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Una masa de aire frío bajará las temperaturas en el Campo de Gibraltar

Juan Utor y Fernández: escritor, periodista, político y masón (I)

Instituto de Estudios Campogibraltareños

Este masón campogibraltareño, de nombre simbólico Espartero y grado 33º, se inició en una logia de Madrid perteneciente a una obediencia portuguesa para integrarse posteriormente en el Grande Oriente de España

Recuerdos de La Almoraima (I)

Recuerdos de La Almoraima (y II)

Retrato de Juan Utor y Fernández (1891).
Antonio Morales Benítez

13 de enero 2025 - 04:00

Juan Utor y Fernández nació en San Roque el 17 de mayo de 1846, aunque poco después de su nacimiento la familia se estableció en Algeciras, donde iba a pasar sus primeros diecisiete años de vida. Él mismo recordaba muchos años después a esta última población como “la ciudad que meció mi cuna”.

En Algeciras culminó su período escolar y, posteriormente, se preocupó de ampliar por su cuenta sus estudios. Siendo todavía un adolescente empezó a trabajar como ayudante de la escuela pública. En 1863 fue nombrado interventor de Correos y, un año después, oficial, abandonando entonces el Campo de Gibraltar al ser destinado a Teruel. Allí entró en la redacción del periódico El Precursor, donde publicaba numerosos artículos sobre asuntos diversos, así como algunas colaboraciones literarias.

Tras el triunfo de la revolución de 1868 fue nombrado oficial de la secretaría de la Junta de Agricultura, Industrial y Comercio de la provincia de Teruel y un año después era destinado a Madrid, pasando a ocupar el puesto de oficial del Conservatorio y la Escuela de Artes y del Ministerio de Fomento.

Pero con la Restauración monárquica dejó de ser empleado público. Durante su estancia en Madrid terminó la carrera de profesorado de Comercio que nunca llegó a ejercer.

En Madrid entró en contacto con la masonería, aunque no podemos descartar que lo hubiese hecho con anterioridad. Como conocemos, la existencia de la colonia inglesa de Gibraltar animó extraordinariamente la instalación del masonismo en la comarca vecina. Y tenemos ejemplos de campogibraltareños que se iniciaron y desarrollaron su actividad en talleres del Peñón cuando esta institución estaba prohibida y perseguida en España.

Sabemos que conoció, y cita en uno de sus libros, a José García y Utor, al que considera el primer masón de la zona, que tiene una biografía ciertamente singular puesto que a su condición masónica se une la de activista político.

En cualquier caso, en 1869 se iniciaba en la logia Fraternidad nº 49 perteneciente a la obediencia del Grande Oriente Lusitano Unido. Esta logia había sido fundada años atrás por un núcleo de exiliados españoles, por lo que Utor se formó al lado de algunas personalidades del bando liberal más notables de la época e inició una rápida carrera tras ser elegido Gran Tesorero del Soberano Capítulo General, el máximo organismo que tenía esta federación en territorio español. En 1871 participó en la fundación de la logia Porvenir nº 2 de Madrid y se ponía al frente del taller como venerable maestro.

Secretario del Oriente de España

Durante los años posteriores Utor estuvo inmerso en un proyecto tendente a aglutinar a todas las potencias españolas en un mismo organismo de ámbito nacional independiente de tutelas extranjeras. Desde la Veneratura lideró todo el proceso para desligarse del oriente luso.

A finales de ese mismo año culminaba con éxito esta operación al pasar la mayoría de estos talleres a una entidad que iba a tener diversas denominaciones: Gran Logia Simbólica, Gran Oriente Hispano y, finalmente, Gran Oriente Ibero. Hasta 1874 Utor ocupó el cargo de Teniente Gran Comendador. Ese mismo año la federación, liderada ya por Utor, que había sido nombrado Gran Maestre, se fusionó con el Grande Oriente de España (GODE). Esta integración supuso u ascenso a los órganos de dirección de una de las obediencias hegemónicas puesto que fue nombrado Gran Maestre adjunto, pasando a desempañar un gran protagonismo.

