La estratégica Cádiz en la masacre de Gaza
El puerto de Algeciras y la Base de Rota han sido utilizados por Estados Unidos para trasladar el armamento a Israel que ha reducido la franja palestina a cenizas
Hamás agradece a España que impidiera la escala en el Puerto de Algeciras de buques de EEUU con armas para Israel
Algeciras/“¿Están lanzando misiles de Andalucía y el gobierno andaluz no va a decir nada? Nos están metiendo en guerra, están poniendo en peligro a Andalucía”, clamaba el parlamentario andaluz de Adelante José Ignacio García el pasado mes de abril desde la tribuna ante la indiferencia general. El uso norteamericano de la Base de Rota tiene el apoyo incondicional de la mayoría de los roteños y en el resto de la zona no genera rechazo. No está en el debate. El conocido como escudo antimisiles fue saludado como una oportunidad de riqueza y empleo. Hace mucho tiempo que las marchas de protesta contra esta instalación militar, que en su día fueron multitudinarias, son una excursión testimonial de unos pocos nostálgicos del movimiento anti OTAN. Cada año, el Ministerio de Hacienda abona algo más de un millón de euros al Ayuntamiento de Rota en compensación por el uso de su suelo para las actividades militares del aliado.
Y, en realidad, lo que decía el parlamentario de Adelante Andalucía, la formación liderada por la roteña Teresa Rodríguez, era cierto. Desde la Base de Rota se estaban lanzando misiles. Dos destructores con destino en la base gaditana, el USS Arleigh Burke y el USS Roosevelt, participaron en la defensa del ataque lanzado por Irán contra Israel en represalia por el anterior ataque israelí contra la embajada iraní en Damasco en el que murieron trece personas, entre ellos un destacado general del régimen de los ayatolás, Mohamad Reza Zahedi. El papel de los dos destructores, que forman parte de ese escudo antimisiles, fue clave para que el ataque iraní fuera el fracaso previsto, un espectáculo pirotécnico. Israel no sufrió ni un rasguño. Misiles contra misiles.
La pasada semana se supo gracias a la investigación de la organización Progressive International que el buque MV Sagamore, cubriendo un servicio del Mando Militar de Transporte de Estados Unidos, hizo escala en Rota en noviembre. Una imagen de satélite permite observar que en ese momento va cargado con 48 contenedores amarillos que procedían de la terminal oceánica militar Sunny Point, situada en el puerto de Carolina del Sur de Wilmington. Luego tuvo el rastreador apagado durante 37 horas y volvió a aparecer en el enclave portuario israelí de Ashdod, uno de los dos grandes puertos de carga del país hebreo y el principal para equipos militares importados. A su regreso esos 48 contenedores amarillos ya habían desaparecido. Ayuda humanitaria no llevaba precisamente. Cuesta mucho pensar que esto no haya sucedido más veces.
El Gobierno de España anunció el pasado mes de mayo que no permitiría que atracaran en puertos españoles (Rota lo es, por mucho que sea una base naval conjunta con Estados Unidos) barcos con cargamentos militares que tuvieran como destino Israel. Pero todo parece ser una mera declaración de intenciones, como lo es el bienintencionado Tratado Internacional sobre el Comercio de Armas que prohíbe las transferencias de armamento a destinatarios que puedan usarlo para cometer crímenes de guerra, ataques contra civiles, crímenes de lesa humanidad o genocidio. Se puede elegir el que se prefiera de los cuatro supuestos para definir lo que Israel ha estado haciendo desde que el 7 de octubre el grupo Hamás lanzó un salvaje ataque que segó la vida de 1.200 inocentes. Aquello sirvió de excusa al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu para salvar una carrera política asediada por la corrupción convirtiendo la franja de Gaza en cenizas. De hecho, se puede decir que el gran triunfador de la estúpida idea de Hamás ha sido Netanyahu.
