Juan Ignacio de Vicente, un gran defensor del patrimonio cultural
Obituario
La asociación La Trocha repasa las principales aportaciones a la cultura de Algeciras del historiador recientemente fallecido
Juan Ignacio de Vicente Lara, un ejemplo de resistencia frente a la adversidad
Algeciras/Como es sabido, nuestra asociación se dedica desde hace décadas a la investigación, protección y divulgación del patrimonio cultural, que es polifacético y puede presentarse en multitud de aspectos. Por ello lamentamos profundamente la pérdida de una de las personas que más han hecho por la salvaguarda de nuestro patrimonio cultural, además en varias de sus facetas.
A Juan Ignacio de Vicente una enfermedad congénita le privó del sentido de la vista con 23 años, pero ello no le impidió aportar a la sociedad una actividad incansable al servicio de la cultura. Ya invidente, se licenció en historia y tuvo una trayectoria brillante y polifacética, pues se ocupó tantos temas, con mucha discreción a veces, que siempre se descubre un asunto trabajado por él en determinado momento de su vida. Fue un gran historiador, que por ejemplo, estudió la repoblación de Algeciras en el siglo XVIII y escribió un capítulo magistral sobre el siglo XIX, dentro de la historia de Algeciras editada por la Diputación Provincial en 2001.
En consonancia con los objetivos de La Trocha, antes expuestos, trataremos aquí principalmente solo de las aportaciones a la defensa de ese patrimonio, protagonizadas por Juan Ignacio de Vicente, aunque sea de modo muy somero.
En primer lugar, hemos de recordar su pertenencia o relación con grupos y entidades relacionadas con la protección del patrimonio cultural, y a vuela pluma, recordemos aquellos entusiastas del CEHA, a fines de los años 60 del siglo XX, la Comisión Organizadora del Museo Histórico-Arqueológico de Algeciras o la Asociación Nacional de Amigos de la Arqueología, sin olvidar AEPA, esa asociación hermana de La Trocha, y recordemos que nuestro amigo era miembro de la Comisión Municipal de Patrimonio del Ayuntamiento de Algeciras, que lo nombró Asesor Honorífico del Patrimonio Histórico de la ciudad.
Juan Ignacio fue uno de los primeros investigadores de la etnología comarcal, ese tesoro cultural que puede desaparecer lentamente si nadie se preocupa de recogerlo a tiempo. Cualquier aspecto de la cultura popular es algo vivo y al dejar de practicarse se convierte en referencia histórica o directamente en arqueología. Por lo tanto, el trabajo de campo o toma directa de documentación, no tiene precio y esto había estado bastante descuidado en la comarca, hasta que hace ya más de cuatro décadas, Juan Ignacio realizó su insustituible investigación sobre música y danza popular, centrándose en el famoso Chacarrá tan desarrollado en Tarifa. Recordemos también que había conseguido reunir un archivo con 500 canciones del fandango de nuestra tierra y colaboró en el documental del fandango tarifeño con Aurelio Gurrea y Alfonso Alba.
Como fruto de esos trabajos de campo, en 1982 condensó parte de sus conocimientos en el libro El Chacarrá y sus tradiciones y posteriormente, en 2001 publicó, en unión de Antonio Rosano “Una aproximación al patrimonio de tradición oral en la barriada del Saladillo de Algeciras”. Se trata de una interesante recopilación de folklore popular centrada en la zona del Saladillo. Habia rescatado romances de tipo tradicional, narraciones de cordel, canciones líricas, nanas, canciones infantiles de corro y comba, villancicos, coplillas, refranes, trabalenguas y acertijos. También publicó ese año su estudio Testimonios arqueológicos y orales de los juegos populares del Campo de Gibraltar, estudiando juguetes y juegos en Algeciras desde la época romana hasta la actualidad. Entre los muchos temas de que se ocupó, una faceta poco conocida es la gastronomía comarcal y de ello ha quedado huella en alguna revista.
Paralelamente a estas investigaciones, Juan Ignacio de Vicente trabajó intensamente para incrementar el esfuerzo que, desde 1963 realizaba la Comisión Organizadora del Museo Histórico-Arqueológico de Algeciras, cuyo presidente era José Rivera, los vocales Cristóbal Delgado, Juan Delgado, Juan García Beamud y otros, siendo secretario Pedro Rodríguez Oliva. También pertenecían al grupo Diego Rodríguez, José Sánchez, Juan Antonio Matas, Carlos y Rafael Gómez de Avellaneda, Luis Carlos Gutiérrez, Pedro Llinás, así como Juan y Vicente Pino. Años después se agregaron Juan Ignacio de Vicente y Antonio Benítez “Noni”. Con el tiempo, Juan Ignacio se puso al frente de la Comisión y fue más adelante nombrado director del museo.
