La oposición al golpe de estado de 1936 en el Campo de Gibraltar. La red de transmisiones clandestinas (y II)

Instituto de Estudios Campogibraltareños

El mando sublevado sospechaba que podían existir comunicaciones clandestinas con Málaga desde Algeciras

La represión sobre los trabajadores de telegrafía de la comarca fue brutal, con varios fusilamientos

Un oficial de Telégrafos en 1930.
Un oficial de Telégrafos en 1930.

La oficina de telégrafos era un elemento fundamental en cualquier municipio. Incluso bajo su control estaba la emisora Radio Algeciras EAJ 55, que se desarrollaría en 1934, durante la II República. Para oír la radio en aquellos años, era necesario estar en posesión de una licencia. La licencia daba derecho al uso de un solo radiorreceptor, era válida por un año y no podía transferirse a terceros. Estas licencias estaban controladas por la propia oficina de telégrafos.

El primer cable submarino que se instaló en España fue por motivos ajenos a la telegrafía. Tras la declaración de guerra de España a Marruecos, a finales de 1859, el gobierno decide instalar un cable entre Algeciras y Ceuta con el objetivo de facilitar las comunicaciones con el ejército que se encontraba en el norte de África. Era un trayecto corto pero dificultoso. Las tareas duraron sólo tres días. El 24 de diciembre el periódico madrileño Las Novedades lo presentaba de la siguiente forma: “A las una y treinta minutos de la mañana de ayer, comunicó desde Ceuta el jefe de la estación telegráfica de dicha plaza con el Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación, que se hallaba completamente establecida la línea submarina y corriente de personal y todos los aparatos. Al mismo tiempo, manifestó no ocurrir novedad alguna en el Campamento. Este despacho ha tardado solamente quince minutos en atravesar la larga distancia que media entre la corte y la plaza de Ceuta”.

Acabó el año 1859 y el 8 de enero del nuevo año de 1860, con un fuerte temporal de los propios del Estrecho, el cable se rompió y quedó destrozado e irrecuperable. Había funcionado menos de 20 días. Centrándonos en el objeto de este trabajo, las actuaciones judiciales comenzaron el 16 de agosto de 1936, y fueron acusadas las siguientes personas, que desde los primeros días de la sublevación estaban encarcelados en prisión preventiva: Roberto Rivas García, desde el 20 de julio de 1936; José Ortega Moreno, desde el 25 de julio de 1936; José Paz Segura, desde 24 de julio de 1936, y Cristóbal Torres García, desde 24 de julio de 1936.

La noticia llegó a Gibraltar y fue publicada en el periódico local El Calpense. Incluso podemos encontrarla a los pocos días en el periódico El Pensamiento Alavés, periódico franquista que el 8 agosto de 1936 publicaba el fusilamiento de varios funcionarios de correos y telégrafos, en estos términos: "En Gibraltar se ha descubierto un complot contra el movimiento nacionalista español. Se trata de varios funcionarios del ministerio de comunicaciones que por medio de claves daban a conocer al gobierno de Madrid el movimiento de las fuerzas franquistas. Inmediatamente y una vez comprobado el hecho fueron fusilados varios funcionarios del cuerpo de Correos y Telégrafos de Algeciras y La Línea".

El juez instructor de la causa sería el capitán del Regimiento de Infantería Cádiz, nº 33, Cipriano Briz González.

Las informaciones acerca del descubrimiento de comunicaciones telegráficas con Málaga desde el Campo de Gibraltar por parte de los sublevados comenzarían el 3 de agosto de 1936. El mando sublevado sospechaba que podían existir comunicaciones clandestinas con Málaga desde Algeciras, por lo que se requirió al jefe de la misma para que informara sobre el asunto. De todo ello estaba al tanto el jefe de comunicaciones, delegado del comandante militar, el coronel Escuín.

El coronel de artillería retirado Ricardo Escuín Lois sería el jefe encargado de la inspección y censura de comunicaciones ejercida en el Campo de Gibraltar a partir del 18 de julio de 1936. Después de un estudio detenido de los conductores y sus entradas en las estaciones dependientes de la sección, se acordó trasladarse rápidamente sin previo aviso a la Estación de San Roque, que es donde con mayor facilidad podían utilizarse los hilos de Málaga.

El día 4 de agosto salieron a las seis de la mañana para San Roque el coronel Escuín, el jefe de telégrafos y el jefe de líneas Martí Marimón, llevando en una camioneta a un capataz y un celador para efectuar los trabajos encaminados a cortar cualquier comunicación que pudiera existir con Málaga. Llegarían a San Roque a las siete horas e informados de que la llave de la oficina estaba en poder del repartidor de la misma, Cristóbal Torres García, se requirió su presencia para que facilitase la entrada.

Una emisora tipo EAJ de 1933.
Una emisora tipo EAJ de 1933.

