Malta, las dos caras de la inmigración en el Mediterráneo

Los migrantes económicos llegados desde puntos de todo el mundo sustentan el fuerte crecimiento económico y demográfico de un país con pleno empleo

Los demandantes de asilo procedentes de zonas en conflicto descienden drásticamente desde 2019 por el endurecimiento de las condiciones y el desvío del flujo hacia Sicilia y Lampedusa

La Asociación de la Prensa homenajea en Malta a Daphne Caruana, asesinada por investigar la corrupción del país

Ambiente en una calle de La Valeta, la capital de Malta.
Ambiente en una calle de La Valeta, la capital de Malta. / A. R.

La Valeta (Malta)/Juan atiende la caja de un elegante bistró en San Julián, la ciudad que concentra el ocio nocturno de Malta y cuya bahía está repleta de pizzerías, hosterías, asadores y bares de copas con vistas a los barcos de recreo. Llegado desde Colombia hace apenas tres meses con su pareja "en busca de oportunidades", pretende trabajar en la isla un par de años y ahorrar antes de retornar a su tierra. "Por ahora estamos contentos. El sueldo es bastante más de lo que podría cobrar en mi país y queremos estar aquí por un tiempo", explica mientras su jefe, de origen pakistaní, toma la comanda a una mesa de turistas.

El de Juan es uno más de los miles de ejemplos de la migración económica que está detrás del fuerte crecimiento experimentado por este país en la última década -con la excepción de los años más duros de la pandemia-. El PIB de Malta en 2023 ascendió a 20.650 millones de euros, con un impresionante aumento del 7,5% en comparación con el año anterior, mientras que el paro se mantiene por debajo del 3%, lo que a efectos estadísticos se considera como pleno empleo.

Enclavada en el centro del Mediterráneo, Malta ha estado marcada por el paso de diferentes culturas y civilizaciones a lo largo de la historia. Su posición estratégica tanto para el comercio como para la defensa ha forjado una identidad basada en la protección de sus fronteras. Las principales ciudades del país se encuentran rodeadas por murallas de una característica piedra caliza de color amarillento levantadas para evitar la entrada de las tropas enemigas que buscaban hacerse con el control del pequeño archipiélago, no siempre con el éxito deseado.

La realidad del fenómeno migratorio en el país más pequeño de la Unión Europea ha experimentado un sensible giro en los últimos veinte años. Malta ha pasado de ser un estado receptor de migrantes solicitantes de asilo, procedentes de países en conflicto como Libia, a sustentar su economía en una amplia comunidad de migrantes económicos llegados de todos los rincones del mundo.

Un grupo de periodistas de varios medios de comunicación de la comarca, entre ellos Europa Sur, participó del 20 al 26 de octubre en el seminario Los flujos migratorios en el Mediterráneo central: políticas y cooperación internacional, organizado por la Asociación de la Prensa del Campo de Gibraltar (APCG). Las jornadas de trabajo, desarrolladas en La Valeta, la capital maltesa, permitieron a los informadores acercarse a la realidad y los cambios del fenómeno migratorio en el país que guarda ciertas similitudes -salvando las distancias- con el área del Estrecho de Gibraltar. El desarrollo de las jornadas formativas fue posible gracias al patrocinio de la Diputación Provincial de Cádiz y otras entidades colaboradoras de la APCG.

Durante la estancia en La Valeta, los periodistas mantuvieron reuniones con la dirección del periódico Times of Malta; el embajador de España en Malta, José María Muriel Palomino; responsables de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y la Agencia de Asilo de la UE (EUAA) para tomar el pulso a la realidad social y migratoria de la nación.

Los participantes en el seminario, en la sede de Acnur en Malta.
Los participantes en el seminario, en la sede de Acnur en Malta. / A. R.

La migración por asilo, a la baja

La llegada de migrantes por mar ha experimentado una drástica bajada en Malta en los últimos años. Los demandantes de protección internacional procedentes de zonas en conflicto han descendido desde 2019 por varios factores, entre los que destacan el endurecimiento de las condiciones de acogida en el país, la presión de las autoridades marítimas maltesas y el desvío del flujo de las embarcaciones hacia las islas italianas de Sicilia (situada a solo 90 kilómetros) y Lampedusa.

"Hace veinte años, la llegada de inmigrantes desde Libia huyendo de la dictadura de Muamar el Gadafi era una preocupación nacional. Hoy es una situación silenciada por el Gobierno, que no publica estadísticas oficiales de llegadas, aunque también es cierto que el flujo se ha desviado hacia Italia por el endurecimiento de las condiciones de asilo", introduce Herman Grech, jefe de redacción del periódico Times of Malta, el de mayor difusión del país.

Durante la primera mitad de 2024, solo 68 personas han arribado a Malta por mar, según los datos que maneja el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). En 2019 fueron 3.406 personas, que descendieron a 2.281 un año después y a solo 380 durante 2023, apenas una persona de media al día. Algo que concuerda con la presión de los guardacostas a la hora de provocar -de forma más o menos activa- el desvío de las lanchas hacia Italia.

