El coronabrexit no existe
Crisis del coronavirus | Gibraltar
Los trabajadores españoles acceden a Gibraltar con absoluta normalidad
Los numerosos bulos que circularon el domingo generaron una injustificada ansiedad
El cierre de bares y restaurantes diezma el número de empleados transfronterizos
El tránsito por la frontera se minimiza en el primer día laborable tras el Estado de Alarma
Los trabajadores españoles en Gibraltar, la aplastante mayoría de ellos linenses o residentes en La Línea, han encontrado más problemas en los bulos que circulaban por las redes sociales, algunos con apariencia de noticias de prensa [las denominadas fake news] que a la hora de la verdad. Todos los que mantienen su relación laboral han podido incorporarse a sus puestos de trabajo en la colonia británica este lunes, el primero de los días laborales después de que el sábado el Gobierno de España decretara el Estado de Alarma como medida para frenar la expansión del Covid-19 (coronavirus). El temido Brexit ha pasado no a un segundo plano, es que parece que ni siquiera esté sucediendo ni que las medidas más duras estén por venir.
Durante el fin de semana las principales redes sociales vieron circular por ellas supuestas informaciones, algunas con apariencia de noticias de medios de la comarca e incluso de alcance nacional, que advertían de que los españoles en general solo podían acceder desde este lunes a Gibraltar si presentaban un contrato de trabajo en el Peñón que le sería solicitado por la Policía Nacional en el puesto fronterizo.
Esas mismas supuestas informaciones afirmaban que los gibraltareños residentes en España no podían entrar a la Roca y que los ciudadanos del Peñón que cruzasen la Verja no podrían regresar a sus domicilios. Todo bulos. De hecho, el Gobierno de Gibraltar recomendó a sus ciudadanos que limitasen las salidas, pero en momento alguno habló de prohibición.
La posibilidad de necesitar un contrato para poder llegar hasta su puesto de trabajo desató una profunda preocupación entre los empleados transfronterizos. Muchos de ellos [sucedería igual si se solicitase en España para poder circular hasta el puesto de trabajo dentro del territorio nacional] desconocen dónde tienen ese documento o no pueden localizarlo por infinitas causas. Y otras [son casi todas mujeres] trabajan por horas como limpiadoras o cuidadoras en domicilio, y, sencillamente, no tienen contrato alguno.
El bulo alcanzó tal impacto que varias empresas de la Roca habían contactado con sus empleados a través de los servicios de mensajería para brindarles la posibilidad de que uno de sus responsables acudiese a primera hora de la mañana [bastante antes de lo previsto para iniciar la jornada laboral] a la Verja para entregarles copias de esos contratos por si les eran requeridos.
Bien avanzada la noche del domingo la Asociación de Trabajadores Españoles en Gibraltar (Astecg) confirmó que no existían esas limitaciones, después de que así lo constatasen incluso los responsables de la Policía de ambos lados de la frontera.
“De todas formas y por lo que pueda pasar, no estaría de más que pasaseis por las oficinas y lo recogierais, por lo que pueda pasar más adelante”, se leía en uno de los comunicados que una conocida compañía gibraltareña hizo llegar a sus empleados un par de horas más tardes. Y es que el miedo persiste.
A pesar de todo este lunes los alrededores de la aduana estaban activos antes que cualquier otro lunes, lo que contrasta con la drástica disminución de personas que transitó por ella durante la mañana. Los trabajadores transfronterizos no son ajenos a la incertidumbre con la que los ciudadanos afrontan esta cuarentena. Más bien, todo lo contrario. Su caso es especialmente particular: no están sujetos a las decisiones de un Gobierno, sino de dos.
Precisamente la determinación del ejecutivo de Fabian Picardo este domingo de ordenar el cierre de todos los centros de ocio (bares, restaurantes, clubes…) ha disminuido de forma notable el trasiego de ciudadanos por la frontera. Los clientes no tiene dónde acudir y además que son muchísimos los españoles, especialmente linenses, que desempeñan sus tareas en ese sector y que, como tantos otros, se han visto abocados a un paro forzoso. Las consecuencias económicas de este medida es, como sucede en España, otro de los asuntos que está por resolver. El Covid-19 no entiende de fronteras.
“Lo que hay son más tuppers que nunca”, detalla, tratando de mantener el estado de ánimo, Jacinto, que de momento sigue a vueltas con su labor de pintura en un edificio. “Normalmente todos nos traemos nuestro almuerzo, pero si se te olvida o a media mañana paras para un café ya no tienes donde ir. Ahora ni eso”.
“Comer hemos comido todos juntos, como siempre, al final venimos y vamos en el mismo coche, lo que tenga que pasar, pasará”, agrega.
“Lo que más me ha llamado la atención es que nos han dicho que no podíamos entrar en Gibraltar más de uno en un coche”, explica Ana, cuidadora de ancianos, que llega desde San Roque junto a otras tres compañeras. “Nos hemos bajado, hemos cruzado la frontera a pie y después hemos cogido un taxi”.
“La única diferencia con el resto de los días es que los policías que me esperaban llevaban máscaras y guantes”, sentencia Jorge, trabajador vinculado al mundo de la construcción. “He dado los buenos días, he enseñado el carnet y he pasado, como cualquier lunes”.
“Eso sí, se ven las callas más vacías y la gente, que lleva mascarillas, está como muy triste”, añade. “Hay mucho miedo, los llanitos te preguntan cómo está la cosa en España y la mayoría no quiere ir para allá o como mucho, salir para comprar en el Mercadona o en el Pryca y volver”.
“Es curioso, llevamos meses asustados con el Brexit porque podíamos perder los puestos de trabajo y ahora nadie habla de eso, es como si se todo el mundo se hubiese olvidado de ese asunto”, reflexiona Javier, que coordina la venta en una tienda de alimentos. “Ahora solo importa no coger el coronavirus y poder venir a trabajar”.
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