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Don Juan Arias de Saavedra, conquistador y alcaide de Castellar

PERSONAJES HISTÓRICOS DEL CAMPO DE GIBRALTAR

Nombrado alcaide de Jimena por el rey Juan II en 1431, centró sus objetivos en hacerse con la villa musulmana de Castellar, lo que consiguió tres años después

Óleo que representa a don Juan Arias de Saavedra, conquistador de Castellar en 1434.
Antonio Torremocha

19 de diciembre 2020 - 05:00

Algeciras/Juan Arias de Saavedra era hijo de don Fernán Arias de Saavedra, miembro de una familia gallega de escaso abolengo hasta su llegada a Andalucía. Dicha familia debió establecerse en la ciudad de Sevilla a finales del siglo XIII o primeras décadas del XIV.

Este Fernán Arias fue alcaide de Triana y, luego, en 1403, de Utrera. Cuatro años más tarde ocupó la alcaidía de Cañete, enclave fronterizo de gran importancia estratégica. Su larga vida acabó en el año 1435, no sin antes haber participado con su hijo Juan Arias de Saavedra en la toma de Castellar un año antes.

Don Juan Arias de Saavedra -que aparece en algunos documentos y crónicas sólo como don Juan de Saavedra- había nacido en Sevilla en el año 1400. Fue nombrado por el rey Juan II alcaide de Jimena en el año 1431, una vez que el 11 de marzo de ese año las milicias de Jerez tomaran la villa a los granadinos.

En los años que siguieron a la toma de Jimena, Castellar, como único enclave musulmán cerca de la frontera suroccidental castellana, adquirió una notable importancia estratégica, aunque adolecía de grandes dificultades para poder ser abastecido y guarnicionado por hallarse muy alejado de las ciudades de Marbella o Málaga. Por eso, desde que don Juan Arias de Saavedra se instaló en Jimena como alcaide, su intención fue apoderarse de la vecina villa musulmana de Castellar.

En el mes de marzo del año 1434, enterado por sus almogávares que Castellar se hallaba mal abastecido y con pocos defensores, escribió al concejo de Jerez para que le enviara hombres de armas. Las milicias jerezanas avistaron las murallas de Castellar el día 26 de marzo de 1434, que era Viernes Santo, a hora de mediodía, refiere la crónica. Don Juan Arias de Saavedra y el Adelantado Mayor de Andalucía, don Diego Gómez de Ribera, reconocieron los alrededores de la fortaleza, y, viendo lo desguarnecida que estaba, se aprestaron para el asalto final. Ese mismo día se tomó Castellar y entró en el castillo, el primero, el pendón de Jerez.

Vista panorámica de la villa-fortaleza de Castellar de la Frontera. En la parte izquierda de la imagen, la llamada torre de Medina, que defendía el flanco suroeste del recinto amurallado.

Según el cronista Alvar García de Santa María, “cuando los que la guarnecían la villa de Castellar vieron llegar tan gran tropel de gente armada y que al frente de ella venía el Adelantado Mayor de Andalucía, cuyo valor y tenacidad conocían, decidieron capitular.” Se iniciaron conversaciones y, al final, acordaron entregar la villa y el castillo a los castellanos a cambio de que estos les dejaran abandonarla con los bienes muebles que pudieran llevar consigo. Castellar, como tres años antes había sucedido con Jimena, quedó bajo la responsabilidad del concejo de Jerez que tenía la obligación de correr con los gastos de su defensa y mantenimiento.

El rey Juan II, en remuneración por el éxito alcanzado con la conquista de Castellar, le concedió a don Juan Arias de Saavedra su alcaidía, que quedó unida a la que ya poseía de Jimena. En 1441 lo hizo Alcalde Mayor de Sevilla y, unos años más tarde, en 1445, le concedió la villa de Castellar en señorío. Estas concesiones debieron estar, sin duda, vinculadas a su pertenencia al partido del valido don Álvaro de Luna, que en esos años gozaba de la privanza y el apoyo del rey. Otra recompensa y prueba de la confianza que el rey y don Álvaro de Luna le tenían, fue la concesión vitalicia y por juro de heredad, en 1439, del importante y bien remunerado cargo de alfaqueque mayor de Castilla.