La mayoría de los migrantes que llegan a Malta en embarcaciones proceden de Pakistán (32%), seguidos por Siria (22%) y Bangladesh (21%), por lo que no todos los migrantes de frontera obtienen el estatus de refugiado ya que para lograrlo es preciso que procedan de territorios en los que se sientan perseguidos y cuya permanencia les suponga un riesgo para la vida.

"En contra de lo que pensamos en Europa, los refugiados se quedan en países de su entorno más cercano con la esperanza de volver", precisa Samar Mazolum, representante de Acnur en Malta. El país acoge en la actualidad a 6.272 personas que han solicitado ser reconocidos como refugiados. De ellos, solo el 18% (1.128) han logrado dicha condición, mientras que el 82% restante percibe una protección subsidiaria, según Acnur.

La Agencia de Asilo de la UE (EUAA), como organismo comunitario de asistencia a los Veintisiete, tiene en Malta su sede central. No obstante, el grado de asistencia a las autoridades maltesas en la materia ha descendido en los últimos años, según corroboran Andrew Mckinlay y Anis Cassar, portavoces de la entidad. "La Agencia ayuda a los Estados Miembros a cumplir las leyes de asilo y acogida. Nuestra misión es tratar de armonizar estas prácticas en toda la Unión, de forma que un procedimiento de asilo en Malta para un migrante procedente de Siria sea igual en cualquier estado de la UE", detallan. En esta labor de asistencia se prestan servicios de traducción, monitorización, asistencia a la evaluación de los casos y todo lo necesario para la tramitación de los expedientes con garantías humanitarias.

El grupo de periodistas, en la Agencia de Asilo de la Unión Europea.
El grupo de periodistas, en la Agencia de Asilo de la Unión Europea. / A. R.

La Agencia de Asilo comenzó a operar en Malta en 2017, año en el que comenzaron a repuntar las llegadas de migrantes por mar. A día de hoy, tras el descenso del flujo migratorio, solo quedan cinco personas dedicadas a apoyar a los funcionarios de inmigración malteses.

El descenso de la presión migratoria sobre Malta, por el desvío de las rutas utilizadas por las mafias dedicadas al tráfico de seres humanos, guarda cierto paralelismo con la reducción de llegadas de migrantes en pateras y neumáticas a las costas del Campo de Gibraltar. En los últimos años, las mafias han optado por la ruta de Canarias ante la presión de las autoridades marroquíes para evitar la salida de embarcaciones hacia la Península.

El 'milagro' de la migración económica

A día de hoy, el principal flujo de migración llega a Malta a través de su moderno (y a la vez coqueto) aeropuerto. Desde el espacio Schengen o de terceros países, más de 100.000 personas se han instalado en las islas para trabajar desde 2010. Dos años después de su entrada en la zona Euro, Malta tenía una población de poco más de 415.000 habitantes; hoy son más de 560.000. Y de ellos casi una cuarta parte son inmigrantes.

La importante colonia de extranjeros sustenta el sector del comercio y los servicios, del que dependen más del 70% de los empleos del país. Malta recibe cada año más de 6 millones de turistas, doce veces su población. La mayoría, procedentes de Reino Unido (antigua metrópolis) que buscan las agradables temperaturas del otoño y el invierno.

Una calle del centro de La Valeta.
Una calle del centro de La Valeta. / A. R.

La migración económica resulta patente en prácticamente cualquier rincón de las ciudades maltesas. Los empleos de camareros, cajeros de supermercados, recogedores de basura y barrenderos o recepcionistas de hotel están copados por personas de origen extranjero. Además, una importante colonia de trabajadores se ocupa de oficios como las plataformas multilingües de atención al cliente de multinacionales de todo el mundo o de soporte para el juego online. Una situación que recuerda, salvando las distancias, a la migración económica que se produce a diario entre el Campo de Gibraltar y Gibraltar para sustentar la economía de la colonia británica; con la diferencia de que los trabajadores en la Roca vuelven a diario a sus hogares para dormir. Más de 10.000 personas cruzan a diario desde España hacia Gibraltar para trabajar en profesiones relacionadas con la hostelería, el sector servicios, la construcción o las plataformas de juego online que pueblan los complejos de oficinas de Ocean Village sustentando una economía que, al igual que la maltesa, presume de pleno empleo.

La explosión demográfica de Malta también ha puesto a prueba las costuras del país. El precio de la vivienda se ha incrementado exponencialmente en los últimos años, provocando un problema social para los jóvenes a la hora de formar un hogar, pese a que el horizonte está plagado de grúas de construcción. El suministro eléctrico de las islas, donde solo opera una planta generadora y una conexión submarina con Italia, sufre caídas por el exceso de demanda mientras que la gestión de los residuos se ha convertido en un problema de primer orden. No todo es brillo y éxito en este pequeño rincón del Mediterráneo.

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