Al llegar Cristóbal Torres manifestó que no había llave ni cerradura por haber sido destrozada por las turbas que días antes se habían apoderado del pueblo (los hechos del 27 de julio), y abrió la puerta levantando el picaporte con una chapa de hojalata. Una vez dentro de la oficina se procedió a examinar el conmutador de entrada, no encontrando en él nada anormal; después se tomaron los tres hilos de Málaga, números 109, 126 y 234, que entraban en San Roque, observando falta de circuito en los dos primeros y circuito normal en el 234, por el que se llamó a Estepona, que contestó inmediatamente cambiando con él las siguientes observaciones:

“¿Quién es? Esto está tranquilo. Enterado Estepona”.

Se le contesta: “Aquí San Roque, ¿puedes darme Málaga?”.

Contesta unas palabras que no se entienden y, a continuación, da interrogación y dice: “¿Quién eres, cómo está eso? Voy a llamar y te avisaré. Enterado”.

Se le respondió: “Esto está tranquilo; deseamos nos dé Málaga”, a lo que se le responde lo siguiente: “Voy a avisar a Málaga que llame por 109”, y dando interrogación añade estas palabras: “¿Dame contraseñas y dime cómo está eso?”.

Al insistirle con otra pregunta semejante a la anterior, repite Estepona: “Querido: no sé sino que en toda la noche me han molestado pues hay mucho servicio y estoy matado. ¿Quieres Málaga?”.

Se le contesta que sí, que mantenga la línea con Málaga, quien da enterado y dice: “Aquí Málaga, ¿y esa estación?”.

“Aquí San Roque, ¿Cómo va eso?”.

“Esto está tranquilo. ¿Y por ahí? Enterado”.

Se le dice que en San Roque hay tranquilidad también y contesta repitiendo: “Aquí tranquilidad y muy buenas impresiones. ¡Viva la República Obrera!”.

Por indicaciones del coronel Escuín se le preguntó sobre la firmeza de la guarnición, a lo que respondió: “Ya lo creo, la nuestra”

De esta conversación con Estepona y Málaga se mandaron los trozos de cinta correspondientes como comprobante unidos a esta información. Se comprobó claramente que el encargado de San Roque, José Paz Segura, sostenía comunicación con Estepona y Málaga utilizando contraseñas especiales previamente convenidas. El delegado de los servicios de comunicación, coronel Escuín, ordenó la detención de dicho funcionario y de los dos repartidores que también prestaban sus servicios en dicha estación; Cristóbal Torres García y Manuel Moreno Arroyo, aunque no se pudo comprobar que estos repartidores conocieran las comunicaciones y contraseñas respectivas, entendió que podían facilitar detalles de interés para determinar responsabilidades, puesto que ambos conocían el sistema Morse y habían prestado servicio en aquella oficina sustituyendo en algunas emisiones al encargado de la misma y en otras a la auxiliar de telegrafista María Estrany, que también estaba allí destinada.

Planos del Cuerpo de Telégrafos.
Planos del Cuerpo de Telégrafos.

Al objeto de aclarar quién fue el funcionario de La Línea que, según dijo Estepona, habló con él el primer día de los sucesos, salieron inmediatamente para la estación de La Línea comprobando que fue el jefe de negociado de segunda, Abel Fiat Paul, quien confesó espontáneamente haber intentado comunicar con Málaga al principio del movimiento asegurando solemnemente que lo hizo sin contraseña alguna y únicamente guiado por la curiosidad y el deseo de conocer noticias.

El día 5 de agosto y para completar el servicio salieron a primera hora de la mañana para la estación de Los Barrios, desde la cual podía también haberse comunicado con Málaga por el conductor 234 por mediación de San Roque. Durante los días que van del 18 al 23 de julio, las fuerzas republicanas de Los Barrios habían tomado el control, dentro del desgobierno general que existía por el golpe de estado. Los miembros de los partidos pertenecientes al Frente Popular se organizaron y ocuparon los centros neurálgicos de la población, entre ellos la central de telégrafos.

Después de revisar minuciosamente el montaje interior de esta oficina por el jefe de líneas, se encontraron algunas anormalidades en el mismo como es, por ejemplo, la falta de un miliamperímetro salvado por un puente. Se le pidió al encargado de dicha estación, Juan Bravo (empleado municipal nombrado por el ayuntamiento), que explicase dicha falta, y manifestó que días antes del movimiento se hizo un empalme en el hilo 535 de Madrid dándole entrada en aquella oficina por orden del gobernador civil y del jefe del centro de telégrafos de Cádiz. Añadió que el día 18 último se presentó allí a las tres de la madrugada el funcionario de telégrafos de Algeciras José Ortega Moreno, quien estuvo probando la instalación y cambiando observaciones con Algeciras hasta las 7:15, a cuya hora regresó dicho oficial a su destino.

