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El naufragio de Isabel II y el de una barquilla de Algeciras

El Sexenio Democrático en Algeciras (1868-1874): Historias de Algeciras

Mientras en Algeciras se llora a los desaparecidos en el naufragio acontecido frente a Puente Mayorga, en la capital francesa se produce el gran naufragio del reinado de Isabel II

El Sexenio Democrático en Algeciras: Vacas, aprehensiones de tabaco y un algecireño condecorado

El número 21 de la calle San Antonio de Algeciras. / E. S.

Algeciras/Aún persiste por parte de un gran sector político la defensa, y a pesar de la avanzada edad del protagonista, para que el general Espartero ocupe el desocupado trono español generando los partidarios del ya retirado general un manifiesto haciendo constar: "solo Espartero puede ceñir la corona de España con aplausos de la nación [...] los que como Espartero, reinan en el corazón nacional, son reyes del derecho en el alto sentido moral del constitucionalismo democrático. Dentro del contexto, que bien se podría titular: Pretendientes para la corona, aún persigue el sueño de sentar sus posaderas en dicho trono el desahuciado Montpensier; quién, ante la incredulidad general hace público el que sería su gobierno de ser elegido monarca: Ministro de la Guerra, Izquierdo; Marina, Topete, Hacienda, Ardanaz, Gobernación, Vega-Armijo; Estado, Cantero; Gracia y Justicia, Ulloa, Fomento, Escosura y Ultramar, Becerra. En cuanto á la presidencia optaría por Izquierdo ó Topete. Espartero -don Baldomero-, haciendo gala de una gran inteligencia optaría -como ya se ha reseñado en una entrega anterior- por seguir en su riojano retiro; el cuñadísimo de Isabel II no dejaría de ser: mofa, befa y burla de la nación". A la sufrida España solo le faltaba -parafraseando a Machado-, aquel trueno vestido de armiño.

Y mientras unos sueñan con acercarse a la corona y otros con alejarse de ella, en nuestra ciudad acontecen otros hechos más domésticos como el protagonizado por el comerciante y vecino de Algeciras, Fernando Guerrero Luque, quién: En representación de Federico, Manuel, Carmen y Dolores Bocanegra Jimenez, vecino de Ubrique el primero y de Grazalema los segundos [...] vende una casa que fue de su finado padre, Antonio Bocanegra, fallecido en 1859, y sita en el número 21 de la calle de San Antonio, a la vecina de Gibraltar, Victoria Sené Grana, al precio de 440 escudos, o sean 4.400 reales de vellón. También, y dentro de la privada actualidad de nuestra ciudad, el vecino de Algeciras Joaquín Acuña Cortegozo, recibe el dinero que prestó en 1867 a Cristóbal González Gómez, de profesión médico y al que fuera su fiador, el procurador José Díaz, la cantidad de 2.000 reales [...] para responder el deudor había puesto en garantía una casa sita en la calle de la Alameda, número 20, teniendo como vecino á Francisco Rojas, dando su frente al Levante y el fondo al Poniente. Estos mismos protagonistas -galeno y fiador-, procedieron de igual modo convirtiéndose por tanto en deudores de Francisco España Pardo, cuando este les entregó en préstamo la cantidad de 300 escudos en monedas de oro a devolver en un año, volviéndose a constituir en fiador Díaz Ramírez, y poniendo en garantía el inmueble sito en el número 20 de la citada calle Alameda. La casa en cuestión la había adquirido el médico González por compra que hizo cuando era curador (representante del carente de capacidad) del menor Enrique Rojas, con la pertinente autorización judicial, y en 4 de Noviembre de 1862".

El citado Acuña Cortegozo, años después arrendaría al músico local Miguel Martín Delicado: "Una casa en plaza de la Constitución 3, que podrá dedicar a casa habitación, café y espectáculos públicos de música con el beneplácito del propietario [...] por el plazo de 6 años y precio de 100 pesetas mensuales. El célebre pianista local daba clases de piano en aquella céntrica vivienda".

