Arqueología de la muerte en el Campo de Gibraltar (y II)
30 años del Instituto de Estudios Campogibraltareños
Las investigaciones arqueológicas han confirmado la existencia de población púnico-turdetana en Tarifa
En la necrópolis de Los Algarbes, fenicios y, sobre todo, púnicos reocuparon las galerías talladas en la Edad del Bronce

No se puede hablar de unas normas que fijasen lo que concierne a la ritualidad, ya que en muchos hipogeos de las necrópolis fenicias y púnicas se han detectado unas pervivencias de los ritos funerarios de la cremación combinados con inhumaciones. Este detalle puede demostrar que los hipogeos funcionasen como panteones familiares y que, por lo tanto, tuviesen un uso continuado en el tiempo, albergando así los restos de varios miembros de una misma familia. Por otra parte, la inclusión de sepulturas con ambos ritos funerarios parece indicar, principalmente en el caso de las necrópolis del área de Cartago, una total permisividad a los matrimonios mixtos de individuos cartagineses y otros procedentes de otras áreas mediterráneas tales como Grecia o Etruria. En estos lugares existieron ritos diferentes de enterramiento y estuvo aún generalizada la cremación, en fases ya tardías del siglo IV a. C.
La ausencia de documentación escrita sobre las creencias cartaginesas es el principal problema para hablar de la concepción de la muerte, de la de la salvación y del más allá. Sí tenemos la convicción de que deseaban ubicar al difunto en una morada de eternidad, como se puede extraer de las monótonas y repetitivas fórmulas que han llegado a nosotros en las estelas. Querían que el muerto descansase en las mejores condiciones de "supervivencia física, confort y protección". Los amuletos que acompañaron las deposiciones tenían la finalidad de proteger y las lámparas de iluminar y facilitar el camino. Las máscaras grotescas en terracota tenían la finalidad también apotropaica y las cáscaras de huevo se entendían como símbolos de vida.
Los ritos dedicados a la resurrección y a la inmortalidad fueron constantes en el mundo fenicio y púnico; basta con mencionar las celebraciones en honor de las principales divinidades a las que se atribuían mitos de muerte y resurrección con carácter anual: Adonis, Melkart y Eshmun (de hecho en algunos textos a los sacerdotes se les denominó "despertadores" o "levantadores" de la divinidad). En estos ritos siempre estaban presentes el fuego y el agua como elementos principales y de ellos ha quedado constancia en la decoración de algunos de los monumentos turriformes. Sobre el culto a los muertos se tienen pocos datos aunque alguna fuente, como se ha dicho, menciona la celebración de ritos en el lugar de la sepultura.
La realidad es que no está clara la realización de actos rituales sobre las tumbas y parece evidente a la luz de los datos relacionados con la superstición característica de los fenicios y cartagineses que, una vez depositados los restos de los difuntos, lo mejor era señalizar el lugar y no provocar trastorno alguno. La falta de documentación literaria sobre la ideología de la muerte en el mundo fenicio dificulta enormemente alcanzar un conocimiento real y contrastado de dicho aspecto, que, como sucede en el resto de las sociedades de la antigüedad, es clave para reconstruir la cultura.
También hemos ido viendo que las tumbas fenicio-púnicas presentaron una tipología arquitectónica muy variada, generalmente en función de la adaptación del terreno. Así, desde fosas simples excavadas en el suelo nos encontramos con cistas líticas, cámaras subterráneas con acceso mediante dromos inclinados con o sin escalones y mediante pozos verticales; sepulturas en sarcófagos o en grandes ánforas reutilizadas. En el momento de la deposición del cadáver en el interior de la tumba se realizaba un conjunto de ritos generalmente relacionados con la purificación del espacio, mediante perfumes que se quemaban y realizando libaciones. Posteriormente se colocaban los ajuares compuestos por joyas y ornamentos personales, realizados tanto en metales preciosos como en pasta vítrea, cerámicas vasculares que habían sido fabricadas para el uso funerario, ya que son formas muy típicas y que se repiten profusamente en este tipo de ambientes y en algún caso otros objetos como las ya aludidas "hojas de afeitar". El difunto era vestido ritualmente, perfumado con armos y posteriormente embalsamado con resinas de cedro, hojas de tilo o de menta y betún, con lo que en algún caso se produjo la momificación del cadáver.
