El número 62 de 'Almoraima' ve la luz: una nueva travesía por la historia, la memoria y la ciencia del Campo de Gibraltar

La revista de estudios campogibraltareños, considerada desde hace décadas el principal faro cultural de la comarca, se presenta este jueves en la Mancomunidad con una edición que abarca desde la batalla del Salado hasta las aves del Parque Princesa Sofía, pasando por la arqueología de Carteia y el islam contemporáneo

'Almoraima': 61 números desvelando la historia nunca contada del Campo de Gibraltar

El Estrecho de Gibraltar visto desde el cielo.
El Estrecho de Gibraltar visto desde el cielo.

Algeciras/Hay nacimientos que no suponen llanto ni gritos, sino silencio, estudio y celebración. Este jueves, 24 de abril, en el salón de plenos de la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar, se asiste al alumbramiento del número 62 de la revista Almoraima, con sus cubiertas azul cielo como promesa de pensamiento sereno y mirada amplia. Como cada nueva entrega, esta revista se convierte en espejo, archivo y brújula del territorio. Y esta vez, con un brillo especial: el director de la publicación, Ángel Sáez Rodríguez, firma la primera entrega de una historia documentada de la propia revista, nacida en 1988 como necesidad y como proyecto, como tejido de voces para una comarca largamente necesitada de relato y reconocimiento.

Con sus cubiertas azul cielo, como promesa de pensamiento sereno y mirada amplia

Esta edición, plural y profunda, transita por los siglos con la misma soltura con que Sáez y su incansable equipo de colaboradores se adentran en las aulas y en los nidos de alimoches. La batalla del Salado, en 1340, aparece revisitada a través del papel que jugó la ayuda portuguesa; también los viejos pleitos entre Tarifa, Gibraltar y el duque de Medina Sidonia por “las Algeciras”; y el desvío del arroyo tarifeño entre 1887 y 1889 cobra nueva vida a la luz de los documentos. La Guerra Civil deja sus huellas en imágenes inéditas del Campo de Gibraltar. Y la prehistoria también comparece: una propuesta de estudio sobre la neolitización aplicada al Estrecho abre caminos entre lo cuantitativo y lo cualitativo. Todo eso cabe en Almoraima, y más.

Entre los nombres propios que habitan estas páginas, María Zambrano y José Luis Cano tejen un diálogo literario en la sección dedicada a la filosofía y el pensamiento. En otro rincón, se indaga en el islam contemporáneo bajo el sugerente título La Algeciras de Alá, que plantea la reaparición del islam en la frontera sur de Europa tras más de seis siglos de silencio institucional. La publicación también lanza una mirada a la adolescencia desde la psicología, abordando la crianza, la regulación emocional y las conductas suicidas.

La arqueología, una de las piedras angulares de la revista, llega en múltiples formas: proyectos docentes, sinergias entre investigadores y estudiantes, experiencias de aprendizaje en Carteia o Baelo Claudia, ilustración arqueológica como herramienta pedagógica o el podcasting como innovación didáctica. Todo ello convierte a Almoraima en una suerte de laboratorio en papel para quienes enseñan, investigan y preservan la historia material de estas tierras.

Y si el pasado más remoto se convierte en lección, el presente natural no queda fuera. Las aves del Parque Princesa Sofía, ese pulmón urbano de La Línea de la Concepción, protagonizan un estudio sobre biodiversidad y conservación. También aparecen los estragos de la Lymantria dispar en los alcornocales de Castellar y la presencia de especies botánicas singulares como la Torminalis glaberrima en rincones del Campo de Gibraltar aún por explorar. El monte, el mar y el viento también tienen aquí su espacio.

Presentación del número 61 de la revista ''Almoraima', el pasado mes de octubre.
Presentación del número 61 de la revista ''Almoraima', el pasado mes de octubre. / ANDRÉS CARRASCO

Una revista que es testimonio y escuela

El estudio que abre el director Ángel Sáez, con el rigor del archivo y la calidez del testimonio, narra cómo Almoraima nació en un contexto complejo, en plena ebullición política, cuando la Verja con Gibraltar apenas había reabierto al tráfico peatonal y el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea marcaba un nuevo horizonte. La Mancomunidad de Municipios, creada en 1985, buscaba entonces un vehículo para pensar el territorio, contarse a sí mismo y fortalecer su identidad, y la revista fue una de sus principales respuestas. Desde 1991, además, se convirtió en altavoz de las Jornadas de Estudios del Instituto de Estudios Campogibraltareños (IECG).

Nació como necesidad y como proyecto, como tejido de voces para una comarca largamente necesitada de relato y reconocimiento

Ese origen se inserta en una historia mayor, la de la frustrada comarcalización de Andalucía. El Estatuto de Autonomía de 1981 permitía, al menos sobre el papel, la creación de comarcas con personalidad jurídica. El Campo de Gibraltar estaba llamado a ser experiencia piloto, pero la falta de voluntad política y la oposición municipal frustraron el intento. La Mancomunidad surgió como fórmula intermedia: sin competencias plenas, pero con la ambición de representar a la comarca frente a Gibraltar y ante Europa.

Ese impulso inicial quedó registrado en los propios estatutos, que hablaban de “invertir los planteamientos” sobre la Roca y promover la integración del Peñón en su entorno natural, no mediante enfrentamiento, sino a través de desarrollo compartido y políticas de población. La historia reciente ha mostrado que aquellas intenciones no llegaron a materializarse con el vigor deseado, pero Almoraima sobrevivió a las desilusiones institucionales como refugio y plataforma. Y lo sigue siendo hoy.

Una herramienta para pensar la comarca

A lo largo de sus más de tres décadas de vida, Almoraima se ha consolidado como referencia obligada para cualquiera que investigue el Campo de Gibraltar. Ha servido de cantera a jóvenes investigadores, ha conectado a las dos orillas del Estrecho a través del pensamiento, ha tendido puentes entre la divulgación y el rigor académico, y ha generado una comunidad intelectual alrededor de un territorio frecuentemente marginado de los grandes centros de producción cultural.

La revista sobrevivió a las desilusiones institucionales como refugio y plataforma

Este número 62 lo confirma una vez más: una revista que no sólo publica artículos, sino que funda mirada. Que no sólo transmite conocimiento, sino que plantea preguntas. Que, lejos de agotarse en la erudición, sigue siendo instrumento de docencia, de descubrimiento, de reflexión y, sobre todo, de amor al terruño.

Este jueves, bajo la luz templada de abril y en la casa común de los pueblos campogibraltareños, Almoraima vuelve a nacer. Y con ella, la promesa de que, mientras haya quienes estudien y escriban desde estas tierras y sobre ellas, el Campo de Gibraltar seguirá teniendo voz. Una voz esta vez azul cielo, como la portada, cargada de historia y porvenir.

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