Admisión del mozo algecireño Fernando de la Calle y García de la Torre. / E. S.

También y por aquellos días de privadas deudas y ventas de inmuebles en nuestra ciudad acontece que el vecino y armador José Valentín Campillos, declaró ser: "Hermano de la cofradía Jesús y Soledad, queriendo que su cadáver sea sepultado según entierro de dicha hermandad [...] Que sus propiedades consisten en cinco embarcaciones dedicadas a la pesquera, con sus arreos correspondientes; dos chozas, tres bestias, ropas, muebles de casa y algún efectivo [...] Deja a su hermano, Joaquín Valentín Campillos las cinco embarcaciones y sus aparejos correspondientes. Puntualizando: Pero si al tiempo de mi muerte las hubiera aumentado ó disminuido, ó fueran otras, el legado se entiende para este caso, de todo lo que yo poseo relativo al arte de la pesquera [...] Y deja como heredera del resto de sus bienes a Ana Sáez Casas, también de este domicilio.Y al parecer emparentada con su generoso bienhechor, como así se hizo constar documentalmente. La citada Ana Sáez, si bien era vecina de la ciudad de Algeciras había nacido en la población de Manilva, siendo hija de los almerienses José Sáez y María Casas; perteneciendo, como el reseñado anteriormente José Valentín, a la Hermandad de Jesús y Soledad. Años atrás, y según su propia declaración: Había contraído matrimonio con Antonio Forque, el cual se ausentó y no se sabe su actual paradero, por lo que que cree -entiende- se halla libre o viuda. De este matrimonio tiene por hijas a: Rosa, casada con Joaquín Valentín -hermano de José- y Antonia, casada con José Sánchez Cuevas, natural de Sanlúcar de Barrameda".

Interioridades familiares aparte y en el contexto de la claridad administrativa se consigue desde la Casa Consistorial de la calle del Convento, que las autoridades constitucionales provinciales: "Accedan á lo solicitado por el Alcalde de Algeciras, acordándose oficiar á la Excelentísima Diputación de Madrid, para que se sirva admitir en la Caja de quintos de aquella provª. Á cuenta del cupo de la referida ciudad, con arreglo á lo prevenido en el artº 93 de la ley de reemplazo, al mozo D. Fernando de la Calle y García de la Torre, núm 101 del mismo cupo, mediante á que reúne la circunstancia de no tener excepción ni impedimento alguno que alegar".

Y al igual que sobre el citado mozo algecireño recae todo el peso de la Ley de Reclutamiento, también sobre el responsable de la local Casa de Expósitos recae toda la normativa aplicable, cuando: "Se acordó manifestar al Director de la Hijuela de Algeciras que los párvulos que ingresen por disposición de esta Superioridad y en vista del expediente que previamente se les forme, están sujetos á todas las reglas y prescripciones que marca el Reglamento de los establecimientos de expósitos y que la única diferencia que existe entre estos, y los que son expuestos ó entregados, consiste en que aquellos por medio de expediente formado tienen ya probada su legitimidad, mientras los últimos tienen que acreditarla".

