Babies Uganda: el proyecto de tres españolas que acogen niños huérfanos allá donde nace el Nilo

Cooperación internacional

Más de 10.000 personas se benefician de los proyectos sociales impulsados a través de la ONG creada por Montserrat Martínez, Maribel García y María Galán

Colegios, orfanatos, un centro médico y una clínica, entre las prestaciones puestas en marcha

Montse Martínez juega con los niños en la Babies Home.
Montse Martínez juega con los niños en la Babies Home.
José Ángel Cadelo

13 de agosto 2023 - 02:00

Llueve en la orilla ugandesa del Lago Victoria. Sobre la tierra roja y fértil de la Región Central proliferan mangos, bananos, guayabas... El aire es transparente, todo huele bien y el cielo ecuatorial es tan azul y está tan cerca que parece que podría tocarse con los dedos si uno se pusiera de puntillas. Sin embargo, el escenario que encontró Montserrat Martínez hace quince años, cuando viajó a Uganda por primera vez, fue muy distinto: 35 bebés, todos ellos sin familia, se quedaban literalmente sin hogar porque Remmie, la mujer que los acogía, tenía que cerrar por falta de fondos.

Montse llegó a África en 2008 movida por un impulso del corazón que aún sigue sin saber explicar muy bien: quería conocer de primera mano la dramática situación de los niños sin hogar ni familia de aquel enigmático continente. Una realidad de la que solo sabía por televisión y por las imágenes y textos de algunas publicaciones. Para aquel primer viaje tuvo que dejar en casa a sus tres hijos (el pequeño, de solo 15 meses), disponer comida suficiente preparada para ellos en la nevera y el congelador, contar con el apoyo impagable de toda su familia y, por su puesto, aguantar que algunos la tacharan de irresponsable y de loca. Pero la verdadera locura vino un mes después, cuando regresó a su Boadilla del Monte con el firme propósito de evitar que aquel orfanato en Entebbe, lleno de cunas, biberones y vida, tuviera que echar el cerrojo para siempre.

Empezó entonces Montse a moverse en España con Maribel García Vizcaíno, amiga y compañera inseparable en esta aventura. Consiguieron reunir en un mes, con ayuda de familiares, amigos y vecinos, los 750 euros necesarios para mantener abierta la casa. Fue ese el inicio de Babies Uganda. Después retomaron los viajes a Entebbe, de más de 20 horas de duración, para estar el mayor tiempo posible sobre el terreno, conocer los problemas de aquel hogar infantil de primera mano y resolverlos de la mejor manera.

La vida de Montse se fue convirtiendo, casi sin darse cuenta, en una empresa fabulosa aunque siempre deficitaria. Junto a Maribel, principal apoyo de Montse además de cofundadora de Babies Uganda, trabajaba de sol a sol para conseguir financiación. “Maribel fue un pilar fundamental gracias a su anterior experiencia de trabajo en una ONG que desarrollaba programas sociales en Uganda”, recuerda Montse. Ambas compartían el objetivo de mejorar las condiciones de vida de una población, sobre todo infantil, que carecía incluso de lo más elemental. Durante esos primeros años se centraron solo en lo que llamaban la Babies Home. Pasaría algún tiempo hasta que pudieron empezar esos otros proyectos nuevos gracias a la colaboración de algunos amigos ugandeses. La Babies Home sigue hoy acogiendo niños sin familia, algunos con historias muy duras a sus espaldas.

“Con la ayuda de Tony, trabajador social y nuestra persona de confianza en Uganda, nos lanzamos a empezar otros proyectos”, relata Montse. Tony siempre había trabajado en orfanatos. Cedió a Babies Uganda una finca que había heredado y, así, pudo construirse Kikaya House, otro hogar para niños sin familia que abrió sus puertas en 2017. Mirembe fue la primera niña en llegar. Poco a poco, la casa se fue llenando de pequeños; casi todos arrastraban historias de abandono o maltrato. Al llegar encontraban alimentación, sanidad, y escolarización, pero, sobre todo, el hogar y la familia que nunca habían tenido.

