La descarnada carta de un matrimonio de trabajadores en Acerinox contrarios a la huelga, víctimas de amenazas e insultos
CONFLICTO LABORAL
La pareja denuncia el "acoso" sufrido a través de números de teléfono ocultos, pintadas en su contra y cuatro meses de "dictadura" por no comulgar con las decisiones del comité de huelga
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Cuando la huelga en la planta de Acerinox en Los Barrios cumple 126 días de protestas, un matrimonio de trabajadores con más de veinte años de experiencia en la compañía ha trasladado a Europa Sur una descarnada carta donde expone el "acoso" que sufre desde el comité de huelga al estar en contra de la misma. Describen los últimos cuatro meses como una "dictadura" salpicada con diversos "actos vandálicos" y "amenazas" sobre aquellos empleados que, como ellos, no comulgan con las decisiones para negociar el convenio colectivo.
Precisamente, la Junta de Andalucía, a través de la Consejería de Empleo, ha vuelto a citar a las partes del conflicto de Acerinox este lunes en Sevilla para intentar acercar posturas en un conflicto que mantiene a los trabajadores en huelga.
Carta abierta de Lola Ferrer
Me llamo Lola Ferrer Alfonso y entré en la fábrica de Acerinox situada en Palmones hace 22 años. Soy una de las trabajadoras, junto con mi marido, también trabajador de la factoría, que lucha por terminar con la huelga actual al no estar de acuerdo en cómo este comité está dirigiendo la misma. Desgraciadamente, a día de hoy, debido a ese motivo, para nuestros compañeros solo somos "esquiroles” o "vendidos" y, por ello, llevamos meses recibiendo el acoso de los huelguistas, que se dedican a exhibir nuestras fotos personales y escribir nuestros nombres acompañados de menosprecios por puentes, muros y carteles publicitarios.
Por eso, estoy dispuesta a revelar de una manera sencilla la actuación incoherente y destructiva que está llevando a cabo nuestro comité de huelga y la situación real de mi fábrica.
Acerinox es una multinacional con filiales repartidas en varios países, además de España. Y aunque el grupo está obteniendo beneficios, nuestra planta de Palmones viene presentando pérdidas en cuatro de los últimos cinco años. Como muestra de ello, todos los trabajadores de esta fábrica hemos sufrido los periodos de ERTES (paradas en la producción por falta de pedidos) e incluso un ERE (reducción de la plantilla con los consiguientes despidos). A consecuencia de esto, los directivos propusieron al consejo de administración para el nuevo convenio un cambio en el modelo organizativo de trabajo con el fin de mantener abierta la fábrica sin tener que sacrificar ningún puesto de trabajo.
Cuando se comenzó a negociar el convenio, los directivos nos advirtieron de esta situación y reconozco que, por ignorancia e incredulidad, o quizás también por culpa de la empresa que debería habernos informado año tras año sin tapujos de lo que estaba ocurriendo, yo misma me planteé: "Si hay inversiones en equipos y líneas nuevas, no debemos de tener tantas pérdidas", "Justo ahora que vamos a negociar el convenio nos avisan que estamos en números rojos", "¿Por qué no luchar por mejorar las nuevas condiciones de trabajo?", etc. Una mayoría aplastante que pensaba como yo, planteándose las mismas premisas, decidió que debíamos ir a la huelga.
Lo que no sabía es que el 5 de febrero de 2024, tras hacerse el sindicato ATA con una mayoría de representación en el comité de huelga y colocar a uno de sus sindicalistas, José Antonio Gómez Valencia, de portavoz, comenzaba una dictadura de cuatro meses en la cual, este señor ha dejado claro en sus discursos que no sometería a votación ninguna propuesta de convenio que ofreciera la empresa si él, previamente, no la consideraba aceptable.
Y yo comencé a protestar. ¿Vamos a permitir que este señor, un trabajador sin verdadera experiencia sindical, ni conocimientos precisos del Estatuto de los Trabajadores o las leyes en la materia decida nuestro futuro? ¿Es normal que el comité de huelga se haya formado por una mayoría de sindicalistas de ATA cuando en el comité de empresa, que sí ha sido elegido por los trabajadores, no tiene ni un 27% de representación? ¿No deberíamos ser una mayoría de trabajadores los que decidamos qué propuesta de la empresa nos parece aceptable mediante una votación para volver a trabajar?
También en los primeros días de huelga pude tristemente observar cómo entre los huelguistas aparecían los malhechores, aprovechándose como siempre de las masas, para cometer actos vandálicos, sin que el resto de huelguistas, por miedo o conformidad, hicieran nada. Provocaron cortes de carretera interminables, destrozaron equipamiento de la fábrica, arrancaron las preciosas y enormes palmeras de la entrada, hicieron pintadas en los muros insultando a responsables intermedios (con nombres y apellidos e incluyendo amenazas), etc. Pero el comité de huelga no condenó nada.
Privada de voz, con el vandalismo campando a sus anchas, con mi puesto de trabajo en manos de un sindicato sin federación grande instaurado a nivel nacional como es ATA, y tras contemplar atónita el silencio o la conformidad del resto de sindicatos ante esta situación, decidí desvincularme de la huelga, previniendo sobre la ruina que nos iba a buscar este comité.
