Los Red Arrows, el enésimo desaire de Reino Unido y Gibraltar hacia España en plena negociación del Brexit
Análisis
Cuanto más cerca dicen los políticos que está el tratado sobre el Peñón, más puntos de fricción surgen desde el lado británico por el carácter militar de la Roca
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Episodios de hostigamiento a los pescadores linenses, diputados británicos embarcados en patrullas de soberanía por la Bahía de Algeciras, miles de trabajadores transfronterizos atrapados en colas en la Verja, encendidas proclamas en el National Day, enfrentamientos con la autoridades españolas en el mar, el anuncio de una inversión millonaria en Defensa y, ahora, los Red Arrows. Cuanto más cerca de cerrarse dicen los políticos que está el tratado Unión Europea-Reino Unido para regular la relación de Gibraltar tras el Brexit, más empeñados parecen los británicos en tensar la cuerda con España.
La visita del equipo de acrobacias aéreas de la Royal Air Force británica a finales de este mes -anunciada por el Majorca Daily Bulletin- supone el enésimo capítulo de los desaires que Reino Unido y Gibraltar encadenan desde hace meses hacia España, quien tiene la última palabra en la negociación en curso.
En julio, el Gobierno de España remitió al de Reino Unido una nota verbal de protesta por la presencia de una veintena de diputados británicos, vestidos con uniformes militares y “desplegados en Sovereignty Operations (operaciones de soberanía)” a bordo de dos embarcaciones de la marina real británica, el HMS Cutlass y el HMS Dagger, en aguas españolas. El Ejecutivo español también se manifestó entonces en torno a la continua presencia de submarinos nucleares de la marina británica en Gibraltar y expresó igualmente su protesta por este hecho. La etapa de discreto respeto iniciada con el comienzo de las negociaciones para buscar el tratado había terminado.
En agosto, una persecución del patrullero rápido Águila 2, del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) a un buque que navegaba por la Bahía sin luces y sin el Sistema de Identificación Automática (AIS) activado, permitió al ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo, desatar una nueva polémica sobre la soberanía de las aguas que rodean al Peñón. En un cruce de declaraciones, el senador y alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, afirmó ya que "la presión con cualquier excusa de la Policía gibraltareña en las aguas españolas que rodean a la colonia están siendo permanente".
Por entonces, la Base de la Royal Air Force cambió de jefe. se trata del teniente coronel Tom Harvey, quien como operador del aeropuerto, es responsable de la seguridad de todos los vuelos, incluidos los civiles regulares y chárter. El año pasado, la Roca recibió más de 4.000 pasajeros militares y 303.000 toneladas de carga militar. 446.000 pasajeros civiles utilizaron el aeródromo a través de la terminal internacional situada en el lado norte de la pista.
Poco después, el Ministerio de Defensa de Reino Unido se comprometió a invertir en Gibraltar como uno de los "cinco centros globales" que actúan "como trampolín" para su proyección en todo el mundo y que son "esenciales" para "combatir las amenazas actuales y futuras", según el Documento de Comando de Defensa (Defense Command Paper 2023), que fue presentado por el secretario de Estado de Defensa, Ben Wallace. Días después se concretó una inversión de entre 40 y 50 millones de libras (entre 46,8 y 58,5 millones de euros al cambio) en proyectos para la mejora de las infraestructuras militares de la colonia, según anunció el secretario de Estado para las Fuerzas Armadas de Reino Unido, James Heappey, durante su estancia en el Peñón.
Poco después se vivió el primer episodio de hostigamiento a un pesquero de La Línea en mucho tiempo, cuando el buque Mi Daniela, del linense Jonathan Sánchez, fue abordado junto a la cara este de la Roca y contra su consentimiento por dos embarcaciones de las autoridades de la colonia británica, una patrullera de Aduanas y otra de la Royal Gibraltar Police. El suceso se reprodujo cuando fue a recoger las redes al día siguiente.
En los primeros días de septiembre, miles de trabajadores transfronterizos se vieron atrapados en una larga cola para acceder a Gibraltar a causa de los controles de paso activados por las autoridades del Peñón. El colapso se reprodujo en los días siguientes y, tras las críticas de la Asociación Socio Cultural de Trabajadores Españoles en Gibraltar (Ascteg), el Gobierno llanito respondió con el anuncio de que implantará "una importante remodelación de las entradas de peatones y vehículos a Gibraltar en la frontera terrestre con España" mediante la instalación de "una batería de puertas automáticas". "Estamos consternados, dado que es la primera vez tenemos que echar la culpa a Gibraltar por las colas y demoras de fronterizos en su paso por la frontera", había dicho el colectivo.
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