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"Cuando toreo, quien peor lo lleva es mi abuela"

MIGUEL ÁNGEL PACHECO, TORERO I ENTREVISTA

Es el único matador de toros en activo nacido en el Campo de Gibraltar

Acaba de cumplir 25 años, vive con sus padres en El Zabal y sueña con ganarse la vida en los ruedos mientras trabaja temporalmente en una empresa de mudanzas

El torero Miguel Ángel Pacheco en el Museo Cruz Herrera / Jorge Del Águila

La novia del torero, del pintor linense José Cruz Herrera, se expone desde hace unos meses en el museo que lleva su nombre estremeciendo a todo aquel que pasa por delante. La desgarradora escena, con toda su tragedia a cuestas, parece sacada del último acto de la ópera Carmen de Bizet. C'est la fête du courage, c'est la fête des gens de coeuer, cantaba Escamillo.

Miguel Ángel Pacheco (La Línea, 1997) se detiene a contemplar la obra de su paisano Cruz Herrera. Es, actualmente, el único matador de toros en activo nacido en el Campo de Gibraltar, una responsabilidad que sobrelleva con prudencia. La papeleta no resulta fácil en los tiempos que corren. La última vez que se vistió de luces fue el 3 de octubre de 2021, cuando un toro de la ganadería de Hubert Yonnet le corneó el gemelo derecho durante un festejo celebrado en la plaza francesa de Saint Martin de Crau, a las puertas de la Provenza.

Miguel Ángel Pacheco, el único torero en activo nacido en el Campo de Gibraltar / Jorge del Águila

La fiesta de la gente de corazón

El linense presentaba "una herida abierta con dos trayectorias y pérdida de masa muscular del gemelo por ambas caras con afectación del soleo", según rezaba el parte médico. En la enfermería de Saint Martin de Crau hicieron poco: una cura de primeros auxilios y para casa. Con una venda rudimentaria presionándole la pierna, viajó en coche durante toda la noche, catorce horas de trayecto, hasta llegar a Algeciras, donde los médicos le indicaron que marchara a Sevilla para que le intervinieran quirúrgicamente. "Aquello se me hizo largo", rememora ahora Pacheco.

No ha vuelto a hacer el paseíllo desde entonces. La temporada de 2022 ha pasado en blanco. Sin embargo, continúa entrenando a diario como si lo fueran a anunciar mañana, una disciplina que compatibiliza con un trabajo temporal en una empresa de mudanzas. Acaba de cumplir 25 años y vive en la barriada de El Zabal, una de las más antiguas de La Línea, con sus padres.

Se aficionó viendo toros en el antiguo Arenal, antes de la reforma, junto a su abuelo. A los siete años, ingresó como alumno de la Escuela de Tauromaquia de Algeciras. Al poco, abrió sus puertas la Escuela Taurina Linense bajo la batuta de Juan Carlos Landrove y continuó allí su formación.

Pacheco ante un cuadro de Cruz Herrera en homenaje a Carlos Corbacho / Jorge del Águila

"Tiene cara de hambre"

Debutó con caballos en Valera de Abajo, provincia de Cuenca, la tarde del 4 de octubre de 2015. Aquel año toreó 30 festejos y fue finalista en el certamen de novilladas de Canal Sur, además de vencedor en bolsines de La Rioja, Navarra y la Almendra de Plata de Gor, en Granada. Hasta 2018, año de su alternativa, se placeó bastante como novillero y cogió oficio. Después, con la entrada al escalafón superior, la cosa se enfrió: el circuito está diseñado para unos pocos y resulta muy complicado meter cabeza.

En 2019 se ganó el respeto de una de las aficiones más exigentes de Francia: la de Vic-Fezensac, resultando el torero revelación de la feria ante un “barrabás” de Dolores Aguirre al que metió en el canasto con torería y valor seco.

"Tiene cara de hambre", dice sobre él un taurino viejo que lo acompaña. Viejo no por edad, sino porque lleva en esto de los toros toda la vida, desde que echó los dientes. "No te hablo de que le suenen las tripas; lo que te digo es que quiere llegar al precio que sea", matiza el aficionado. Miguel Ángel Pacheco no responde. Mira mucho y habla poco.

"Antes -prosigue el taurino-, en el Campo de Gibraltar teníamos varios toreros y novilleros que llevaban público a las plazas de la provincia. El último posiblemente fue Carlos Corbacho. Necesitamos, como sea, que la comarca tenga, de nuevo, un torero", clama el aficionado, ilusionado después de ver torear a Pacheco. "Éste -cuenta señalando al diestro linense- se ha tirado todo el verano entrenando solo en el Pinar del Rey a 40 grados. Lo que yo te digo: para hacer eso, hay que tener hambre", concluye.

Miguel Ángel Pacheco ante la obra "La novia del torero" de Cruz Herrera / Jorge del Águila

El festival del 28 de febrero

La ilusión ahora de Miguel Ángel Pacheco es poder torear en La Línea durante el festival del 28 de febrero a beneficio de la restauración de la Virgen de la Esperanza, la talla que salió ardiendo a finales de mayo durante un incendio en la Parroquia de San Bernardo. El empresario de El Arenal, Curro Duarte, parece que baraja su nombre para cerrar el cartel.

Después ya se verá. Volver a Francia, muy posiblemente, y abrirse camino con ganaderías duras hasta alcanzar la fuerza suficiente en los despachos como para poder mandar y elegir. Toro a toro.

Miguel Ángel Pacheco sigue observando La novia del torero. Una mujer morena con mantilla blanca y el rostro desencajado abandona precipitadamente la plaza de toros -probablemente la de La Línea- después de producirse una cogida en el ruedo. En la huida, arrastra un mantón por las escaleras del coso y, tras ella, su aya corre elevando los brazos. Los hombres, mientras, se agolpan de pie en el vomitorio para seguir la tragedia en la arena. Toreador, L'amour t'attend.

"Cuando toreo, quien peor lo lleva es mi abuela", declara finalmente Pacheco.

"La novia del torero" de José Cruz Herrera / Jorge del Águila

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