Los romeros y San Isidro vuelven a la Villa tras la jornada campestre
Los Barrios
El párroco Yelman Bustamante centra su sermón en los valores de la convivencia y el respeto mutuo. El granizo sorprende a los romeros en la salida, sin mayores incidencias


El ambiente festivo y la alegría fueron la tónica dominante del domingo de romería en el área recreativa de la Montera del Torero, en Los Barrios. La jornada de vuelta a la Villa para el patrón local, San Isidro, dio lugar a más bailes, más diversión y, por supuesto, para los actos litúrgicos en honor al patrón de la campiña. El granizo en el momento de la salida de las carretas supuso la nota anecdótica que se superó sin mayores inconvenientes.
La actividad, tras la noche de convivencia -en la que cada vez menos personas optan por pernoctar en el área recreativa- despuntó en torno a las diez de la mañana, la hora de poner orden en las carretas y de disponer todo para el almuerzo, no sin antes tomar el típico café de pucherete (preparado en ollas con leña). Con todo, las caras de cansancio también eran visibles entre algunos romeros que se afanaban en aprovechar los rayos del sol.
Sobre las once y media llegó al área recreativa el párroco local, Yelman Bustamante, para oficiar la misa romera acompañado por el coro rociero de la hermandad y a la que también asistieron las autoridades municipales. Bajo una carpa -la hermandad aspira a erigir pronto una ermita- el sermón de Bustamante se centró en los valores de la convivencia y el respeto mutuo. "Que esta convivencia de amigos y familias sea un signo de amor y solidaridad. Donde nos acercamos a los otros por lo que nos une. Nos une una identidad de pueblo, alegría, fe y amor", dijo a las aproximadamente doscientas personas que se congregaron frente a la carpa. La homilía, de unos 45 minutos, estuvo intercalada por el ángelus, el rezo del Credo y varias lecturas. El hermano mayor de San Isidro, José Antonio Álvarez, fue el encargado de hacer las peticiones. Rogó por la iglesia, para que sea un ejemplo de sencillez, por la acción de los gobiernos a la hora de erradicar la pobreza, por los nuevos hermanos y por los enfermos. También pidió la mediación del patrón en favor de la comprensión y respeto en la sociedad, por los marginados sociales, los desempleados y empleados en precario, los difuntos y por la comunidad parroquial.
Tras el oficio, la actividad en la zona de las carretas ya era total. Las familias y grupos de amigos optaron, mayoritariamente, por preparar paellas e incluso con piques sanos entre carreteros e intercambio de platos para probar la del "vecino".
Y la romería también es un lugar donde ganarse la vida. Un fotógrafo local instaló un puesto para vender las fotografías tomadas durante el camino de ida que despertó curiosidad entre los romeros.
En cuanto a las incidencias, el concejal de Seguridad, David Gil, señaló a este periódico que la noche se desarrolló sin que se registraran problemas graves, y que se mantuvo en coordinación permanente con el dispositivo especial del plan romero. Fuentes del 112 reportaron únicamente la recepción de una llamada en la que se alertaba de la posible desaparición de un hombre en torno a las 0:50 horas. Finalmente, todo quedó en un malentendido. La persona -que había bebido- tardó en aparecer y llegó al casco urbano en el autobús lanzadera en lugar de como había acordado con sus acompañantes. A las tres de la mañana también se registraron avisos a la Policía Local por problemas con jóvenes, sin que revistieran mayor gravedad. José Antonio Álvarez, como máximo responsable de la hermandad, agradeció la implicación de todo el dispositivo.
El camino de vuelta, otros 13 kilómetros por la vía de servicio, comenzó sobre las cuatro de la tarde, cuando se produjo un aguacero con granizo, aunque la adaptación de los caminos ayudó a que ninguna carreta sufriera contratiempos. Los primeros romeros llegaron a la Villa sobre las ocho y media de la noche, estando todos los grupos ya en el casco urbano en torno a las diez de la noche.
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