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El sector químico español cerró el pasado año con una cifra de negocios de 65.647 millones de euros y un crecimiento del 4% respecto al ejercicio anterior. La vitalidad del consumo interno y el buen ritmo de las exportaciones (con un aumento de los precios internacionales) impulsaron un dato de récord que se suma a otros como los 196.800 empleados directos o el aumento de un 1,5% en la producción, el país que más crece entre los principales productores de la Unión Europea. Todo ello en un sector que, destacan las empresas, tiene unas perspectivas de crecimiento de un 4,5% anual a escala global.
Estas son algunas de las cifras recogidas por la Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique) en su Radiografía del sector químico español 2019. La química ha acumulado un incremento del 32% en su facturación desde 2007, último año precrisis, y gracias a ese crecimiento supone ya un 13,4% del Producto Industrial Bruto. Ha reforzado su papel de “sector estratégico” en la economía española, ha resaltado el presidente de Feique, Carles Navarro, durante la presentación de la radiografía; si se suman los efectos directo, indirecto e inducido, supone el 5,8% del Producto Interior Bruto del país y el 3,5% de la población ocupada. Y genera el 25% de las inversiones industriales en I+D.
Ese crecimiento llega en buena medida del impulso a la exportación, que ha convertido al sector en el segundo con más ventas al exterior; suponen un 57,5% del total, con la farmacia, petroquímica y los plásticos entre los productos más exportados. Las empresas venden ya a 200 países y áreas económicas, aunque la Unión Europea sigue siendo el principal destino.
El buen comportamiento de la demanda interna, con un progresivo crecimiento de los productos químicos (cada español consume 1.543 euros anuales) también impulsó un repunte de un 8,4% en las importaciones, fundamentalmente productos de consumo industrial destinados a los sectores con más tirón en 2018, la industria de bienes de equipo y la construcción.
Y los datos seguirán al alza, remarca Feique. A nivel mundial se espera un aumento de la demanda de un 4,5% anual, dato que impulsa la inversión del sector: a escala global superó los 250.000 millones en 2018. Frente a ello, 2.124 fueron invertidos en España en 2017, una cantidad inferior a la que correspondería por peso de la producción, por lo que a juicio de Navarro hay un margen de mejora para atraer más inversión, algo que “conviene favorecer desde el punto de vista de las administraciones”. Hay mercado: en Cataluña van a desembarcar o están planteando proyectos varias empresas nuevas.
El sector químico ha presentado un documento con 37 propuestas para mejorar su competitividad en el que recogen las principales necesidades de las empresas. Una de las primeras, establecer un sistema de gobernanza que permita que el Ministerio de Industria sea el que coordine todas las actuaciones en materia industrial, frente a una situación actual en la que las competencias están repartidas entre diferentes ministerios, algo que dificulta en ocasiones el impulso a los proyectos de inversión.
En materia energética, se incide en la eterna reivindicación de la reducción de los costes energéticos ante una situación actual en la que las empresas españolas están pagando 25 euros más por megavatio/hora que el resto de las europeas. Una realidad que lastra su competitividad y que está empezando a obtener respuesta con la tramitación del estatuto de los consumidores electrointensivos, ante el que las industrias se declaran “satisfechas”, pero que , advierten, habría que completar con otras medidas, además de abordar la regulación de las redes cerradas de distribución de energía eléctrica. Las químicas esperan rebajar en 6 o 7 euros el diferencial de coste energético con el resto de Europa, contando además con el aval de que “ninguno de los partidos que tienen opciones de gobernar nos ha mostrado su oposición”, explica el director general de Feique, Juan Antonio Labat.
Las químicas también advierten de la necesidad de que la transición energética se haga de forma progresiva, sin movimientos disruptivos, y de evitar eliminar una tecnología como la nuclear “hasta que no nos aseguremos que el coste del sistema eléctrico no se dispara”.
Para este año el sector está, como todos, a la expectativa. Se está extendiendo una sensación de desaceleración que puede retraer la inversión, más después de las últimas previsiones expresadas por los organismos internacionales en ese sentido. “Muchos están a la expectativa, esperando a ver qué va a pasar”, explica Labat.
Uno de los aspectos más destacados de la industria química es su capacidad para generar empleo de calidad. Este creció en 2018 un 1,7% hasta los 196.800 empleos directos, que alcanzaron los 670.000 si se incluye el indirecto e inducido. Esta cifra representa el 3,5% de la población ocupada del país. El 93% del empleo directo del sector es indefinido (frente al 73% de media nacional y el 80% de la media industrial) y el sueldo medio supera los 38.300 euros brutos anuales por trabajador, un 68% más que la media nacional (22.807 euros). El sector químico es uno de los que más invierte en formación con 252 euros anuales por empleado, casi el doble que la media industrial (127,4).
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