Arte barroco en el Convento de La Almoraima
Estampas de la Historia del Campo de Gibraltar
Las obras de arte que se conservan en la iglesia son todas posteriores al año 1640, exceptuando la imagen del Santo Cristo de la Almoraima, de 1603
Fundación del Convento de la Almoraima en 1603
Historia del Santo Cristo de la Almoraima

El Convento de la Almoraima fue fundado por la condesa de Castellar, doña Beatriz Ramírez de Mendoza, para la Orden Mercedaria Descalza, el 19 de abril del año 1603, fecha en la que aprobaron las Constituciones otorgadas por la Condesa y elaboradas entre ella y el fraile mercedario Cristóbal González. Fue el primer monasterio de la nueva Orden. Entretanto que se construía el edificio conventual, al que su fundadora dotó con una renta anual de 940 reales sobre el almojarifazgo de Indias y la capellanía de 22.856 maravedíes que fundara su marido en el año 1596, los frailes ocuparon la ermita de Nuestra Señora de los Reyes, erigida a corta distancia de la torre medieval llamada de la Almoraima. Esta capilla la había mandando edificar don Fernando Arias de Saavedra para que un clérigo diera Misa los domingos y fiestas de guardar y pudieran asistir a ella los vaqueros que vivían alejados de la villa.
Los frailes reformados tomaron posesión de la ermita de Nuestra Señora de los Reyes el 4 de octubre de 1603. La comunidad mercedaria ocupó la ermita, unas casas anejas y una huerta durante cuarenta años, porque, según el padre San Cecilio en su Historia de la Orden de la Merced Descalza, escrita en el año 1669, el edificio conventual no se construyó hasta mediados del siglo XVII. Por tanto, las obras de arte que se conservan en la iglesia son todas posteriores al año 1640, exceptuando la imagen del Santo Cristo de la Almoraima, elaborada en Madrid en el año 1603, que fue mandada labrar por la condesa de Castellar y traída por los frailes fundadores cuando viajaron hasta la Almoraima en el mes de octubre de ese año.
El retablo mayor de la iglesia
El retablo mayor del Convento de San Miguel de la Almoraima es obra de mediados del siglo XVII. Sigue la línea de los realizados por Alonso Cano, como el de la iglesia parroquial de la Virgen de la Oliva de Lebrija, que data de 1629, o mejor, la de su precursor el lego jesuita Alonso Matías. Se compone del banco o predela, que tiene el sagrario incorporado, y de un cuerpo central con tres calles, la de en medio más ancha que las laterales con una sola hornacina ocupada por la imagen de la Virgen de la Merced de vestir, y las laterales delimitadas por grandes columnas torsas de orden corintio.
Cada calle lateral consta de dos registros: en los inferiores presentan espacios ciegos con molduras que acaban en arcos de medio punto y peanas que sostienen, en el lado del Evangelio, una imagen de San Lorenzo Diácono y, en el lado de la Epístola, una talla de San Antonio de Padua. Los superiores contienen dos lienzos, uno de San Lorenzo y otro de San Pedro Nolasco, fundador de la Orden Mercedaria. Termina el retablo en un ático, ocupando su calle central una Epifanía recortada y los espacios laterales los anagramas de Jesús y María. Las calles laterales del cuerpo principal terminan en frontones triangulares sobre entablamento. Las del ático en frontones curvos partidos. En la predela y a ambos lados del sagrario están colocadas las armas del linaje de los Saavedra, condes de Castellar.
El retablo del Santo Cristo de la Almoraima
En la capilla situada en el lado del Evangelio (que fue cabecera de la ermita de Nuestra Señora de los Reyes) se localiza un retablo barroco de un solo cuerpo y de excelente factura, formado por una hornacina muy abierta, con embocadura, estípites y abundante hojarasca. Es obra de la primera mitad del siglo XVIII. En él, las molduras son mixtilíneas y los frontones se presentan partidos y a distintos niveles de profundidad, lo que produce un sorprendente efecto de luces y sombras concentrando la mirada del espectador en la imagen que ocupa el centro del retablo. Hasta el año 1971 acogía un Calvario constituido por la imagen del Santo Cristo de la Almoraima, la Virgen de los Dolores y San Juan.
Esculturas
Imagen del Santo Cristo de la Almoraima
Hoy se venera en la iglesia parroquial del Divino Salvador de Castellar y antes estuvo entronizada en la capilla del lado del Evangelio de la iglesia conventual. (La imagen que se halla actualmente en el Convento es una réplica). Se labró en talleres madrileños por encargo de la condesa de Castellar entre los meses de abril y septiembre del año 1603. Fue trasladada en un carro, acompañada de los frailes que iban a fundar en la Almoraima, desde Madrid hasta Sevilla. De allí en barco hasta Gibraltar y, desde esa ciudad, a lomos de una mula, hasta la ermita de Nuestra Señora de los Reyes, a donde llegó el día 3 de octubre, según refiere el padre San Cecilio en su obra ya citada.
