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"Nuestra investigación puede orientarnos a una detección temprana del párkinson"

Entrevista | Emilio Fernández Espejo, doctor en Medicina y Catedrático de Fisiología

Campogibraltareño hasta la médula, la Real Academia de Medicina de España acaba de premiar su trabajo, que abre una nueva puerta a la esperanza de una enfermedad hasta ahora incurable

Emilio Fernández Espejo. / E.S.

La enfermedad de Parkinson es un trastorno degenerativo del sistema nervioso central que afecta a unos 10 millones de personas en el mundo y, de momento, no tiene cura. Su crueldad está en que es a la vez crónica -es decir, que persiste durante un extenso período de tiempo- y progresiva -sus síntomas empeoran con los años-. Tampoco ha habido un modo de predecirla. Hasta ahora. Un doctor en Medicina e investigador de la Universidad de Sevilla cree haberla encontrado. Se llama Emilio Fernández Espejo y es campogibraltareño hasta la médula, aunque lleva muchos años fuera.

Su éxito radica en que ha buscado las causas donde nadie -ni él mismo en un principio- esperaba que se podía encontrar: la sangre. El pasado día 11 de enero, la Real Academia Nacional de Medicina de España le entregó el Premio Doctor Espina y Capó de investigación sobre neurociencias por esta investigación tan importante como innovadora. Él se confiesa “muy satisfecho y agradecido” porque le hayan reconocido sus propios compañeros y en un campo tan complicado como la Neurología.

Cuando empezó el trabajo con el párkinson colaboraba con un algecireño ilustre, el neurocirujano Ventura Arjona -Hijo Predilecto de Algeciras (2003), Medalla de Oro del Campo de Gibraltar (2009) y Medalla de Andalucía (2011)- en unos trabajos iniciales que terminaron por orientarle. Los que estudiaron en él en el instituto Isla Verde en los 70 lo recuerdan como un gran amigo. Por eso celebraron el galardón, tanto como los enfermos a los que ha dado esperanza.

-¿Algecireño o sanroqueño?

Yo siempre digo que soy campogibraltareño. La familia de mi madre es de La Línea, la de mi padre es de San Roque y yo estudié y me crie en Algeciras. Mi padre José María Fernández Villalta fue vista de Aduanas y luego administrador. Él murió cuando yo tenía veinte años y nos fuimos a vivir a Sevilla. Hasta el Bachillerato estuvimos en Algeciras, yo en el colegio Los Pinos y en el instituto Isla Verde. Suelo ir bastante, sobre todo los veranos. Con los compañeros solemos vernos todavía. Hice muy buenos amigos. Es una época muy especial, el que ha vivido los años 70 lo sabe.

"Vi que en la Neurología había mucho campo para investigar. Es difícil el tratamiento, el abordaje de las enfermedades y siempre me ha interesado"

-Y ¿qué le lleva a la investigación?

Mi vocación era dedicarme a la medicina. Cuando acabé la carrera estuve con el profesor Diego Mir Jordano en el departamento de Fisiología, me fui introduciendo en la ciencia gracias a su pasión por la investigación. Realicé la tesis doctoral, conocí la Neurología, estuve fuera un año en Boston en EEUU y otro en Burdeos en Francia, y cada vez me interesó más el estudio del sistema nervioso, hasta que cogí ese camino. Podía haberme dedicado a la medicina clínica, pero no lo hice. Vi que en la Neurología había mucho campo para investigar. Es difícil el tratamiento, el abordaje de las enfermedades y siempre me ha interesado.

-No siempre en torno al párkinson.

-No, al principio me dediqué a las adicciones, aplicando en modelos animales los estudios sobre drogas y de ahí me interesé por la neurodegeneración. Me puse a colaborar con el Hospital Virgen de la Macarena y comencé a investigar sobre el párkinson. Los modelos animales no me convencían porque es una enfermedad tan humana que entendía que había que cambiar y el hospital me dio esa oportunidad. Muchas drogas causan efectos degenerativos parecidos en el cerebro, así que una cosa llevo a la otra.

-¿En qué punto está la investigación sobre esta enfermedad?

-Es una patología en la que se ha avanzado poco. Había estudios, pero cuando se ha empezado a progresar ha sido hace unos años. Nuestros resultados me han sorprendido. No esperaba que se revelara la relación con la enzima tan claramente, de ahí nuestro entusiasmo, porque abre posibles vías nuevas dentro de la enfermedad.

