"Con un solo ataque a un submarino nuclear en Gibraltar, se acaba todo"

Entrevista | Ángel Liberal Fernández, ex oficial del Estado Mayor y antiguo consejero de Defensa en la OSCE

Capitán de navío retirado y experto militar, advierte sobre la ausencia de planes de contingencia en el Campo de Gibraltar para situaciones de crisis

"La avería del 'Tireless' propició que Reino Unido plantease a España la cosoberanía del Peñón", afirma

Reino Unido revisa la seguridad en Gibraltar tras la creciente amenaza de Rusia con misiles hipersónicos

Ángel Liberal, en el parador de Cádiz.
Ángel Liberal, en el parador de Cádiz. / Miguel Gómez

Gaditano adoptivo desde los 22 años y capitán de navío retirado, Ángel Liberal (Ferrol, 1947) pasó buena parte de su vida embarcado en patrulleros, destructores y fragatas en diferentes misiones y como oficial del Estado Mayor. Gran conocedor de la situación de Gibraltar y del decisivo papel que la colonia británica desempeña desde una perspectiva militar, sus últimos cuatro años de carrera los pasó en Viena, como consejero de Defensa del embajador permanente de España ante la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE).

Pregunta.-Usted viene de familia de militares.

Respuesta.-Sí. Mi padre fue el primer jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad) en el primer Gobierno de Felipe González, que fue el que reorganizó el Ministerio de Defensa y creó esa figura para hacer la estructura de mando militar lo más parecida posible a la que había en el resto de los países aliados de la OTAN.

P.-¿Y sus abuelos, también?

R.-Los dos. Mi abuelo materno, Pedro Fernández Martín, fue almirante y falleció en su despacho, en El Ferrol, siendo entonces capitán general del departamento marítimo de El Ferrol. Fue el jefe del primer grupo de marinos españoles que estuvieron en el Báltico, en los años 1942 y 1943: como me decía un alemán, aprendiendo de la guerra en la misma guerra. Alfonso Escuadra escribió un libro sobre la historia de ese grupo y de los que le relevaron.

P.-¿Y su abuelo paterno?

R.-Mi abuelo paterno murió de un disparo al comienzo de la Guerra Civil, en la Capitanía General de Valladolid. Entró allí un general para intentar poner al que estaba al mando de la división del lado de Franco, del alzamiento. En un momento dado, alguien se puso nervioso y las pistolas se dispararon... Una de las balas salió por una ventana y mató a mi abuelo, que estaba haciendo otras cosas en un despacho próximo.

P.-¿Alguno de sus descendientes ha seguido la vocación militar?

R.-No, no. Tengo dos hijos y dos hijas y ninguno ha tenido vocación militar.

P.-Su experiencia en Viena debió marcarle.

R.-Fue extraordinaria, magnífica. Y me marcó mucho, claro. Fueron años en los que trabajé en asuntos completamente diferentes a todos lo que había estado haciendo hasta ese momento. Estaba metido en una organización internacional con sus grupos de trabajo militares. La experiencia con los diplomáticos españoles, a diario, fue asombrosa.

Reino Unido trata de meter a Gibraltar por cualquier resquicio en organizaciones internacionales para dar más justificación a su presencia militar"

P.-¿Qué acontecimientos pasaron durante aquella época que le marcaron especialmente?

R.-Pues el 11-M, nada menos, y todo lo que vino después, como otros atentados en Londres. Había conflictos continuamente, por ejemplo, en Nagorno-Karabaj. Igual que la ONU tiene los cascos azules, la OSCE tiene sus cascos amarillos, fuerzas desplegadas por muchos sitios.

P.-¿Trataban también cuestiones relacionadas con Gibraltar?

R.-Es inevitable que Reino Unido trate de meter a Gibraltar por cualquier resquicio en organizaciones internacionales, en tratados, en documentos, etc.

P.-¿Con qué objetivo?

R.-Para ir dándole un mayor cuerpo, más justificación a su presencia en Gibraltar. Había que estar muy atento a todas las maniobras británicas en ese sentido.

P.-¿Son la Royal Navy (RN) y la Royal Air Force (RAF) las que están bloqueando un posible acuerdo entre la Unión Europea y Reino Unido?

