Instituto de Estudios Campogibraltareños
'Escena', una revista fundada por el sanroqueño Juan Domingo de Mena
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Escena fue una revista dedicada al teatro de vida efímera –se conoce sólo su primer número– aparecida en Madrid en 1935. Su fundador fue el sanroqueño Juan Domingo de Mena, escenógrafo de profesión, pero que también se había dedicado al periodismo. Así, en 1927, dirigió en San Roque el semanario El Pueblo.
Juan Domingo de Mena nació el 16 de mayo de 1892. Era el tercero de nueve hermanos. Su padre, Francisco Andrés Domingo Vázquez, era un lector apasionado de Galdós, cuyos episodios releía sin darles fin. Por su afición al teatro fundó a principios del siglo XX el Teatro Catany. Su madre, María de Mena Rendón de Sarmiento, tenía fama de admirable recitadora.
La familia no era adinerada, aunque vivía bien, sin grandes lujos. Tenían en propiedad una parte del cortijo El Diente, que vendieron posteriormente. Con el dinero obtenido los De Mena levantaron el Catany, que se hallaba en la Alameda de la ciudad. Asimismo, establecieron una droguería en la calle General Lacy. También compraron una imprenta, que no llegó a conocer el padre, fallecido antes. El primer impreso, salido el 28 de junio de 1921, fue un homenaje a su memoria.
La venta posterior del teatro permitió que en 1917 viajase a Madrid, junto a su hermano, el poeta José Domingo de Mena, también magnífico dibujante, que buscaba reconocimiento como escritor. Mientras que José retornó a San Roque sin conseguir su objetivo, Juan sí logró establecerse en la capital de España de la mano del escenógrafo Luis Muriel. Ello supuso la entrada en el mundo del teatro, que le era familiar por su actividad en el establecimiento de su padre, donde realizó diferentes decorados, entre ellos, en 1914, para la actuación flamenca de Amalia Manzano.
Cuando comenzó su corto recorrido Escena –de la que sólo se conserva un ejemplar en a Hemeroteca Histórica Francisco María Tubino, en San Roque– era en ese momento un escenógrafo de prestigio. Como pintor y caricaturista –facetas menos conocidas– realizó un buen número de exposiciones: VI y VII Exposición del Salón de Humoristas de Madrid (1921), Salones del Gibraltar Club (1929), Sala del diario Heraldo de Madrid (1929 y 1930), Teatro Colón, Bogotá (1931), Teatro New Yorker, Nueva York (1931) o Teatro Olimpo de San Juan de Puerto Rico (1931). En San Roque, de manera póstuma, el Centro Cultural Don Benito montó una muestra en mayo de 1994.
En el perfil artístico publicado en el catálogo de la exposición de 1994, debido a Luis Enrique Antolín –valiéndose de los datos de una entrevista al escenógrafo aparecida en prensa– se recogía que viajó a París para completar su formación, indicando que allí permaneció dos años, y añadiendo que “en este tiempo frecuenta las tertulias de intelectuales y artistas, al igual que había hecho en Madrid”. En Francia, siguiendo la referida reseña, colaboró en las revistas Mont-Parnasse y Fantasio.
Hasta 1931, año de su viaje por América con la compañía María Guerrero-Díaz de Mendoza, debió desarrollar actividades en San Roque de manera alternativa a su estancia madrileña. En 1936, al menos, mantuvo la academia de dibujo que montó en la ciudad junto a su hermano José, que era quien la atendía cuando el escenógrafo se hallaba fuera.
Extraordinario dibujante dejó su impronta en la revista madrileña Cosmópolis –en el número de marzo de 1931–, realizando la portada y las ilustraciones de uno de los contenidos interiores, El carnaval de Lima. No era la primera vez que ilustraba portadas de publicaciones conocidas.
Del mismo modo había firmado la del semanario Nuevo Mundo, en su edición del 5 de septiembre de 1930. Posteriormente, para la revista bogotana Cromos llegó a realizar sendas portadas en distintos años: el 14 de agosto de 1931 y el 1 de julio de 1933.