-Tenía que ser un fisiólogo.

-Efectivamente, la Neurología se centra en buscar en el cerebro, pero es en la sangre donde podría estar, según mis estudios, la causa de la enfermedad. Siempre me ha interesado como se relaciona la enfermedad con los cambios en los fluidos humanos. Es dónde he tenido los mayores éxitos y por eso ha sido el premio. La idea original es que hay variaciones vasculares y sanguíneas que producen una inflamación y una oxidación del cerebro. Es en lo que estamos trabajando.

-Hasta ahora, cuando se detecta es ya muy tarde.

-Así es, ello es lo que ha guiado nuestra investigación. Los médicos hemos visto siempre que los enfermos de párkinson van a las consultas con síntomas muy evidentes, temblores, dificultades de movimiento, con la enfermedad muy avanzada. Por estudios tomográficos se ha comprobado que cuando llegan al hospital son personas en las que el daño se ha estado gestando desde hacía tiempo. Los pacientes nos refieren por ejemplo trastornos del sueño, pérdida de olfato y otros síntomas leves a los que no les dan importancia y, por tanto, no son suficientes para hacer que el enfermo dé el paso de acudir a un profesional, pero indican que el proceso ya estaba ahí desde mucho antes. Tampoco hay una sensibilización en la población, como ocurre con otras enfermedades, que permita una detección temprana.

"Hay una zona del cerebro que se llama la sustancia negra en la que se degeneran las neuronas en el párkinson y que hay que controlar"

-Y ¿puede lograrse?

-Yo creo que se podría identificar antes con una mayor sensibilización y que las personas que estén en los grupos de riesgo pudieran acudir al médico a realizarse pruebas como con otras patologías. Es igual que, por ejemplo, ocurre con el cáncer de mama. Las mujeres van todos los años a revisiones y este protocolo está teniendo un éxito tremendo. Las personas deben vigilarse. Hay una zona del cerebro que se llama la sustancia negra en la que se degeneran las neuronas en el párkinson y que hay que controlar.

-¿Cómo?

-Hay unos cambios en una enzima peroxidasa en la sangre que podría orientar hacia una detección temprana. Podría decirnos qué está pasando en la persona antes de que tenga la sintomatología con el párkinson ya avanzado. En cáncer de mama, por ejemplo, cuando se hace una radiografía o un TAC se puede detectar un pequeño tumorcito y comenzar un tratamiento para evitar que se desarrolle. Pues bien, para esta enfermedad se pueden hacer pruebas de ese tipo o de ultrasonidos, que detectan los cambios cerebrales y nos pueden indicar que se desarrollará con los años. Nunca se había demostrado que esta enzima estuviera relacionada con la enfermedad. Esa está siendo mi aportación. Dentro de unos meses publicaremos un nuevo trabajo donde concretaremos más toda esta información. En fin, he observado que la mieloperoxidasa está elevada en sangre de enfermos de Parkinson y sus niveles se relacionan con datos clínicos de la enfermedad, algo que no se había descubierto hasta ahora.

Más de 20 proyectos y 160 comunicaciones

El doctor Emilio Fernández Espejo se licenció en Medicina y Cirugía en la Universidad de Sevilla (1984), obtuvo el grado de licenciatura en Medicina con Sobresaliente (1985), y se doctoró en la misma Universidad con sobresaliente cum laude (1989). Ha sido profesor de Fisiología Médica de la Universidad de Sevilla desde 1985 a 2020. Es también médico investigador, académico correspondiente de la Reial Acadèmia de Medicina de Catalunya y científico colaborador en el Laboratorio de Medicina Regenerativa del Hospital Regional de Málaga. Ha sido responsable de 20 proyectos finalizados hasta la fecha. Ha escrito más de 80 publicaciones en revistas internacionales, y ha participado en más de 40 conferencias invitadas y de 160 comunicaciones a Congresos Nacionales e Internacionales. Ha dirigido nueve tesis doctorales, cinco trabajos para suficiencia investigadora y 10 trabajos de fin de Máster. Es coautor en 9 patentes. Es miembro de la Sociedad Española de Neurociencia (SENC), Sociedad Andaluza de Neurología (SAN), Sociedad Española de Neurología (SEN), Sociedad Española de Ciencias Fisiológicas (SECF) y académico de la Reial Acadèmia de Medicina de Catalunya. Su lista de premios es interminable.

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