R.-Para afirmar eso, tendría que estar metido en la negociación.

Ángel Liberal, en Cádiz.
Ángel Liberal, en Cádiz. / Miguel Gómez

P.-Pero tendrá alguna impresión al respecto.

R.-Eso sí, pero antes le voy a contar algo. En el año 2000 participé en larguísimas conversaciones, que no negociaciones, cuando estuvo averiado en Gibraltar el HMS Tireless, el submarino de propulsión nuclear. Estuve metido de lleno en el grupo de trabajo y en todas las reuniones. Fui a Reino Unido con el equipo técnico y todo eso. Muchas veces me llamaba la atención las cosas que se publicaban con respecto a lo que nosotros estábamos trabajando allí dentro.

P.-¿Por qué?

R.-Pues porque el que escribía no estaba dentro de las reuniones. Quien fuese, bueno, oía algunas cosas, hacía sus estimaciones y escribía lo que escribía. A veces leías aquello y decías: “No hombre, no, esto no es así”.

P.-¿Qué pasaba realmente en esas reuniones?

R.-En esas reuniones había una voluntad manifiesta por parte de los británicos de bajar la temperatura, de rebajar la crispación existente. Quizás llame la atención, pero a bordo del submarino había gente. Si hubiese habido un peligro radiactivo dentro, esa gente se habría muerto. Aquello fue una desgracia, evidentemente, porque no tiene sentido ponerse a reparar un submarino nuclear en un sitio como ese. El puerto no está capacitado, está clasificado como muelle Z.

Pude ver el interés que había por parte británica, obvio, de hacer ver que lo ocurrido con el 'HMM Tireless' había sido una desgracia"

P.-¿Qué razones dieron para que la reparación se realizase allí?

R.-Hubo una razón de mucho peso. Cuando se dieron cuenta de la fuga radiactiva en el circuito de refrigeración auxiliar del reactor, estaban en medio del Mediterráneo. Pararon todo y a dos nudos se fueron hasta Gibraltar. No podían irse a otro lado, no se iban a ir a la costa africana ni a ninguna otra parte. Llegaron al Peñón, afortunadamente. En su primera estimación, en el mes de mayo, a través de visores, apreciaron un poro muy pequeño y no se dieron cuenta, no lo podían ver entonces, de que la corrosión del circuito estaba por dentro. Erróneamente también, claro, pensaron que lo podían reparar en Gibraltar y para eso tenían que esperar a que todo se enfriase.

P.-¿Qué sucedió cuando se enfrió?

R.-Cuando se enfrió el local y pudieron entrar para ver de verdad lo que había, no por cámaras remotas, que es lo que habían estado viendo hasta entonces, ya habían pasado cuatro meses, aproximadamente. Era septiembre y, así como en mayo habrían podido navegar con precauciones de seguridad hasta el Reino Unido, en septiembre, con los temporales y con las amenazas de mal tiempo en el Cantábrico, sobre todo, la situación era bastante más arriesgada. Imagínese: mil millas, a dos nudos hasta Reino Unido... Total, que tenía que quedarse en Gibraltar para que lo reparasen.

Gibraltar es una ciudad dentro de una base militar y lo que predominan son los intereses militares. Otra cosa es que se utilice a la población para justificar la presencia militar"

P.-No debió ser fácil.

R.-No lo fue. La verdad es que habilitaron todo en condiciones y la pieza nueva la hicieron en el Reino Unido. El barco salió casi doce meses después de su llegada y tras casi nueve de reparaciones. Pude ver el interés que había por parte británica, obvio, de hacer ver que todo había sido una desgracia que nos había ocurrido aquí. Y bueno, como consecuencia de ello y de la actitud española, después vino el ofrecimiento de las negociaciones sobre la cosoberanía de Gibraltar. No salieron bien. Estoy hablando de cosas de hace 20 años y ya sabemos que en la política, también en la política internacional, las cosas cambian en 15 días o menos.

P.-¿Qué papel desempeñan ahora las fuerzas militares británicas en Gibraltar? ¿Hasta qué punto influyen en el proceso actual de negociación?

