La destitución de De la Encina, una pérdida para el Campo de Gibraltar
Puertos del Estado
El silencio del ministro de Fomento y la ausencia de respaldo público por parte del PSOE ante los rumores convirtieron en un serial el relevo del presidente de Puertos del Estado
La presión de los nacionalistas para lograr más competencias y del 'lobby' levantino para ganar peso en el sector portuario, claves de su cese en favor del presidente del Puerto de Castellón, Francisco Toledo
Algeciras/El runrún se propagó con rapidez e insistencia en diversas publicaciones relacionadas con el sector portuario sin que ningún responsable del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana diese el paso para desmentirlo y, casi lo que es peor, sin que tampoco ninguno de sus compañeros del PSOE saliese públicamente en defensa de su trabajo y de sus méritos. De todos eran conocidos. No en vano en sus once meses como presidente del Puertos del Estado, y anteriormente como diputado en el Congreso, Salvador de la Encina contribuyó de forma decisiva a lograr la paz social en los muelles tras la abrupta puesta en marcha del decreto de liberalización de la estiba y con la firma del convenio marco del sector.
Hace tiempo que De la Encina dejó de tener los favores de la cúpula del partido. Ni sanchista ni susanista, la pax romana alcanzada entre el presidente del Gobierno y la secretaria general socialista en Andalucía le han dejado en ese territorio de nadie donde la valía profesional cuenta menos que la fidelidad al líder, los llamados equilibrios territoriales o el cambalache partidista. Todo suma y todo resta. Que se lo digan al ex delegado del Gobierno en Andalucía, Lucrecio Fernández, cuya destitución hace un semana fue un anticipo de la jugada que se estaba preparando en Puertos del Estado, un organismo desde el que se vehiculan y controlan las inversiones en un sector estratégico para la economía de España como los puertos de interés general. La Delegación del Gobierno en Andalucía ha pasado a manos de la granadina Sandra García, una susanista declarada, mientras que Francisco Toledo, nuevo presidente de Puertos del Estado, pertenece al grupo valenciano de confianza del ministro Ábalos, también secretario federal de Organización del PSOE.
Días antes de hacerse pública la destitución de Lucrecio Fernández, este preparaba junto a De la Encina una visita del titular de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana a Algeciras y a su Puerto en lo que se interpretaba como un espaldarazo por parte del ministerio a las instalaciones portuarias del Estrecho y a sus planes de expansión, tanto a nivel de carga de trabajo con la puesta en marcha de la nueva terminal de Isla Verde exterior como en el plano urbanístico, con los proyectos puerto-ciudad que se desarrollan en las localidades bañadas por la Bahía de Algeciras, además de en Tarifa. Esa agenda queda ahora en suspenso. De la Encina representaba en buena medida un contrapeso en un ministerio de claro acento levantino que a partir de ahora y tras el adiós del político algecireño subrayará más este perfil.
De la Encina ha recibido en la última semana numerosísimas muestras de apoyo por parte de compañeros de partido y de cargos públicos socialistas y no socialistas, así como de responsables portuarios de diversos puntos de España, aunque en el listado de llamadas no aparece el teléfono de Susana Díaz.
Entre quienes sí le han dado su respaldo público expreso figuran miembros del PP como el alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce; el presidente del Puerto de Algeciras, Gerardo Landaluce, o la presidenta del Puerto de Cádiz, Teófila Martínez, conscientes de la valía del aún responsable de los puertos españoles y de que las siglas de los partidos cuentan menos que un factor clave: que un andaluz de Cádiz tuviese mando en plaza e hilo directo con la primera línea del Gobierno. Por los mismos motivos han respaldado su trabajo los sindicatos CCOO, a través de Miguel Alberto Díaz, y UGT. Algunos responsables socialistas consultados admiten que fue el propio De la Encina quien les pidió que no le defendieran ante la prensa para evitar quedar señalados ante la dirección federal.
El Campo de Gibraltar pierde por un doble motivo: no solo deja de tener a un interlocutor directo en Madrid (en realidad, el único con el que contaba en el Ejecutivo) sino que también ve cómo ganan progresivamente peso político otros territorios de España que, lejos de presentarse como aliados del Puerto de Algeciras, compiten con este a la hora de hacerse con más rutas marítimas y número de contenedores.
No hay que olvidar tampoco la necesidad del Gobierno de Pedro Sánchez de amarrar apoyos con los partidos nacionalistas/independentistas para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado de este año y sucesivos. Su voto favorable a las cuentas que presente el Gobierno, según confirman fuentes socialistas, depende no solo de las partidas de gasto e inversiones destinadas a las comunidades, sino también del traslado de toma de decisiones de calado fuera del ámbito de Puertos del Estado.
De la Encina ha sido meridiano a este respecto cada vez que ha sido consultado y ha recordado siempre que los límites competenciales de la Administración estatal y de las autonomías vienen marcados por la Constitución. Contar en la presidencia de Puertos del Estado con una voz más acorde con la del ministro puede, sin duda, facilitar el entendimiento con los independentistas.
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