El Parque Natural del Estrecho, una zona privilegiada en la prehistoria del extremo sur peninsular
OBSERVATORIO DE LA TROCHA – NUESTRO ARTE PREHISTÓRICO
La cantidad de enclaves rupestres hace del lugar un punto referente para el patrimonio prehistórico
El litoral presenta un gran interés desde el punto de vista geológico por la singularidad de los flyschs
El Parque Natural del Estrecho constituye un escenario fascinante que invita al descubrimiento de un paisaje único. Situado en el extremo sur peninsular, en la provincia de Cádiz, dentro de los términos municipales de Tarifa y Algeciras, se extiende en una franja litoral aproximada de unos 60 kilómetros de largo. Además de continuar paralelo a la línea costera cuenta con una milla marina de mar dentro. El Parque cuenta con aproximadamente 18.900 hectáreas, siendo mar la mitad de las mismas. La posición geográfica del Parque Natural del Estrecho lo sitúa estratégicamente por su proximidad con el continente africano, propiciando un entramado de flujos y conexiones, entre los continentes europeos y africano, además del choque de dos masas de aguas tan diferentes como son el mar Mediterráneo y el océano Atlántico, siendo esta franja terrestre y marina en un espacio único desde la prehistoria hasta nuestros días. La variedad natural su situación geográfica estratégica contribuyó a la atracción histórica desde las primeras culturas mediterráneas y atlánticas. (Lámina 1).
Gran parte del Parque Natural del Estrecho se sitúa dentro del dominio geológico conocido como Arco de Gibraltar, formado por la unión de cadenas montañosas magrebíes y béticas, presentando ambas tres dominios homólogos y bien diferenciados: zonas internas, externas y de posición geográfica intermedia, que constituyen las unidades alóctonas de materiales flyschs, secuencias sedimentarias en las que se alternan materiales duros como areniscas y en ocasiones calizas, con materiales blandos como arcillas y margas originadas en zonas profundas del océano por corrientes de turbidez. Por lo tanto el litoral presenta un gran interés desde el punto de vista geológico, pues la singularidad de los materiales flyschs dentro de la geología peninsular y europea, además de estar unido al extraordinario valor científico de las formaciones sedimentarias pliocuaternarias y los procesos neotectónicos existentes, han permitido posicionar la zona como un lugar que destaca para el estudio de los procesos geológicos a escala mundial.
El potencial del Parque Natural del Estrecho y sus zonas aledañas fueron algo perturbador para el ser humano, su flora, su fauna, tanto terrestre como marina, sus posiciones estratégicas, toda esa visión de un inmenso mar interrumpida por tierra en la lejanía, o la simple visión de Gibraltar, promontorio rocoso que nace de la nada, y que se eleva majestuoso, destacando desde muchos kilómetros a la redonda. Todo eso despertó ese interés del ser humano primigenio por este maravilloso enclave, otorgándoselo como lugar de vida y evolución en el paso de los milenios. Dentro del Parque Natural del Estrecho se localizan varios yacimientos del Paleolítico Inferior y Medio, como los de Punta Camarinal, Paloma Baja, Punta Palomas, Realillo y Torre la Peña, todos ellos estudiados por el catedrático en prehistoria de la Universidad de Cádiz José Ramos Muñoz.
Avanzando cronológicamente, si pensamos en los descubrimientos de las últimas décadas, relacionados con el hombre de neandertal, destacaremos el yacimiento neandertal de las cuevas de Gibraltar, donde ya dejaron plasmadas varias representaciones pictóricas y grabadas. No podemos pasar por alto las representaciones de huellas en negativos aerografiadas de las cuevas de Palomas y Abejeras, que, aunque no se localizan dentro del término del Parque Natural del Estrecho, están situadas en zonas próximas. Aunque no se tienen unas dataciones directas sobre estas grafías de manos en negativo aerografiadas, y solo podemos comparar con las dataciones obtenidas por ejemplo en la cueva de Maltravieso (Cáceres), donde se han obtenidos unas dataciones obtenidas mediante la técnica del Uranio/Torio, aproximadas de unos 65.400 años B.P. (años antes del presente)
Estas dataciones se realizan sobre las concreciones calcíticas que se crean encima del pigmento, pudiéndose en este caso hacer una comparación crono estilística con las manos localizadas en el extremo sur peninsular, deduciendo con todo esto que el homo neanderthalensis campó a sus anchas por todo el extremo sur peninsular. Continuamos con la aparición del homo sapiens sapiens o como también se le conoce hombre anatómicamente moderno, es decir nuestro antepasado directo, con su recorrido en el espacio temporal de la prehistoria más reciente. Estaríamos hablando de la entrada del homo sapiens sapiens en la península Ibérica sobre los 45.000-40.000 B.P. (años antes del presente), con lo cual podemos barajar una horquilla aproximada desde su entrada por el norte de la península de unos 5.000 años hasta su aparición por el extremo sur peninsular, instalándose en esta cautivadora zona.