R.-Me parece obvio, de la lectura de todas las declaraciones de unos y otros, que el primer interés británico sobre Gibraltar es el militar. Gibraltar es una ciudad dentro de una base militar y lo que predominan son los intereses militares. Otra cosa es que se utilice como escudo... que se utilice a la población para justificar la presencia militar allí. El valor que tiene Gibraltar es el valor militar y, dentro del valor militar, lo fundamental es la RN.

En las tres bases militares de Reino Unido en Gibraltar y Chipre radican buena parte de los sistemas de inteligencia de la red Echelon, en la que participan Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, los 'Five Eyes'

P.-¿Me lo explica?

R.-Mire: en el Mediterráneo tenemos en un extremo a Gibraltar, dominando el Estrecho, que aunque solamente sean 6 kilómetros cuadrados, son suficientes para tener una base naval muy importante. En el otro queda Chipre, donde los británicos tienen dos bases bajo su soberanía: una aérea en Akrotiri, que tiene el aeropuerto y su cuartel general en Episkopi, y otra del British Army en Dekelia. Con esas tres patas, los tres servicios militares británicos controlan un espacio inmenso. En esas tres bases radican buena parte de los sistemas de inteligencia de la red Echelon, en la que participan Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, los Five Eyes, cubriendo todo el Globo con redes de comunicaciones por cable y satélite. Hay algunas películas y series muy interesantes sobre ellas.

P.-¿Qué papel militar juega el aeropuerto de Gibraltar?

R.-Aunque es un aeródromo militar con limitaciones notables no hay que minusvalorarlo. Está destinado básicamente a los transportes militares de la RAF. También tiene entre 1.500 y 1.700 vuelos civiles al año, que le dan cierta rentabilidad. La licencia para operar esos vuelos la dan los militares y son importantes para mantener el enlace entre la población y el Reino Unido. Es un aeropuerto militar construido en un terreno, el istmo, que está ocupado ilegalmente.

P.-¿Qué presencia tienen las fuerzas de Tierra en el Peñón?

R.-El regimiento de Gibraltar y los que forman parte del Estado Mayor: el jefe del Estado Mayor y algunas docenas de personas más.

Hay un puñado de cables que pasan por el Estrecho. Los hay para comunicaciones, como el Europe India Gateway, y para la detección de submarinos: escuchan el ruido de las hélices, de la maquinaria... Tienen a todos registrados"

P.-En el estrecho de Gibraltar no faltan cables submarinos.

R.-Así es, hay un puñado que pasan por ahí. Los hay para comunicaciones y para la detección de submarinos. Entre los de comunicaciones está el EIG (Europe India Gateway), un cable de 15.000 km que conecta Reino Unido, Portugal, Gibraltar, Mónaco, Francia, Libia, Egipto, Arabia Saudita, Yibuti, Omán, Emiratos Árabes Unidos e India; tiene uno de sus anclajes en el Peñón, por lo que no necesitan pincharlo.

P.-¿Tan fácil es pinchar un cable de ese tipo?

R.-Se puede hacer. No hay más que poner una derivación a los ordenadores correspondientes y saber toda la información que está circulando. Y, luego, que trabajen los de cripto para desencriptarlo. No es ningún problema. Los americanos, a finales de los años 40 y principios de los 50 del siglo pasado pinchaban los cables submarinos de comunicaciones de las bases soviéticas en el Pacífico, como Vladivostok, delante de sus narices. Hacerlo en el Estrecho no es ningún problema: mandan un robot submarino y listo.

P.-¿Y los cables de detección de submarinos?

R.-Eso es otra cosa. De cala Rosia, en Sicilia, salen tres cables con sensores en su interior que van hacia el centro de la bahía de Algeciras, que luego viran hacia el sureste, más o menos por el centro de la canal. Dos de ellos siguen hasta la intersección de la línea del tráfico marítimo que hay en el Estrecho, que cuenta con dos canales: uno de entrada al Mediterráneo, más cerca de la costa de Marruecos, y otro de salida hacia el Atlántico, más cerca de España. Los dos cables van en paralelo, por en medio del Estrecho, con una separación que debe tener entre una y dos millas: barco que pasa por allí, barco del que están escuchando el ruido de las hélices, de la maquinaria rotatoria o de lo que tenga y sirva para detectar qué tipo de barco es. Tienen a todos registrados, sobre todo a los submarinos, cada uno tiene su firma. Se comprueba si ese sonido se correlaciona con un barco de superficie o con un submarino. Es una labor que hacen los servicios de inteligencia, no de inteligencia de andar por la calle, sino de inteligencia acústica submarina, unos súperespecialistas que saben distinguir los ruidos que produce un submarino de los que produce otro. El tercero de los cables rodea el Peñón por el sur, llega hasta más o menos la altura del istmo y ahí sigue un poco hacia levante.