Babies Uganda cuenta hoy también con un colegio para niños con discapacidad visual (CEVIC School), regentado por un matrimonio ugandés con cinco hijos de los cuales dos son ciegos. Estaban, cuando los conoció Montse, en un edificio en malas condiciones y sin la menor adaptación a las especiales condiciones de los alumnos. El pasado febrero pudieron inaugurar el curso escolar en un nuevo recinto con edificios completamente adaptados y en el que “los 52 niños no pueden estar más seguros, ser más felices o recibir una educación mejor”, sigue relatando Montse a este periódico. Babies Uganda no solo se ocupa de la educación de todos estos chicos con discapacidad, sino que ayudan también a sus familias, algunas extremadamente pobres, con una aportación económica mensual.

Alumnos con discapacidad visual en el CEVIC School.
Alumnos con discapacidad visual en el CEVIC School.

Después siguieron apareciendo nuevos desafíos, como el de la cercana isla de Zinga, una de las comunidades más pobres del país, en el Lago Victoria. “Antes de llegar Babies Uganda, diariamente había que decidir qué niños comían y cuáles no”, se lamenta Montse: “Hoy ya los 250 niños de Zinga tienen su alimentación asegurada”.

Otro gran proyecto de la nueva ONG fundada por Montse y Maribel fue el Centro Médico Kikaya, que ofrece hoy gratuitamente a los que lo necesitan asistencia y medicación todos los días del año, 24 horas al día. Más de 1.000 pacientes al mes se benefician del servicio. Cuenta el centro con área de maternidad, fisioterapia, oftalmología, laboratorio, vacunación y la Clínica Dental Juan Schmidt.

“A día de hoy tenemos los dos orfanatos; el Kikaya Primary School, un colegio en el que tenemos escolarizados a más de 700 niños, la mayoría internos; el CEVIC, para niños con discapacidad visual; el Centro Médico Kikaya; la clínica dental y, pronto, abriremos el Kikaya Senior School”, resume Montse. Más de 10.000 personas se benefician de todos esos proyectos.

La última en incorporarse a la aventura africana fue María Galán, la segunda de las hijas de Montse. “Yo sabía perfectamente, cuando María visitó en 2017 Uganda por primera vez, que se quedaba aquí a vivir”, asegura su madre, necesariamente orgullosa de esa joven que se graduó en Economía y Negocio Internacional por la Universidad de Alcalá y es, hoy por hoy, la que gestiona Babies Uganda sobre el terreno mientras Montse y Maribel coordinan todo desde España.

María, de solo 25 años, vive desde hace unos años en Kikaya House y sube videos a Instagram en los que narra el día a día de esos niños que se han convertido en su familia. Está convencida de que las redes sociales son la mejor herramienta para dar a conocer un proyecto que no podría funcionar sin el apoyo económico continuado de patrocinadores, colaboradores y padrinos. Quiere que todo el mundo conozca aquel rincón de África, y lo está consiguiendo: algunos de sus videos ya alcanzan cientos de miles de visualizaciones. Sabe que no se trata solo de grabar con el móvil penurias y desgracias sino, sobre todo, de transmitir la alegría y la paz que se respira en este remoto, verde y deprimido rincón de África.

En Kikaya siguen recibiendo de vez en cuando la llamada de la policía de Entebbe para informarles del hallazgo de un niño abandonado. De momento son ya 32 los pequeños que viven en ese hogar: seguirán creciendo en número en próximos meses. El último en llegar a la casa ha sido Vincent, de dos años. Padece una parálisis cerebral pendiente todavía de un diagnóstico preciso y llegó con pies equinovaros que ya han sido corregidos con escayolas. Como pasa siempre, a Vincent le han dado una calurosa y festiva bienvenida sus nuevos hermanos.

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