En su recorrido por Chile, Argentina, Perú, Bolivia, Venezuela, Puerto Rico, Paraguay, Cuba y Estados Unidos, recogió el elogio del público y de la crítica. En este último país, en la ciudad de Nueva York, hubo de salvar la compañía las normas que prohibían la actividad de los extranjeros en toda clase de trabajos que pudieran desempeñar los naturales. Sabiendo esta cuestión, el artista hubo de pintar con antelación todos los decorados de las obras allí a representar, y hacerlo sobre tela, pues tampoco se permitía en los teatros decoraciones en papel.
Durante su periplo americano pintó ochenta y dos obras de teatro y expuso sus dibujos en diferentes capitales. Instalado en Madrid, en su taller de la calle Horno de la Mata, recibió la visita de periodistas a los que relató su experiencia en Latinoamérica y Estados Unidos. En esa fecha por divergencias surgidas con la dirección del elenco Guerrero–Díaz de Mendoza se desvinculó definitivamente de la compañía.
En la década siguiente, el artista se prodigó en los teatros madrileños, principalmente con la compañía de Niní Montián.
El 19 de agosto de 1943 el escenógrafo contrajo matrimonio con la también sanroqueña Micaela Molina Morales. El enlace tuvo lugar en San Roque, en la parroquia de Santa María la Coronada. Contaban los novios con 51 y 34 años respectivamente. El matrimonio tendría dos hijas, María Isabel y María Eugenia.
Juan Domingo de Mena falleció en San Roque el 24 de septiembre de 1950, a la edad de 58 años, a causa de los daños producidos en su organismo por el uso de los productos altamente tóxicos que se empleaban entonces para la realización de las escenografías. Su esposa fallecería mucho más tarde, en enero de 1996.
La dirección de Escena fue asumida por Juan del Sarto, del que poco se conoce más allá de algunas novelas cortas de consumo popular (Noche blanca, La esclava del placer, El demonio intenta asesinar a Pi y Margall).
La redacción se hallaba en la calle Francisco Silvela, 19 y el ejemplar tenía un precio de 30 céntimos. Contaba con dieciséis páginas y sus medidas eran de 23x27,5 centímetros. La portada de ese único y valioso ejemplar mostraba una fotografía de la actriz Catalina Bárcena y la contraportada otra de la bailarina Ana María. En total dieciséis páginas que abarcaban las facetas más variadas del mundo teatral, añadiendo un contenido de calidad informativa. En el editorial de salida, escribía: “(…) Nace hoy Escena... despliegue de velas. Y a la mar. Nada de programas formulados ni de anuncios un tanto prematuros. Queremos vivir desde un principio la nueva de este mundo nuevo. Todo es hoy revolución de formas y sistemas en la vida del mundo, mecánica y espiritualmente. Rompamos con el pasado como fórmula, aunque le respetemos como valor histórico. Revolución y pasado se excluyen, dijo un gran pensador español. Nacemos en periodo de revolución literaria, teatral, periodística…Y hemos de responder al tono que dirige e informa el momento presente. Bajo el signo de lo inconcreto, proa al infinito y a lo indefinido”.
En sus páginas destacaba una entrevista a Federico García Lorca realizada por el sanroqueño Nicolás González-Deleito, con el título Teatro de hoy. El inmortal poeta granadino respondía sobre la poesía en el mundo de la escena, señalando: “El teatro que ha perdurado siempre es el de los poetas. Y ha sido mejor el teatro en tanto era más grande el poeta. No es –claro– un fenómeno de siempre en este aspecto. La gente está acostumbrada al teatro poético en verso. Si el autor es un versificador, no ya un poeta, el público le guarda cierto respeto. Tiene respeto el verso en el teatro. El verso no quiere decir poesía en el teatro. Don Carlos Arniches es más poeta que casi todos los que escriben teatro en verso actualmente. No puede haber teatro sin ambiente poético, sin invención…Fantasía hay en el sainete más pequeño de don Carlos Arniches. La obra de éxito perdurable ha sido la del poeta, y hay mil obras escritas en versos muy bien escritos, que están amortajados en sus fosas”.
