La dura escuela de las victorias frustradas (I)

LA CALAVERA Y LA ROSA. HABLAN LOS ITALIANOS DE LA DÉCIMA

Gracias al trabajo realizado por el binomio Birindelli-Paccagnini, se había demostrado que aquella nueva forma de ataque naval funcionaba

El encargado de realizar las mejoras sería el veterano de la guerra civil española llamado Vittorio Moccagatta

Panorámica del puerto de Gibraltar y el arco suroiental de la Bahía.
Alfonso Escuadra

14 de septiembre 2022 - 04:00

El Teniente de Navío Borghese dejaría escrito en sus memorias: "Era lógico suponer que, apenas se llevase a cabo la primera misión de ataque (con nuestros medios de asalto), se perderían muchas posibilidades de éxito, puesto que al conocer el enemigo la amenaza que se cernía sobre sus navíos, difundiría la alarma inmediatamente y estudiaría nuevos métodos para la defensa de puertos y buques". Esta predicción había comenzado a cumplirse a comienzos del otoño de 1940, justo después de que se hubiese ejecutado el primer ataque contra la base de Gibraltar.

Es cierto que lo único que su servicio de inteligencia había podido obtener hasta entonces se reducía, por un lado, a un sencillo dibujo que uno de sus agentes había realizado del torpedo de Tesei, después de que apareciese varado en la playa linense del Espigón; y por otro, a un informe amasijo de metal rescatado del puerto interior que era cuanto había quedado de lo que, en su día, había sido el maiale de Birindelli. Sin duda, a los británicos aún le quedaba mucho por aprender de estos nuevos medios. Pero la amenaza que representaban se había hecho más que patente con la violación del puerto interior del Peñón, llevándoles a incrementar los efectivos dedicados a la vigilancia de las aguas que rodeaban la base, así como a reforzar la protección en sus dos entradas mediante el lanzamiento, a intervalos regulares, de unas pequeñas e improvisadas cargas antibuceadores en las proximidades de las barreras submarinas.

En cuanto a los italianos, la pérdida de dos operadores y tres artefactos en la colonia no había sido nada comparada con las tremendas bajas registradas en su segundo intento de atacar Alejandría. El submarino Gondar, junto a los tres maiali que transportaba, había resultado hundido y su tripulación capturada a excepción de la única baja mortal de la operación. Entre los prisioneros tomados aquel día se encontraban el Capitán de Fragata Mario Giorgini, jefe de la 1ª Flotilla MAS, y ocho operadores; seis de los cuales, eran veteranos pertenecientes al grupo de los 'Doce Apóstoles'. Todo aquello había supuesto un descorazonador desastre para el núcleo submarino de la Flotilla; el cual había visto como, súbitamente, sus efectivos habían quedado reducidos prácticamente a la mitad.

Sin embargo, gracias al trabajo realizado por el binomio Birindelli-Paccagnini, se había demostrado que aquella nueva forma de ataque naval funcionaba. Y ello había sido providencial para que el reacio Estado Mayor de la Regia Marina se decidiese a darles una nueva oportunidad para refrendar su eficacia táctica con un éxito importante.

Por otro lado, aquellas acciones habían generado utilísimas enseñanzas que nadie estaba dispuesto a desaprovechar. Todo ello implicaba múltiples cambios y la persona que se iba a encargar de realizarlos sería el Capitán de Fragata que había sustituido a Giorgini al frente de la Flotilla; un competente oficial de treinta y seis años, nacido en Bolonia, veterano de la guerra civil española llamado Vittorio Moccagatta.

Este no había tardado en revelarse como un comandante tenaz y decidido, cuyas grandes dotes como organizador pronto habían hecho olvidar que apenas tenía experiencia en el empleo de estas nuevas armas. Según reconocería el propio Borghese, fue Moccagatta quien realmente proporcionó a la sección de los medios de asalto la concepción orgánica que había de convertirla en un eficacísimo instrumento de guerra.