Asimismo, se realizaban otros tipos postdeposicionales que comenzaban con el cierre hermético de la tumba, para lo que se emplearon grandes ortostatos de piedra que sellaban la entrada a la tumba uniéndose a las jambas del acceso con una lechada de cal. Con el cierre hermético de la cámara sepulcral se pone fin a dos peligros que amenazaban la conciencia: por un lado se evitaba el saqueo de la tumba y, por otro, que un espíritu descontento pudiese salir de su morada y perjudicar en alguna medida a los vivos.
Necrópolis fenicio-púnica
Centrados fundamentalmente en la descripción e interpretación de los hipogeos fenopúnicos de la Isla de las Palomas de Tarifa, en el trabajo se aborda un estudio comparativo de varias necrópolis fenicias y púnicas que se desarrollan en islotes próximos a las costa en regiones de elevada concentración de influjos culturales semitas. Asimismo nos detendremos en el estudio de las connotaciones religiosas de estos yacimientos ubicados en contextos de alto valor sagrado relacionado con el culto a la diosa Astarté. A este respecto se observarán otras cuestiones de interés como la repetición del topónimo "Isla de las Palomas" o "Isla de la Luna" en el mismo ámbito de estudio que bien podríamos relacionar con el mencionado culto a la divinidad femenina de las almas de los difuntos.
La isla de Hera de los navegantes griegos, de la Astarté de los fenicios, de la Tanit púnica, o de la Iuno romana, a la que se añade la existencia de la necrópolis como elemento santificador y sacralizador del lugar, debió ser un importante lugar de culto en el litoral hispano del Estrecho. El topónimo, además, resultaría en relación con aquella advocación a Hera, interpretatio de la Tanit púnica que tenía la paloma como uno de sus símbolos. Este hito geográfico fundamental fue mencionado por otros geógrafos antiguos –Artemidoro o Ptolomeo entre otros- y a veces ha sido identificado con la Isla de las Palomas de Punta Carnero. Las investigaciones arqueológicas han confirmado la existencia de población púnico-turdetana en Tarifa, si bien los hallazgos son escasos.
En 1908 en la playa de los Lances, según testimonio de Romero de Torres, se hallaban, al menos, tres sarcófagos púnicos realizados en un solo bloque de piedra que se ahuecó. Estos sarcófagos seguían el mismo modelo de los conocidos de la necrópolis de Puig de Molins en Ibiza. Otras alusiones mencionan los hallazgos de diversos elementos escultóricos, cerámicas, metales y demás objetos vinculados con los restos de los ajuares y de los ritos funerarios celebrados. La existencia de una necrópolis en la Isla de las Palomas excluiría la posibilidad de ocupación habitacional, pues no estaría acorde con las creencias y la religiosidad fenicio-púnica.
Ya han sido mencionados ejemplos a este respecto anteriormente. Los materiales datables, algunos de los cuales se encuentran depositados en el museo de la ciudad, ofrecen una cronología relativamente arcaica (siglos VI- V a. C) período que supone, por otro lado, el inicio de despegue económico y cultural de Cartago y el inicio de su gran expansión comercial hacia los extremos del Mediterráneo central y occidental. La zona de hábitat, pues, se podría encontrar bajo el núcleo urbano actual. En relación con ésta se podrían poner, por tanto, los materiales cerámicos hallados bajo el castillo de Tarifa. Ejemplos de hipogeos funerarios fenicios en Tarifa los tenemos repartidos por toda la órbita geográfica que ocupó este pueblo.
Otro ejemplo significativo lo tenemos en los dos sarcófagos antropomorfos hallados en Cádiz, bien conocidos, que fueron encargados a algún taller sidonio y transportados por mar hasta Gadir. Allí sirvieron para guardar los restos de algún rico comerciante fenicio, que quiso reposar de igual manera que lo habían hecho generaciones atrás sus antepasados orientales.
La escasez de los restos de tumbas de esta categoría y la enorme riqueza de los ajuares encontrados en el interior de las mismas, han hecho pensar que pertenecieron a una clase social elevada. En la provincia de Cádiz y, concretamente, en nuestra área de estudio, aparecen una gran profusión de enterramientos originales y reutilizados de época fenicio-púnica que hacen variar esta teoría. Hay más personas con derecho a poseer una tumba y los ajuares son mucho más pobres –teniendo en cuenta naturalmente los expolios-.
