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La figura humana, un referente en el arte postpaleolítico esquemático del Campo de Gibraltar

Observatorio de La Trocha | Nuestro arte prehistórico

Los autores de estas representaciones en la Edad del Cobre y Bronce pertenecían a grupos sedentarios que decoraban las paredes de los abrigos repartidos por las sierras

Antropomorfo semiesquemático en la cueva de las Palomas I, en Tarifa.

Miembro de la Sección 2ª del IECG y de la asociación cultural La Trocha/El arte rupestre esquemático, como es bien sabido, es uno de los buques insignia del patrimonio cultural del Campo de Gibraltar, estando este arte esquemático repartido por buena parte de la geografía española y portuguesa. La gran cantidad de motivos representados abarcan desde figuraciones humanas, de animales, de signos posiblemente estelares, tectiformes, ramiformes, etc., así un gran repertorio de otras figuras.

En este caso nos centramos en la figura humana o representaciones antropomorfas. Los artistas o autores de estas representaciones en la Edad del Cobre y Bronce pertenecían a grupos sedentarios que decoraban las paredes de los abrigos repartidos por las sierras que posiblemente utilizaban como lugar de reunión-culto o simplemente como refugio. Estas personas, hombres y mujeres, manifestaban un especial interés en representar la figura humana sola o intercalada con animales y signos típicos esquemáticos de este espacio cronológico.

Este tipo de arte parte de representaciones mas antiguas situadas en el paleolítico, con menor numero de grafías humanas y repartidas por diferentes puntos de la geografía española. Con carácter general, estas formas de representación, con diversas fases y variantes, se extienden cronológicamente a lo largo de los periodos neolítico, calcolítico y edad de los metales.

Las figuras humanas o antropomórficas pierden por completo la verdadera identidad descriptiva o naturalidad, pasando en los primeros momentos de estas últimas facetas prehistóricas a un esquematismo, aun descriptivo e identificable de la figura humana tal como podemos imaginarla, en base a un trazo recto como tronco del cual parten en una zona alta dos trazos con forma de brazo y en la parte baja del tronco dos trazos que conforman las extremidades inferiores, incluso en algunos casos muy marcado el sexo masculino.

Todo este esquematismo de la figura humana claramente identificable, fue pasando con el paso del tiempo a un esquematismo que perdía por completo su contenido, desembocando en signos que reflejaban conceptos e ideas que sustituían momentos puntuales de su vida cotidiana. Toda esta perdida descriptiva no solo afecto a figuras antropomorfas si no que se generalizó al resto de representaciones. Esta simplicidad, en algunos de los casos hace irreconocibles las representaciones, siendo a veces complicado identificar los motivos, lo que dificulta el aventurarnos en otorgar una tipología concreta a estas grafías. Hemos pues de tener muy en cuenta que el resto de representaciones, al llegar a punto tan extremo de esquematización, son muy difíciles de identificar, siendo solo algunos de los pictogramas de antropomorfos y zoomorfos muy esquematizados los que se pueden reconocer.

Además de todos estos problemas en la identificación de grafías esquematizadas, contamos con una extensa tipología, abriendo un gran abanico con diferentes tipos de representaciones. Contamos con numerosos enclaves rupestres en el Campo de Gibraltar que nos sirven para poder realizar esta comparación de diferentes tipos en la representación de la figura humana. Estas mismas representaciones las podemos encontrar como me he referido al principio, repartidas por toda la geografía española y portuguesa, incluso a veces con tal exactitud en la representación del antropomorfo da a pensar que la mano de su autor fue la misma, cuando tenemos enclaves separados más de 500 km entre sí, y las representaciones parecen calcadas.

Antropomorfos brazos en asa de la cueva de las Palomas III, en Tarifa.

Un referente para toda esta tipología, en todo este arte esquemático es la reconocida Pilar Acosta Martínez, que es su libro La pintura rupestre esquemática en España (1968) realizó y clasificó los diferentes tipos de figuras esquemáticas, no solo las antropomórficas, si no que englobo todas las representaciones esquemáticas que hasta la fecha (1968) se habían localizado por toda la geografía española.

Es muy complicado saber en qué punto cronológico de estos periodos se realizo este proceso de máxima esquematización, incluso es posible que la ejecución de ambas fuera contemporánea, dándose la posibilidad que esa esquematización extrema se realizase antes que la mas naturalista. Pasa igual que las superposiciones o infraposiciones, no garantizan que la diferencia en el tiempo fuese de largo recorrido, pudiéndose dar el caso que se pintase en un momento y en un periodo corto en tiempo (días, meses) volver a pintar encima.

Después de estas aclaraciones, nos adentramos en las definiciones tipológicas que se le ha atribuido a la figura humana. Empezando por las figuras antropomorfas semiesquemáticas, son representaciones de la figura humana que con mayor o menor detalle cuentan con bastantes elementos anatómicos, que hacen posible su clara identificación. Son estas representaciones la base para ir pasando a la esquematización de los motivos, dando paso a los diferentes tipos de antropomorfos esquemáticos. Estos antropomorfos semiesquemáticos podríamos decir que cuentan con una estructura básica, un eje o trazo vertical, que forma el tronco donde en algunos casos se marcaria con un punto la cabeza y sexo (masculino), trazo en la parte media alta que conforma los brazos, puede ser este recto o curvo hacia abajo, y trazo inferior curvo o recto en “V” que conformarían las piernas del individuo, todos estos trazos dependiendo de su trazado dotarían mas o menos de dinamismo a la figura. Es posible encontrarnos en diferentes motivos antropomorfos, pequeños trazos a modo de pies, tocados en la cabeza, armas o utensilios en las manos, o incluso vestimentas.

