Los grabados rupestres paleolíticos, grandes desconocidos de la prehistoria en el Campo de Gibraltar
OBSERVATORIO DE LA TROCHA | NUESTRO ARTE PREHISTÓRICO
En la comarca hay dos enclaves en los que se usó la técnica del trazo inciso: la cueva del Vencejo Moro, en Tarifa, y la cueva de la Horadada, en San Roque
Como bien es sabido, el arte prehistórico o rupestre no solo se compone de grafías pintadas en las paredes de las cuevas con diferentes pigmentos, sino que también lo forman las manifestaciones, artísticas o no, realizadas mediante técnicas sustractivas, como el trazo inciso, relieves, bajo relieves, piqueteado, etc. Nos centramos en definir la técnica utilizada en los grabados de la comarca, concretamente en la realizada mediante trazo inciso, en sus diferentes variaciones. En una de ellas, según el número de pasadas, se conseguía una menor o mayor profundidad en el trazo del surco y en este es posible averiguar la forma de la parte del útil con la que se acometía la roca, pudiendo ser en punta o redondeada. Se determina así el perfil del trazo inciso, que puede ser en “V” o en “U”.
La comarca del Campo de Gibraltar, además de contar con manifestaciones rupestres pintadas de diferentes cronologías, cuenta con varios enclaves donde, además de pintar sus paredes, nuestros antepasados reflejaron sus pensamientos mediante la técnica del grabado inciso. Estos dos enclaves se sitúan uno en el término municipal de Tarifa, la conocida como cueva del Vencejo Moro, y otro no menos importante en el término municipal de San Roque, la cueva de la Horadada, siendo estas dos estaciones rupestres las únicas que se han preservado hasta la actualidad. No obstante, en otros enclaves se han registrado restos de grabados sin identificar, pequeños trazos informes, lo que nos manifiesta que la técnica del grabado fue muy utilizada en los abrigos y covachas de la comarca.
Considerada como la capilla Sixtina de nuestro arte prehistórico comarcal, y la más meridional de las cuevas europeas con este tipo de arte, la cavidad o abrigo denominada del Vencejo Moro, también conocida como Cueva del Moro, fue descubierta en 1995 por el espeleólogo alemán Lothar Bergmann, defensor y divulgador del arte del extremo sur de la península ibérica. Está ubicada en la falda de la Sierra de la Plata, con vistas a la ensenada de Bolonia en Tarifa, y cuenta en sus paredes con representativos grabados realizados por el hombre prehistórico. Las representaciones que en esta cavidad aún se conservan son grabados con una cronología solutrense ibérica, que oscilaría entre los 22.500 y 16.500 años B.P. (antes del presente).
La temática principal que se representa en los grabados es la de los équidos, distribuidos en dos paneles. El panel principal o A, alberga 6 figuras de équidos, donde el artista grabó cuello y cabeza en tres de ellos (protomos), donde solo se conservan o aprecian las cabezas, cuello, parte del cuerpo y extremidades delanteras, y por último la gran figura de la yegua preñada, destacando del resto por su silueta completa y gran tamaño de casi un metro. Este grabado guarda mucha similitud con otras representaciones realizadas en toda la península ibérica, como Pileta (Benaoján, Málaga), Parpalló (Gandía, Valencia), Ambrosio (Vélez-Blanco, Almería), etc.), tanto por tamaño como por algunos de los rasgos tan exactos, la cabeza denominada de tipo “pico de pato”, y el gran tamaño del vientre, que marca el posible estado del animal.
El panel B está compuesto por otro prótomo de équido (cabeza y cuello), además de un prótomo de cérvido (ciervo), donde el autor del grabado al igual que en el resto tuvo gran cuidado en marcar los detalles de las partes a destacar, en este caso la cornamenta del animal. Además de estos grabados, la cavidad cuenta con agrupaciones abstractas de puntos, realizadas en tono rojizo, muy presentes en la mayoría de los enclaves donde se representó arte Paleolítico, con lo cual es de suponer la posible relación de estos puntos realizados mediante digitaciones con las grafías paleolíticas.
