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El pecio San Andrés. Historia de un naufragio en Tarifa (y II)

Instituto de Estudios Campogibraltareños

El resultado de la sumaria apunta a una serie de fallos en la forma de maniobrar del capitán del 'Miño' que terminaron en colisión contra el 'Mindem'

El pecio hundido frente a Tarifa son del 'RMS Don Juan'

El segundo y último vicecónsul británico en San Roque

Litografía del vapor 'Miño' embestido por el 'Mindem'. / Museo Marítimo de Barcelona
Manuel Quero Oliván / Raúl González Gallero

23 de septiembre 2024 - 04:01

Tarifa/Mucho se ha escrito sobre el naufragio del vapor Miño, más aún cuando todo el mundo sabe que, cuanto más pudientes son los pasajeros, más catastrófico resulta a criterio de la prensa y sociedad. Desde compararlo con el hundimiento del Titanic hasta meter literatura sensacionalista describiendo cómo los pasajeros morían entre el espumeante batir de sus grandes paletas laterales -paletas inventadas-, ha habido de todo.

Es en el Archivo-Museo “Álvaro de Bazán”, situado en la localidad ciudadrealeña del Viso del Marqués, más conocido por Archivo General de Marina (AGMAB), donde se encuentra la sumaria del suceso.

A Tarifa, en la sumaria se la menciona así: “Que a las 2 ½ de la madrugada del 29 hallándose entre Punta Carnero y Tarifa, a distancia de tres millas demorando la farola por estribor, se descubrió…”.

Lo sucedido a continuación, según se desprende del resultado de la sumaria, es que hubo una serie de fallos en la forma de maniobrar del capitán del Miño que terminaron en colisión.

La sumaria fue llevada por quien sería años después uno de los más prestigiosos marinos de la Armada española, D. Casto Méndez Núñez. Este oficial, no únicamente descubrió la errónea forma de proceder en la maniobra del capitán español, sino que detectó otra serie de anomalías tal como era que gran parte de la tripulación no estaba formada por marineros profesionales -matriculado-, sino simples pasajeros metidos a bordo para no pagar el pasaje. Debido quizás a ello, hubo un conato de amotinamiento por parte de esas personas, quienes subieron en un bote y, de forma violenta, sacaron de él a pasajeros, mujeres y niños arrojándolos sobre cubierta. En la sumaria, los pasajeros salvados lo citan así: “Ya estando el bote listo para arriarse se agolparon en él varios marineros, una señora y Don Juan José Frapolli con una niña de la señora viuda de Heredia. Estos pasajeros fueron sacados del bote violentamente y echados sobre la cubierta del vapor, oyéndose al mismo tiempo la voz del segundo que mandaba que todos saliesen del bote y fueran a preparar el [otro] bote, lo cual se efectuó. Mientras que se empezaba la operación en el otro bote, le vio el agua crecer por la popa y hundirse el vapor, arrastrando éste en su remolino a todo cuanto hallaba sobre él”.

En las declaraciones del sumario no se cita que hubiese en ningún momento niebla alguna, salvo en la protesta del capitán de la Mindem, y era esta una de las condiciones que le hicieron dar la vuelta y regresar a Gibraltar según su propio testimonio. Es más, uno de los pasajeros decía poder ver las cabezas de los otros en el agua. El mismo contramaestre Antonio Navero, como persona más caracterizada a falta del capitán u otro oficial, en su Protesta marítima, declara: “que con la claridad de la luna observaron y a medida que se aproximaba, que era un buque mayor que venía con todo aparejo largo y viento fresco de tierra”.

Tampoco aparece en toda la sumaria que el Miño hubiese hecho escala en Gibraltar como en otros sitios se ha llegado a publicar.

¿Dónde está hundido el ‘Miño’?

En la sumaria se dice que la colisión se produjo a tres millas de Punta Carnero; y teniendo en cuenta que, por lógica deducción náutica, el barco vendría algo abierto de tierra, es de suponer por la inmediatez del hecho que sus restos reposen enfrente o en los alrededores de la ensenada del Tolmo, lugar este donde sí consta que hay varios barcos hundidos, uno de los cuales bien podría ser el Miño.

Carta náutica con la situación de los naufragios.

Desde el propio nombre del barco, el cual hemos visto referenciado en diversos sitios con muy diversos nombres (Rivera del Miño, Río Miño, o el de San Andrés) hasta el lugar mismo del hundimiento o las características del buque, todo ha sido un enorme cúmulo de despropósitos.

