Veinte años de conteos

Sevilla/Hace 20 años, el observatorio de Cazalla en Tarifa se llenaba de cuadernos y bolígrafos, los únicos medios para registrar uno de los fenómenos migratorios más fascinantes del mundo, el paso de las aves por el Estrecho de Gibraltar. Hace dos meses, Cazalla se llenaba de tablets, el nuevo formato de registro de unas migraciones que cada vez atraen a más aficionados; este año, la campaña de otoño ha contado con ornitólogos de México, Polonia, Italia, Rumanía, Reino Unido, Alemania, Portugal y España.

El Programa Migres de seguimiento de las migraciones de aves en el Estrecho cumple 20 años de vida desde que en 1997 fuese lanzado por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Y según explica su responsable, Alejandro Onrubia, en este tiempo hay algunas cosas que no han cambiado, como el proceso de observación, "que es muy similar", y otras, especialmente el desarrollo tecnológico, que han dado un salto, como la óptica o la gestión de la información. "La información se gestiona ahora más rápidamente, se hace accesible a la gente a través de las redes y cualquier observador del mundo puede utilizarla", destaca.

Otro procedimiento que ha cambiado y mucho es el marcaje de los pájaros. En los últimos 20 años los emisores GPS han ido evolucionando, permitiendo seguir a las aves "y eso ha sido una revolución", al aportar no solo la ruta migratoria, sino cómo la realizan, las paradas que hacen. Y la revolución tecnológica que ha posibilitado al ser humano tener un ordenador en su mano vía smartphone tiene su reflejo en el marcaje: la progresiva reducción de los geolocalizadores permite ya que se marquen incluso petirrojos, con aparatos de 0,3 gramos de peso.