Posteriormente, y en un contexto de división del masonismo hispano, el GODE acordaba la elección de Sagasta, Se buscaba con ello dar un fuerte impulso a la federación, apareciendo Utor como uno de los principales promotores de esta operación consistente en situar al futuro presidente del Consejo de Ministros al frente de la obediencia. Su participación en la elección de una figura de tanto relieve en la vida política nacional fue utilizada también por algunos de sus enemigos para atacarle.

La elección de Sagasta provocó los efectos deseados ya que durante estos años el GODE consolidó su presencia abriendo una nueva etapa de expansión con un incremento notable del número de logias y de afiliados. Como Gran Maestre prestó mayor atención que sus antecesores a atender sus obligaciones masónicas. Utor pasaría a ocupar el cargo de Gran Secretario en diciembre de 1876. Desde este puesto iba a intervenir en la mayor parte de los asuntos ya que casi todos ellos pasaban por su despacho convirtiéndose en uno de los principales pilares de la obediencia y ciertamente en el brazo derecho de Sagasta en la institución. Aquel mismo año asumió la dirección del boletín de la obediencia para desarrollar una ingente actividad que se vería reflejada en las páginas de este órgano oficial y por lo que sería reconocido por algunos como el verdadero responsable del desarrollo que alcanzó durante estos años la masonería en España.

Ciertamente desde la Gran Secretaría prestó una gran ayuda a la labor de Sagasta. Utor era el encargado, por ejemplo, de realizar frecuentes viajes a numerosos puntos de la geografía peninsular comisionado por el Grande Oriente de España para resolver directamente asuntos que afectaban a los talleres de la obediencia y en muchas ocasiones su presencia contribuyó a resolver algunos conflictos, convirtiéndose también en su interlocutor dentro del Gran Consejo de la Orden. Y conseguida la estabilidad interna, otra de las líneas de trabajo de la federación fue obtener el reconocimiento de las potencias masónicas internacionales como representante de la masonería española. En este sentido Utor, desde las páginas del boletín, se dirigía el 15 de marzo de 1880 a todos los Supremos Consejos y Grandes Orientes invitándoles a estrechar lazos a nivel internacional, al mismo tiempo que se les instaban a hacer público su reconocimiento.

En este contexto, en abril de 1875 se creaba la logia Trafalgar de Algeciras iniciando de esta manera la expansión de la institución en el Campo de Gibraltar. La nueva entidad fue acogida por el GODE con el número 116 al mismo tiempo que Utor ascendía a los primeros puestos de responsabilidad por lo que puede adivinarse su participación directa en esta iniciativa y en el desarrollo posterior de la institución. Entre ese año y 1882 se crearon en la comarca un total de 7 talleres y todos ellos dentro de aquella obediencia.

El entonces Gran Secretario solía recalar en la comarca durante sus viajes y mantuvo los contactos con los masones de su tierra, incluso solía asumir la representación de los algecireños en las asambleas del Oriente en Madrid. Esa delegación tenía, por ejemplo, en marzo de 1876 cuando fue elegido Venerable adjunto. Y sería el propio Sagasta, en aquellos momentos Gran Comendador y Gran Maestre del GODE, quien ratificaba con su firma la carta constitutiva de Trafalgar.

Firma de Juan Utor y Fernández.

Conocemos también la presencia de Utor en Ceuta y su visita al templo de la logia Africana, el primer taller durante este periodo de expansión. En esta ciudad tenemos documentadas dos logias pertenecientes al GODE: la citada Africana nº 112/ 21 (1873-1882) e Hijos de la Africana nº 191/ 80 (1880-1884).

Algunas iniciativas impulsadas por logias de las dos orillas del estrecho de Gibraltar coincidían con los postulados defendidos por Utor. Así sabemos que los talleres de Ceuta hicieron causa común con otras de la comarca vecina a la hora de defender algunos asuntos. Es el caso de Trafalgar de Algeciras y la Africana que unieron sus voces para difundir un manifiesto el 27 de abril de 1880 dirigido a todos los masones de España para defender la unidad de la masonería española, amenazada, según ellos, por los orientes extranjeros que le restaría “influencia y autoridad a toda potencia masónica para ejercer jurisdicción sobre todas las Logias establecidas en su territorio”. Y aprovechaban esta iniciativa para hacer un alegato a favor del GODE, la potencia masónica llamada a unir a todos los masones españoles.