Estos mismo indicios se pueden observar en el norte de África, por lo que es necesario estudiar en paralelo ambos registros. Esta es, sin duda, una de las causas que nos impiden generalizar acerca de algunos rasgos culturales del mundo púnico, pues el concepto de hipogeo es completamente diferente al que se tiene en otros lugares. Por ello consideramos que existen tantos mundos púnicos como distintos son los territorios en los que se asentaron colonos procedentes del norte de África.
Este rasgo es clave para explicar la evolución en el caso campogibraltareño, sobre todo apoyándonos en los hallazgos de la necrópolis tarifeña de Los Algarbes, donde fenicios y, sobre todo, púnicos (con posterioridad al siglo VI a. C.) reocuparon los hipogeos tallados en la Edad del Bronce. Son de sobra conocidas las tumbas excavadas en la roca, por ejemplo, de las necrópolis de Trayamar (Algarrobo, Málaga) o Baria (Villaricos, Almería) en la Península Ibérica. Ambas comparten estructuras similares con las de Tarifa, pero en cambio en estas jamás se ha puesto en duda su pertenencia a la clase dirigente e, incluso, han sido identificadas como muestras del poder y la riqueza de un grupo social minoritario como contraposición al entorno indígena. Es evidente, pues, la diferencia en el concepto funerario con nuestro entorno, aunque ambos modelos sociales se identifican dentro de un mismo proceso cultural. Además, y muy a menudo en el mundo funerario, ha servido para unificar diferentes territorios dentro de un mismo proceso cultual, y, en cambio, en este caso vemos que no existe apenas diferencia lingüística o religiosa, y si existe, por el contrario, una evidente diferenciación en la manera de entender la muerte.
Los hipogeos de Los Algarbes en época fenicio-púnica
Otro ejemplo de interés es el de la necrópolis de Los Algarbes, bien conocida en la historiografía prehistórica, aunque solo parcialmente excavada. Inicialmente planteamos la posibilidad de que alguno de los hipogeos visibles hoy día fuesen construidos ex novo en época fenicio-púnica, amén de que muchos otros fuesen tallados durante la Edad del Bronce. La reocupación de una necrópolis, de un "locus religiosus" de esta entidad es habitual en el caso fenicio, sobre todo, púnico. La bondad del material pétreo que componen los farallones de Los Algarbes permitió, sin duda, un trabajo no demasiado costoso a la hora de tallar y/ o retocar las estructuras. Sobre la reutilización del espacio funerario –sagrado- por parte de las poblaciones de génesis semita tenemos buenos ejemplos en diversos lugares del Mediterráneo central y occidental. De hecho, la ubicación en la ladera de esta necrópolis, su visibilidad y su situación privilegiada junto a la vía terrestre que discurrió en la antigüedad por el mismo trazado que la N-340, hacen de este lugar un espacio oportuno para la utilización religiosa y funeraria.
Las necrópolis púnicas, por lo general, no suelen presentar una articulación del espacio, configurando por el contrario un paisaje funerario irregular, en el que los sepulcros se concentran en torno a un lugar delimitado definido como temenos. En muchas ocasiones, como sucede en Tharros (Cerdeña) Kerkouane (Túnez) o Puig de Molins (Ibiza) los hipogeos se ubican unos sobre otros, tocándose y cortándose en ocasiones tratando de compartir un mismo espacio. De hecho en los Algarbes ya se ha observado una gran amplitud cronológica en su utilización, con estructuras megalíticas, hipogeos, fosas y materiales adscritos recogidos en superficie que indican un abanico cultural de más de dos milenios de ocupación. A este respecto podemos indicar, a modo de avance de nuestro estudio, que hemos podido comprobar la existencia de material cerámico que podemos adscribir al mundo púnico-turdetano destacando algunos fragmentos de formas abiertas, platos y cuencos-lucerna de barniz rojo, característicos de los tipos helenísticos de Kouass producidos en una y otra orilla del Estrecho de Gibraltar en los siglos IV-III a. C.
Artículo publicado en el número 39 de Almoraima, Revista de Estudios Campogibraltareños (octubre de 2009).
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