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Broncano
Escasez de lluvias
El Campo de Gibraltar está cerca de sufrir restricciones en el abastecimiento de agua en los hogares. La Mesa de la Sequía de la comarca tiene previsto reunirse esta semana y fuentes de Argisa, la empresa mancomunada encargada de la distribución del agua en alta, han indicado que se comenzarán a perfilar qué actuaciones se llevarán a cabo porque en los embalses de Charco Redondo y Guadarranque solo queda agua para los próximos 10 meses si no llueve más. Las precipitaciones han sido bastante escasas en el actual año hidrológico, que comenzó el pasado 1 de octubre, y los pantanos ya venían de una situación delicada. Estas medidas se comenzarían a adoptar dentro de los próximos tres meses.
El embalse de Charco Redondo está al 21,54% de su capacidad con 17,58 hectómetros cúbicos embalsados, mientras que Guadarranque contiene 28,54 hm³ y está al 32,54%. La situación es algo peor que hace justo un año, cuando había 18,87 hm³ en Charco Redondo y 31,63 en Guadarranque. El Campo de Gibraltar demanda al año unos 46 hectómetros cúbicos para el abastecimiento a las ciudades, riego agrícola y usos industriales, exactamente la cantidad que hay embalsada ahora.
La comarca está declarada en situación de "sequía excepcional severa" desde finales de octubre por una Orden firmada por la consejera de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, Carmen Crespo, y publicada en el BOJA el 14 de octubre. La situación afecta a todos los municipios de la comarca excepto a Tarifa, que pertenece al sistema de Barbate, aunque este también está en una situación complicada. El decreto está aprobado y solo está pendiente de la aplicación de las restricciones.
Los primeros efectos de la sequía ya se están dejando notar en la comarca. Ya se han producido episodios de turbidez del agua por su alto contenido en hierro y manganeso, componentes que se acumulan en el fondo de los embalses. En los últimos días los vecinos de La Alcaidesa también los están sufriendo por un alto nivel de trihalometanos, una sustancia que se origina por el contacto del cloro con los elementos orgánicos, que tienen una mayor presencia también en el fondo de los pantanos. Estos niveles son mas altos de lo habitual en la comarca pero no llegan a superarse los 100 miligramos por litro. Solo se superaron en uno de los ocho puntos de control de La Alcaidesa el pasado 25 de enero pero mínimamente, por un punto, pero la normativa europea es muy restrictiva para garantizar la calidad del agua, según explicó a los vecinos el director general de Arcgisa, José Manuel Alcántara.
La situación no es halagüeña para los próximos meses. El meteorólogo linense Juan Antonio Salado destaca que el pasado enero estuvo por debajo de la media, con datos similares a 2017, 2012, 2005 o 2004, según los datos de pluviometría registrado por el sistema automático de información hidrológica de Hidrosur.
Salado recuerda que los meses de mayor precipitación en el Campo de Gibraltar son noviembre, diciembre, enero y febrero, "por lo que cabe esperar que ya no alcancemos la precipitación global que se suele registrar en estos meses". "La configuración atmosférica actual, con un potente anticiclón, impide la llegada de borrascas procedentes del Atlántico que nos traen la precipitación habitual de este periodo acompañado de un régimen de vientos del suroeste, llamados los vientos llovedores", destaca el meteorólogo, que explica que las predicciones meteorológicas a largo plazo del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio para el mes de febrero "continúan mostrando una tendencia de altas presiones para nuestra zona, por lo que no son nada halagüeñas".
Desde hace un tiempo las precipitaciones son más escasas pero, casi siempre, la lluvia cae con más intensidad. Juan Antonio Salado explica el motivo: "En los últimos años se observa una tendencia en la disminución de borrascas procedentes del Atlántico que nos dejaban precipitaciones abundantes, sin ser torrenciales. Sin embargo, la llegada de bajas presiones de origen subtropical parece incrementarse, y estas nos dejan precipitaciones de carácter torrencial, acompañados de semanas sin lluvias".
"Para poder considerar culpable de este cambio en el patrón de las precipitaciones al cambio climático se necesitan de la realización de estudios de atribución, aún pendientes de hacer en nuestro país. Los estudios de atribución más robustos son los ligados a las olas de calor y episodios de temperaturas extremas, mientras que los de precipitación son los que se muestran algo más esquivos debido a su fuerte variabilidad natural, por lo que aún es difícil afirmar si el cambio climático está detrás de este cambio en el régimen de precipitaciones en nuestro país", estima el meteorólogo.