De entrada, estos medios especiales dejaron de depender de la 1ª Flotilla para constituirse como una nueva unidad independiente que, desde el 15 de marzo de 1941, pasaría a ser conocida como 10ª Flotilla M.A.S. De forma casi inmediata, entre sus integrantes se impuso la costumbre de escribir su nombre empleando la numeración romana; gesto tras el que se encontraba su deseo de evocar el espíritu de la aguerrida X Legión de Julio César. Por otra parte, el término M.A.S. que acompañaba este numeral no tardaría en desvincularse de la expresión que lo había originado. Muy pronto, nadie lo recordaría como el acrónimo de Motoscafo Armato Siluranti, ni siquiera como una velada referencia a sus innovadores medios de combate -los Mezzi d´Assalto Sottomarini-, sino como el compendio del lema acuñado por el poeta Gabriele D'Annunzio, Memento Audere Semper, 'Recuerda ser siempre audaz', con el que aquellos hombres quisieron resumir el principio que debía dominar su actuación como marinos de guerra.

Siguiendo las directrices de Moccagatta, la nueva Decima MAS quedó dividida en el llamado Reparto Navale -bajo el mando del Capitano di Corvetta Giorgio Giobbe- del que dependían las lanchas explosivas y otros medios de superficie, el Centro Subacqueo dirigido por el Tenente di Vascello Angelo Belloni, dedicado a la investigación y mejora de los equipos y por último, el Reparto Subacqueo en el que se agrupaban los medios submarinos.

Dentro de esta última división, la segunda siguiendo el orden recogido en el organigrama táctico de la flotilla, los operadores y sus maiali se encontraban adscritos concretamente a la sección conocida como Mezzi Operativi; de la cual también formaban parte el centro de adiestramiento de Bocca di Serchio, la Escuela de buceadores de San Leopoldo en Livorno y el submarino Sciré; cuyo comandante, el Capitán de Corbeta Junio Valerio Borghese, pasaría finalmente a desempeñar el puesto de jefe de toda esta división.

Según su testimonio, a comienzos del otoño de 1940, el Ministerio había remitido una circular para que se liberase a todo el personal perteneciente al arma submarina que, en su día, se hubiese presentado voluntario para 'misiones especiales de guerra'. Esa fue la fórmula escogida por el Estado Mayor de la Regia Marina para compensar de forma rápida las importantes bajas sufridas aquel verano. De hecho, de este proceso saldrían los cuatro oficiales y los cuatro buzos especialistas que, entre el otoño de 1940 y la primavera de 1941, estuvieron preparándose en Bocca di Serchio con el objetivo de dar continuidad a la ofensiva que la Marina de Guerra italiana había emprendido contra la base de la Royal Navy en Gibraltar.

Teniente de Navío Decio Catalano, jefe de la partida de ataque de la B.G. 3.

Curiosamente, dos de los Tenientes de Navío seleccionados para la que sería conocida como operación B.G. 3, el veneciano de veintiséis años Amedeo Vesco y el campani de veintiocho Decio Catalano, procedían del grupo de oficiales que, en la primavera de 1939, habían sido adiestrados como operadores de maiale. De hecho, habían asistido al mismo curso que algunos de los que luego formaron parte de los 'Doce Apóstoles'. Los otros dos oficiales, en cambio, harían este curso durante los meses posteriores a su incorporación a la unidad. Se trataba de dos istrianos de veinticinco años originarios de Pula: el Teniente de Navio Licio Visintini, nacido en Parenzo y que acababa de regresar de un crucero de guerra por el Atlántico con el submarino Torelli y el Tenente del Genio Navale Antonio Marceglia nacido en Pirano, que acababa de llegar a La Spezia tras su tercera misión en el Mediterráneo como oficial de máquinas del submarino Ruggiero Settimo.

Por lo demás, de los cuatro buzos especialistas seleccionados para formar parte de sus respectivos binomios -a saber: los cabos Magro y Giannoni y los buzos Spartaco Schergat y Amelio Franchi- sólo los tres primeros llegarían en verdad a sumergirse en las aguas de la Bahía. Pero dado que, en calidad de segundo tripulante del binomio de reserva, la participación de Schergat se limitaría a la maniobra de largado de los torpedos, se puede decir que el ataque de aquel día sólo iba a contar con la participación de los dos cabos.

El Cabo especialista Giusseppe Giannoni, muy popular entre los destinados en Bocca di Serchio, segundo tripulante en el 'maiale' del jefe de la misión.