Nueva Constitución y nuevos códigos masónicos

La obediencia abordó la elaboración de una nueva Constitución, convocándose para ello una primera asamblea constituyente en junio de 1878 y se eligió una comisión en la que el propio Utor sería ponente, así como la persona encargada de elaborar el proyecto. Hasta que finalmente en mayo de 1880 se presentaba a la asamblea, tuvo un gran protagonismo en todo el proceso puesto que, aparte de haber sido el redactor del texto, sería también el encargado de defenderlo ante la Asamblea. Un texto que, según él, venía a “llenar cumplidamente las necesidades de la Masonería española y responde a las aspiraciones que con justicia siente hace tiempo el Gran Oriente de España”, lo que le iba a permitir entrar en el “concierto masónico internacional”. También se encargaría, ante la ausencia de Sagasta, de llevar el peso de los debates para su discusión.7 Utor sostenía que se trataba de una propuesta que tenía un carácter “eminentemente liberal y reformista en la verdadera acepción de la palabra”.

En lo que se refiere al Campo de Gibraltar, en 1880 juraron la Constitución del GODE, además de Trafalgar, otras tres logias de la zona: Perfecta Luz y Fénix Lienense de La Línea y Estrella Calpe de Gibraltar, considerada como la primera de obediencia española que operó en la colonia inglesa.

Sagasta dejaba el cargo al entender que tras la promulgación de la nueva Constitución el 24 de junio de 1881 había cumplido con la misión encomendada. El balance que se hacía de su gestión reflejaba que la obediencia bajo su mandato había multiplicado por cuatro el número de talleres, obtenido el reconocimiento de numerosos cuerpos masónicos internacionales y, finalmente, dotado a la orden en España de “un código fundamental en armonía con los adelantos de la época”. Pero nadie ignoraba que detrás de muchos de estos logros estaba la figura de Utor desde la Secretaría cuya labor había ido pareja a la desarrollada por Sagasta, de ahí que al mismo tiempo se reconociera su contribución a la reorganización de la obediencia.

Asimismo, la aprobación del texto hizo concebir a Utor la idea de poner al día también toda la liturgia de la masonería de acuerdo con los nuevos tiempos y en consonancia con la reforma constitucional que se había emprendido. Pretendía, a la luz de una nueva reflexión, fijar una serie de preceptos a fin de facilitar su aplicación práctica a los diferentes grados.

Elaborar una síntesis a partir del estudio e interpretación de otros autores para formar todo un cuerpo de doctrina en varios volúmenes. Pero sólo tenemos constancia de la publicación de los tres primeros grados. El Manual de aprendiz masón apareció en 1880 en colaboración con el Gran Tesorero Gregorio Cuevas, gr. 33º. A éste le siguió en 1882 el Manual de compañero masón de los mismos autores y Francisco del Pino, redactor jefe del boletín de la obediencia. La serie se cerraba en 1883 con el Manual de Maestro Masón de Utor y Pino. Estos manuales contaron con el aval de la Gran Logia Simbólica que los declaró de única liturgia oficial en los trabajos.

Romero Ortiz, que había sido ministro de Gracia y Justicia, sustituyó a Sagasta como Gran Comendador y Gran Maestre, permaneciendo al frente de la federación desde 1880 hasta su muerte en 1884. Durante todo su mandato, Utor siguió ocupando la Gran Secretaría y la dirección del órgano oficial. Continuaba también con su ingente actividad centralizando en su despacho buena parte de los asuntos de la obediencia y realizando frecuentes giras por diferentes lugares de España.

Artículo publicado en el número 61 de Almoraima. Revista de estudios campogibraltareños (octubre 2024)

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