Salado explica que los datos de precipitación en el Campo de Gibraltar son muy variables a lo largo de los años. "Se suelen registrar años de abundante precipitación con otros periodos mas secos. Por ejemplo, desde 1958, los años más secos han sido 1981, 1986, 1994 y 2019, con precipitaciones inferiores a 400 mm/año cuando lo habitual en la zona está cerca de 800 mm/año. En estos tres últimos años, 2019 ha sido el año más seco (308 mm), aunque 2020 (425 mm) y 2021 (610 mm) continúan con valores por debajo de la media. Esto coincide con el descenso de agua embalsada en nuestra comarca", analiza.
La comarca está en situación de sequía en un entorno en el que se encuentra uno de los puntos donde más llueve de la provincia, la Sierra de Luna. Juan Antonio Salado explica por qué se da este fenómeno. "La estación pluviométrica situada en Sierra de Luna registra una precipitación media muy superior al resto de la comarca, llegándola a duplicar. La orografía de la zona favorece la precipitación de forma muy local en ese punto, similar a lo que ocurre en la localidad de Grazalema, por lo que esos datos no son exportables a lo que ocurre en el resto de la comarca ya que, a escasos metros, la precipitación media anual se reduce considerablemente".
El meteorólogo indica que aunque existe una escasez de agua embalsada en la comarca, a diciembre de 2021 la demarcación hidrográfica aun no mostraba un estado de sequía en ella aunque 2021 había registrado unos datos de precipitación ligeramente inferiores a la media.
El decreto de sequía establece la posibilidad de ejecutar una serie de medidas específicas para optimizar el consumo en caso de sequía entre las que se incluye aprovechar los acuíferos del Pinar del Rey, en San Roque, que aportarían de 6 a 8 hectómetros cúbicos al año para suministro y que ya fueron usados para el abastecimiento en los años 90. La Mancomunidad ya planteó en noviembre que también se pudiera usar el agua de superficie del río Guadiaro.
Las obras de urgencia para hacer frente a la sequía serían la puesta en servicio de los pozos del Pinar del Rey numerados del 10 al 12 (3), para obtener un caudal de hasta 150 litros por segundo.
El decreto de sequía de la Junta contempla igualmente la habilitación de una conducción de abastecimiento a la zona norte de San Roque para transferir el máximo caudal desde la potabilizadora de Arenillas hacia ese área de la comarca, así como a la Costa del Sol Occidental en caso de necesidad.
Otras obras abarcan la ejecución de los depósitos de Guadiaro y Tesorillo para aumentar la garantía de suministro junto con la rehabilitación y puesta en servicio de los pozos del río Guadiaro para movilizar otros 200 litros por segundo de caudal máximo.
Por último, en caso de necesidad, también se contempla la aplicación de mejoras en Arenillas para el tratamiento de fangos que permitan incrementar la capacidad de tratamiento de la planta, pasando de los 250 litros por segundo actuales hasta los 600.
En general, los territorios andaluces ya considerados bajo situación de sequía deben aplicar una serie de medidas de ahorro en función del nivel de escasez (severa o grave) para ahorrar al menos un 10% o un 20% en el abastecimiento urbano (según el grado). Además, deberán remitir a las autoridades informes sobre las captaciones de agua, consumos y disponibilidad de los recursos para efectuar un seguimiento.
Lios planes de ahorro prohíben la utilización de agua potable para baldeo de calles, llenado de piscinas privadas, riego de jardines, parques públicos y privados, campos de golf, lavado de coches fuera de los establecimientos autorizados, fuentes ornamentales que no dispongan de circuito cerrado de agua, duchas y surtidores públicos.
El agua no apta para el consumo humano podrá utilizarse para el riego de supervivencia de jardines, parques públicos y campos de golf, quedando restringido a una dotación máxima de 200 metros cúbicos por hectárea y mes, mientras que el riego agrícola queda restringido a un caudal del 50%.
En el caso de escasez grave, las medidas anteriores se endurecen para alcanzar un mínimo de ahorro del 20% con medidas como la limitación a un máximo de 200 litros por habitante y día de suministro a los depósitos de cabecera municipal o toma de red colectiva. El riego agrícola queda restringido en un 75%.
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