La eliminación del Premio Nacional de Tauromaquia, un peligroso precedente
TOROS | OPINIÓN
El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, mal que le pese, está obligado a cumplir la ley, la cual le compromete a defender y promover los toros
En Francia, las corridas fueron declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial en 2011 por representar una "excepción cultural"
El sector taurino alerta ante el nombramiento de Urtasun como ministro de Cultura
Argumenta el ministro de Cultura, Ernest Urtasun Domenech, que legisla para una "mayoría social" de españoles "cada vez más concienciada con el bienestar animal". Por ello ha decidido suprimir el Premio Nacional de Tauromaquia, dotado con 30.000 euros y creado bajo el mandato de Rodríguez Zapatero. Esta determinación coincide con la convicción personal del ministro y sus gustos particulares, pues ya en 2016 calificó el toreo como una actividad "injusta, sádica y despreciable". Ese mismo año, también aseguró que “los toros nunca pueden considerarse cultura” porque constituyen un "anacronismo institucional".
El Partido Animalista Pacma no tardó ni 24 horas tras el nombramiento de Urtasun para solicitar una reunión con el nuevo ministro, con el objetivo de abordar la derogación de la Ley 18/2013 para la regulación de la tauromaquia como patrimonio cultural digno de protección en todo el territorio nacional, el mayor blindaje del que gozan los toros actualmente en España.
Según esta ley, en su condición de patrimonio cultural, se impone una obligación a todos los poderes públicos de garantizar la conservación de la tauromaquia y de promover su enriquecimiento (art. 3) y específicamente se establece la obligación legal de la Administración General del Estado de garantizar su conservación y promoción, así como la obligación de tutelar el derecho de todos a su conocimiento, acceso y libre ejercicio en sus diferentes manifestaciones (art. 5).
En coherencia, el Ministerio de Cultura y Deporte convocaba anualmente y desde 2013 el Premio Nacional de Tauromaquia, destinado a reconocer la labor meritoria de una persona, entidad o institución en el ejercicio de las diferentes actividades y manifestaciones de esta expresión cultural y artística. En este tiempo, con mayor o menor acierto, los premiados han sido los toreros Paco Ojeda, Enrique Ponce, Juan José Padilla, Morante de la Puebla y El Juli, el ganadero Victorino Martín, la Fundación del Toro de Lidia, el fotógrafo Francisco Cano, la Escuela de Tauromaquia de Madrid Marcial Lalanda, el Foro de Promoción, Defensa y Debate de las Ferias de Novilladas y la Casa de Misericordia de Pamplona. Muchos de ellos entregaron los 30.000 euros del galardón a favor de causas benéficas.
Mayoría social vs excepción cultural
Mientras el hombre de confianza de Yolanda Diaz (Sumar) parapetaba su polémica decisión tras el escudo de la "mayoría social" y el puritanismo animalista, justo al otro lado de la frontera, en Francia, los toros fueron declarados Patrimonio Cultural Inmaterial en 2011 por un motivo diametralmente opuesto.
La legislación gala consagra una "excepción cultural", la de las corridas de toros, que solo se celebran en los pueblos del sur y con gran éxito de público. En las casi 50 plazas francesas repartidas en las regiones de Aquitania, Medios Pirineos, el Languedoc-Roussillon y Provenza Alpes Costa Azul se sigue, por cierto, la tradición española de matar al toro en el ruedo.
El Ministerio de Cultura galo aceptó así una solicitud enviada por el Observatoire National des Cultures Taurines (ONCT), basada en los requisitos de la Unesco, y donde destacaba que las corridas reflejaban "la sensibilidad específica de cada uno de los pueblos y comunidades que la comparten, que pertenecen a las artes del espectáculo y que constituyen el núcleo de numerosas fiestas locales".
Nunca se ha visto que un Ministerio de Cultura tenga que legislar para la "mayoría social" pues, en ese caso, numerosas manifestaciones culturales minoritarias correrían el riesgo de desaparecer. Como ejemplo, el porcentaje de población que asistió a la ópera el último año en España es inferior al 10% en todas las comunidades autónomas. Y la danza apenas registró el 4,2% de las representaciones de las artes escénicas, el 7,2% de la asistencia y el 4,7% de la recaudación. Sin embargo, el Gobierno concede dos Premios Nacionales de Danza cada año.
La Unesco declara que la cultura debe ser considerada "el conjunto de los rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social y que abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias". Y en ese ámbito, sin duda, entran los toros.
Sin ir más lejos, el año pasado, en 2023, se vendieron 4,5 millones de entradas para espectáculos taurinos, cuando un total de 2,6 millones de personas acudieron plazas de primera y segunda categoría en 300 festejos. Por si fuera poco, el sector de la población que más va a los toros pertenece a la franja de edad entre los 15 y los 24 años, según reflejan los últimos informes de hábitos culturales elaborados por el propio Ministerio de Cultura.
"El respeto de la diversidad de las culturas, la tolerancia, el diálogo y la cooperación, en un clima de confianza y de entendimiento mutuos, son uno de los mejores garantes de la paz y la seguridad internacionales", recuerda la Unesco. "La diversidad cultural es tan necesaria para el género humano como la diversidad biológica para los organismos vivos. En este sentido, constituye el patrimonio común de la humanidad y debe ser reconocida y consolidada en beneficio de las generaciones presentes y futuras".
Ataque a la democracia
Sin profundizar ahora en que la Fiesta se sustenta sobre el respeto que ganaderos, toreros y aficionados sienten por el toro bravo durante su lidia y su cría, ningún ministro de Cultura debería tomar decisiones movido por sus filias y fobias, precisamente porque ese comportamiento ataca directamente al espíritu democrático de un país. El ministro está obligado a cumplir la ley, la cual le compromete a defender y promover los toros. Quebrantar las leyes que no son del gusto del político de turno es el germen del autoritarismo. Urtasun, bajo su amenaza censora, confunde la mayoría del electorado de Sumar ("su mayoría") con la verdadera mayoría social española.
Por todo ello, la eliminación del Premio Nacional de Tauromaquia no es un asunto menor que afecta exclusivamente a los aficionados. Supone un ataque directo a la línea de flotación de nuestra democracia y puede crear un peligroso precedente. ¿Quién garantiza que mañana el Gobierno no intente acabar con la caza, el boxeo, la Semana Santa, los patos para foie o cualquier otra actividad legal en España simplemente porque no entra en sus "convicciones"? Y sobre la supuesta preocupación por el bienestar animal, ¿qué opina el ministro de los miles y miles de perros y otras mascotas que pasan la vida con correas al cuello y en pisos de 30 metros cuadrados?
Como un vaticinio, el filósofo Fernando Savater escribió hace un par de meses que dentro de 25 años nadie sabrá quién fue Urtasun, "quien parece tener con la cultura una relación más bien accidental", pero todos seguirán recordando a Curro Romero.
*Las obras que ilustran este artículo son de José Tomás Pérez Indiano.
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