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El alga parda pone en jaque a los pescadores de Tarifa y Algeciras

Los trabajadores del mar alertan del "enorme y serio" problema que afecta sobre todo al trasmallo y al palangre de fondo

La Junta admite que la gestión de la invasión es "difícil"

Distintas artes de pesca completamente inutilizadas por el alga asiática.
Quino López

03 de septiembre 2018 - 01:36

Algeciras/Unos pescadores levantan el trasmallo mientras contienen el aliento. El temor no es que haya entrado más o menos pescado -que también- sino que haya atacado su peor pesadilla. Cuando la red emerge se confirman los temores, una especie de barro marrón y pestilente la ha cubierto completamente hasta convertirla en un arte inútil. No merece la pena limpiarlo porque tardarían meses. Los pescadores le quitan la tralla de plomo y desechan el resto. Hay que comprar otra red. Y así todos los días. El alga parda asiática (Rugulopterix Okamurae) que en los últimos tres años ha invadido el Estrecho de Gibraltar se ha convertido en el mayor enemigo de los pescadores de Algeciras y Tarifa. Últimamente también de Barbate y de Conil.

El año pasado hicieron un llamamiento cuando detectaron un aumento inusual de esta especie. Desde entonces hasta ahora afirman que ha crecido de forma desmesurada, sorprendente, hasta cubrir toda la costa. "Tenemos un problema grande, muy serio, que nos está afectando a todos, porque supone un incremento de los gastos y una pérdida de pesca que no estamos en condiciones de afrontar", relata Manuel Suárez, patrón mayor de la Cofradía de Tarifa y representante por tanto de 46 barcos con casi 200 marineros. Lo mismo ocurre en Algeciras, con unos 20 barcos en activo de los que se están viendo afectados la mitad.

El palangre de fondo (la voracera) emerge del mar mientras otros pescadores también suspiran. Los anzuelos traen una pelota de algas que les impiden pescar. Y eso que el arte ha estado a 400 o 500 metros, lo cual demuestra la ocupación brutal que está realizando este alga de un Estrecho que amenaza con no volver a ser el mismo. "Esto es una epidemia, parece fango y el problema es que es algo que sabemos que va a durar", lamenta Suárez, que explica que los voraceros ya tenían un problema grave con el atún rojo, cuya sobrepoblación ha ido desplazando a los besugos hasta disminuir su presencia de forma alarmante. Ahora, los que quedaban encuentran cada vez menos comida, ya que el alga invasora desplaza a todas las especies que osan interponerse en su camino. "Los números son preocupantes", afirma Suárez. La captura de los voraces es compartida con las demás flotas que operan en el Estrecho y los pescadores tarifeños lamentan que no pueden pescar atún rojo, cuya presencia es "masiva" durante todo el año, porque no tienen cuota suficiente.

Las cofradías han mantenido varias reuniones con las administraciones para alertarles del problema, de momento sin reacción alguna. "Hay que tener en cuenta que esto es algo nuevo y lo daban de lado porque pensaban que había problemas más complicados y serios, pero realmente es algo que hay que afrontar", concluye el patrón mayor.

La Junta de Andalucía, en el Boletín de Gestión del Medio Natural y Espacios Protegidos de febrero de 2018, admite que "se reclaman actuaciones para su eliminación". "Esta presencia masiva también ha supuesto un importante quiebro económico para el sector pesquero, pues muchos pescadores se han visto obligados a dejar de utilizar sus redes, que sacaban del agua completamente cubiertas por este alga. Efectivamente, la expansión de muchas especies exóticas con comportamiento invasor supone grandes pérdidas económicas, que afectan a una gran diversidad de sectores productivos", se lee. "Actualmente, y puesto que la divulgación de este problema ha sido intensa en los últimos años, la alerta social que se produce cuando una de estas especies aparece en el medio natural es significativa", subraya el documento.

Los expertos de la Junta entienden que el problema es de difícil solución: "Las especies son localizadas cuando ya ocupan grandes extensiones en el fondo marino, haciendo prácticamente imposible cualquier gestión para el control de su expansión. Los esfuerzos, especialmente en el ámbito marino, se deberían centrar en la prevención, en la detección de las vías de entrada y su posible control".

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