Por aquellos días de legitimidades y diferencias administrativas para con los menores desdichados, un asunto aparente y baladí ocupa a las progresistas y constitucionales autoridades de nuestra liberal provincia: la oficial invitación a participar en la procesión de gloria del Corpus Christi. La decisión tomada marcaría el proceder de los también constitucionales municipios de cada pueblo de la gaditana demarcación: "Oficio del Alcalde 1º de esta Ciudad -que no el cabildo catedralicio-, invitando á esta Corporación provincial para que se sirva concurrir á las Casas Capitulares el Jueves 16 á las diez de la mañana, á fin de asistir á la solemne procesión del Stmo. Corpus Christi, en lo que dispensará un especial obsequio al Municipio, la Diputación acordó nombrar una Comisión compuesta de los Sres. Barrocal, Hiscio González, Ponce de León, Álvarez Tosso y Gutiérrez Estero, que asistan representando á esta Corporación al citado acto religioso. Recordemos que el Artº 21 de la nueva Carta Magna, expresa: La Nación se obliga á mantener el culto y los ministros de la Religión Católica. Añadiendo a continuación sobre la libertad religiosa: El ejercicio público ó privado de cualquier otro culto queda garantizado á todos los extranjeros -y nacionales, por tanto-, residentes en España sin más limitaciones que las reglas universales de la moral y del derecho". Lo cual ha de suponer -dada la libertad de credo vigente- que, en los componentes de la citada comisión nombrada además de la creencia ideológica constitucional, también residía la religiosa.

Coincidente con la presencia política progresista en tan importante acto sacro, no pocas oraciones se lanzaron al cielo desde nuestra ciudad y otros puntos de la comarca cuando: "Una terrible desgracia ocurrió [...] á poca distancia de este puerto (Gibraltar). Una barquilla de la matrícula de Algeciras, su patrón José Estrella, salió de esta á la una del día con dirección á dicho punto (Algeciras), con dieciocho personas, incluida la tripulación; se volcó frente a Puente Mayorga, pereciendo 14 individuos, entre ellos tres mujeres. Los cuatro que se salvaron estuvieron cuatro horas luchando con las olas, y se asegura se encuentran en un estado lastimoso, por sus esfuerzos en salvar algunas de las víctimas, teniendo el cuerpo destrozado por los choques recibidos contra la barquilla".

Y mientras en Algeciras se llora a los desaparecidos en el naufragio acontecido frente a Puente Mayorga, en la capital francesa se produce el gran naufragio del reinado de Isabel II, cuando: "Hoy á las dos de la tarde -del 24 de junio de 1870- ha abdicado doña Isabel en su hijo D. Alfonso. Un gran número de personajes políticos residentes en París y otros recién llegados de España han asistido al acto. Después de oír de labios de doña Isabel de Borbón el contenido de la abdicación, decíase en los círculos políticos que habían tratado los consejeros sobre la conducta del porvenir. Aceptándose por unanimidad un programa eminentemente liberal y conservador".

Recordatorio para el director de la Hijuela de Algeciras sobre la normativa vigente. / E. S.

La noticia de la abdicación de la que fuera reina-niña, pasó por nuestra ciudad sin pena ni gloria; se ha de suponer que en los círculos republicanos locales se comentaría el suceso. "¡Qué lejos estaba la realidad política de Algeciras de aquella otrora del 34, cuando su cabildo envío instancia al Real Consejo de Cámara, expresando: "De vos, el Ayuntamiento de la ciudad de Algeciras [...] que siempre fiel á la augusta dinastía, de que es tierno vástago la Señora Reina Doña Isabel II, mi muy cara y mi muy amada Hija [...] más sin embargo esta misma Algeciras, que tanta nombradía tiene [...] sea servida conceder á dicha Ciudad el permiso y licencia de que pueda alzar pendón proclamando á la misma mi amada Hija Doña Isabel II Reina y legítima sucesora de su augusto padre el Rey Don Fernando VII (Q.E.P.D:) [...] Dada en Aranjuez á 24 de Abril de 1834. Yo, la Reina Gobernadora". La situación invita al parafraseo del conocido refrán: A reina muerta -institucionalmente-, rey puesto.

Y así con un nuevo y exiliado rey Borbón que, por lo pronto, "ni está ni se le espera", unido a la existencia de un trono vacante y la, casi, enfermiza búsqueda de un monarca no señalado por los “tres jamases” de Prim afronta el Gobierno la exigente situación creada con el citado naufragio de tan regia señora y el reflote de un nuevo miembro de “la familia” que esperaría su histórica oportunidad.

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