Una aproximación al panorama artístico sanroqueño en los años 50 del siglo XX (I)
Insituto de Estudios Campogibraltareños
En los años cincuenta del siglo XX se percibe en San Roque una corriente artística de la que participan autores como Luis Ortega Bru o José Cruz Herrera

En los años cincuenta del siglo XX varios factores confluyeron para que en San Roque se produjese un ambiente artístico favorable. Tras unos años realmente difíciles de la posguerra, los primeros años de los cincuenta van a destacar por la presencia de forma esporádica de varios artistas de peso: los pintores linenses Cruz Herrera y Julio Serrano, y el escultor sanroqueño Luis Ortega Bru. Asimismo, va a surgir una serie de nombres que van a formar un núcleo de pintores noveles.
La mayoría de ellos no van a pasar de ser meros aficionados; sin embargo, otros, como el barreño José Barroso Gil, el algecireño Antonio López Canales, el sanroqueño Daniel Castilla Zurita, o la madrileña Amparo Cruz Mayor (Amparo Cruz Herrera) van a ocupar un lugar en el complejo mundo de la pintura. No podemos olvidar que parte de ese empuje artístico sanroqueño estuvo también motivado no sólo por la presencia de estos artistas, sino también por el Concurso-Exposición de Pintura y Escultura, que tenía lugar durante los días de feria. Por último, José Domingo de Mena, cronista de San Roque, también tuvo su espacio artístico a través de la pintura y la poesía, a la par que luchó incansablemente por la conservación del patrimonio sanroqueño.
Cruz Herrera y San Roque
Desde el punto de vista político local, este alcor cultural coincidió con la alcaldía de José Domínguez Álvarez, que tuvo lugar entre febrero de 1949 y abril de 1956.
El año anterior de la llegada de José Domínguez Álvarez a la alcaldía sanroqueña, el afamado artista linense José Cruz Herrera (La Línea, 1890-Casablanca, 1972) se había comprado una hermosa casa blanca de dos pisos, articulada alrededor de un recoleto patio con columnas toscanas, en la calle San Felipe, 19. Su hermana Antonia, a la que Cruz Herrera tenía verdadera devoción, vivía en la misma calle. Esta bellísima casa será la residencia de descanso de Cruz Herrera en sus viajes a Madrid y Casablanca, donde tenía montados sendos estudios (Fernández de la Hoz, 94 y Rue Prom, 12), y donde solía realizar por aquellos años la mayor parte de sus exposiciones.
Cruz Herrera entra pronto en clara sintonía con el alcalde de San Roque. Esta relación se refuerza cuando en febrero de 1950 obtiene la primera medalla de Pintores de África con Esclavo moro y la Corporación sanroqueña acuerda nombrarlo Hijo Adoptivo. Por su parte, Cruz Herrera corresponde con la cesión de un cuadro para el cartel de feria de aquel año.
Sin embargo, aquel prometedor panorama se ensombreció en parte con la muerte prematura del artista Juan Domingo de Mena (San Roque, 1892-1950), que tuvo lugar el 24 de septiembre, en la plenitud de su carrera. Juan Domingo de Mena era hermano del cronista de la ciudad, José Domingo de Mena (San Roque, 1889-1975).
Como hemos visto, Cruz Herrera empieza a colaborar con el Ayuntamiento de San Roque con el cartel de feria de 1950; al que hay que añadir los de 1951, 1952 y 1953, al igual que sería el ideólogo del Concurso-Exposición de Pintura y Escultura de San Roque, donando un cuadro como premio para el ganador del concurso. Este agradecimiento de Cruz Herrera a San Roque siempre estaría presente hasta el final de sus días. Por otro lado, estos carteles solían tener una tirada corta (entre cien y trescientos ejemplares), aunque la edición de los programas de mano oscilaba entre los 2.000 (1955) y 3.000 ejemplares (1953).
Concurso-Exposición de pintura y escultura
Aunque la primera exposición de pintura tuvo lugar en la feria de 1949, fue en la feria de 1953 cuando se celebró el primer Concurso-Exposición de Pintura y Escultura de San Roque, como así figura en el programa de feria de aquel año, que tuvo lugar entre el 26 y el 29 de junio: “Día 27. Primer día de mercado de ganados. A las 12 de la mañana, apertura de la Exposición de Pintura y Escultura para artistas noveles, cuyas bases serán publicadas oportunamente”. Estas bases constaban de ocho apartados. El primer apartado decía: “Podrán tomar parte en este Concurso-Exposición todos los artistas noveles residentes en cualquier población del Campo de Gibraltar”. En cuanto a los premios eran los siguientes: Primero: premio Cruz Herrera; segundo: Premio en metálico de 500 pesetas; tercero: Premio en metálico de 300 pesetas; cuarto: Premio en metálico de 200 pesetas.