La otra estación rupestre, menos conocida, es la Cueva de la Horadada, en San Roque. Esta cavidad de grandes dimensiones está formada por dos oquedades, donde en la actualidad solo en una de ellas se conservan manifestaciones rupestres pintadas, del estilo esquemático y con una cronología de la edad del bronce final, además de dos figuras, una de ellas la cabeza de un posible íbice naturalista, formada por micro puntos de 2 a 3 milímetros, y no llegando a medir más de siete centímetros. La otra un simple trazo oblicuo formado también por micropuntos. Estas grafías se podrían situar cronológicamente en el neolítico final.
Y destacando en la covacha los grabados, aunque su interpretación es complicada, podemos encontrar cinco paneles claramente definidos: como figuras completas se identifica un grabado de un posible cérvido, al cual solo se le representó por el cuello largo y posible cornamenta; esta figura no mide más de 20 centímetros (P1). En otro de los grabados se puede observar un cuadrúpedo con la parte superior del cuerpo, el cuello largo y parte de la cabeza, siendo imposible distinguir qué animal se quiso representar (P2). Otra de las figuras grabadas en la que solo se observa la línea cérvico dorsal con varios trazos rectos y curvos, que en algunos puntos de la figura se cruzan; este grabado es de mayor tamaño, aproximadamente unos 80 centímetros (P3). Además de varios trazos incisos repartidos por la pared principal de la cueva, en esta cavidad se puede ver claramente los diferentes tipos de incisión en el surco del grabado, en “U” o en “V” (Figura 3).
Tal como se ha podido observar en los grabados realizados en estas dos cuevas, podemos estar ante unas de las manifestaciones rupestres más antiguas junto con las manos aerografiadas en negativo, que podemos encontrar en la zona. Si comparamos estos grabados con algunos ya datados en diferentes puntos de la península ibérica, podemos estar hablando de que estos motivos corresponden al periodo prehistórico del Paleolítico Superior medio, y de una cronología Solutrense.
Las similitudes más comunes de los grabados representados en la cueva del Vencejo Moro, con el resto de grabados solutrenses son: las cabezas de équidos en forma de pico de pato y vientres abultados, como la gran yegua preñada, así como la curvatura de la línea cérvico dorsal. Al igual que las representadas en las cuevas de Doña Trinidad de Ardales (Málaga), Nerja (Málaga), Parpalló (Valencia), Gargas (Pirineos), Cosquer (Francia), etc. En la cueva de la Horadada, además de las características ya mencionadas, en alguna de las figuras se aplicó el concepto de “cierva trilineal”, semejantes a las representadas en la región Cantábrica, en las cuevas de Chufín (Cantabria), Hornos de la Peña (Cantabria), Santo Adriano (Asturias), y la Lluera I (Asturias).
Estas manifestaciones grabadas nos reflejan cuán rica era nuestra comarca, podemos imaginar manadas de caballos salvajes pastando por la ensenada de Bolonia, dejándose ver por los diversos clanes que convivían en la zona en los diferentes periodos climáticos. Hemos de ubicar esos grupos de cazadores-recolectores y pescadores, recorriendo las zonas limítrofes de la costa, en busca del sustento diario y teniendo esos encuentros con las manadas de caballos. Grababan en sus mentes esa mezcla de imágenes que se implantaban en lo más profundo de sus recuerdos, y que después ellos rescataban y sintetizaban, representándolas en paredes de abrigos y covachas cerca de sus asentamientos. Con esas representaciones, posiblemente, reforzaban los rituales previos a la caza y pedían a los espíritus de sus ancestros fuerza y suerte para propiciar una buena cacería.
Concluyendo sobre el tema, solo nos queda comentar la importancia que tienen todas estas manifestaciones rupestres grabadas. Su fragilidad y sus problemas de conservación hacen peligrar su permanencia para un tiempo futuro. Debemos concienciarnos del gran patrimonio que nuestros ancestros nos dejaron y empezar a educar a las generaciones venideras en la importancia que tiene conocer nuestro pasado. Sabiendo que todas estas representaciones son las primeras manifestaciones artísticas que el hombre elaboro en su mente, no podemos permitir que desaparezcan por la falta de difusión y el desconocimiento general que suelen tener todas las cosas del pasado.
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