Cruciforme doble de la cueva del Corchadillo, en Los Barrios.

Partiendo de la base de la pintura de la figura antropomorfa semiesquemática, e intentando reducir al mínimo trazado la representación de la figura humana, empezamos a categorizar los diferentes tipos esquemáticos de la figura humana o antropomorfos, siendo una de las primeras y menos complejas, aunque fácil de identificar los del tipo “cruciforme”, considerada como una de las formas más sencilla de representar a la figura humana. Se trataría de dos trazos cruzados, siendo el trazo vertical el tronco y cabeza, y el trazo horizontal los brazos extendidos. Este tipo de cruciforme puede variar, dándose además de del tipo base de una típica cruz con sus cuatro trazos iguales y perpendiculares entre sí, a el trazo que conforman los brazos poder estar curvado hacia arriba, dotando de un cierto dinamismo a la figura antropomorfa.

Otra variante al cruciforme es con el trazo superior mas reducido, formando el conjunto una cruz latina. Este motivo se suele encontrar representado en solitario y en algunas veces formando conjuntos, o agrupaciones de antropomorfos, aquí podríamos estar hablando de una esquematización muy básica. Dentro de la tipología cruciforme existe una subcategoría que estaría formada por los “cruciformes dobles”, formaciones de trazo vertical que conforman el tronco y pequeña cabeza, cruzado en su parte superior por trazo corto que forma los brazos y trazo corto en su parte inferior que formaría las piernas del antropomorfo, en algunos casos es posible encontrar que este ultimo trazo corto inferior no es recto si no que tiene cierta curvatura, para asimilarse mas a las piernas dotadas de un cierto dinamismo. Esta subcategoría tiende mas a reflejar la representación humana que la simple cruz, siendo posible que en el proceso de esquematización fuese primero esta representación de doble cruciforme que la cruz simple.

Siguiendo con la tipología que Pilar Acosta marco para el arte esquemático español, no centramos ahora en los antropomorfos del tipo “T”, que podría ser perfectamente también de otra variante del “cruciforme”, en este caso se trataría de un trazo vertical que forma el tronco en el extremo superior un trazo vertical que daría forma a los brazos, en este caso hablaríamos de una figura antropomorfa acéfala (sin cabeza).

Continuando con las diferentes tipologías antropomórficas, continuamos con los de tipo “ancoriforme”, respondiendo a un trazo vertical que conforma el tronco, más el cruce de otro trazo horizontal curvado hacia abajo en la parte superior que forma los brazos. Entre esta tipología “ancoriforme”, encontramos también diversas variantes, la prolongación del trazo vertical dotando de cabeza a la figura, incluso algunas grafías cuentan con un pequeño trazo en la base del trazo vertical que dotaría también de pies al motivo. Todas estas variantes que acompañan a este tipo de motivo “ancoriforme” están siempre dentro de los valores básicos ya definidos, independientemente que el trazo curvo, que forma los brazos sea de mayor o menos tamaño. Siendo todas estas aportaciones de elementos de la anatomía humana a la figura base del ancoriforme, querer aproximarla mas a una figura humana real.

Antropomorfo ancoriforme del abrigo de los Maquis en Castellar.

Otro de los tipos mas frecuentes y muy parecido a los ancoriforme sería el antropomorfo con “brazos en asa o phi griega”, formadas principalmente por una forma circular que esta atravesada por un trazo vertical, siendo los trazos que conforman la parte curva los brazos y el trazo vertical el tronco piernas y en algunos casos cabeza. Al igual que las otras tipologías definidas, cuenta con diferentes variantes, pudiendo darse la posición de los brazos mas o menos alargadas, mas o menos curva, incluso llegando a ser cuadrada o triangular.

Aquí con este tipo de antropomorfo si podríamos estar hablando de un posible proceso de esquematización de la figura humana, llegando a simplificarse con un simple circulo cruzado verticalmente por un trazo, de ahí la denominación de “phi griega”.

Por ultimo y muy similar, aunque con pequeñas diferencias nos encontramos con el tipo denominado “golondrina”, que, siguiendo con la línea general, se forma con un trazo vertical que conforma el tronco y cabeza, que es cruzada por una línea curva que nos indica los brazos, en este caso no aparecen nada que describa las piernas. Como se puede ver en una de las imágenes este motivo recuerda un ave en vuelo, de ahí la denominación de “golondrina”. Al igual que con el resto de tipos, aquí nos podemos encontrar una gran variante, pero siempre relacionado con la longitud o curvatura del trazo curvo que simula los brazos de la figura humana.

Concluyendo con lo descrito, podríamos estar hablando de que el motivo antropomorfo esquemático es uno de los mas repetidos en los enclaves del Campo de Gibraltar y gran parte de la geografía española y portuguesa. No obstante, en algunas de las representaciones, algunos autores, dependiendo de la zona, no utilizaban por llamarlo de alguna manera la estandarización del motivo, si no que lo dotaban de su toque personal, siendo estos muy concretos en enclaves de la geografía española y que no llegaron a mantener una continuidad por no de la importancia del resto de los motivos antropomorfos más extendidos.

Ya para terminar, diremos que todas estas figuraciones antropomorfas, cuando fueron representadas en los enclaves que se reparten por toda la geografía española y portuguesa, tenían un sentido para las personas que las realizaron, a fin de mostrar algo mediante esas decoraciones, señalar una idea, un concepto, o simplemente cabe pensar que las realizaron para que las generaciones venideras viesen su modo de vida expresada en una roca, a modo de un cuadro de los que conocemos de nuestra historia reciente.

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