El primer Concurso-Exposición se celebró en los salones de la Sociedad Casino del Recreo, situado en la calle San Felipe, y obtuvo el primer premio el sanroqueño Eduardo Bermejo Llinás, practicante de profesión que vivía en la calle de San Felipe. Hombre polifacético, su gran afición era la pintura, quizá subrayada por la sugerente atmósfera que se había instalado en la ciudad.
Una vez que empezó a rodar el Concurso-Exposición, los ganadores solían realizar los carteles de feria del siguiente año, al igual que solían pertenecer al jurado del concurso. Así, por ejemplo, el cartel de feria de 1954 fue realizado conjuntamente por Eduardo Bermejo y Daniel Castilla, o en el IV Concurso-Exposición, el del año 1956, fueron los componentes del jurado el concejal Francisco Enrique Cano Villalta, como presidente, y los artistas Julio Serrano y Eduardo Bermejo, como vocales otorgándose el primer premio de aquel año a Daniel Castilla Zurita.
En estos primeros años del Concurso-Exposición aparecen nombres como Carlos Ramírez Murto, Francisco García Benítez, José Barroso Gil, Eduardo Fuentes, Pedro Cortés Serrano o Amparo Cruz Herrera, pionera femenina de la pintura campogibraltareña, y los citados Eduardo Bermejo Llinás y Daniel Castilla Zurita. Cabe resaltar que también hubo algunos modestos mecenas, como Calixto Orza, que trabajaba en el registro de la propiedad y solía comprar obras a los autores noveles.
Aunque se nos escapa del ámbito temporal que nos ocupa, la I Exposición de Pintura Infantil tuvo su primera edición en 1961. Estaba dividida en dos secciones: Periodo elemental, de 6 a 10 años cumplidos, y Periodo de Perfeccionamiento, de 11 a 14 años cumplidos. Siendo el primer premio en ambos periodos una caja de compases y el segundo una caja de lápices en el primero y una caja de acuarelas en el segundo. Esta Exposición de Pintura Infantil abriría las puertas a una nueva generación de artistas, como Pepe Barroso Muñoz, Juan Gómez Macías, Francisco Neira o Carlos Pacheco.
La tertulia de Julio Serrano
También a principios de los cincuenta se forma una tertulia que tuvo renovada influencia en el panorama cultural sanroqueño. Básicamente, estuvo integrada por los susodichos Julio Serrano Gómez (La Línea, 1929-París, 1968); Daniel Castilla Zurita (San Roque, 1925-Málaga, 1990) y el poeta José María Arévalo Fernández (Ceuta, 1922-Madrid, 1985). No obstante, también contaría con la asistencia de otros tertulianos, como los hermanos García-Deleito o el periodista Baldrich.
Julio Serrano, tras haber vivido en Madrid, aconsejado por su médico de cabecera abrió estudio en el núm. 56 de la sanroqueña calle Larga, donde el clima le era más favorable. Durante estos años su repertorio se centra principalmente en el retrato, el bodegón y el paisaje; motivos a los que nunca renunciará. El 23 de diciembre de 1956 presenta su primera exposición en Algeciras. Animado por el éxito de la exposición algecireña, monta otra exposición en el Centro Cultural de los Ejércitos de Ceuta con igual resultado.
En cuanto a Daniel Castilla Zurita, también ganó, como se ha referido, un primer premio del Concurso-Exposición. Al igual que pintó algunos carteles, como los de la feria de San Roque de 1956 y 1960, o el de la feria de Algeciras de 1962. Daniel era primo hermano del prestigioso psiquiatra Carlos Castilla del Pino.
Tanto Julio Serrano como Daniel Castilla Zurita desarrollaron un estilo personal dominado por la pastosidad de una pintura trabajada con espátula, muy próximo al del pintor andaluz Daniel Vázquez Díaz (Nerva, Huelva, 1882-Madrid, 1969), que estaba en la cima de su carrera por aquellos años. Vázquez Díaz, que había vivido en París, mezclaba la pincelada constructiva de Cézanne con la estructuración geométrica en diversos planos, influenciada por el cubismo. A su regreso a España, en 1918, impartió clases, primero en su taller, y después desde la cátedra de Pintura Mural de la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, que ganó por oposición en 1932. Se convirtió en uno de los pintores más representativos e influyentes de la España del momento, destacando fundamentalmente por su labor como docente, antes y después de la Guerra Civil, a través de la cual difundió un cubismo que formalmente le ayudó a crear composiciones de gran monumentalidad arquitectónica, y que serviría de puente a los jóvenes artistas del país, sobre todo durante la posguerra, con las tendencias que se desarrollaban en el resto de Europa.
Por su parte, el poeta ceutí José María Arévalo Fernández había estudiado bachillerato y magisterio en Ceuta, cortado por su alistamiento en la Guerra Civil. Ejerció como maestro en San Roque, Barbate, El Gastor, Sanlúcar de Barrameda, La Línea de la Concepción y Madrid, donde residía cuando murió. Durante su época sanroqueña escribió Vengo de los hombres.
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