Giusseppe Giannoni era un especialista buzo de veintitrés años. El más joven de la expedición y el único elbano, aparte de Tesei, que serviría como operador en esta unidad de élite. Había nacido el uno de julio de 1917 en Cavo, un núcleo de pescadores de apenas quinientos habitantes localizado en la costa Nororiental de la isla de Elba. Hábil buceador desde que era un niño, sus excepcionales condiciones físicas lo habían llevado a seguir el curso de especialidad mientras cumplía con sus obligaciones militares en la Regia Marina. En Giannoni no se daban ni aureolas aristocráticas como Borghese, ni los posibles de la burguesía acomodada como Tesei, pero sí el carácter recio y decidido de quien se sabe el único sostén de su humilde familia.

Tanto es así que cuando Tesei se empeñó en incorporarle al grupo de incursores, lo único que le preocupaba era que alguien le ayudase a remediar el estado de precariedad en el que, tras el fallecimiento de su padre, habían quedado su madre y sus hermanos. Fue precisamente su paisano Tesei quien, a título personal, se encargó de pagar una asignación mensual que la viuda estaría recibiendo hasta la muerte del oficial.

Giannoni pronto se había hecho muy popular en Bocca di Serchio. Sobre todo después de que, un día, a instancias de Tesei, el joven buzo hiciera pública exhibición de su poderosa complexión física. Durante los ejercicios de superación de redes antisubmarinas, los operadores solían llevar el maiale hasta el fondo y con la ayuda de un polipasto, levantar las tres primeras filas de anillos metálicos facilitando así el paso del ingenio. Pues bien, como pudieron comprobar en reiteradas ocasiones, lo que hacía Giannoni era agarrarse con el brazo izquierdo a la cuarta fila, mientras con el derecho izaba las tres inferiores como si estas no pesaran. No es extraño que el Teniente de Navío Decio Catalano, sustituto de Birindelli como jefe de la partida de asalto, le escogiese como segundo de su binomio.

Por su parte, Giovanni Magro procedía de Sant'Apollinare Con Selva, un pueblecito de interior situado a unos treinta kilómetros al suroeste de Venecia. Era un año mayor que Giannoni y posiblemente el buzo más experimentado del grupo. También poseía una gran fortaleza física, aunque su apariencia no llegase a ser tan robusta como la de su forzudo compañero.

Todos ellos, oficiales y especialistas, estaban impregnados de lo que, con el tiempo, se terminaría llamando el 'Espíritu del Serchio' que con tanto acierto describió en sus memorias el Capitano del Genio Navale Elios Toschi, coinventor del maiale y uno de los forjadores del grupo original de operadores:

"Se trataba de hombres corrientes que se sentían... los últimos descendientes de una era de esplendor que agonizaba... (Su) imperativo más inmediato era luchar en todos los campos con valor, tenacidad y desinterés personal. Luchar por el placer de la lucha, por sentirse vivos en un mundo cada vez más consciente de la supremacía espiritual del hombre. Sus mitos y sus ideales eran el heroísmo, la aventura, la expansión y la conquista así como la fe en Dios; en un Dios desprendido de las jerarquías humanas, profundo y espontáneo... Pensaban que el Estado debía tener un orden, una disciplina, una moral, pero creían que esto debía darse en un marco que permitiese al hombre, consciente de sus deberes, disfrutar de su libertad como el don más preciado. Todos amaban la vida. Las artes, especialmente la música y la literatura, se consideraban muy importantes para el ser humano y se dedicaban a ellas con pasión en su tiempo libre. A menudo, en Serchio se discutía de política, de literatura o de música; se hablaba más del futuro que del presente o del pasado... (y) aunque eran como hermanos, poco o muy poco era lo que conocían de sus respectivas vidas privadas. Los oficiales procedían de (la Academia de) Livorno, los demás eran pescadores, trabajadores o marinos formados en la escuela de buceo. No había diferencia moral o material entre estos y aquellos: una vida en común, los mismos sacrificios y los mismos privilegios..."

Las enseñanzas obtenidas con la ejecución de la B.G. 2 se tradujeron en una posterior mejora de los equipos, de la preparación de los operadores y del diseño de los operativos que, en el caso concreto de las acciones contra Gibraltar iba a suponer un cambio importante

Con el objetivo de evitar que el estado físico de los operadores se viese afectado por las insalubres condiciones reinantes en un submarino, se había decidido que, en lugar de por mar, el traslado desde Italia hasta las inmediaciones del objetivo se hiciese por vía aérea. Un avión de las líneas aéreas regulares los traería hasta Sevilla y desde allí, un automóvil los conduciría hasta el puerto de Cádiz para embarcar en la que, en los medios navales, se conocía con el nombre clave de base 'C'.

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