Una economía que emana de la tierra
La cesión de 24 hectáreas de La Almoraima se perfila como la principal fuente de ingresos del futuro
El turismo activo y la agricultura se presentan como alternativas a la economía tradicional del municipio
CASTELLAR/Martes, 8 de septiembre de 2015. La ministra de Agricultura y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, y el alcalde de Castellar, Juan Casanova, firman en la sede ministerial el convenio para la cesión al municipio de dos parcelas de 24 hectáreas propiedad de La Almoraima. Casanova inició su renovado mandato con una de las mejores noticias que han llegado a su despacho de alcaldía en su segunda etapa.
Sometido a planes de ajustes y nulas tasas de reposición como el común de los ayuntamientos, el acuerdo entre el Gobierno y Castellar ha sido, de momento, el mejor regalo que ha recibido el pueblo. Otra de las buenas noticias podría llegar de la mano del grupo Zagaleta, que quiere construir en las fincas La Cierva y La Guillena viviendas de lujo.
El ladrillo volverá a ser una de las tablas de salvación del municipio, aunque en el sector de la construcción los empleos perduran un tiempo limitado. Es lo que Casanova llama "desarrollo tradicional". Por eso el alcalde de Izquierda Unida trabaja para ofrecer otras oportunidades a los jóvenes del pueblo. "Debemos aspirar a ser algo más que jardineros y camareros", señaló a este diario. La apuesta de Casanova pasa por La Almoraima y los recursos que puedan salir de las hectáreas cedidas y algunas más de las que puedan hacer uso.
Preocupado porque la ausencia de empleo o de viviendas pueda provocar un progresivo abandono del pueblo, su interés está centrado en generar oportunidades. El turismo activo, los proyectos agrícolas y ganaderos y la puesta en marcha de la iniciativa de acuaponía constituyen su principal esperanza.
Pero la inversión no llega de un modo fácil y, casi dos años después de la firma en el Ministerio de Agricultura, las fincas heredadas aún no tienen un cometido.
Como sucede con la mayoría de ayuntamientos, la inversión es reducida y para reducir gastos se ven obligados a pactar concesiones de servicios que, al menos, supongan una fuente de financiación. Ese es el modelo elegido para el punto de información del castillo de Castellar, el parque de naturaleza activa del Cerro del Moro o el futuro centro de turismo activo de Los Cuarteles.
Casanova se siente cómodo en su despacho de la alcaldía de Castellar. Alejado del foco mediático, elude cualquiera de las críticas que pretenden vincular su gestión a las políticas del Partido Popular, que mantiene la prresidencia de la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar con el beneplácito que le otorgan grupos como el de Izquierda Unida. Defensor de los proyectos para el pueblo y no para las siglas, admite sin reparos los apoyos que sean necesarios siempre que ello suponga un beneficio para Castellar.
Se prodiga poco ante los medios de comunicación y su presencia en actos oficiales fuera de sus límites territoriales está muy medida. Se considera un alcalde de pueblo, con la alcaldía abierta a cualquier ciudadano.
Un candidato con ganas de quedarse
Juan Casanova cumple su segundo mandato. Ocho años. Esa cifra que se han autoimpuesto los nuevos dirigentes locales como plazo límite para permanecer en el cargo. Pero el alcalde de Izquierda Unida tiene ganas de seguir. No lo dice claramente, pero se deja entrever cuando afirma que dejará en manos de la asamblea local su permanencia y la que sería su tercera candidatura a la alcaldía de Castellar. Alos alcaldes de la crisis les ha dado poco tiempo a cortar cintas, a descubrir placas, aunque ambos son actos que han pasado ya de moda. Los políticos pos crisis social y económica ya no quieren dejar sus nombres, no quieren sentirse eternos.
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