Pandemia, año 2
Balance de los dos años de covid en el Campo de Gibraltar
Dos años después de que se decretase el estado de alarma, se han detectado 46.000 casos de covid en el Campo de Gibraltar y casi 600 personas han fallecido
Los epidemiólogos advierten: hay que mantener la precaución, "la pandemia aún no ha terminado"
El 14 de marzo de 2020 la vida de los campogibraltareños, como la de otros muchos ciudadanos de todo el mundo, cambió por completo. El Gobierno central decretó un estado de alarma que llevó al confinamiento de la población en sus casas. Un virus detectado hacía solo unos meses estaba causando estragos con una alta contagiosidad y mortalidad, sin medicamentos ni técnicas conocidas para hacerle frente. Han pasado dos años desde aquel momento y la situación ha cambiado mucho. Con un 83% de la población vacunada, la covid ha perdido gran parte de su letalidad pero sigue muy presente en la sociedad campogibraltareña, con una tasa de incidencia que aún no baja de 300 casos por cada 100.000 habitantes (la situación de normalidad se sitúa por debajo de 50). La pandemia todavía no ha acabado, advierten los especialistas.
“En estos momentos la pandemia parece haber pasado a un segundo plano, pero no nos podemos confiar”, apunta la directora de la Unidad de Salud Pública, Epidemiología y Vigilancia de la Salud que cubre todo el Campo de Gibraltar, Nuria López. La sexta ola sigue en plena vigencia. Las tasas de incidencia a 14 días se han rebajado mucho desde principios del mes de enero, cuando sobrepasaban los 1.600 casos por cada 100.000 habitantes en el área sanitaria del Campo de Gibraltar Oeste y rondaban los 1.400 en el Este. El pasado viernes (último dato disponible), las tasas estaban en 325 y 359 casos respectivamente. Pero la tendencia de descenso iniciada a principios de año se ralentiza.
Desde que el 5 de marzo de 2020 se detectase el primer caso en la comarca, la Consejería de Salud ha registrado 46.017 infecciones por coronavirus. Son menos de las que realmente se han producido: en los primeros compases de la enfermedad, cuando se desconocía todo de ella, eran muy pocos los casos que llegaban a contabilizarse como covid. Faltaban PCR y capacidad para procesarlas y al no tener constancia de lo variado de la sintomatología que provocaba el coronavirus muchos casos no fueron calificados como tal.
La situación ahora es completamente diferente. Desde que pasó la primera ola la contabilización es mucho más ajustada a la realidad y ahora, en el quinto mes de la sexta ola, “seguimos haciendo tablas diariamente para tener datos actualizados. La tendencia es no relajarse”, explica López. “Seguimos teniendo una vigilancia muy estrecha de los casos, para ver si cambia la tendencia y hay que reforzar medidas en algún ámbito”, sea un municipio en concreto, un sector, una residencia.
Sí se ha relajado la actividad hospitalaria relacionada con la covid. Lejos quedan aquellas semanas de la tercera ola en las que cinco de las seis plantas del hospital Punta de Europa albergaban a pacientes de esta enfermedad. Ahora “ingresan con covid, pero no por covid”, explica la enfermera de la unidad, Melanie White, personas que llegan al hospital por otra patología y allí se les detecta el virus. La explosión de la variante ómicron ha supuesto que en esta sexta ola se hayan dado ya el 42% del total de contagios de la pandemia, pero con mucho menor gravedad que en las anteriores. Y eso, remarca, es por la vacunación.
Es ahí donde se están volcando los esfuerzos ahora. En la Unidad de Salud Pública ubicada en el Punta de Europa un grupo de una decena de personas se afana cada día en llamar e informar al usuario que no ha querido vacunarse de los beneficios de la inmunización, además de a aquellos que necesitan una cuarta dosis. El foco está especialmente puesto en las personas inmunodeprimidas y los menores.
