La negociación del tratado del Brexit en Gibraltar se demora en plena tensión por Irlanda

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, intenta relanzar la firma de un tratado que debería estar listo en 15 días y ni siquiera se ha empezado a negociar

Obras en la Aduana de La Línea.
Obras en la Aduana de La Línea. / Erasmo Fenoy

Entre Belfast y el Campo de Gibraltar hay más de 3.000 kilómetros. Sin embargo, las tensiones en la capital de Irlanda del Norte son tales que se hacen notar en una comarca donde resurge la preocupación por la demora en la cristalización de un tratado que facilite las relaciones a ambos lados del paso fronterizo del Peñón después del Brexit.

Hace casi seis meses que los gobiernos de España y Reino Unido alcanzaron un principio de acuerdo histórico que prevé incluir a la Roca en el espacio de Schengen y trasladar el control fronterizo europeo al aeropuerto y puerto de la colonia, dejando expedita la conexión entre La Línea y el Peñón. Pero cuando los trabajadores transfronterizos atraviesan la Verja lo que observan todavía es que continúa la remodelación del paso aduanero como si aquella Nochevieja en la que la ministra de Exteriores española, Arancha González Laya, lanzó un mensaje "para la esperanza" no hubiera ocurrido.

La negociación entre la Unión Europea y Reino Unido para convertir el principio de acuerdo en un tratado no es que esté estancada, es que ni siquiera ha comenzado, aunque la estimación de España era que antes del 31 de junio estuviera ya "ratificado". Si España y Reino Unido ya habían alcanzado un consenso -que cuenta con el beneplácito de Gibraltar- está claro que el problema no está aquí, sino a más de 3.000 kilómetros.

Tan preocupante es el retraso que este lunes, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha hablado con el primer ministro británico, Boris Johnson, sobre la necesidad de impulsar el acuerdo. Lo ha hecho durante una reunión informal en el marco de la cumbre de la OTAN en Bruselas.

El foco está, sin embargo, sobre lo que se conoce como la "guerra de las salchichas". El Protocolo de Irlanda del Norte, la solución firmada por Johnson para sellar la salida de la UE, ha provocado serias disrupciones en el territorio, sobre todo entre los unionistas, que se sienten traicionados por Londres con la imposición de facto de una frontera en el mar de Irlanda con el resto del Reino Unido.

Colas en la Verja el pasado día 12.
Colas en la Verja el pasado día 12. / E.S.

Bruselas exige controles aduaneros sobre las mercancías que viajan desde Gran Bretaña a Irlanda del Norte, porque el protocolo estableció que esta región seguiría formando parte del Mercado Interior de la UE para garantizar los acuerdos de paz. Londres quiere más flexibilidad para no enfadar a algunos empresarios y aliados políticos. La líder del principal partido unionista y actual ministra principal de Irlanda del Norte, Arlene Foster, se ha visto obligada a anunciar su dimisión, y ha sido sustituida por Edwin Poots, defensor acérrimo de la anulación del protocolo firmado con Bruselas. La tensión se ha adueñado del G-7, desatando una crisis comercial hasta el punto de que tras reunirse el sábado con los líderes de Francia, Alemania y la UE, Boris Johnson amenazó con adoptar medidas unilaterales para garantizar que el flujo de bienes entre la isla de Gran Bretaña e Irlanda del Norte no sufre alteraciones por culpa de los controles aduaneros que establece el protocolo norirlandés.

Mientras tanto, la Comisión Europea y Reino Unido siguen sin sentarse a negociar sobre Gibraltar. Según fuentes diplomáticas españolas, el principio de acuerdo sobre la Roca sigue vigente, a la espera de negociarse cuando se hayan establecido "las directrices" de esas conversaciones. Aunque la ministra González Laya estimó que estaría cerrado en seis meses, ese plazo era -explican las mismas fuentes- estimativo: "El principio de acuerdo no tiene ninguna obligación, ninguna caducidad".

En un comunicado enviado a Euronews, Aikaterini Apostola, portavoz de la Unión de Estabilidad Financiera, Servicios Financieros y Mercados de Capitales de la Comisión Europea, dijo que aún se estaba llevando a cabo una revisión antes de que se pudieran decidir los "próximos pasos" para determinar el destino de Gibraltar. "El 31 de diciembre de 2020, la Comisión recibió una nota del marco propuesto para un instrumento legal entre el Reino Unido y la UE que establece la relación futura de Gibraltar con la UE", recordó. "Los servicios relevantes de la Comisión están examinando la solicitud para proponer los próximos pasos...", dijo el portavoz.

Al menos se ha producido una reunión preparatoria, a principios de mayo, en Madrid, ya que el Gobierno gibraltareño anunció que el ministro principal, Fabián Picardo, y el viceministro principal, Joseph García, viajarían para preparar la negociación.

Para terminar de añadir preocupación a los miles de trabajadores que atraviesan cada día la Verja, el pasado día 12 se reprodujeron las grandes colas para salir de la Roca que recuerdan a los peores tiempos del conflicto.

Las fuentes consultadas esperan que, para finales de año, se firme definitivamente el tratado, aunque para ello tendrá que volver la cordialidad entre Londres y Bruselas. Y eso depende de Irlanda del Norte, a más de 3.000 kilómetros del Peñón.

Detalles del acuerdo

El acuerdo de Nochevieja entre España y Reino Unido incluye medidas niveladoras en materia de IVA, impuestos especiales y trazabilidad de los productos del tabaco, que Gibraltar aplique la legislación aduanera de la Unión Europea y que España participe de forma directa en el control fronterizo, incluida la presencia de funcionarios españoles en la Roca, punto este último que ha sido uno de los grandes motivos de fricción durante la negociación. Ambos estados mantendrán intactas sus posiciones jurídicas en materia de soberanía sobre la Roca. La base de la futura relación de Gibraltar con su entorno será la aplicación en el Peñón del acuerdo Schengen, de forma que aeropuerto y puerto se conviertan en las zonas de control fronterizo de la UE.

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