El estado de alarma de quien menos tiene
Coronavirus en el Campo de Gibraltar
El Ayuntamiento de Algeciras y Cruz Roja reorganizan la asistencia a personas en exclusión y sin hogar. El Consistorio realoja a tres de ellas en hostales
En La Línea, el municipio y Hogar Betania abren veinte nuevas plazas de albergue
Últimas noticias de la crisis sanitaria en el Campo de Gibraltar
Es mediodía. En el comedor del Carmen de Algeciras, una larga fila de personas, todas a una distancia prudencial de un metro, aguarda pacientemente. Muchas llevan mascarillas, esa pieza que hasta hace poco parecía una excentricidad propia de otros países y que hoy se ha convertido en un objeto de deseo. Los que no la tienen se tapan con bragas o bufandas. El temporal de Levante se deja sentir a la intemperie mientras esperan para recoger su almuerzo y cena: para la segunda toca un plato de lentejas y agua, repartidos por los voluntarios de Cruz Roja a las puertas del centro del Padre Cruceyra.
La obligación de confinamiento e higiene extrema que los 270.000 vecinos del Campo de Gibraltar están cumpliendo más o menos a rajatabla para hacer frente a la pandemia del coronavirus es más difícil de seguir para quienes esperan en esa cola. Las personas en exclusión, aquellas que menos tienen, dependen de la ayuda de administraciones y ONG para alimentarse a diario y mantener su higiene y, en los casos más extremos, ni siquiera pueden cumplir la norma básica de confinamiento: no tienen donde hacerlo. Para ayudar a este colectivo más desprotegido, municipios, ONG e incluso ciudadanos particulares se están reorganizando para darles cobertura. La necesidad no entiende de estados de alarma.
El Ayuntamiento de Algeciras y Cruz Roja cambian desde hoy el sistema de reparto de alimentos ante el cierre del comedor del Carmen por la crisis del Covid-19. No había otro remedio: el personal voluntario que atiende el comedor está formado por personas de avanzada edad, los más vulnerables ante la pandemia. La clausura era obligada, señala el alcalde, José Ignacio Landaluce.
Faltaba ayuda para no dejar sin su sustento a estas personas, unas 120 al día, y la solidaridad tiene en este caso muchos nombres y apellidos, entre ellos los de Jesús y David García, conocidos como Los Chatos y propietarios de los establecimientos La Pingana y Senda, que se han ofrecido a preparar cada mañana un menú para repartir entre los usuarios del comedor. Cáritas y el Banco de Alimentos aportarán productos frescos y no perecederos para que los hosteleros puedan cocinar. La empresa encargada del cátering a domicilio del Ayuntamiento, Commanitas, transporta los alimentos. Y voluntarios de Cruz Roja reparten los almuerzos junto a las cenas aportadas por la ONG los lunes, miércoles y viernes; los martes y jueves lo harán los voluntarios de Protección Civil. Policía Nacional y Local ordenan el tránsito. La imagen se repetirá todos los días a las 12:00.
También se mantiene el reparto de comida a una veintena de personas sin hogar que no se desplazan hasta el comedor. Los voluntarios saben perfectamente donde encontrarles y les acercan los menús a sus puntos, como en otras ocasiones les llevan ropa de abrigo y mantas.
La situación de las personas sin hogar, siempre extrema, lo es aún más en este momento. Con el cierre del centro del Padre Cruceyra se quedan sin el sitio al que ir a ducharse y obtener ropa. Y Algeciras carece de un albergue público, a la espera de que salga adelante un proyecto de centro de atención licitado por el Ayuntamiento. Ante esa circunstancia, explican fuentes municipales, el Consistorio ha optado por buscar alojamiento en hostales, sin límite de estancia, a tres personas sin hogar que han acudido a pedir ayuda a la Delegación de Bienestar Social. Se seguirá el mismo procedimiento si lo solicitan otras que también se encuentren en circunstancias extremas, siempre previo estudio del caso. Hay que tener en cuenta, recuerdan estas fuentes, que hay personas sin hogar que no quieren dejar la calle y la Policía Local no puede forzarlas a ello. Se calcula que ahora mismo hay entre 30 y 40 personas que viven en las calles de Algeciras.
Por otra parte, remarcan desde el Ayuntamiento, la Delegación de Bienestar Social mantiene sus puertas abiertas para atender las demandas que surjan durante este periodo de crisis.
“Estas personas están en un desamparo total”, alerta la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía. “El confinamiento en el hogar es difícil para todos, pero cuando la casa se lleva a cuestas es imposible encerrarse en ella. Y pedir dinero en unas calles vacías o lavarse con frecuencia las manos es más que un problema”, destacan desde la Asociación. “A esto se une las personas que están dejando los hostales, donde estaban viviendo, por la imposibilidad de pagarlos, y que vuelven a la calle o solicitan atención y ayuda a distintas asociaciones”.
La Apdha insta a las administraciones locales a “dar una solución inmediata a estas personas y buscarles espacios donde atenderlas”, sin esperar a los planes estatales.
En La Línea se ha buscado una respuesta a esa demanda de mano de Nuevo Hogar Betania. El Ayuntamiento y la asociación pondrán a disposición de las personas sin hogar veinte nuevas plazas de albergue.
De este modo, remarca el Consistorio, podrán seguir las medidas establecidas por el Gobierno para frenar la expansión del coronavirus y tener cubiertas sus necesidades básicas.
La concejal delegada de Asuntos Sociales, Zuleica Molina, resalta que en estos momentos de crisis “las personas sin hogar son una realidad que no debe ser invisibilizada. Por ello, el Ayuntamiento de la Línea sigue pensando en ellas y trabaja junto a Nuevo Hogar Betania en paliar su situación”.
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