En el Campo de Gibraltar, el porcentaje de vacunación es algo más bajo que la media andaluza y provincial, con un 83,4% de población con la pauta completa en el área Oeste y un 84,2% en el Este. Destacan por la baja vacunación el grupo de menores de 11 años en el primer caso y el de entre 30 y 50 años de edad en el segundo. “Creo que la base siempre es la información. Estamos reforzando mucho todo eso, intentar llegar a quien tenemos que llegar”, explica la subdirectora médica del hospital Punta de Europa, Fátima González.
Informar, formar y rastrear. Seguimiento de las residencias y centros sociosanitarios, del personal del sistema de salud. Recordar las medidas de prevención, la importancia de la ventilación de los interiores y de aislarse cuando se tienen síntomas. Y mantener la mascarilla en los espacios cerrados cuando estamos con otras personas. “Somos bastante cautos y no nos parece que retirar la mascarilla sea positivo para la evolución de la pandemia, abogamos por mantenerla en los interiores. En eso estamos siguiendo las recomendaciones de la Consejería”, explica López.
¿Qué podemos esperar partir de ahora en términos epidemiológicos? “Es muy difícil responder a esa pregunta”, reflexiona. “Probablemente la vacuna permita que sea una enfermedad llevable sin una mortalidad tan elevada. O puede ser que el virus mute y haya una variante más letal, pero no sabemos”. Lo que sí le queda claro tras estos dos años es que “nos hemos equivocado unas cuantas veces en esta pandemia, pero con todo lo que hemos aprendido nunca vamos a partir de cero. Me hace sentir que tenemos herramientas”.
UCIs libres de covid
A unos metros de la Unidad de Salud Pública, en las plantas del hospital, hay solo 9 pacientes con covid, ninguno en la UCI. “Las cosas están mucho más controladas, tenemos acceso al material necesario y la sobrecarga de trabajo, aunque existe, es menor”, explica la delegada sindical de CSIF en el Punta de Europa, Ana Navarro. En esta sexta ola no ha habido el miedo y la presión de la primera o la tercera, pero el personal “está cansado, todavía no ha conseguido desprenderse de ese agotamiento psicológico de tener el virus encima”.
La semana acaba con la buena noticia de que se renovarán los contratos de refuerzo covid, aunque “en realidad no se debería llamar refuerzo covid, porque lo que están haciendo es cubrir puestos que hacían falta, no por la pandemia. Deberían convertir esas plazas en estructurales”, destaca Navarro como una de las reivindicaciones de esta nueva etapa; otra es que se pague la carrera profesional.
Los sanitarios siguen su propio proceso de recuperación tras dos años de esfuerzo y tensión. “Cada vez se ve que son menos los profesionales que están al límite, pero no se han terminado de recuperar, de olvidar todo lo que pasaron. Hay trabajadores todavía de baja por problemas de salud mental, no es fácil superar todo lo que se pasó. Se sigue adelante, pero no es algo más que se ha pasado, una etapa más, ha dejado marcados a los sanitarios”, resume la delegada sindical.
Salud mental
Según la Radiografía de la situación profesional y emocional de la profesión enfermera, elaborada este enero por el Consejo General de la Enfermería, un tercio de este colectivo (33%) reconoce haber sufrido depresión durante la pandemia, 6 de cada 10 han padecido insomnio (58,6%) y algo más de dos tercios ha tenido episodios graves de ansiedad (67,5%). El cansancio y desmotivación actual es tal que casi la mitad de las enfermeras (46,5%) ha barajado la posibilidad de abandonar la profesión y 3 de cada 10 de los profesionales (28,4%) no volverían a estudiar la carrera.
El estudio Mind CovidMind Covid, financiado por el Fondo Covid del Instituto de Salud Carlos III y coordinado desde el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Biomédicas, ha observado un aumento de los problemas de salud mental durante la pandemia. Respecto a los primeros meses, detectó un riesgo alto de padecer un trastorno mental en casi la mitad de los profesionales estudiados y un trastorno incapacitante en casi el 15% de ellos. Pero también encontró una afección importante para las personas con patologías preexistentes y aquellas hospitalizadas con covid.