Aún sin espacio expositivo abierto al público, las colecciones del museo podían ser utilizadas por los investigadores que lo necesitaran. Juan Ignacio tuvo la habilidad de organizar un competente y concienciado equipo de trabajó, en el cual se distinguió Antonio Benítez Santos “Noni”, para los amigos, Rosabel O´Neil, actual directora del Museo Municipal, Javier Castro, Juan Carlos Fernández Guzmán y el entrañable Miguel Vega, que en la actualidad es un incansable y polifacético técnico municipal de cultura.
Antonio Benítez fue el último secretario de la citada y ya histórica comisión organizadora, cuyo libro de actas donó hace algunos años a los fondos del museo, del cual fue su tercer responsable, si contamos a José Rivera Aguirre, que lo fue desde 1963 hasta el nombramiento de Juan Ignacio. Éste ejerció el cargo de 1981 a 1992, año en el que dimitió voluntariamente para dedicarse plenamente a sus otros trabajos e investigaciones. La verdad, es que el equipo continuador de los esfuerzos de la antigua comisión organizadora trabajó muy bien, y hay que considerar el actual museo como el resultado de un esfuerzo colectivo y de carácter popular, como tantas instituciones que se hicieron a sí mismas en Algeciras, una ciudad de emprendedores, que ha sido bastante dejada a su suerte en diversos periodos por parte de las administraciones de turno.
La formación del museo no vino de arriba, con un amplio despliegue económico y una firme voluntad política de las esferas superiores, sino como tantas cosas en Algeciras (Iglesia de la Palma, Hospital de la Santa Caridad, Barriada del Padre Flores, etc.), se deben al esfuerzo conjunto de muchas personas humildes e ilusionadas. Juan Ignacio de Vicente ocupó un importante papel en la coordinación de los trabajos para lograr el museo, y tanto a él como a su entusiasta equipo les corresponde un lugar destacado no solo en un periodo de la institución, sino en el conjunto de la cultura algecireña.
Hemos dejado para el final un tema bastante dramático e incluso con aspectos inconfesables, que sonrojan al recordarlos: el Archivo Histórico Municipal, que ha atravesado circunstancias en su conservación que preferimos dejar a la curiosidad del lector, y remitir a los informes y publicaciones de Juan Ignacio e incluso a las denuncias de otros. El Archivo Municipal, esa memoria insustituible de la ciudad, que puede explicar las claves de nuestra personalidad como conjunto humano y mil cosas más sobre Algeciras, hoy esta perfectamente organizado, cuidado y “mimado” por un competente equipo técnico, coordinado por Federico Fuertes, pero por desgracia no siempre fue así. Juan Ignacio de Vicente no sólo protegió el archivo todo lo que pudo, sino que realizó un inventario de sus fondos y narró los cambios de emplazamiento y de condiciones de conservación, a veces inauditas. No se limitó a Algeciras, sino que también trabajó sobre los archivos municipales de San Roque y Jimena de La Frontera.
Paralelamente, las intervenciones de Juan Ignacio en la protección de elementos patrimoniales concretos, serían largas de relatar, pues la defensa del patrimonio cultural en Algeciras ha tenido en las últimas décadas muchas y variadas batallas. Es imprescindible dejar constancia, para aquellos que no conozcan bien la figura de este gran ciudadano, que la esposa de Juan Ignacio, Mercedes Ojeda, ha sido pieza clave e insustituible, no sólo en la trayectoria vital de nuestro amigo, sino en su carrera científica y como protector del patrimonio cultural. Mercedes, con su habitual modestia pretende negarlo, pero el matrimonio formaba un perfecto equipo de investigación y trabajo. Ahora, esa vocación, esa voluntad de servicio del matrimonio ha sido heredada por su hijo, que se dedica a la arqueología…en Escocia
Los miembros de la asociación La Trocha queremos expresar nuestra solidaridad ante el dolor de esa familia y pensamos que Juan Ignacio puede estar en otro lugar mejor, donde tal vez estudia las costumbres de los querubines…
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