P.-¿Qué papel juega Estados Unidos en las relaciones entre España, Reino Unido y Gibraltar?

R.-Lo desconozco, pero Estados Unidos siempre va a querer que exista paz entre sus aliados y beneficiarse de la situación geográfica que le ofrecen. Sí le puedo hablar de lo que yo viví en 2002, cuando estaba en la trastienda de las negociaciones sobre la cosoberanía, con Josep Piqué como ministro de Exteriores. La predisposición de los norteamericanos, como no podía ser de otra manera, era totalmente favorable a que se llegase a un acuerdo. Siempre y cuando se les asegurase a ellos que iban a poder seguir haciendo lo mismo que estaban haciendo hasta ese momento.

P.-Ahora la situación ha cambiado porque Reino Unido no está en la Unión Europea.

R.-Eso supone un problema extraordinario para la recepción y el tránsito de personal y material militar a través de la verja. De alguna forma, España, como miembro de Schengen y como país que está ahí, unido a Gibraltar, tiene que controlar lo que entra en la colonia. Si no existiese ese control, podríamos tener material o personal militar que, después de entrar en Gibraltar por el puerto o el aeropuerto y salir por la verja, llegase a Helsinki sin ningún problema. ¿Y quién controla eso? Alguno puede decir, bueno, es que somos militares británicos, o de otra nacionalidad, y ya nos cuidamos nosotros. Bueno, sí, claro...

El Gobierno español, con Ana de Palacio como ministra de Exteriores en lugar de Josep Piqué, decidió no seguir con las negociaciones sobre la cosoberanía

P.-¿El concepto de cosoberanía lo puso Piqué sobre la mesa por primera vez?

R.-No, no, fueron los británicos, fue una iniciativa británica. Estaba Tony Blair como primer ministro y Jack Straw como responsable del Foreign Office, de Asuntos Exteriores. Peter Hain era el negociador británico y escribió un libro muy bueno sobre ese proceso.

P.-¿Qué decían los gibraltareños sobre esa propuesta de cosoberanía?

R.-Estaba Joe Bossano en la oposición pinchando a Peter Caruana, que era el ministro principal. Decían a todo que no, como es tradicional. Esa ha sido siempre la postura de Bossano, de rechazo absoluto a cualquier relación con España.

P.-¿Por qué sospecha que no fructificó aquello? ¿Por la oposición de los gibraltareños?

R.-No, no, la oposición de los gibraltareños se manifestó mucho más tarde, en noviembre de 2002. El proceso se había iniciado en el año 2000. Es una cosa la mar de curiosa, porque no hay más que consultar la hemeroteca para ver la secuencia cronológica de los hechos. Las conversaciones iban con total fluidez, buscando puntos de acuerdo en todos los ámbitos, incluso en el militar, porque en Reino Unido en aquel entonces el que mandaba era el político, no el militar. El ministro de Defensa británico, Geoffrey Hoon, estaba en contra del acuerdo, mientras que Tony Blair y Jack Straw lo querían, pero abarcando todos los campos, incluyendo el militar.

P.-¿Por qué se frustró ese proceso?

R.-Piqué cesó como ministro de Asuntos Exteriores y pasó al de Ciencia y Tecnología en julio de 2002. Le sustituyó Ana de Palacio. Y aquello se acabó. A principios de ese mes, Straw hizo unas declaraciones en el Parlamento británico, dando muchos detalles sobre todo el proceso de negociaciones seguido con España durante casi dos años. En septiembre, en Polonia, hubo una reunión entre él y De Palacio que no condujo a nada y, ya en noviembre, tuvo lugar el referéndum que organizó Caruana sobre si se debía seguir con las negociaciones de cosoberanía, aunque ese proceso ya estaba muerto. Fue un referéndum con carácter político, una vez que vieron que el Gobierno español había decidido no seguir con las negociaciones.