En el expediente sumarial instruido al efecto por las autoridades españolas se hacen constar varias cosas muy importantes:

  1. La culpa de la colisión fue por parte del buque español, el cual, siendo su propulsión a vapor y no habiendo obstáculo alguno, no acometió con presteza y diligencia las maniobras pertinentes para poder eludir la colisión. Es más, queda demostrado que se atravesó sorpresivamente al paso o derrota del Mindem.
  2. Los botes de la fragata Mindem recogieron a todas aquellas personas que vieron y los pusieron a salvo a la mayor brevedad posible, permaneciendo en la zona durante un buen periodo de tiempo.
  3. La investigación de lo acaecido fue llevada por un marino español que no arroja la menor duda sobre su competencia, D. Casto Méndez Núñez, quien con el devenir del tiempo y dada su trayectoria militar, llegó a ser quien comandara el primer barco acorazado español, la fragata Numancia.

Además de lo anterior, hay dos detalles por los que se deduce que la colisión debió suceder más cerca de Algeciras que de Tarifa.

Según las declaraciones del capitán de la fragata mercante inglesa Mindem, decía que se encontraba ya en la maniobra de enfilar la bahía de Algeciras y con viento del noroeste, lo cual nos hace suponer que quería pegarse lo más posible a Punta Carnero para así, cuando tuviese toda la bahía a la vista, poner rumbo a Gibraltar y que el viento no le abatiese para el sureste.

En ningún lado se cita por parte de nadie -náufragos sobre todo- que estuviesen a los mismos pies de la isla de Tarifa y, si como se pretende hacer creer, el Miño está hundido a escasos 100 metros de la costa, tenían que haberla visto pues estarían bajo su luz de la que se servirían para llegar a tierra en la cercanísima cala de Tarifa -aún no había puerto en su parte este-. Es más, los botes a remo podrían haber dejado a los náufragos en la orilla de la playa tarifeña, a tan solo 300 metros y resguardada del viento reinante en ese momento.

Así pues, según nuestro saber y entender, el suceso debió producirse entre las tres o cuatro millas al oeste de Punta Carnero, pues la única anotación en todo el expediente donde se refleja alguna distancia dice: “…entre Punta Carnero y Tarifa, a distancia de tres millas demorando la farola por estribor”.

Por otra parte, en la zona supuesta, hay corrientes muy fuertes, motivo este que justifica el tiempo empleado por el capitán de la fragata en poner a su buque en facha3 tras la colisión, lo cual hizo que el barco perdiese el rumbo previsto para abordar la maniobra de entrada a la bahía y dejarlo a la deriva y en una situación comprometida y, por lo tanto, la tardanza en recoger sus embarcaciones de salvamente y poner nuevo rumbo a Gibraltar; todo esto, dando avisos mediante cañonazos y otras señales en demanda de ayuda de otros barcos de la zona e incluso poder ser oído por algún náufrago llegado el caso.

Aquella noche, aunque había luna -lo citan los pasajeros-, no era iluminada por ningún faro cercano, pues el faro de Punta Carnero no se inauguraría hasta 1873. El viento, al tenerlo la fragata por su popa, hacía complicado navegar nuevamente al lugar de la colisión; eso más la demora que tuvo en recoger los botes con los náufragos y tener que volver a tomar nuevo rumbo -quizás con el viento en contra- hizo que el buque tardara tanto en tomar puerto. Además, hay que añadir que la fragata tras su colisión tendría comprometido el uso de sus velas por la rotura que tuvo al embestir con su bauprés el palo trinquete y la chimenea del Miño.

Conclusiones

El pecio conocido como San Andrés es de un vapor de casco de madera y de propulsión a palas; el cargamento que se ha localizado durante las últimas décadas y que propició el error es de lingotes de plomo de la casa “San Andrés”. Las características técnicas del vapor Miño son de un buque de casco de acero y de propulsión de hélice, característico ya de los buques de su época.

El vapor correo RMS Don Juan coincide con las características del pecio en cuanto al tipo de buque como al cargamento.

Por tanto, tras décadas de confusión con la identidad de los restos del naufragio localizados en la zona SE de la isla de Tarifa -producidos esencialmente por los lingotes de plomo- y tras el análisis de la documentación existente, así como de los restos arqueológicos del pecio, podemos afirmar que los restos pertenecen al RMS Don Juan y no al vapor Miño.

Artículo publicado en el número 50 de Almoraima, revista de estudios campogibraltareños.

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