La conquista de Tarifa y el segundo asedio castellano a Algeciras (1309-1310)
Estampas de la historia del Campo de Gibraltar
La primera batalla por el control de los enclaves musulmanes de la orilla norte del Estrecho se había decantado a favor de los castellanos con la toma de Tarifa
El sultán de Granada, Muhammad II, abandonó su alianza con Sancho IV alegando que éste no había cumplido su parte del trato entregándole la ciudad recién conquistada
Algeciras bajo las dinastías Almorávide y Almohade (1086-1230)
1.- Tarifa para Castilla
Desde el desembarco de los meriníes en Algeciras, en el año 1275, los reyes de Castilla, secundados por las restantes monarquías peninsulares (Portugal, Aragón y Navarra) y otros poderes transpirenaicos (el Papado, Génova, Inglaterra y Francia), eran conscientes de que como en 1145, cuando desembarcaron en al-Andalus los almohades, un nuevo peligro se cernía sobre los reinos cristianos en el último cuarto del siglo XIII que podía hacerles perder los territorios ganados al islam en los dos siglos anteriores. Sin embargo, la revolución comercial a la que Europa asistió a lo largo del citado siglo, protagonizada, sobre todo por Génova, la Corona de Aragón y en menor medida Castilla, exigía la apertura y el control del estratégico paso del Estrecho de Gibraltar por los estados cristianos como puerta de acceso de las citadas potencias mercantiles a los puertos de Portugal, Flandes, Inglaterra, norte de Francia y Alemania.
La derrota de la escuadra castellana en la Isla Verde ante la flota meriní en el año 1279, que obligó al rey Alfonso X a levantar el cerco de Algeciras, no significó el abandono de Castilla por controlar el litoral norte del Estrecho. Con algunos períodos de retraimiento militar y de parálisis política ―crisis dinástica en los últimos años del reinado de Alfonso X― Sancho IV iba a retomar con renovadas fuerzas el objetivo de conquistar las ciudades del Estrecho a los musulmanes. Abandonada la primera idea de volver a poner cerco a Algeciras, el rey de Castilla decidió dirigir su ejército contra Tarifa y con tal fin, situó su escuadra en aguas del Estrecho en el verano de 1291. En el mes de sa'ban (30 de julio al 27 de agosto de 1291), la escuadra castellana, al frente de la cual se hallaba el genovés Micer Benito Zacarías, se enfrentó a la meriní alcanzando una victoria total sobre los musulmanes. No obstante, los norteafricanos consiguieron desembarcar en Tarifa a finales de ramadán del 609 (17 a 28 de septiembre de 1291).
En 1 yumada segunda (20 de abril a 19 de mayo de 1292), según Ibn Abi Zar, el rey Sancho IV puso cerco a la ciudad de Tarifa con el apoyo del rey de Granada. La atacó por mar y tierra, noche y día, ―refiere el cronista musulmán― y levantó máquinas para batirla. Durante más de cuatro meses estuvo la ciudad sitiada, sin que el emir meriní pudiera socorrerla desde Ceuta, puesto que la escuadra castellana patrullaba las aguas del Estrecho. Por fin, el 13 de octubre de 1292, según el mismo Ibn Abi Zar, o el 19 de septiembre, según la Crónica castellana, Tarifa se rindió, entrando en ella el rey, fortificándola y dejando la escuadra vigilando el paso del Estrecho.
Dueños los castellanos de Tarifa, el sultán de Granada, Muhammad II, abandonó su alianza con Sancho IV alegando que éste no había cumplido su parte del trato entregándole la ciudad recién conquistada. El rey nazarí se inclinó de nuevo hacia los norteafricanos y en octubre de 1293, después de mantener una entrevista con el emir de Fez, selló una alianza con él. Abu Yaqub le entregó algunas de las plazas fuertes que poseía en la orilla norte del Estrecho a cambio de su apoyo en la lucha por recuperar Tarifa. En el verano de 1294 los meriníes pusieron cerco a la ciudad que estaba defendida por don Alonso Pérez de Guzmán “el Bueno”, nombrado alcaide de la fortaleza en el verano anterior. Aunque los musulmanes utilizaron todos los medios a su alcance (incluyendo el chantaje con la amenaza de matar al hijo del alcaide) no lograron que la plaza se rindiera, teniendo que levantar el sitio y retornar al Magreb.
2.- Segundo asedio castellano de Algeciras (1309-1310)
La primera batalla por el control de los enclaves musulmanes de la orilla norte del Estrecho se había decantado a favor de los castellanos con la toma de Tarifa. Con la rendición de esta ciudad portuaria, los meriníes habían perdido la mejor y más próxima a África zona de desembarco cuando trasladaban sus ejércitos desde la otra orilla. Pero aún conservaban los dos grandes puertos de la zona: Gibraltar y sobre todo, Algeciras, base naval y centro económico de la región.
La muerte de Sancho IV impidió que este rey continuara con la inacabada empresa conquistadora. Cuando su hijo, Fernando IV, asuma el poder en el año 1295, los graves problemas que aquejaron al reino durante su minoría, no siendo el menor de ellos las rivalidades de sus tutores por controlar en su propio beneficio al joven rey y la incapacidad de la reina regente -María de Molina- para someter a la levantisca nobleza, paralizaron la conquista de las ciudades musulmanas en la zona del Estrecho.