Ángel Liberal.
Ángel Liberal. / Miguel Gómez

P.-La base militar de Gibraltar no pertenece a la estructura de la OTAN.

R.-Nunca lo ha estado ni lo estará. Gibraltar es una base de un país de la OTAN, que no es lo mismo. Sí que es cierto que hace años alojó a un mando OTAN que en realidad era el mismo jefe británico de la base naval pero con “doble gorra”.

P.-¿Qué noticias tiene sobre el nivel de seguridad de las instalaciones militares de Gibraltar, en particular, sobre la presencia de buques de propulsión nuclear?

R.-Bueno, hace unas semanas leí en su periódico que Gibraltar está a la búsqueda de un técnico para aumentar la seguridad. Tendrán que decidir ellos qué nivel de seguridad tienen. Yo no lo sé exactamente, lo que está claro es que les preocupa.

P.-¿Se ha consolidado su situación como taller de reparaciones de submarinos de propulsión nuclear? ¿Qué hay exactamente en Gibraltar?

R.-Los submarinos de propulsión nuclear tienen averías, como todos los barcos, que pueden no estar necesariamente relacionadas con sus sistemas de propulsión. Otra cosa es que la avería sea en un elemento relacionado con el reactor nuclear, como ocurrió con el HMS Tireless el año 2000. Eso es mucho más grave y eso es lo que no deben reparar en Gibraltar. En el Peñón tienen un muelle que si no está preparado, lo preparan con lo mínimo imprescindible, como ocurrió con el HMS Tireless porque no podían moverlo. Con el submarino allí atracado, se traen a los técnicos y al material necesario para hacer la reparación. Lo mismo que ocurrió con el HMS Ambush en 2016, si bien en este caso, las averías derivadas de la colisión con otro barco no afectaron al reactor nuclear. En Gibraltar hicieron lo mínimo imprescindible para la seguridad de la navegación y se fueron al Reino Unido para someterse a varios meses de obras.

Desde el año 2001 hasta hoy hay registradas 87 entradas de submarinos nucleares en Gibraltar. Cuando un submarino está más de tres días en puerto, es que ha tenido una reparación más o menos grave"

P.-¿Cuántas estancias realizan los submarinos británicos en Gibraltar?

R.-Desde el año 2001 hasta hoy hay registradas 87 entradas de submarinos nucleares en Gibraltar. Cuando un submarino está más de tres días en puerto, es que ha tenido una reparación más o menos grave. Si ha sido de diez o quince días, seguramente ha sido algo muy serio. No tiene sentido que un submarino esté a la vista de todos, su misión es permanecer bajo el agua y que no se les vea, y el puerto de Gibraltar es una ratonera tremenda. La ventaja del submarino nuclear es que puede no salir a la superficie durante más de dos meses, tanto tiempo como permita el límite del almacenamiento de víveres que tenga a bordo.

P.-Cuanto más tiempo pase en la superficie, más vulnerable es.

R.-Piense en las amenazas que representan Rusia o Irán. ¿Qué han hecho los ucranianos con la base rusa de Sebastopol? A base de drones han echado a los barcos rusos, y eso que en Sebastopol estamos hablando de unas dimensiones geográficas mucho mayores que Gibraltar, que es una ratonera. Es un peligro bestial.

P.-En el Campo de Gibraltar carecemos de planes de contingencia para la población civil.

R.-Es que con un solo ataque a un submarino nuclear en el puerto, se acabó todo. Eso es lo dramático y lo dice muchas veces Antonio Muñoz, de Verdemar Ecologistas en Acción, y Europa Sur en sus artículos. Gibraltar es una bomba de relojería. Si explota un submarino nuclear, desaparece todo alrededor. Respecto al Campo de Gibraltar, dirán que la seguridad es competencia de Protección Civil o de la Junta de Andalucía. O que, como son temas militares, corresponde al Ministerio de Defensa. Al final, entre unos y otros, los planes de contingencia se quedan en nada.

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