Esta afirmación está comprobada por el parte diario de Los Barrios del referido día 18 de julio. Declaró también que comunicó un día con Málaga por medio de la contraseña que le habían dado, que era J. B., diciéndole Málaga entre otras cosas que ellos tenían allí cuatro submarinos, cuatro hidros y seis barcos de guerra. Dijo también que posteriormente, el día 21 o 22 de julio, se había presentado en la oficina un telegrafista de Algeciras, que según todos los detalles recogidos es el oficial Julián de Osma y Vaca, actualmente en ignorado paradero cuya busca y captura se intentó inmediatamente por la autoridad militar, el cual había desmontado un manipulador, un miliamperímetro y un acústico que se llevó no se sabe dónde, depositándolos más tarde en casa de un caracterizado político del Frente Popular de Los Barrios.

Allí estuvieron los referidos aparatos hasta que las autoridades militares dominaron el pueblo, en cuyo momento recogió los referidos aparatos montándolos nuevamente en la oficina a excepción del miliamperímetro que desapareció no se sabe cómo. Como resumen de esta información las autoridades judiciales afirmaron como hechos probados los siguientes:

  1. Que el oficial de telégrafos destinado en San Roque, José Paz Segura, sostuvo comunicación con Estepona y Málaga por los hilos telegráficos, contraviniendo las órdenes terminantes que había recibido para que tuviera siempre aislados los hilos de Estepona y Málaga y no lo tocaran para nada.
  2. Que dicha comunicación no debía ser muy inocente cuando se utilizaron contraseñas previamente convenidas.
  3. Que también comunicaron en los primeros días las estaciones de La Línea y Los Barrios con Málaga, si bien estas conversaciones parecen exentas de malicia en razón de los antecedentes de los funcionarios que las tuvieron y de la espontaneidad con que fueron reveladas.
  4. Que en la madrugada del 15 al 16 de julio se dio entrada en la estación de Los Barrios al hilo 535 de Madrid para comunicar con dicho centro sin intervención de Algeciras. De esta estación se hizo cargo el día 18 del mismo mes a las 3 de la madrugada el oficial de telégrafos de Algeciras, José Ortega Moreno, quien estuvo comunicando con ella hasta las 7:15.
  5. Que en los días 21 o 22 del expresado mes de julio se desmontaron de la estación municipal telegráfica de Los Barrios, un manipulador, un miliamperímetro y un acústico que después fueron depositados en casa de un conocido político de izquierdas, apareciendo como autor de este hecho el oficial de telégrafos destinado provisionalmente en Algeciras, Julián de Osma y Vaca, el cual desapareció sin que se volviese a tener noticias de su paradero.

El Delegado de Comunicaciones en Algeciras, Escuín, ordena el traslado a Cádiz de los detenidos José Paz Segura, Cristóbal Torres García, José Ortega Moreno y Roberto Rivas García, que quedaron a disposición de la autoridad militar de aquella plaza. Roberto Rivas García, “por ser un significado elemento que presumimos conoce perfectamente las comunicaciones clandestinas que se establecieron, claves y contraseñas convenidas”.

Conclusiones

El gobernador civil de la provincia, quizás por ser militar, organizó toda una serie de preparativos contra la posibilidad de una sublevación militar. La singularidad proviene de que todos los preparativos los realizó pocos días antes del comienzo del levantamiento militar. Mariano Zapico se desplazaría a Algeciras el día antes de la insurrección, y en su puerto se reuniría con el comandante del destructor Churruca. También organizó toda una red de trasmisiones clandestinas, en el supuesto caso de que las fuerzas militares controlaran las oficinas de telégrafos, como así fue.

La telegrafía sería perseguida por las nuevas autoridades militares, dando lugar a varias causas sumarísimas para desentrañar responsabilidades, además de la que centra esta investigación, ya existieron otras causas militares sumarísimas “colaterales” en los meses siguientes con desigual desenlace; causa contra el teniente de carabineros, Ángel Alegre; causa contra el jefe de telégrafos de Algeciras, Luís Vázquez Figueroa y Mohedano, y un procedimiento previo del celador de telégrafos Antonio Tapia Pine.

En general, la represión sobre los trabajadores de telegrafía de la comarca fue brutal, siendo fusilados en Sevilla el 8 de noviembre de 1936, Alberto Lobit Fernández, jefe de telégrafos, y su hijo José Lobit Ibáñez, oficial de telégrafos, el 12 de diciembre de 1936. Tenían 47 y 21 años respectivamente. También fue fusilado el oficial de telégrafos de Algeciras Roberto Rivas García, el 12 de noviembre de 1936, con 22 años. A José Ortega Moreno, telegrafista de San Roque, según la versión de las autoridades franquistas, se le aplicó la ley de fugas, ocasionándole la muerte al intentar fugarse cuando era trasladado a la prisión del Puerto de Santa María desde Cádiz, el 31 de agosto de 1936.

stats