Es bien conocido la gran cantidad de enclaves rupestres que se ubican en el extremo sur peninsular, destacando la zona del Parque Natural del Estrecho por contener el mayor número de enclaves paleolíticos, sin ser de menor importancia los postpaleolíticos. Relacionamos a continuación los enclaves rupestres con grafías paleolíticas encontrados en la actualidad en la zona de la Sierra de la Plata, en pleno Parque Natural del Estrecho. El arte rupestre prehistórico se puede localizar en sus dos típicas formas de ser plasmado, nos referimos al grabado y a la pintura.
Empezamos con un enclave que destaca en la península ibérica, por estar al aire libre y contener un grupo de grabados principalmente de équidos, nos referimos a la cueva del Vencejo Moro, que recoge en sus paredes grabados de varios équidos y cervidos, además de agrupaciones de puntuaciones pintadas con pigmento de color rojo. Además cuenta con nuevos hallazgos de pinturas entre sus grabados presentados en el artículo Puntos, círculos y caballos: nueva evidencia de arte rupestre a través de métodos digitales basados en imágenes en la Cueva del Moro (Tarifa, España) (Lámina 2), firmado por Camilo Barcia García, Martí Mas Cornellà, Alfredo M. Maximiano Castillejo y Jesús F. Jordá Pardo, profesores y miembros del Dpto. de Prehistoria y Arqueología de la UNED.
Lo sensacional es que se han localizado allí recientemente unos círculos concéntricos pintados, contenidos dentro del conocido grabado de la yegua preñada, siendo parte de una posible decoración de la misma, en base a trazos lineales compuestos por puntuaciones.
El siguiente enclave que, con la peculiaridad de estar justo en el centro de la urbanización de Atlanterra, es la conocida Cueva de Atlanterra que cuenta entre sus paredes con una cierva pintada además de un prótomo (cabeza) de équido, y numerosos motivos postpaleolíticos esquemáticos que se reparte por todo el interior de la pequeña covacha. Continuamos con la Cueva del Realillo I donde se representó, aprovechando una pequeña oquedad, un équido, además de figuras esquemáticas de periodos posteriores. En la Cueva de la Jara I se localiza el prótomo de un ciervo con su gran cornamenta, además de un posible motivo de un cérvido trilineal, además de trazos, barras y puntuaciones repartidas por todo el interior, con una posible cronología paleolítica. En un nivel inferior del farallón rocoso se localiza la entrada de la Cueva de la Jara II, donde podemos localizar en una de sus paredes y muy mal conservado un motivo formado por una serie de trazos que describen un reticulado, con una posible cronología paleolítica. (Lámina 3).
Es evidente que la Sierra de la Plata, con su entorno, tuvo gran importancia en nuestro pasado prehistórico. El número de enclaves donde se representa en sus paredes arte prehistórico, denota el valor que la zona ofreció en momentos concretos del paleolítico superior. La proximidad a la costa y la abundancia de animales para la caza, principalmente en base a herbívoros, que se plasmaron en las representaciones que han llegado a nuestros días, como caballos y ciervos, manifiestan el interés económico que tuvo para el hombre primitivo. Esto nos lleva a pensar en líneas generales, que era sub-boreal la fauna representada por los grupos de cazadores-recolectores en las paredes de covachas o abrigos. En el caso que nos ocupa, la zona referida al Parque Natural del Estrecho y más concretamente la zona de la Sierra de la Plata, tuvo que ser un punto privilegiado para el hábitat de grandes herbívoros, como el caballo y el ciervo, claramente plasmados ambos en pinturas y grabados conservados en las paredes de las cavidades de la sierra.
