El Brexit sigue atascado en Gibraltar cinco años después
La Comisión Europea y Reino Unido no han logrado el derribo de la Verja al que se comprometieron para cerrar un entendimiento que sí lograron en Irlanda
Expertos británicos avisan de que los problemas técnicos de la negociación sobre el Peñón puede acabar afectando a la intención de Londres de acercarse a la UE
El regreso de Trump a la Casa Blanca amenaza el acuerdo sobre Gibraltar y las relaciones con Marruecos

La Línea/En la noche del 31 de enero al 1 de febrero de 2020, Reino Unido abandonó la Unión Europea (UE) y con él se llevó a Gibraltar. Europa terminaba en la Verja. Pero el Brexit -un acrónimo de dos palabras en inglés: Britain (Gran Bretaña) y exit (salida) que dio nombre al proceso- estaba lejos de terminar. En el quinto aniversario, la retirada ha superado montañas de problemas, pero no la situada junto al Campo de Gibraltar. En la pequeña colonia británica la negociación continúa atascada y amenaza con eternizarse, envuelta en una serie de obstáculos técnicos difíciles de superar en las distintas rondas de conversaciones y relacionados, entre otros, con el uso conjunto del aeropuerto y la seguridad tras la, anunciada, desaparición de la Verja.
El ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, quiso desatascar la negociación el año pasado con lo que se llamaron cumbres de alto nivel. El 19 de septiembre se celebró la última, con su homólogo del Reino Unido, David Lammy, el vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, Maros Sefcovic, y el ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo. Como las anteriores, acabó con un mensaje público de que habían logrado "nuevos avances".
La presencia de agentes españoles en las fronteras de Schengen, que se ubicarían en el puerto y el aeropuerto del Peñón tras la desaparición de la Verja, siempre se ha señalado como uno de los principales escollos, pero en realidad nadie sabe a ciencia cierta en que punto están del proceso para encargar un borrador del tratado que es el objetivo final.
Obstáculo
En el informe por el quinto aniversario de la ruptura, elaborado por un panel de expertos del centro de estudios UK in a Changing Europe (UKICE), la conclusión es que la Unión Europea y Reino Unido "no han logrado llegar a un acuerdo sobre el futuro estatus de Gibraltar, debido a un desacuerdo continuo sobre quién tiene derecho a controlar la seguridad del aeropuerto del territorio, un asunto extremadamente sensible tanto para el Reino Unido como para España". Junto a la supervisión en la implementación del Marco de Windsor (el Protocolo sobre Irlanda e Irlanda del Norte), lo considera el principal escollo, con un horizonte que podría entorpecer los vínculos entre ambos en un futuro. "Aunque estos temas puedan parecer técnicos, su falta de resolución podría generar repercusiones políticas más amplias que, a su vez, podrían afectar el reinicio de las relaciones", se lee en el documento en referencia a la intención del Gobierno laborista de Keir Starmer de relanzar las relaciones con la UE.
En realidad, UKICE cree que el Brexit nunca terminará. Estará con el Reino Unido "para siempre", dada la continua necesidad de revisar los acuerdos bilaterales como el pendiente de cerrar sobre Gibraltar y mejorar la colaboración en asuntos como seguridad o cambio climático. "La relación entre el Reino Unido y la UE seguirá cambiando, independientemente de que se revisen formalmente o no los textos jurídicos que la rigen, el Acuerdo de Retirada y el Acuerdo de Comercio y Cooperación", afirmó Anan Menond, su director, en la presentación del informe.
La propuesta laborista de acercamiento es, por ahora, muy vaga, por cuanto se basa sólo en llegar a un pacto sanitario y fitosanitario para reducir la fricción comercial; mejorar el acceso de los artistas en gira; equiparar las cualificaciones profesionales y consensuar iniciativas de defensa. El regreso al mercado único, la unión aduanera y la libertad de movimiento están descartados, opinan los expertos.
La posición de Starmer respecto a la UE también podrá verse afectada por los resultados de las elecciones municipales de mayo en el Reino Unido y por la estrategia que adopte el presidente estadounidense, Donald Trump.
El Partido Liberal Demócrata, tercera fuerza parlamentaria, recuperó en los últimos días sus referentes europeístas cuando reclamó un retorno a la unión aduanera y unirse a la UE en un frente común contra Trump. Según los expertos, esto significa que, en las siguientes citas con las urnas, Starmer se enfrentará no solo a la presión de la derecha eurófoba, sino también a la de los liberales proeuropeos.
Existen algunas oportunidades en los próximos meses para que Reino Unido y la UE busquen puntos de encuentro, como una reunión informal de dirigentes europeos el 3 de febrero y una gran cumbre, todavía sin fecha, que en principio se celebrará en los primeros meses del año.
Banderas
Gibraltar marcó su salida de la Unión Europea en la noche del 31 de enero al 1 de febrero con una corta ceremonia a medianoche para arriar la bandera comunitaria e izar la de la Commonwealth. Entre una y otra sonaron la Oda a la Alegría, “como signo de respeto y afecto a Europa”, y el God Save The Queen. Muy cerca, en La Línea, miles de ciudadanos se asomaban a una despedida que vivían con incertidumbre desde que en 2015 el entonces primer ministro británico David Cameron anunció el referéndum sobre la permanencia. Se celebró en 2016 y un 95,9 % de los llanitos votaron en contra de la salida. "Estamos preocupados, pero por la libra. Las colas las ha habido siempre y las habrá, aunque ahora menos porque a nadie le interesa, pero la libra puede caerse y entonces podemos tener un problema grave”, decía un linense que esperaba aquel 1 de febrero a que su esposa atravesara el paso fronterizo de vuelta a España tras cumplir con su jornada laboral a la sombra de la Roca.
