVISTA | JOSÉ JUAN YBORRA Y ENRIQUE MARTÍNEZ
José Juan Yborra y su antiguo alumno en la UNED, Enrique Martínez, son autores en comandita de 'Los mitos del fin de un mundo', una investigación que Europa Sur irá publicando semanalmente a partir del 28 de octubre
El Estrecho de Gibraltar en la mitología clásica y en la leyenda
Las Columnas de Hércules y la leyenda griega del límite del mundo en el Estrecho de Gibraltar
José Juan Yborra, profesor, investigador, poeta y columnista de Europa Sur, ha sentido una inveterada atracción por los mitos clásicos. Sus ojos aún centellean al recodar una enciclopedia que había en la casa familiar, ilustrada y a todo color, sobre los héroes clásicos. Quedó fascinado. “Tenían una fuerza telúrica tremenda”, afirma.
Su amor por la poesía también nació a raíz de los mitos. "Bien temprano en la vida, antes que leyeses versos algunos, cayó en tus manos un libro de mitología (…) Cualquier aspiración que haya en ti hacia la poesía, aquellos mitos helénicos fueron quienes la provocaron y la orientaron", escribió Luis Cernuda en el inmortal Ocnos.
En los últimos tiempos, Yborra ha emprendido la titánica tarea de investigar y recopilar 50 mitos engendrados en el entorno del Estrecho de Gibraltar. Él, que nació en Alicante pero tiene el corazón en Algeciras, los llama "mitos autóctonos". Para ilustrar cada episodio ha contado con la ayuda de un antiguo alumno de la UNED, Enrique Martínez, quien a través de obras al óleo, ha traducido a imágenes la imaginación del maestro.
Europa Sur publicará semanalmente, a partir del sábado 28 de octubre, un nuevo capítulo de esta hermosa obra, titulada 'Los mitos del fin de un mundo'.
-Cuénteme en qué consiste esta investigación que ahora ocupa buena parte de su tiempo.
-Aprovechando la jubilación, he escrito 50 capítulos que trascienden la visión académica que se ha dado de los mitos. La visión de Enrique y mía es desde el otro costado, casi desmitificadora. De hecho, el último episodio se titula 'La caída de los dioses'. En esta zona nuestra, se crean una serie de mitos: el mito del Occidente, el mito del espacio extremo, el mito del lugar de los muertos... Es un lugar alejado, complejo, pero atrayente. Todos los dioses y héroes quieren venir aquí. Es un lugar lleno de prohibiciones: no se puede cruzar, hay unos guardianes que impiden el paso... Sin embargo, detrás de toda prohibición hay algún individuo que intenta superarla y transgredirla.
-¿Las civilizaciones clásicas, particularmente la helénica, se encargaron de crear iconos y leyendas para defender unos intereses económicos, comerciales y políticos?
-En este territorio se puede explicar a la perfección la naturaleza y la condición del mito, el cual siempre está al servicio de una comunidad y una cultura que los utiliza para intereses poco míticos y más bien espurios. Aquí, de hecho, había una serie de mitos autóctonos con todos los componentes de la cultura tartésica: Crisaor, Briareo, Habis... La mayoría son desconocidos actualmente. Las sucesivas colonizaciones orientales, principalmente la griega, tuvieron un especial interés por culturizar todo lo que se había dado en la zona antes de su llegada. Esa colonización ha implicado la creación de una imagen casi monstruosa de aquellos mitos primitivos, como si mostraran las actitudes más primigenias del ser humano.
-Póngame algún ejemplo.
-El modelo más claro lo tenemos en Hércules, que ni siquiera era Heracles, sino Melkart. Nace de una divinidad mesopotámica y después fenicia para terminar como colonizador supremo de los griegos. Hércules llega al Estrecho para realizar tres de los grandes trabajos, a poner orden, a modernizar, en definitiva, esa cultura primitiva y de seres monstruosos. Hércules, convertido en un ser apuesto, viril y heroico, nos deja a todos sorprendidos por su astucia. Muy pocas veces emplea la fuerza. A Hércules lo tenemos ahora en los escudos de Andalucía, Cádiz, diputaciones de todo tipo... hasta ese punto hemos asumido la visión griega cuando, en realidad, lo que hicieron fue arrasar y aniquilar una cultura autóctona.
-¿Qué otros mitos nos robaron los griegos?
-Poseidón también era un dios autóctono que después los griegos hacen suyo. Curiosamente, en su primera versión, nada tenía que ver con el mar: era un dios de la tierra. Realmente, la talasocracia griega se basa en una talasofobia. El mar les produce miedo, por eso necesitan crear un mito y a Poseidón lo descatalogan como dios de la tierra. Aunque suene mal, lo travisten en un dios marino. Y Medusa, que originariamente era el mito de una mujer atractiva, inteligente y brillante, nos ha llegado convertida en una mujer perversa, infame y despiadada. Ésa es la visión que los griegos nos han transmitido. ¡Yo estoy aprendiendo muchísimo! De Medusa, por ejemplo, yo tenía la idea del cuadro de Caravaggio porque los mitos no se pueden entender sin las imágenes. Esa relación de contenido con imagen se da en mitología y poco más.
-¿Algún héroe del Campo de Gibraltar y sus alrededores salió bien parado con la colonización de los antiguos griegos?
