“A la luz de las velas”: la otra cara del gran apagón, entre juegos de mesa, radios encendidas y cenas frías

Vecinos del Campo de Gibraltar relatan cómo vivieron el apagón del lunes: entre la incertidumbre, el silencio forzado y el inesperado regreso a una vida sin pantallas

El Campo de Gibraltar despierta tras el apagón: la comarca recupera poco a poco la normalidad

Algeciras durante la noche del apagón histórico, en imágenes
Algeciras durante la noche del apagón histórico. / Erasmo Fenoy

Mientras el apagón paralizaba puertos, industrias y estaciones eléctricas, en muchas casas del Campo de Gibraltar la jornada del lunes se convirtió en una escena recuperada del pasado. En San Roque, Aby Tamajón pasaba la tarde con sus hijas de 4 y 11 años, sin televisión ni conexión con su marido, que trabaja en el extranjero. “La tecnología nos mueve, y más a las nuevas generaciones... Al principio fue un caos, pero luego llegaron los juegos, las charlas, las linternas...”, cuenta, aún con el susto reciente por no poder avisar a su pareja de que estaban bien.

En La Línea, Carol Souter pasó la tarde entre cortes de luz e internet: “La electricidad volvió sobre las 17:50, pero el internet de Movistar fatal... No se recuperó del todo hasta las dos de la mañana”. En Campamento, María Sevilla tuvo menos suerte. La luz no volvió hasta la madrugada y al bajar por la mañana se encontró su coche rayado. “Espero que te duren mucho esas manitas”, escribió con ironía cargada de rabia.

Carmen Gámez y sus hijas lo convirtieron en un momento de risas: “Nos pusimos a jugar a juegos de mesa, alumbradas con velas. Fastidia no tener luz, pero se pasó”. También Jorge Cárdenas, desde San Roque casco, aprovechó el apagón para desconectar. “Estamos pegados todo el día al móvil y a la tele. Y hay muchas otras cosas que hacer”, reflexiona. En su casa cocinó gracias a su cocina de gas y se alumbraron “como antiguamente, con velas”.

Otros, como María Godino, improvisaron la cena con lo que había. “No pude usar la vitro. Comimos pan con manteca y un vaso de leche. Y a dormir temprano”. Jesús Pecino lo resume en una imagen que se repite en muchos hogares: “Cenamos sin tele ni móvil. Otra anécdota que contar”.

En muchas casas se recuperó la vieja costumbre de escuchar la radio, como en la de Victoria García-Trevijano, o simplemente de sentarse a hablar en familia, como recuerda Pilar Gutiérrez: “Fue como cuando era chica, que se iba la luz cada vez que llovía. Escuchando la radio, hablando... Bien, en general”.

Lejos de la crudeza industrial del apagón, el silencio eléctrico abrió un paréntesis. Breve, inquietante, pero también revelador. Un momento sin pantallas, sin notificaciones, sin prisas. A veces, simplemente a la luz de las velas.

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