Esas dudas y preocupaciones siguen hoy día, tal y como constata el alcalde de la ciudad, Juan Franco, tras una ronda de reuniones con distintos colectivos de empresarios, sindicatos y vecinos de la ciudad que siguen sin conocer detalles de la negociación pero sospechan que "incluso un acuerdo" puede contener elementos que no sean del todo beneficiosos para la economía linense.
Cambios
En realidad, desde entonces, por ahora, los cambios han sido mínimos. O, cuanto menos, difíciles de detectar. Para empezar, la Verja sigue en pie. Si el acuerdo sigue dilatándose en algún momento entrará en funcionamiento el nuevo Sistema de Entradas y Salidas (SES), el registro automatizado de viajeros de corta duración del bloque comunitario. Cuando se active, a los gibraltareños se les aplicarán los requisitos generales del Código de Fronteras para los ciudadanos no pertenecientes a la UE. Esto es, estar en posesión de un pasaporte válido con una vigencia mínima de tres meses después de la fecha prevista de salida del espacio Schengen y que haya sido expedido en los 10 años anteriores; poder justificar el propósito y las condiciones de la estancia prevista en el espacio Schengen y disponer de medios de subsistencia suficientes, tanto para la duración de la estancia prevista como para regresar a Gibraltar; no haber estado en el espacio Schengen durante más de 90 días en cualquier período de 180 días (seis meses) y en el futuro, estar en posesión de una preautorización ETIAS.
Para derribar la Verjaes necesario cerrar un acuerdo sobre cooperación policial y seguridad, lo que convierte en fundamental que el control de personas y mercancías -la puerta entre el Espacio Schengen y Gibraltar- se sitúe en el puerto y en el aeropuerto. Esto obliga a una entente que garantice unas reglas equitativas de competencia (level playing field) en ambos territorios. Es decir, Gibraltar tiene que acogerse a los estándares de la Unión Europea en materias como las ayudas de estado, empleo, medio ambiente, en materia fiscal o la lucha contra el blanqueo de capitales y financiación terrorista. Además, debería asegurar que el Puerto de Gibraltar compite justamente con otros europeos, en particular el de Algeciras, incluyendo, entre otros, los servicios de bunkering.
El Acuerdo de Retirada protege los derechos de todos aquellos trabajadores fronterizos que tenían un contrato de trabajo en vigor o eran autónomos en Gibraltar a 31 de diciembre de 2020, así como los que habían trabajado en la Roca y estaban inscritos como demandantes de empleo, los que estaban de baja por enfermedad, o con permiso de maternidad o realizando una Formación Profesional en España en ese momento. El resto está sujeto a que se alcance un acuerdo o no.
Otra cuestión que se negocia son las pensiones. A un español que cobra 1.050 euros apenas le quedarán 200 cuando se jubile. Franco puso este verano un ejemplo: "¿Qué va a pasar dentro de 20 años?", se preguntó, "si todo sigue igual, nos encontraremos con 11.000 personas jubiladas y cobrando 400 o 500 euros. ¿Qué va a ocurrir? Que no se van a poder tomar ni un café porque el dinero será para llenar la nevera y en La Línea sufriremos un colapso en los servicios sociales", dijo.
Además, según la media que calcula el Ayuntamiento de La Línea, un tercio de la facturación de las empresas del municipio depende de clientes gibraltareños. La posibilidad de que no haya acuerdo les hace temer pérdidas inasumibles. Tanto los profesionales que entran en el Peñón a hacer trabajos puntuales o habituales (carpinteros, pintores, fontaneros...) como aquellos que reciben a los gibraltareños en comercios, bares y restaurantes perderían una importante clientela y con ello sufrirían una caída de los ingresos.
También está por ver cómo se encajaría el problema de movilidad que supondría la desaparición del paso fronterizo sobre todo para La Línea.
La UE demanda que Gibraltar aplique disposiciones relevantes de la legislación europea en materia de bienes como el código aduanero, la relacionada con impuestos (incluido el IVA), la de cooperación administrativa o aquella relativa a los estándares exigidos a los productos en el Mercado Único. También es necesario introducir disposiciones relativas al intercambio de información para prevenir el tráfico de drogas, el contrabando y el fraude fiscal.
La CE plantea que se asegure la aplicación en Gibraltar de un sistema impositivo alineado con el español, de manera que se minimice el diferencial de precio, especialmente “para el alcohol, combustibles y productos del tabaco”, con el objetivo de prevenir la desviación del comercio y el contrabando.
Se busca además un acuerdo que permita la colaboración medioambiental entre España y la colonia, de modo que se dé solución a la situación actual en la que afrontan cada por su cuenta vertidos, accidentes marítimos y la protección del ecosistema. La histórica disputa sobre la soberanía de las aguas son el principal lastre de un entendimiento en este sentido.
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