Como el concejo de Jerez era el responsable, por orden real, del mantenimiento y de la guarnición de Castellar y de Jimena, “por hallarse tan cerca de la frontera de los moros”, en 1447 el rey lo nombró, también, corregidor de Jerez de la Frontera, para que, desde ese relevante cargo, pudiera convencer a los jerezanos de la necesidad y la obligación que tenían de enviar las recuas de mulas con alimentos y los hombres de armas para la defensa de aquellas dos fortalezas de las que era alcaide. El 22 de junio de 1434 -tres meses después de que don Juan Arias de Saavedra y las milicias de Jerez tomaran la fortaleza a los granadinos- el rey Juan II envió una carta al concejo jerezano en la que, entre otras cosas, le ordenaba lo siguiente: "Bien sabéis como se ganó para mí la villa y castillo de Castellar, en la cual es mi merced que esté cierta gente de caballo y de pie para su guarda y defensa… porque os mando que cuando el dicho Diego Ferrández, o quien tenga su poder os requiera sobre ello, sin excusa ni tardanza alguna, le deis las bestias y los hombres para que lleven a Castellar el pan para mantenimiento de la gente que en dicha villa y castillo está, pagando y haciendo pagar cinco dineros por cada fanega del pan que se lleve".

Carta de don Juan Arias de Saavedra al concejo de Jerez, fechada el 18 de octubre de 1435, en la que le solicita el envío de 80 fanegas de trigo para el mantenimiento de su villa de Castellar.

En los años siguientes, desde Castellar y Jimena, don Juan Arias de Saavedra llevó a cabo numerosas incursiones en territorio granadino. Una de ellas, realizada en el año 1448 por tierras malagueñas, acabó en derrota. El 1 de marzo del año citado fue sorprendido por un numeroso destacamento musulmán en el valle del Río Verde, siendo vencidos los castellanos y hecho prisionero el propio alcaide, que fue conducido a Marbella y encerrado en una mazmorra hasta que sus familiares pagaran el rescate exigido por su libertad, consistente en la enorme cantidad de 12.000 doblas.

Como su familia no podía asumir el pago de tan elevado rescate, el concejo de Sevilla, del que era Alcalde Mayor, aportó una parte. Pero como no fue suficiente para contentar a sus captores, dos de sus hijas tuvieron que marchar a Marbella, donde permanecieron como rehenes hasta que don Juan Arias logró completar el pago de su rescate.

Una vez en libertad, en 1450, atacó su villa de Castellar, que los granadinos habían recuperado aprovechando la estancia del famoso frontero en la prisión de Marbella, tomándola a sus defensores sin gran esfuerzo.

Escudo de armas de don Juan Arias de Saavedra, señor de Castellar. En campo de plata, tres fajas ajedrezadas de oro y gules, cargada de una virada de oro. Al timbre, corona de señor.

Sería a partir de 1450 cuando el señor de Castellar procedería a traer pobladores al lugar, que ya no serían exclusivamente hombres de armas, sino agricultores y ganaderos que debían acometer la explotación de las tierras que le había concedido el rey como retribución a los servicios prestados. Sin embargo, el famoso frontero continuó desempeñando un papel fundamental en la defensa de la frontera cercana a Gibraltar. En junio de 1456, el reyEnrique IV le encargó la vigilancia del territorio cercano a Estepona, por si los granadinos llevaban a cabo alguna incursión, ordenándole que, si tenía ocasión, tomara por asalto y destruyera el castillo de dicha población.

En lo que se refiere a la vida privada de don Juan Arias de Saavedra, consta que contrajo matrimonio con doña Juana de Avellaneda de la que tuvo siete hijas y dos hijos, Juan y Fernando Arias de Saavedra, el primero de los cuales heredó los títulos de Alfaqueque Mayor de Castilla y señor de Castellar y del Viso.

Falleció en Sevilla en 1458, cuando preparaba la citada expedición punitiva para atacar el castillo de Estepona.

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