Fueron muchos más los trabajadores que alzaron su voz para protestar por el desarrollo de la misma y la toma de decisiones absurdas del comité. Entonces comenzaron las amenazas por teléfono, las apariciones de fotos privadas de compañeros junto a sus parejas denigrándolos en los muros, los pinchazos de ruedas, se llegó incluso a sentenciar a muerte a una compañera en el muro del colegio de su hija, se agruparon amenazantes en la puerta de la casa de una trabajadora que vive con su hija y su madre, etc. Actos, sin duda alguna, deleznables.
¿Qué hizo al respecto el señor Valencia, portavoz del comité de huelga y responsable del bienestar de todos los trabajadores? Nada. ¿Qué clase de persona sin valores nos estaba representando? ¿No hubiese cualquiera en su lugar condenado ese comportamiento en cada asamblea o momento de megáfono? Incluso podría haber servido reprender a cualquier trabajador que realizara esos actos delictivos. Es más, yo hubiese dado ejemplo borrando con brochazos de pintura fotos, nombres y apellidos que estuvieran denigrando.
El señor Valencia, repito, representante de cada uno de los 1.732 trabajadores de la fábrica de Palmones, era el que provocaba con sus discursos el rechazo de los huelguistas hacia todo aquel que no pensara como ellos, llegando incluso abiertamente a privar a los FC (trabajadores cuyo salario no depende del convenio) de su derecho a opinar sobre cualquier aspecto de la huelga. Al terminar de provocar estos rechazos, añadía: "Nosotros no privamos a nadie de dar su opinión, todo el mundo es libre de coger el megáfono y explicar su punto de vista". Algo completamente falso. En la asamblea del 15 de mayo, por ejemplo, un sindicalista de Coordinadora intentó dar su opinión entre abucheos y vejaciones, mientras el señor Valencia se reía de él cruelmente.
Por fin intervino el Consejo Andaluz de Relaciones Laborales (CARL), ofreciendo una propuesta intermedia entre la de la empresa y el comité de huelga, y exigiendo al comité que se sometiera a votación a los trabajadores. Sin embargo, el comité de huelga, estando advertido por la empresa de que las opciones eran aceptar la propuesta de la Junta o un nuevo modelo organizativo a tres turnoscon los consiguientes 450-575 despidos, convenció a 1.200 trabajadores de que la propuesta de la Junta era un “copia y pega” de la propuesta de Acerinox (mentira, vean el artículo de Europa Sur del día 26 de mayoEuropa Sur), y con 1.200 trabajadores sin querer trabajar, empujó a la fábrica a registrar inmediatamente en la página de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) el cambio de régimen de trabajo a tres turnos para que el consejo de administración de la multinacional diera luz verde a una inyección de capital el próximo mes de julio y evitar que la fabrica se encontrara en situación de causa legal de disolución, es decir, de cierre legal de la empresa.
Esto no lo explica ningún miembro del comité en ninguna asamblea, como tampoco explican que las cuentas de la fábrica son públicas (están a disponibilidad de todos en Internet), están auditadas (es decir, comprobadas por un órgano externo de que son reales) y están en números rojos, para que los huelguistas sigan pensado que esta fábrica es la gallinita de los huevos de oro.
¿Y ahora qué ocurrirá si no aceptamos los 575 despidos? ¿Cierre patronal con el consiguiente despido temporal de 1.732 trabajadores sin derecho a cobrar el paro? ¿El cierre definitivo, aumentando el desempleo del Campo de Gibraltar hasta límites insospechados? ¿Qué otras opciones creen que va a barajar el consejo de administración después de más de cuatro meses de huelga sin intención de los trabajadores de entrar a trabajar y sin una propuesta viable por parte del comité para mantener la fábrica abierta?
Me gustaría recordar a mis compañeros que esta fábrica, sin ser perfecta, y teniendo en cuenta que, como cualquier otra, su objetivo es ganar dinero, ni esclaviza, ni obliga a nadie a aguantar nada. Si estamos trabajando aquí es porque es una gran empresa y no nos hemos molestado en buscar otro empleo (lo que significa que no se está tan mal).
Nos acusan a los que no estamos de acuerdo con continuar con esta huelga de no sentir empatía con el quinto turno porque perderá mas privilegios que el resto de trabajadores con este nuevo modelo de trabajo; pues dejad que os aclare que sabemos que los turnos son duros, que hay sitios de la fábrica en los que yo no tendría el valor de trabajar, y que la conciliación familiar es mas complicada. ¡Pero no habléis de esclavitud, que me produce vergüenza ajena! Porque el sueldo medio de un operador de Acerinox es de 47.059 euros brutos anuales sin horas extras, y la conciliación familiar podéis mejorarla pidiendo una reducción de jornada, o no apuntándose a echar horas extras, y pidiendo días de vacaciones sin remunerar.
Por todo esto que os estoy explicando, dando nuestra opinión para intentar convencer a los despistados que aún creen en este comité, mi marido y yo, entre otros compañeros también con hijos pequeños, seguimos sufriendo acoso. Se ha procedido a denunciar, pero con números de teléfono ocultos o estando encapuchados los que cometen las fechorías, sirve de poco. Pero, sobre todo, quiero denunciar que nuestros representantes sindicales no hacen nada por evitarlo. Peor todavía: el comité de huelga, en lugar de estar estrujando sus cerebros para alcanzar una solución para este desastre, se dedica a hacer memes burlones sobre mi persona para compartirlos en su estado de WhatsApp, mientras el portavoz ha dejado claro en las entrevistas que prefiere perder su puesto de trabajo antes que "humillarse ante esta empresa". Saquen ustedes sus propias conclusiones de a qué abismo nos está dirigiendo el actual comité de huelga.
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