“Estamos desbordados”, confirma el psicólogo Eulalio García Romero, de la Unidad de Psicología Psicosalud de Algeciras. Comprueba en su consulta a diario los datos fríos de la estadística: un aumento de los casos de ansiedad, trastornos obsesivo compulsivos, depresión, trastornos depresivos persistentes (de más de dos años de duración y difícil detección). Patologías surgidas durante la pandemia, sobre todo en el confinamiento, y otras que se han reagudizado. “Y muchas en niños y adolescentes”, remarca.
“Hay algo que ha marcado la pandemia, la desinformación y el exceso de información”, explica. Sanitarios y ciudadanos han sido expuestos a una situación de estrés, sin saber qué hacer, “al principio incluso recibiendo instrucciones que después se comprobaban que no eran las adecuadas”. A los más jóvenes les ha limitado sus posibilidades de socializar, “les ha robado dos años de vida, limitando sus movimientos, sus relaciones, con clases online”.
Y esto ha llegado a una sociedad “que ya estaba ansiosa, el tipo de sociedad en que vivimos es tremendamente ansiosa”. Con esa coctelera, la ola de trastornos de salud mental diagnosticados no ha parado de crecer “y la impresión es que va a seguir”. Por otra parte, la población va adquiriendo la conciencia de que acudir al psicólogo no es algo negativo, “sino una forma de obtener una ayuda que necesitas. Antes los pacientes se escondían, ahora se lo dicen a sus amigos o compañeros de trabajo”. Y de hecho, remarca García, eso es lo que hay que hacer, pedir ayuda. “Muchas veces la familia, en el intento de ayudar al paciente, lo que hace es victimizarlo. Generan la sensación en el paciente de que está así porque quiere. Lo que debe hacer es es acompañarlo y facilitar la llegada de esa ayuda”.
El problema surge ante la evidente falta de recursos en la sanidad pública, una situación que “no hay visos de que mejore, porque no sacan plazas PIR (psicólogo interno residente). Ni hay especialistas ni intención de contratarlos. Se creó la psicología general sanitaria, pero podemos estar ejerciendo a nivel privado y no en la pública”.
Una situación que urge cambiar, reclaman organizaciones y profesionales. La coyuntura es cada vez más difícil y la invasión de Ucrania la empeora. “Estamos viendo situaciones dramáticas y los pacientes tienen miedo”. Y aún no se conoce el alcance de las consecuencias, que están empezando a notarse en la economía. “La gente está mal y ojalá me equivoque, pero me temo que va a haber más necesidad de atención a la salud mental”.
Los pacientes, desesperados
Refuerzos de todo tipo. Eso es lo que reclaman los pacientes, porque “la situación en los centros sanitarios ha empeorado exponencialmente”, destaca la vicepresidenta de la Coordinadora Comarcal en Defensa de la Sanidad Pública del Campo de Gibraltar, Alejandra Pajares. “Desde verano de 2021 estamos colapsados en Atención Primaria. En septiembre pensábamos que se iba a normalizar y fue todo lo contrario”. Colas a las puertas de los centros de salud, teléfonos que no se descuelgan o la imposibilidad material de conseguir una cita con el médico de familia en un plazo de tiempo corto son algunas de las principales quejas.
“No se invierte el dinero que se debería no ya para reforzar, sino para llegar siquiera a los mínimos decentes de calidad asistencial”. ¿El resultado? “Los pacientes enfadados, hartos de dar viajes y perder el tiempo. El que va al centro de salud está enfermo. Y el resto tampoco está para estar perdiendo tiempo de trabajo para ir una y otra vez o hacer colas”, remarca. Se resume en una palabra: desesperación. “Y no parece que vaya a ir a mejor”.
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