Otro triunfo de la revista fue la inclusión de una entrevista con la gran actriz Margarita Xirgu. Del mismo modo, recogía una interviú con el actor Casimiro Ortas, en esta ocasión con firma de Juan del Sarto.
Por su parte, el propio Domingo de Mena realizaba tres entrevistas cortas con los escritores Joaquín Belda, Ramón Gómez de la Serna y Diego San José.
La opinión de los empresarios teatrales también estaba presente. Sobre la posible existencia de una crisis teatral, las respuestas eran diversas, y aquí se reseñan por ser una imagen de la preocupación empresarial del momento: Arturo Serrano: “No existe tal crisis. Habiendo obra, hay público y, por lo tanto, negocio”. Juan Iglesias: “A mi entender, la crisis del teatro en España se debe al exceso de compañías; es decir, de teatros que actúan”. Luis Campúa: “La crisis del teatro puede que radique única y exclusivamente en lo excesivo del derecho de autor”. Juan Artigas: “La crisis del teatro sólo se puede solucionar de una manera: estrenando buenas comedias”, y Arturo Pacheco: “La crisis del teatro se debe, seguramente, al cambio en las costumbres. El público madrileño sale poco de noche. Esto se ha intensificado desde las últimas y todavía muy cercanas revueltas sociales, en que la gente, obligada por un recogimiento forzoso, acabó por acostumbrarse a la vida de hogar, con el entretenimiento de la radio. Llegará el día, y está muy próximo ya, en que los teatros habrán de suprimir las funciones nocturnas”.
En otra página, firmada por R. Martínez de la Riva, se hablaba de las subvenciones al teatro y su comparación con países como Italia y Francia. “En España se ha enfocado mal el problema, precisamente porque la cantidad a ello dedicada es tan exigua que no da lugar a un serio plan que encauce el teatro en general por los caminos del resurgimiento”. En un faldón, en la misma página, se informaba del próximo estreno en el cine madrileño Figaro, de la película Patricio miró una estrella, dirigida por José Luis Sáenz de Heredia.
La parte histórica era cubierta por Fernando de la Quadra Salcedo, que trataba sobre la comedia en el siglo XVIII.
La crítica a diferentes obras en cartel era realizada por Francisco Pérez Comps, y en el apartado Nuestras encuestas se planteaba “un juicio de las actrices españolas acerca del teatro de vanguardia”. Opinaban sobre ello Carmen Díaz, Julia Lagos, Aurora García Alonso y Niní Montián.
Otro espacio era el titulado Murmuraciones al oído. ¡Qué dirán!, anotado por Petronio, y que, con una gran carga de humor, tenía como misión “fiscalizar muchos asuntos peliagudos de la gente de teatro, que es precisamente de toda la gente del mundo, donde más enredos hay”.
No faltaba en estas páginas el homenaje a los primeros actores de la compañía que tanto había supuesto en la vida artística de Juan Domingo de Mena. Así, bajo el título “Dos figuras inmortales de nuestra escena”, aparecía un elogioso artículo, acompañando a las fotografías respectivas: “Al nacer a la vida del periodismo, y de este género de periodismo teatral, no podía faltar en nuestro pensamiento un recuerdo emocionado, ni en las páginas de nuestra revista, un espacio de honor, para estas dos insignes figuras de nuestra escena, doña María Guerrero y don Fernando Díaz de Mendoza, que tan alto supieron colocar los jalones inconmovibles del glorioso teatro español, dentro y fuera de España (…)”.
La revista Escena fue una publicación de calidad de la que se desconocen las causas de su desaparición. Fue iniciativa de un sanroqueño inquieto, un hombre del teatro y también periodista. Gracias al único ejemplar conservado en San Roque puede conocerse de su existencia y de la amplia cobertura desplegada sobre el mundo teatral, recogiendo informaciones y opiniones de personajes destacados del momento.
Artículo publicado en el número 61 de Almoraima. Revista de Estudios Campogibraltareños. Octubre de 2024.
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