Las agrupaciones locales del carnaval conquistan al público

En el turno de la comparsa de La Línea la mayoría de asistentes abandona el teatro, que se recupera para el último grupo, de Algeciras pero con un tarifeño entre ellos

La agrupación algecireña El Tablero, durante uno de los momentos de la actuación del martes.
La agrupación algecireña El Tablero, durante uno de los momentos de la actuación del martes.

El martes comenzó la segunda jornada del teatro con la actuación de una joven chirigota fuera del concurso, Los muertos de Chan. Quienes el pasado año fueron Una chirigota con mucha pasta se estrenaron y dejaron su impronta. Si La Marea es la cantera del comparsismo, los niños de Pepe Castro son la cantera de la chirigota local. Tipo localista, de moros del castillo alrededor de la figura archiconocida de Chan el del Castillo. Pasodoble muy chirigotero piropo obligado a su ciudad. El segundo un canto a la inmigración y al derecho a buscarse la vida.

La Ley antitabaco apareció en el primer cuplé, y siguieron con los humos haciendo juego con la forma tan pausada de hablar de la concejala Paola Moreno, como si estuviera fumada. Sin concursar se merecen estar en la final, pues sin lugar a dudas, han sido una de las mejores chirigotas que han pasado por el Teatro.

La primera a concurso, la de los Garridos presentan un tipo conseguido de figuritas de barro del estanco de Pablo Manso. Aquí huele a humedad, bajo la dirección de Francisco Pujol y letra y música de A. López Rosano, tipo localista del emblemático estanco tarifeño.

En el primer pasodoble se deshacen en elogio hacia el alcalde Miguel Manella, pero no se trata del alcalde, sino de quién hizo de él en la agrupación el pasado año, Pleno al 15 que parodiaba a la Corporación local. Antes de cerrar el telón para el descanso un plato fuerte de esta jornada, la actuación de El Reino de la Playa, primer premio el pasado año en la modalidad de comparsa con La Crem de la Crem, y que este año han conseguido un meritorio décimo puesto en el Falla.

Se abrió el telón con un conjunto vocal que desnudan su alma en cada verso y cada estrofa como sólo los dirigidos por Juan Cádiz y letra y música de Nono Galán, saben hacerlo. En los cuplés no son excesivamente graciosos sino que se valen de su potencial cantar para engarzar dos coplillas resultonas. Los de Juan Cádiz, dejaron al público en pie aplaudiendo.

Los que van con la verdad por delante, los del Pipa, Antonio Gamero, con un tipo de Pinocho que nada más verse denota una cuantitativa mejoría con respecto al pasado año tanto en voces como en agrupación, se encargaron de reanudar la sesión.

En su primer pasodoble criticaron la situación de desamparo social del pueblo y abogaron por un gobierno alejado de los políticos y más cercano al pueblo. Gheppeto cuenta a modo de romancero en lo alto del escenario la historia tan particular de estos pinochos. Con gracia y arte cuentan su particular cuento pero con muchas similitudes al original. ¿Qué come un Pinocho? Puntillitas.

La Religión de los cobardes, la comparsa de La Línea fue la encargada de intentar poner calor y color a un teatro que se desalojó al término de las actuaciones locales. Lo intentaron, pero quizás fuese la comparsa más limitada que ha pasado por el concurso a quienes les pesó la hora y la estampida del respetable.

El Tablero cerró la segunda sesión clasificatoria. A los de Durán Monroy, les esperó el público, sabedores de su buen cantar, y por cuestión de familia, pues entre sus filas había un tarifeño comparsista, y además de los buenos, Isidro. Cantaron dos críticos pasodobles. El primero a Zapatero, al que echaron en cara "ir de socialista tocándole la paga a los pensionistas y protegiendo al empresario en lugar del trabajador". En su segundo, bonito canto a la inmigración.

Con el popurrí y el caluroso aplauso del público se cerró la segunda noche del concurso cuyo fallo del jurado respecto a la clasificación para la final se conoció en la madrugada de hoy tras la última jornada de clasificación y a través de TRTV.

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