Las narcolanchas se pasean por el Guadalquivir
Al menos cinco embarcaciones de petaqueros fueron vistas este martes por el río a la altura de la Cartuja
Así actuaba el clan del Messi del hachís en el Guadalquivir: astillero de narcolanchas en Málaga y botaduras junto al estadio de La Cartuja
Sevilla/Al menos cinco narcolanchas remontaron este martes el Guadalquivir hasta Sevilla capital y se pasearon a plena luz del día por el río a la altura de la Cartuja. Cualquier persona que pasara durante la mañana y a mediodía por alguno de los senderos de la orilla del Guadalquivir, o cruzara alguno de los puentes sobre el río, pudo avistar perfectamente las gomas de los narcotraficantes, todos ellos encapuchados para no ser grabados ni identificados. Y también ver cómo en la orilla había policías y guardias civiles impotentes, que poco o nada podían hacer para acabar con esta imagen que da una sensación de impunidad y de descaro absolutas.
Las cinco embarcaciones eran de petaqueros, como se les conoce en el argot a las personas que abastecen de combustible a las lanchas en las que viaja la droga. Desde los puentes sobre el río podía verse que en las gomas había garrafas de gasolina y bolsas, presumiblemente cargadas de agua y víveres. Cierto es que ninguna de ellas llevaba droga, pero sólo faltaría ya que las embarcaciones cargadas de fardos de hachís o de cocaína se pasearan impunemente por el Guadalquivir.
Fuentes policiales explicaron que estos colaboradores de la industria del narco venían huyendo del temporal que les impide hacerse estos días a la mar, y también de la Guardia Civil, que los persiguió desde Sanlúcar de Barrameda río adentro, hasta un punto en el que ya el Guadalquivir no es navegable para las patrulleras del Servicio Marítimo de la Guardia Civil de Cádiz. Para ellos, Sevilla capital les sirve de refugio, puesto que las patrulleras no llegan hasta este punto.
En Sevilla no hay embarcaciones del instituto armado, más allá de las zodiacs del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS). Y desde el asesinato de dos guardias civiles en el puerto de Barbate hace casi un año, este tipo de embarcaciones no se utilizan en la lucha contra el narco. Así que, en la isla de la Cartuja, lo único que pueden hacer las Fuerzas de Seguridad del Estado es hostigar algo a las lanchas con el helicóptero y controlar sus movimientos desde tierra. Durante todo el día hubo presencia de la Policía Nacional y la Guardia Civil en las orillas del Guadalquivir, no sólo en Sevilla capital, sino también en poblaciones situadas más arriba como La Algaba. Los petaqueros se pasearon río arriba y río abajo en la cara de estos agentes, impotentes ante la situación. Llegaron incluso, cuentan algunas fuentes, a poner música a los policías.
La presencia de narcolanchas a la altura de Sevilla no es nueva, pero este descaro de hacerlo a plena luz del día durante horas sí que es inédito. Las embarcaciones semirrígidas del narco han remontado el Guadalquivir hasta Sevilla en varias ocasiones. Que se sepa, ya hubo un alijo de hachís en La Algaba en el año 2019, pero no era éste el sitio elegido para ello, sino que el piloto de la narcolancha decidió seguir río arriba ante el hostigamiento de la Guardia Civil. Aquello derivó en una persecución por tierra con un accidente de tráfico con dos guardias civiles heridos, tras el cual se intervino un subfusil que los narcotraficantes arrojaron en su huida. Luego se sabría que el cargamento, de más de 3.000 kilos de hachís, era fruto de una alianza entre el clan de los Lanas, narcos locales del Aljarafe que han controlado tradicionalmente el Guadalquivir a su paso por la provincia de Sevilla, y del Messi del hachís, uno de los narcos más poderosos del norte de África.
Después de eso han pasado narcolanchas por Sevilla, pero generalmente de noche en busca de un lugar para alijar de manera discreta. El panorama ha cambiado sensiblemente en los últimos años, y especialmente en los últimos meses. A mediados de los dos mil, el Guadalquivir se convirtió en un lugar idóneo para la entrada del hachís procedente de Marruecos, en el que los narcos encontraron unas condiciones ideales como alternativa a las playas del Campo de Gibraltar, fuertemente vigiladas. La propia orografía del río, con una vasta extensión de terreno llano y con numerosos canales y meandros, lo hacía un lugar perfecto para traer droga y descargarla en poblaciones como Isla Mayor o Lebrija, donde se ubicaban las guarderías desde las que luego seguía su ruta por carretera en cantidades mucho más pequeñas.
Con los años siguientes fueron remontando más el río hasta llegar a localidades como La Puebla, Coria o Gelves, donde el paso de narcolanchas es frecuente desde hace ya bastantes años. Pero ahora se ha producido un cambio importante. Desde hace unos meses, el río no sólo es ya una vía de entrada del hachís, sino que todo apunta a que se ha convertido en una verdadera autopista de entrada en Europa de la cocaína procedente de Colombia.
Pruebas de ello son los dos alijos históricos que se han encontrado en el último mes en las inmediaciones del río.El 27 de diciembre, la Guardia Civil encontró en una finca de Coria del Río siete toneladas de cocaína, soterradas en contenedores de transporte marítimo. A principios de enero, la Policía Nacional y la Guardia Civil se incautaron de casi tres toneladas más de la misma droga, que se ocultaban en unas naves aledañas a un restaurante del poblado de Colinas, perteneciente a La Puebla del Río. En ambos casos fueron detenidos los encargados de guardar la droga, que iban fuertemente armados. Se han intervenido cuatro fusiles AK-47, los conocidos como kalashnikov, armas de guerra que proceden de los Balcanes o de la antigua UniónSoviética y acaban en manos de los narcos. En el caso de La Puebla, los arrestados contaban con formación paramilitar.
A estas dos operaciones hay que unirles un alijo en el Caribe que abortó la Armada francesa el pasado 10 de enero, cerca de Martinica. En un barco mercante se intervinieron nueve toneladas de cocaína. En él iban tres colombianos y un sevillano. La droga tenía como destino el Guadalquivir, el mismo río por el que desde ayer se pasean las lanchas de petaqueros.
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