La imagen, de tamaño natural, está confeccionada con pasta de madera y lienzo encolado. Los postizos -pelo natural, corona de espinas, potencias de metal y paño de pureza con brocados- se añadieron con posterioridad, así como la policromía actual, de fríos tonos patéticos y abundantes regueros de sangre, que es del siglo XVIII. La imagen fue restaurada y repintada a finales del siglo XX, pero una última restauración, realizada en el año 2015, logró recuperar la policromía y los tonos originales. Se trata de un Cristo muerto, con tres clavos, que se ajusta el estilo de gran dramatismo que presentan los Crucificados pertenecientes a la escuela castellana. Su valor, no obstante, es más devocional que artístico, siendo centro de peregrinación en los primeros días de mayo cuando se celebra su festividad y romería.
En el año 1971 la imagen fue trasladada desde su retablo en la iglesia conventual hasta su nueva ubicación en la iglesia parroquial del nuevo Castellar, donada al pueblo por los herederos de la duquesa de Medinaceli, doña Concha, su propietaria.
Otras esculturas de la iglesia conventual
En el retablo mayor encontramos las siguientes esculturas: en el camarín central una imagen de la Virgen de la Merced, de vestir, obra del siglo XIX. Tiene corona de plata y grilletes. En el primer registro de la calle del lado de la Epístola, un San Antonio de Padua, de talla, del siglo XVII, de mediano tamaño. Presenta las características propias de la escuela granadina (minuciosidad en los detalles, delicadeza en las formas, expresión amable, honda emotividad, cuidado tratamiento de los pliegues y de la policromía, equilibrio entre realismos e idealismo, etc.). Debe seguir el modelo del que hiciera Pedro de Mena para el Convento de los Franciscanos de Granada, actualmente en el Museo Provincial de Bellas Artes.
En el primer registro, pero en el lado del Evangelio, un San Lorenzo Diácono, también de talla, del siglo XVII y de proporciones más pequeñas que el San Antonio, aunque de similares características. Ambas esculturas están doradas y policromadas y son de muy buena factura.
Destacan, igualmente, las tallas de dos ángeles lampareros situados a ambos lados del presbiterio, obras probablemente de Luisa Roldán La Roldana o de su escuela, similares a los que se hallan en la iglesia del Hospital de la Caridad de Sevilla. Los rostros, de gran dulzura, la suave policromía, la elegancia de la pose, así como la meticulosa y excelente factura de sus alas, nos conducen a ese mundo rococó que supo vislumbrar “La Roldana” en algunas de sus obras.
También en la sacristía de la iglesia se encuentra un Cristo crucificado tallado en marfil de pequeño tamaño y muy buena factura.
Pinturas
En el retablo mayor se localizan tres cuadros. En el segundo registro de la calle lateral -en el lado del Evangelio- se expone un San Lorenzo, obra del siglo XVII, que recuerda el estilo de Pablo de Céspedes. Porta la palma del martirio en su mano derecha y la parrilla en la que fue quemado en la izquierda. En el mismo lugar -pero en el lado de la Epístola- un San Pedro Nolasco, que sigue el estilo de Zurbarán (perfiles casi geométricos, naturalismo en el tratamiento de los pliegues del hábito, etc.). Posiblemente sea obra de algún seguidor del artista de Fuente de Cantos. En el ático y en su calle central se conserva una Epifanía, recortada, que sigue, en cuanto a la composición, el esquema de la Adoración de los Reyes de Hugo Van der Goes, obra realizada no más tarde de 1470, o mejor, el retablo con el relieve de la Epifanía de la Catedral de Córdoba, anónimo y de la primera mitad del siglo XVII.
En los muros laterales y en mitad de la nave, se encuentran dos grandes lienzos -con figuras menores que el natural- que se pintaron para conmemorar la fundación del Convento, aunque los que se conservan son copias de los originales realizadas en 1777 por un tal José Pérez. El cuadro del lado del Evangelio representa a dos personajes que deben ser el Gobernador de Castellar y el escribano público entregando la cédula de propiedad a fray Juan del Santísimo y al resto de la comunidad mercedaria en las cercanías de la ermita de Nuestra Señora de los Reyes.
En la parte inferior del cuadro, en una cartela, se puede leer lo siguiente: Año 1603 a 4 de octubre se fundó este convento y en él se dio principio a la Orden de los Descalzos y fueron fundadores el Padre Fray Juan del Santísimo, el Padre Fray Baltasar de San Laureano, el Padre Fray Miguel de las Llagas y el Padre Fray García de San Juan. El otro cuadro, de similares características, que está colgado en el lado de la Epístola, representa a la condesa de Castellar, doña Beatriz Ramírez de Mendoza, cosiendo un hábito de mercedario en presencia de dos de los frailes fundadores.
Mención aparte merece el interesante Vía Crucis de la iglesia. Data del siglo XVII. La pintura de las distintas estaciones se debe atribuir a varias manos y es de estilo muy popular aunque de gran fuerza expresiva.
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