Para que Netanyahu ejecute el plan que ya ha acabado con la vida de 45.000 seres humanos y ha mutilado o herido a no menos de cien mil es necesario que su principal abastecedor de armamento, Estados Unidos, consiga llevar sus barcos hasta los puertos israelíes. Hacer esta operación logística necesita la colaboración de terceros países del Mediterráneo. El principal colaborador ha sido Marruecos, que no ha puesto problemas en que estos buques hicieran parada principalmente en Tánger. Pero no ha sido el único. Según la investigación de Progressive International el otro puerto utilizado para estas necesarias escalas ha sido Algeciras.
Escala en Algeciras
En este estudio se demuestra que entre el mes que el Gobierno anunció la prohibición de que barcos con cargamento de armas hacia Israel hicieran escala en puertos españoles y el pasado septiembre, es decir, apenas cinco meses, el puerto de Algeciras acogió en 25 ocasiones buques con estas características, buques cuya carga tenían como cliente al IMOD (Ministerio de Defensa de Israel). Según publicó El Diario.es, se detectaron 1.185 envíos con suministros militares de más de 13.000 toneladas métricas. Ahí entraba de todo, desde vehículos a blindados a neumáticos para bombarderos. Estos transportes se realizaban a través de la consignataria Interglobal Forarding Services, de capital americano y con sede en Jersey, que procesa licencias de exportación aprobadas a Estados Unidos en nombre de Israel.
El pasado mes de febrero el que entonces era jefe de la diplomacia europea, Jospe Borrell, declaró que “si crees que se está matando a demasiadas personas, quizás tienes que proporcionar menos armas para evitar que tanta gente muera”. En un solo año, entre octubre de 2023, mes del ataque de Hamas, y octubre de 2024, Estados Unidos destinó 17.900 millones de dólares en ayuda militar a Israel, el país más militarizado del mundo. Ese dinero es el mismo que va a destinar España a la compra de armamento en los próximos quince años, hasta 2040, incluyendo los 15 millones de balas israelíes por las que se pagaron seis millones de euros en una operación que se culminó cuando Israel ya bombardeaba indiscriminadamente Gaza.
La situación estratégica de los puertos de Cádiz complica la posición del Gobierno, que tiene que contentar, por un lado, a una población mayoritariamente contraria a la desproporcionada y larguísima represalia israelí y, por otro, no soliviantar a su principal aliado militar y el que, a través de la OTAN, tutela la defensa nacional. Es imposible que Estados Unidos dé la espalda a Israel – y ahora menos con la llegada de Donald Trump- porque sus industrias militares están entrelazadas.
El presidente saliente, Joe Biden, visitó cuando era un joven senador a Golda Meir, la primera ministra de Israel durante la guerra del Yom Kippur de 1973 y se quedó con dos frases de la mandataria. Una fue “no se preocupe, senador. Los israelíes tenemos un arma secreta: no tenemos otro lugar al que ir”. La otra fue “no tienes que ser judío para ser sionista”. La administración de Washington no es necesariamente judía, pero sí es sionista. Israel, un país en suelo africano que participa en Eurovisión y sus equipos están englobados en las competiciones de la UEFA, es el gendarme de Estados Unidos en Oriente Medio. Y, a menudo, el gendarme se desmanda en sus funciones. Parafraseando a Rossevelt en su famosa frase sobre el dictador Somoza, los mandatarios de Israel pueden comportarse a veces como “unos hijos de puta, pero son nuestros hijos de puta”.
Para el historiador israelí Ilán Pappé, partidario de un embargo europeo a su país, “la reclamación por parte de Israel de un pretexto cada vez que agrede al pueblo palestino le ha servido para mantener un escudo de inmunidad que le permite ejecutar sus políticas criminales sin miedo a reacción alguna de la comunidad internacional. El pretexto ha servido para acentuar la imagen de Israel como parte del mundo democrático y occidental y, por tanto, para quedar fuera de toda condena y sanción. Todo este discurso de autodefensa y represalias es determinante para el escudo de inmunidad del que goza Israel por parte de los gobiernos del Norte Global. Es muy fácil comparar la reacción occidental ante Ucrania y Palestina para ver claramente cómo los palestinos son deshumanizados por los medios y el sistema político occidental. Todo el Sur Global está observando, y comprueba lo que ya sospechaba".
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