"Incorporarnos a otro espacio cultural y legal como España sería una renuncia, un artificio"
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Gibraltar/E-poesía y banca, difícil binomio.
-Hasta hace dos años. Durante más de veinte años trabajé para el Credit Suisse. Eso cumplió su función y cerré capítulo. Fue un trabajo que me permitió viajar mucho, particularmente a Latinoamérica. Pude comprender la realidad depaíses como Colombia, Argentina, Brasil...
-Muchos de ellos con dictaduras al frente en esa época.
-Yo llegué después, pero había mucha inestabilidad en todos. Se me abrió una ventana que satisfizo mi apetito literario. Pude conocer a gente como Rafael Cadenas, Ernesto Cardenal, Jorge Urrutia... También Marruecos ha sido fundamental en mi vida, gracias Mohamed Chukri, traductor y poeta. Él me ofreció una visión distinta del mundo árabe. Ahora estoy en una etapa en la que quiero construir sobre los cimientos que ya poseo.
-Tras ese periplo, ¿cuáles son sus referentes personales?
-Tengo muchos hilos y estoy tejiendo mi propia obra con las aportaciones de muchas personas.
-¿Se siente deudor de ellas?
-En cierta manera, sí. Autores como Adonis, Gamoneda o Cadenas me han aportado mucho y son sin duda referentes.
-¿Y personas del Campo de Gibraltar? Por ejemplo, Juan Gómez Macías.
-Tengo un proyecto con él, un libro que se llama Mediodía del cantor. Yo me voy a expresar a través de la poesía y él, con la pintura. Otro pintor con el que tengo una relación estrecha es el tarifeño Antonio Rojas. La plástica es un terreno que no domino, pero donde me proyecto. Ese cuadro de ahí es de Ben Yessef, un gran pintor marroquí afincado en Sevilla, que ilustró mi primer libro en 1992. Nos presentó Juanjo Téllez.
-Tiene un círculo muy selecto de amigos artistas.
-Sí, pero no me gusta eso de integrarme en ningún circuito. Me basta con un puñado de personas. Dentro de unos días voy a Grecia a ver a uno de ellos, Rami Saari, un escritor israelí muy reconocido que vive allí. Le he visto un par de veces, pero tenemos mucha afinidad. El Mediterráneo es un espacio que debemos cultivar y que en los últimos años se ha complicado de manera desastrosa. Hay que crear puntos de encuentro.
-El Brexit es un gran obstáculo.
-Habrá que ver el impacto que tiene, cómo se redefine. Estoy a la espera. Me he retraído a un mundo donde no ejerzo.
-Hay mucha inquietud al respecto.
-Pero el día a día, de momento, sigue igual. A lo largo del último siglo hemos visto situaciones de mucha complejidad de las que hemos salido. El mundo no es estático. Es obvio que va a haber muchas implicaciones en el entorno en el que vivimos, pero habrá que sacarle partido y corregir algunas cosas. El resultado del referéndum quizá no nos hubiera sorprendido si hubiésemos hecho nuestros deberes a nivel político. Más allá de eso, el ruido político no me interesa.
-¿Sin miedo al cambio?
-La UE se diseñó hace 60 años y es una realidad que no ha permanecido estática. Personalmente, en lo que a mí se refiere, no creo en las barreras. Tengo que ir borrándolas para crear puentes.
-Usted se siente gibraltareño pata negra.
-Soy lo que soy. Administrativamente soy británico, lo cual es muy práctico porque tengo acceso al mundo. Lo que yo soy... (pausa).
-¿No tiene que ver con un pasaporte?
-Quitemos las etiquetas. Mi principio se basa en un respeto incondicional hacia el otro. Soy gibraltareño y eso es lo que hay, pero ¿qué significa eso?
-Es un accidente.
-No, no, es una realidad muy importante sobre la que he construido mi vida. Haber nacido en Gibraltar me posiciona de otra manera. Si hubiese nacido en La Línea, mi visión del mundo sería muy distinta. No quiero que se me entienda desde una perspectiva política porque mi discurso no lo es, es cultural y humano.
-Se lo preguntaba porque estamos rodeados de banderas y de discursos nacionalistas, en Gibraltar y en España. O en Cataluña.
-Hay una palabra que es peligrosa porque es manipulable: identidad. Cuando uno intenta definir la identidad de cada cual se empieza a encasillar a la gente, a crear barreras y a polarizar: eres o no eres, estás dentro o fuera.
-Porque la identidad se formula respecto a los otros.
-Claro. Yo siempre he pensado que, en la medida que se pueda, hay que despejar el mundo de barreras.
-¿Usted quitaría la Verja?
-No porque... (pausa).
-¿En qué quedamos entonces?
-(Pausa) Hay que ser prácticos. ¿Dejamos de ser los gibraltareños lo que somos? Yo no quiero dejar de ser lo que soy, no quiero perder lo que tengo. Sumarnos a otro espacio legal, cultural y físico como España supondría una renuncia. Y es también riqueza, las cosas son como son. Hay que tener una visión constructiva a partir de lo que hay. Montarnos otra cosa sería un artificio.
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