En 1303 el sultán Muhammad III había firmado un acuerdo de paz con el rey de Castilla por tres años. Granada, dueña de las plazas del Estrecho, a excepción de Tarifa, pondría el punto de mira de sus objetivos en controlar el Estrecho y la ciudad de Ceuta, centro mercantil de primer orden. Este estratégico puerto se aparecía como una fruta madura a los intereses expansivos nazaríes. (El emir de Fez se encontraba debilitado por la sublevación de su hijo ‘Utmán ben Abi-l-Ula que aspiraba a expulsarlo del trono). Después de ganarse la obediencia de la guarnición ceutí, los granadinos enviaron desde Algeciras una numerosa escuadra apoderándose de Ceuta el 13 de mayo de 1306 con la connivencia de su alcaide Abu Sa‘id Faray. Los nazaríes habían cumplido el sueño de Muhammad I de dominar las dos orillas del Estrecho.
Al año siguiente fue asesinado el emir Abu Ya'qub, siendo entronizado su nieto Abu Tabit -como refiere Ibn Abi Zar- cuyo reinado fue breve, pues murió en el año 1308. Sin embargo, el dominio de ambas orillas del Estrecho por los nazaríes, sobre todo de Ceuta, no podía ser aceptado por los otros reinos y emiratos que intervenían en la zona. Granada se verá acosada por todos los frentes: aragoneses y meriníes firmaron un pacto por el que el rey de Aragón ofrecía ayuda naval para que los norteafricanos tomarán Ceuta a cambio de recibir las riquezas acumuladas en la ciudad y determinados privilegios comerciales. Aragón recibiría 3000 zafras de grano, 2000 monedas de oro y el dinero, el ganado, bestias y todos los efectos que se hallaren al ser tomada Ceuta. Según Ibn Jaldún no fue necesario el asalto de la ciudad, puesto que los ceutíes se rebelaron contra las autoridades nazaríes y abrieron las puertas a las tropas norteafricanas. Castellanos y aragoneses sellarían un acuerdo en Alcalá de Henares en diciembre de 1308 con el objetivo de conquistar el reino de Granada: Algeciras sería sitiada por el rey de Castilla y Almería por el rey de Aragón.
El 30 de julio del año 1309 el rey Fernando IV puso sitio a Algeciras según consta en una carta remitida por don el infante don Juan Manuel al rey de Aragón el 8 de agosto de 1309, mientras que Jaime II hacía lo propio con Almería. El sitio se alargó durante todo el verano de aquel año y al llegar el mes de septiembre, tuvo noticias el rey de que la vecina fortaleza de Gibraltar se hallaba mal defendida, enviando a don Juan Núñez de Lara, a don Alonso Pérez de Guzmán y al arzobispo de Sevilla a cercar la plaza. Sin gran esfuerzo los castellanos lograron rendir la fortaleza de Gibraltar.
El sitio de Algeciras continuó, aunque no sin dificultades en el bando cristiano, donde la falta de vituallas y las desavenencias de algunos nobles con el rey, restaba eficacia a una campaña que necesitaba, sobre todo, coordinación entre las diferentes fuerzas intervinientes. No obstante, peor era la situación de los nazaríes que, sin poder recurrir a su tradicional aliado norteafricano -aún dolido por el asunto de Ceuta-, se enfrentaba en solitario a dos fuerzas navales y terrestres que, de un sólo golpe, podían arrebatarle dos de los principales puertos de su reino: Algeciras y Almería. Por una carta enviada por el Vizconde de Castellnou a Jaime II sabemos que uno de los defensores de Algeciras se había pasado al campo cristiano y había comunicado al rey de Castilla que en la ciudad no había cosa alguna de comer, sino solamente pan, ni aceite, ni higos, ni manteca, ni atún salado del que solía haber mucho, pero que por causa de vuestras galeras no habían podido pescar.
Pero, como en ocasiones anteriores, volvió a surgir la capacidad diplomática nazarí en los momentos más desesperados: en el otoño de 1309 -una vez perdida la plaza de Gibraltar-, el rey de Granada llegó a un acuerdo con el emir de Fez por el que le cedía Algeciras y Ronda con los castillos de ellas dependientes a cambio de su ayuda frente a los castellanos (refieren Ibn Jaldún e Ibn Abi Zar). El emir Abu l-Rabí de Fez envió dinero, armas y un ejército a al-Andalus con el que los nazaríes se hallaban en condiciones de igualdad con respecto a castellanos y aragoneses.
En el campo cristiano las cosas habían empeorado. A la llegada del invierno con escasas provisiones en el campamento, se había unido la marcha del cerco de don Juan Manuel y de otros nobles con sus mesnadas por unas diferencias con el rey. Ante este panorama, Fernando IV aceptó aliviado la propuesta de los nazaríes de que levantara el cerco de Algeciras a cambio de recibir las villas de Bedmar y Quesada y cincuenta mil monedas de oro. Por segunda vez, la Algeciras musulmana resistía el asedio de un rey castellano. Según el granadino Ibn al-Jatib, el sitio de Algeciras había comenzado el día 21 de safar del año 709 (31 de julio de 1309), permaneciendo la ciudad cercada hasta fines de sa‘ban del año mencionado (final de enero del 1310).
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