Es evidente el potencial del uso de la zona por los grupos de cazadores recolectores y cronológicamente hablando, tal como ya hemos referido anteriormente y basándonos en inferencias crono estilísticas, las representaciones que se localizan en estos enclaves, son encuadrables dentro del estilo II-III de André Leroi-Gourhan, abarcando un momento situado al final del Gravetiense hasta un Magdaleniense inicial. Los paralelismos que se pueden establecer relacionando las técnicas aplicadas para su realización, temáticas y estilos, con diferentes zonas de la península ibérica, permiten establecer conexiones entre todas las zonas y sus enclaves.
Seguimos con los enclaves rupestres postpaleolíticos que se localizan en el Parque Natural del Estrecho, donde al igual que los enclaves paleolíticos, se sitúan en la Sierra de la Plata y zonas aledañas. Partimos hablando de que los mismos enclaves citados, Vencejo Moro, Jara, Atlanterra, y Realillo, fueron reutilizados con el paso de los años, por posteriores habitantes de la zona, llegando su uso prácticamente hasta las últimas etapas de la prehistoria.
Podemos hablar de muchos enclaves con motivos postpaleolíticos, que se diseminan principalmente por la zona del parque que está ubicada en el término municipal de Tarifa. Hay que destacar algunos por el contenido de las pinturas que aún se conservan, como el Abrigo de Betín que destaca por sus ramiformes y antropomorfos. En el abrigo de Barranco del Arca, se plasmó dos agrupaciones de líneas onduladas que según algunos autores simulan una posible zona de agua (mar, charca, rio, etc.). También la Cueva del Arroyo, muy próxima a la Cueva del Vencejo Moro, donde se localizan más de 20 motivos postpaleolíticos esquemáticos, donde se plasmaron varios antropomorfos de varias tipologías, como pectiformes, ramiformes o puntuaciones, siendo interesantes varios conjuntos de abrigos, como los del Realillo, con variedad de motivos, (Lámina 4).
Otro gran enclave es el formado por el conjunto de Abrigos de los Alemanes, que cuenta también con variedad de motivos, principalmente antropomorfos, de varios tipos, y varios soliformes, destacando uno realizado con pigmento de tonos amarillentos. Para terminar como enclave emblemático en la zona citamos el abrigo del Sol, donde en sus paredes se pintaron varios motivos, como un soliforme y varios antropomorfos bien definidos, destacando uno de ellos por su técnica de tintas planas, donde el autor de la pintura relleno el motivo con pigmento de color rojo. En este pequeño abrigo se localizan también varios ídolos oculados, motivos poco representados por lo general en la pintura esquemática del extremo sur peninsular. Además de estos enclaves nombrados existen muchos más repartidos por el Parque Natural del Estrecho, no con menos importancia, pero que por su dificultad para acceder a ellos además de su pésimo estado de conservación de sus pinturas, no merece la pena reseñar.
Para terminar, y después de lo expuesto, queda clara la importancia del Parque Natural del Estrecho, debido a la cantidad de enclaves rupestres, que hace del lugar un punto referente para el patrimonio prehistórico del extremo sur peninsular. Una apuesta de futuro para su conservación, intentando que estos enclaves rupestres puedan llegar a las generaciones futuras, siendo respetados y dándoles el valor que realmente tienen.
Es necesario recordar que estas pinturas realizadas por nuestros antepasados tienen miles de años, constituyendo un patrimonio insustituible y delicadísimo, ya que sus autores lo realizaron como algo circunstancial e inmediato, sin pensar en su conservación para generaciones futuras, de ahí la gran importancia de mentalizar a la sociedad y sobre todo a sus administradores en el respeto a este legado de nuestros antepasados, el cual está ahora bajo nuestra responsabilidad inmediata e ineludible, si queremos que sobrevivan para nuestros descendientes.
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