-Casi todos los mitos del Estrecho y el territorio de La Janda han sido maltratados, excepto uno: Pegaso, que huye de aquí y acaba convertido en el inspirador de las musas. El que emigra y llega al ámbito griego es bien considerado. Son posos que se van superponiendo y mezclando hasta crear una ceremonia de confusiones de lo más interesante. Por eso, con esta serie, Enrique y yo reivindicamos una región riquísima desde el punto de vista mitológico, con unos personajes autóctonos de lo más complejos. Y le digo otra cosa: en ningún otro territorio se ha dado tal concentración de mitos como en el Estrecho.
-¿Esa condensación a qué se debe?
-El aluvión de colonizaciones y peregrinaciones desde Oriente que ha acumulado la zona del Estrecho se explica porque aquí encontraban lo que no había en el resto del Mediterráneo. Entre otras cosas, una enorme riqueza de metales: oro, plata, estaño, cobre... Esas culturas tenían la necesidad de llegar a este punto y hacerlo suyo. Detrás de la mitología siempre hay un ejercicio de propaganda y de colonización cultural.
-¿Realmente eran tan grotescos y monstruosos los personajes que protagonizaban los mitos del Estrecho?
-Para nada, del mismo modo que los mitos griegos tampoco eran tan ideales. Pero, al final, como le he dicho, todos los personajes griegos tenían que pasar por la zona del actual Campo de Gibraltar. A veces, por un castigo, en otros casos para superar una prueba... La Titanomaquia, la lucha que libraron los dioses Olímpicos contra los Titanes, tuvo lugar aquí, en los bosques tartésicos. ¡Casi todo arranca aquí! Es el origen y el final. No olvide que el Mediterráneo se abría aquí a un océano que despertaba todas las angustias. ¿Qué pensaría un marinero fenicio al verlo? Incluso existía un mar interior, la laguna de La Janda, que era el lago más extenso de toda la Península Ibérica, rodeado de unos bosques maravillosos, esos de la Titanomaquia. El espacio, una geografía tan atrayente como la nuestra, adquirió un componente mítico.
-¿Los sitios "centrales", desde un punto de vista geográfico, son menos interesantes?
-No hay color. El interés siempre está en la periferia, en el extremo de los extremos. Vivimos en una cultura absolutamente ciudadana donde no existe el día ni la noche, ni prácticamente las estaciones del año porque vivimos protegidos por un techo. No sabemos ni por dónde se pone el sol. Sin embargo, cuando se vive en mitad del campo, sin nada, la salida del sol y de la luna, por ejemplo, es un elemento decisivo. Al igual que el crepúsculo. El valor simbólico que tenía la puesta de sol o el amanecer es crucial. Y nosotros vivimos en el extremo occidental de aquel mundo, de aquella civilización. Éste era el lugar de la muerte, del ocaso, del fin. Y el fin siempre leva al principio. El destino siempre es volver. Todas las iglesias tienen un cabecera mirando hacia el oriente, es decir, hacia la salida del sol. Esos muertos enterrados en las tumbas antropomorfas de la zona están todos mirando hacia el este.
-La enseñanza es una donación constante, decía Modigliani. Lo que usted va a entregar a los lectores de Europa Sur cada sábado es un regalo, además de muchas horas de estudio e investigación.
-No pretendo que esta serie sea una parrafada teórica, por eso he procurado aportar una visión poética, evocadora, sugerente... He intentado escarbar en cada personaje, de una forma absolutamente subjetiva, hasta descubrir qué había detrás de tantas capas y posos de impostura. La mitología no cuenta la verdad. Rembrandt, Tiziano o Goya, por ejemplo, velaron un original. Y esas obras son las que han llegado a nuestro imaginario. Nos hemos quedado con la imagen de Saturno devorando a sus hijos, ¿pero qué hay detrás de Cronos?
-Ahora entiendo mejor que, para lograr plasmar lo que usted quería, necesitaba la ayuda de un pintor. Y recurrió a su antiguo alumno, Enrique Martínez, que actualmente está a punto de acabar la carrera de Historia.
-Sólo le falta el Trabajo Fin de Grado sobre las cuevas prehistóricas que hay en la comarca. Le estoy echando una mano.
-Cuénteme, Enrique, ¿cómo ha plasmado sobre un lienzo aquellos mitos autóctonos que los griegos transformaron en monstruos?
-Efectivamente, los griegos pusieron un filtro a los viejos mitos, como se hace ahora con las redes sociales. A los mitos del Estrecho le añadieron un filtro monstruoso: a Gárgoris lo dotaron de dos cuerpos, Crisaor era un gigante, el perro Ortro tenía dos cabezas... Lo grotesco y lo bárbaro frente a la inteligencia y el heroísmo de, por ejemplo, Hércules. Yo quería, a través de mi pintura, hacerle justicia a los mitos de esta zona, empatizar con ellos y darle un toque más humano.
(Añade José Juan Yborra que, curiosamente, el gigante Briareo, que tenía cincuenta cabezas y cien brazos, aparecía citado en el Quijote, en el capítulo de los molinos de viento).
-Una última pregunta: ¿por qué han elegido este título para englobar sus 50 capítulos?
-(Responde Yborra). Al principio, pensamos un título muy rimbombante: 'Los mitos del fin del mundo'. Pero estábamos cayendo en la trampa de los griegos. Esto representaba el fin del mundo para ellos y las demás culturas orientales. Al contrario, para los que vivían aquí, esto no era el fin del mundo. ¡Éste era su mundo! Así que cambiamos el título y lo llamamos: 'Los mitos del fin de... un mundo'.
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